Cuan­do la fe es pues­ta a pruebas

SILEN­CE. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Mar­tin Scorsese

En su recien­te film Mar­tin Scor­ce­se vuel­ve a abor­dar un tema por el cual guar­da una afi­ni­dad espe­cial. Como un devo­to cató­li­co, que inclu­so en un momen­to de su vida había con­si­de­ra­do el camino del sacer­do­cio, encon­tró en la nove­la de fic­ción Silen­ce del escri­tor japo­nés Shü­sa­ku Endo publi­ca­da en 1966 un mate­rial atrac­ti­vo para enca­rar este film de igual nom­bre. Así como en 1988 reali­zó una obra de increí­ble auda­cia como lo fue The Last Tem­pa­tion of Christ, en el dra­ma que aquí se comen­ta el rea­li­za­dor expo­ne el dra­ma de un reli­gio­so que se encuen­tra en una encru­ci­ja­da cuan­do su fe es ali­men­ta­da por la duda al enfren­tar serios obstáculos.

Andrew Garfield

Andrew Gar­field

La acción que se desa­rro­lla a media­dos del siglo XVII pre­sen­ta a dos jesui­tas por­tu­gue­ses, Sebas­tiao Rodrí­gues (Andrew Gar­field) y Fran­cis­co Garrpe (Adam Dri­ver) quie­nes se encuen­tran preo­cu­pa­dos por no tener noti­cias del Padre Cris­to­vao Ferrei­ra (Liam Nee­son), men­tor espi­ri­tual y gran ami­go de ambos. Por esa razón deci­den via­jar a Japón para saber de él y al lle­gar a des­tino, des­pués de per­ma­ne­cer ocul­tos por cier­to tiem­po, resul­tan cap­tu­ra­dos por el gobierno mili­tar feu­dal allí vigen­te; sus auto­ri­da­des tor­tu­ran y lle­gan a matar sádi­ca­men­te a todos aque­llos cris­tia­nos que se nie­gan a apos­ta­tar, para evi­tar de esa mane­ra que la filo­so­fía cris­tia­na eche raí­ces en el país.

A tra­vés de la adap­ta­ción rea­li­za­da por Scor­se­se y Jay Cocks, el guión se cen­tra­li­za fun­da­men­tal­men­te en Rodri­gues una vez que se sepa­ra de Garrpe cuan­do sus cami­nos se bifur­can. Es ahí don­de se refle­ja la pro­fun­da angus­tia que se apo­de­ra del reli­gio­so al con­tem­plar las bru­ta­les esce­nas de cruel­dad infli­gi­das por los japo­ne­ses. El cli­ma dra­má­ti­co adquie­re su máxi­ma ten­sión cuan­do el noble jesui­ta, que resis­te a renun­ciar a su fe, enfren­ta a un sutil inqui­si­dor (Issey Oga­ta) quien le hace saber que si deci­de apos­ta­tar podrá sal­var de la muer­te a la comu­ni­dad cris­tia­na. Ese es el con­flic­to espi­ri­tual que tor­tu­ra a Rodrí­gues entre ceder a la pre­sión con­vir­tién­do­se en un após­ta­ta o por el con­tra­rio man­te­ner su pro­fun­da devo­ción reli­gio­sa y fide­li­dad a la Igle­sia siguien­do los pasos de Jesucristo.

El rela­to es cier­ta­men­te inquie­tan­te, per­tur­ba­dor y plan­tea pre­gun­tas que que­dan sin res­pon­der, entre ellas, a saber:¿en que difie­re la exis­ten­cia de una dei­dad divi­na para la doc­tri­na cris­tia­na y la con­ce­bi­da por el budis­mo japo­nés?; ¿El Dios todo­po­de­ro­so aprue­ba con su silen­cio el mar­ti­rio de sus súb­di­tos recom­pen­sán­do­los en el más allá con el divino paraí­so?; ¿Cuál es en últi­ma ins­tan­cia el sen­ti­do de la vida y la muer­te entre­mez­cla­da con la fe pro­fe­sa­da por el ser humano en su ofren­da a Dios?

