A la Bús­que­da de una Madre

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

NE M’OU­BLIE PAS Autor: Tom Hollo­way – Tra­duc­ción: Fanny Britt — Direc­ción: Fré­dé­ric Dubois – Elen­co: Jonathan Gag­non, Marie Eve Milot, Fra­nçois Papi­neau, Loui­se Tur­cot — Esce­no­gra­fía: Jas­mi­ne Catu­dal — Ves­tua­rio: Lin­da Bru­ne­lle – Ilu­mi­na­ción: Caro­li­ne Ross – Músi­ca: Will Dri­ving West. Dura­ción: 1h 25m, sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 25 de mar­zo de 2017 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Una pági­na negra no muy divul­ga­da de la his­to­ria bri­tá­ni­ca es lo que narra el dra­ma­tur­go Tom Hollo­way en esta obra cuyo títu­lo ori­gi­nal inglés es For­get me not. Des­de 1869 has­ta fina­les de la déca­da del 30, Gran Bre­ta­ña depor­tó entre 100.000 y 150.000 niños con el pro­pó­si­to de poblar sus colo­nias don­de esca­sea­ba la mano de obra. Curio­sa­men­te, esa des­pia­da­da acción siguió prac­ti­cán­do­se des­pués de la Segun­da Gue­rra has­ta 1968 don­de el país des­pa­chó alre­de­dor de miles de meno­res des­fa­vo­re­ci­dos a Aus­tra­lia sin el con­sen