Por lo que ante­ce­de, este tema tan deba­ti­do en cine por otros gran­des rea­li­za­do­res ‑como por ejem­plo que­dó expues­to en la obra cum­bre de Carl Dre­yer en “La pas­sion de Jean­ne d’Arc (1928) o bien en el exce­len­te film de Robert Bres­son Jour­nal d’un curé de cham­pag­ne (1951)- es sin duda apa­sio­nan­te. En este caso, es loa­ble la inten­ción de Scor­se­se de vol­ver sobre la mate­ria; sin embar­go, a pesar de su correc­ta pues­ta en esce­na y de un cui­da­do­so encua­dre, Silen­ce no se encuen­tra entre sus obras más impor­tan­tes. Eso es debi­do a que su narra­ción se tor­na lán­gui­da en gran par­te de su metra­je que exce­de las dos horas y media de dura­ción; recién en la par­te final es cuan­do el rit­mo del film cobra vue­lo a tra­vés del tenor de la impor­tan­te con­ver­sa­ción que man­tie­ne Rodri­gues con el loca­li­za­do Padre Ferrei­ra, la que no está exen­ta de cier­tas con­no­ta­cio­nes filosóficas.

Con­si­de­ra­cio­nes narra­ti­vas al mar­gen, este dra­ma espi­ri­tual sobre la into­le­ran­cia reli­gio­sa se des­ta­ca por sus valo­res esté­ti­cos; en tal sen­ti­do Scor­se­se con­tó con la valio­sa cola­bo­ra­ción del exce­len­te direc­tor de foto­gra­fía Rodri­go Prie­to cap­tan­do imá­ge­nes de esplen­do­ro­sa belle­za ade­más de recrear el ambien­te del Japón medie­val, a pesar de que su fil­ma­ción tuvo lugar en Tai­wán. Jor­ge Gutman

Figu­ras Ocultas

HID­DEN FIGU­RES. Esta­dos Uni­dos, 2016. Un film de Theo­do­re Melfi

¡Qué pelí­cu­la pla­cen­te­ra! Ése ha sido mi sen­ti­mien­to al ter­mi­nar de ver este agra­da­ble film que uti­li­zan­do como telón de fon­do la carre­ra espa­cial que tuvo lugar en Esta­dos Uni­dos, ilus­tra el tema de la dis­cri­mi­na­ción racial. Si bien éste tópi­co no es pre­ci­sa­men­te moti­vo de rego­ci­jo, lo cier­to es que el rea­li­za­dor Theo­do­re Mel­fi impri­me al rela­to un tono deci­di­da­men­te opti­mis­ta tra­tan­do de rei­vin­di­car no sola­men­te el dere­cho de los negros de reci­bir igual tra­to que la pobla­ción blan­ca sino tam­bién el rol de la mujer en un mun­do machista.

La acción trans­cu­rre a prin­ci­pios de la déca­da del 60, en ple­na gue­rra fría, don­de el país ame­ri­cano se ha pro­pues­to demos­trar a la Unión Sovié­ti­ca su hege­mo­nía en la con­quis­ta del espa­cio pro­yec­tan­do enviar un hom­bre en órbi­ta. Para su pro­gra­ma de lan­za­mien­to, la NASA en su cen­tro de inves­ti­ga­ción requie­re la asis­ten­cia de compu­tado­ras huma­nas. Es allí que sur­ge la pre­sen­cia de tres excep­cio­na­les muje­res negras que tra­ba­jan­do para la agen­cia con­tri­bui­rán con­si­de­ra­ble­men­te al éxi­to del proyecto.

Janelle Monáe, Taraji P. Henson y Octavia Spencer

Jane­lle Monáe, Tara­ji P. Hen­son y Octa­via Spencer

Una de ellas es Kathe­ri­ne Jones (Tara­ji P. Hen­son), una mujer viu­da y madre de tres hijos, quien des­pier­ta la aten­ción de su jefe Al Harri­son (Kevin Cost­ner) que lide­ra el Spa­ce Task Group (gru­po des­ti­na­do a dar for­ma al pro­yec­to espa­cial); él que­da asom­bra­do al des­cu­brir el excep­cio­nal nivel de inte­li­gen­cia mate­má­ti­ca de Kathe­ri­ne actuan­do como si fue­ra una ver­da­de­ra compu­tado­ra en una épo­ca com­ple­ta­men­te ale­ja­da de la tec­no­lo­gía actual. A pesar de la indi­fe­ren­cia de sus cole­gas, a medi­da que trans­cu­rren las sema­nas, ella se con­vier­te en una figu­ra cla­ve del pro­gra­ma; así, lle­ga a impre­sio­nar con sus cálcu­los mate­má­ti­cos a algu­nos miem­bros del Pen­tá­gono al ofre­cer una sesión infor­ma­ti­va acer­ca del rein­gre­so a la atmós­fe­ra terres­tre en el pri­mer vue­lo orbi­tal que sería rea­li­za­do por un astro­nau­ta americano.

La otra mujer es Dorothy Vaughan (Octa­via Spen­cer), quien domi­nan­do el len­gua­je de la compu­tado­ra se con­vier­te de hecho en la pri­me­ra super­vi­so­ra negra de la NASA aun­que no reco­no­ci­da como tal por la frial­dad con que es tra­ta­da por su jefa (Kris­ten Dunst), obvia­men­te debi­do al color de su piel. El trío se com­ple­ta con Mary Jack­son (Jane­lle Monáe) quien como mujer negra debe luchar para que sea admi­ti­da en un impor­tan­te pro­gra­ma para estu­dian­tes blan­cos a fin de poder gra­duar­se como ingeniera.

El rela­to mues­tra la inter­ac­ción entre Kathe­ri­ne, Dorothy y Mary, resal­tan­do la amis­tad exis­ten­te entre ellas y el per­ma­nen­te apo­yo que unas a otras se brin­dan fren­te a la segre­ga­ción racial. Des­cri­bien­do hechos que real­men­te han ocu­rri­do, debe­rán acep­tar­se cier­tas licen­cias incor­po­ra­das en el guión de Alli­son Schroe­der y del rea­li­za­dor en base al libro de no fic­ción de Mar­got Lee Shet­terly; en todo caso eso no afec­ta al con­te­ni­do de una his­to­ria que adop­ta un tono femi­nis­ta expo­nien­do muy bien el pre­jui­cio sexis­ta y racis­ta pre­va­le­cien­te. En cuan­to a este últi­mo aspec­to, ade­más de resal­tar los epi­so­dios de humi­lla­ción expe­ri­men­ta­dos por Dorothy por una par­te y Mary por la otra, resul­ta intere­san­te obser­var la dis­cri­mi­na­ción sufri­da por Kathe­ri­ne quien para poder asis­tir al úni­co baño des­ti­na­do a los negros debe efec­tuar un reco­rri­do de tres­cien­tos metros para lle­gar a des­tino y repe­tir­lo para retor­nar a su pues­to de trabajo.

El film incor­po­ra una nota de sus­pen­so hacia el final cuan­do John Glenn (Glen Powell) es lan­za­do al espa­cio y se requie­re la par­ti­ci­pa­ción urgen­te de Kathe­ri­ne para que el astro­nau­ta pue­da efec­tuar un satis­fac­to­rio rein­gre­so a la Tie­rra. Sin ser una obra maes­tra, hay varias razo­nes que dis­tin­guen a este melo­dra­ma his­tó­ri­co como lo son su noble men­sa­je, la diná­mi­ca rea­li­za­ción de Mel­fi impri­mien­do nota­ble huma­ni­dad al rela­to, la bue­na des­crip­ción del equi­po de tra­ba­jo de la NASA y su con­su­ma­do elen­co don­de se des­ta­can las exce­len­tes com­po­si­cio­nes de Hen­son, Spen­cer y Monáe ani­man­do a estas figu­ras ocul­tas que han sido ver­da­de­ras heroí­nas prác­ti­ca­men­te desconocidas.

Para resu­mir en pocas pala­bras: Hid­den Figu­res es una pelí­cu­la meri­to­ria y alta­men­te toni­fi­can­te. Jor­ge Gutman

La Visi­ta de un Monstruo

A MONS­TER CALLS. Esta­dos Uni­dos-Espa­ña, 2016. Un film de Juan Anto­nio Bayona

El direc­tor espa­ñol Juan Anto­nio Bayo­na ofre­ce con A Mons­ter Calls, un buen film en el cual la reali­dad se cru­za con la fan­ta­sía man­te­nien­do un deli­ca­do equilibrio.

Lewis MacDougall

Lewis Mac­Dou­gall

El rela­to que se basa en un cuen­to infan­til de Patrick Ness, quien tam­bién se ocu­pó de su adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca, cen­tra su aten­ción en Conor O’Ma­lley (Lewis Mac­Dou­gall), un niño de 12 años que lle­va en sus hom­bros una pesa­da car­ga de angus­tia emo­cio­nal. Hijo de un matri­mo­nio sepa­ra­do, sufrien­do el aco­so de sus com­pa­ñe­ros de escue­la, su males­tar lle­ga al máxi­mo al tener que estar vivien­do el dra­ma de ver a su madre (Feli­city Jones) en el hos­pi­tal don­de se encuen­tra en un esta­do mori­bun­do por el cán­cer que la está con­su­mien­do. Para peor, el chi­co con­vi­ve con su abue­la (Sigour­ney Wea­ver) con quien man­tie­ne una rela­ción fría y distante.

Fren­te a lo que ante­ce­de, Conor encuen­tra una sali­da a su des­di­cha ape­lan­do a la ima­gi­na­ción; es así que dia­ria­men­te, 7 minu­tos des­pués de la media­no­che, un gigan­tes­co árbol cobra vida con la apa­ri­ción de un mons­truo (Liam Nee­son) que lo visi­ta y que no resul­ta ser tan horro­ro­so como uno podría supo­ner. Más aún, actuan­do como su guía el mons­truo le cuen­ta tres fábu­las para que pos­te­rior­men­te el niño le pro­vea la suya. Es allí, don­de el rela­to efec­tuan­do un giro del terreno real a lo fan­tás­ti­co adquie­re rele­van­cia a medi­da que los encuen­tros del niño con el gigan­tes­co árbol cons­ti­tu­yen para él un tra­ta­mien­to tera­péu­ti­co capaz de hacer­lo madu­rar y de poder ven­cer su inse­gu­ri­dad; de esa mane­ra, Conor logra acep­tar la reali­dad que le cir­cun­da con el pró­xi­mo final de su madre.

Ade­más de una muy bue­na actua­ción de con­jun­to, el film se des­ta­ca por sus apre­cia­bles téc­ni­cas de ani­ma­ción acu­dien­do a imá­ge­nes gene­ra­das por compu­tado­ra don­de se refle­jan las pesa­di­llas sufri­das por el niño, así como la acer­ta­da inte­gra­ción del fic­ti­cio árbol cada vez que irrum­pe en el relato.

Bayo­na que tan bien explo­ró el géne­ro fan­tás­ti­co en El Orfa­na­to (2007), per­mi­te una flui­da trans­po­si­ción del melo­dra­ma a la fan­ta­sía con la carac­te­rís­ti­ca que al hacer­lo trans­for­ma una his­to­ria tris­te y amar­ga en un rela­to emo­ti­vo. De este modo, esta som­bría fábu­la con­fir­ma el esti­lo per­so­nal del rea­li­za­dor que se dis­tin­gue por su capa­ci­dad de inno­va­ción. Jor­ge Gutman

Muñe­qui­ta de Lujo

BREAK­FAST AT TIFFANY’S

Den­tro de la serie de fil­mes clá­si­cos que Cine­plex brin­da regu­lar­men­te a pre­cios popu­la­res, el públi­co tie­ne oca­sión de juz­gar en la pan­ta­lla gran­de Break­fast at Tif­fan­y’s, una encan­ta­do­ra pelí­cu­la que aun­que estre­na­da en 1962 con­ser­va sus valo­res que la popu­la­ri­za­ron en su momento.

 Audrey Hepburn

Audrey Hep­burn

Basa­da en la nove­la de Tru­man Capo­te y adap­ta­da por el guión de Geor­ge Axel­rod, la tra­ma narra las andan­zas de Holly Golightly (Audrey Hep­burn), una joven de 19 años que habien­do deja­do su hogar natal se des­pla­zó a Nue­va York, don­de lle­va una vida ale­gre y se man­tie­ne con sus citas noc­tur­nas con hom­bres cobran­do cin­cuen­ta dóla­res por cada una de ellas. Esta encan­ta­do­ra y amo­ral muñe­qui­ta de lujo mien­tras desa­yu­na se sola­za con­tem­plan­do las joyas de Tif­fany Su vida habrá de cam­biar cuan­do cono­ce a Paul Var­jak (Geor­ge Pep­pard), un joven escri­tor que no escrib, quien es man­te­ni­do por una mujer millo­na­ria (Patri­cia Neal). Como en un cuen­to de hadas, Holly des­per­ta­rá en el mucha­cho su voca­ción y él, que que­da encan­ta­do con ella, logra­rá que cam­bie de vida y acep­te su pro­po­si­ción de casamiento.

Ade­más de asis­tir a una come­dia román­ti­ca, muy supe­rior a las del pro­me­dio del géne­ro, la diná­mi­ca direc­ción de Bla­ke Edwards así como el sen­ti­do del humor que ema­na del diá­lo­go man­te­ni­do por sus per­so­na­jes, con­tri­bu­yen a que el film resul­te alta­men­te entre­te­ni­do. En todo caso, el alma del film se encuen­tra en la pre­sen­cia de Audrey Hep­burn; la bella actriz bel­ga des­ti­la sim­pa­tía a toda prue­ba y es amplia­men­te con­vin­cen­te dan­do vida a una mucha­cha soña­do­ra e inma­du­ra que no es tan feliz como pare­ce y que final­men­te, gra­cias al cari­ño y amor genuino que halla en su camino, logra­rá reen­con­trar­se con­si­go misma.

En los valo­res téc­ni­cos de pro­duc­ción se des­ta­can la exce­len­te foto­gra­fía de Franz F. Pla­ner, y sobre todo la her­mo­sa melo­día “Moon River” de Henry Man­ci­ni con letra de Johnny Mer­cer que ganó el Oscar a la mejor can­ción. Otro ele­men­tos remar­ca­ble es el vis­to­so ves­tua­rio del dise­ña­dor de moda Hubert de Givenchy.

El film se exhi­be en cier­tos cines cana­dien­ses de Cine­plex los días 15, 23 y 25 de Enero de 2017. Para infor­ma­ción sobre las salas par­ti­ci­pan­tes y res­pec­ti­vos hora­rios pre­sio­ne aquí

Boti­ce­lli-Inferno

UN DOCU­MEN­TAL DE RALPH LOOP

Ales­san­dro di Mariano di Van­ni Fili­pe­pi, más cono­ci­do como San­dro Bit­ti­ce­lli (1445 – 1510) fue uno de los pin­to­res flo­ren­ti­nos que con­tri­bu­ye­ron a la rique­za cul­tu­ral de la épo­ca de oro del Rena­ci­mien­to que tuvo lugar duran­te el siglo XV. Aun­que no tan reco­no­ci­do como ocu­rrió con los genia­les Leo­nar­do da Vin­ci, Miguel Ángel y Rafael, aún des­pués de cin­co siglos, los tra­ba­jos de Bot­ti­ce­lli con­ti­núan con­ci­tan­do la aten­ción de los visi­tan­tes de los museos y expo­si­cio­nes a tra­vés del mundo.

Círculos del Infierno

Círcu­los del Infierno

Si bien entre sus pin­tu­ras más renom­bra­das se encuen­tran El Naci­mien­to de Venus, La Pri­ma­ve­ra, La Ado­ra­ción de los Reyes Magos, Díp­ti­co de Judit, entre otras, hay una face­ta artís­ti­ca para des­ta­car con res­pec­to a sus dibu­jos, espe­cial­men­te los vin­cu­la­dos con la Divi­na Come­dia. Apa­sio­na­do por la lec­tu­ra de la obra maes­tra del genial Dan­te Alighie­ri (1265 – 1321), Bot­ti­ce­lli ha dedi­ca­do con­si­de­ra­ble espa­cio de su vida para repre­sen­tar en 102 dibu­jos los 3 libros que com­po­nen dicha crea­ción dan­tes­ca, a saber: Infierno, Pur­ga­to­rio y Paraíso.

Imagen de El Infierno

Ima­gen de El Infierno

Basa­do en lo que ante­ce­de, el escri­tor y direc­tor Ralph Loop ha con­ce­bi­do un docu­men­tal deno­mi­na­do Bot­ti­ce­lli – Inferno en el que cen­tra su aten­ción exclu­si­va­men­te en el tra­ba­jo del artis­ta ita­liano sobre el Infierno. En el mis­mo, Bot­ti­ce­lli refle­ja la visión de Dan­te des­cri­bien­do el via­je en el ultra­tum­ba don­de el Infierno está divi­di­do en nue­ve círculos.

El docu­men­tal per­mi­te al públi­co sumer­gir­se en un sun­tuo­so via­je a luga­res muy a menu­do inex­plo­ra­dos, pro­por­cio­nan­do un acer­ca­mien­to a Bot­ti­ce­lli, en su doble con­di­ción de hom­bre y de artis­ta. Fil­ma­do alre­de­dor de Euro­pa en esce­na­rios exclu­si­vos, tales como la Gale­ría Uffi­zi de Flo­ren­cia, la Biblio­te­ca del Vati­cano, Lon­dres, Ber­lín y Esco­cia, el film reve­la las ocul­tas e intri­gan­tes his­to­rias de algu­nas obras de arte que supe­ran a cual­quier thri­ller lite­ra­rio. Fusio­nan­do el esti­lo de Bot­ti­ce­lli, con los som­bríos círcu­los del infierno dan­tes­co, el resul­ta­do es una apa­sio­nan­te his­to­ria de peca­dos mor­ta­les, deta­lla­das inves­ti­ga­cio­nes, bóve­das del Vati­cano que per­ma­ne­cie­ron inac­ce­si­bles así como enig­mas no resueltos.

A tra­vés de una avan­za­da tec­no­lo­gía fíl­mi­ca y un escá­ner alta­men­te pode­ro­so uti­li­za­do para digi­ta­li­zar el “Mapa del Infierno”, el tra­ba­jo del rea­li­za­dor ilu­mi­na deta­lles que de otro modo resul­ta­rían muy difí­ci­les de ser per­ca­ta­dos por el público.

El film será exhi­bi­do en los cines de Cine­plex el 18 y 29 de enero de 2017. Para infor­ma­ción de las salas par­ti­ci­pan­tes en Cana­dá y los res­pec­ti­vos hora­rios loca­les pre­sio­ne aquí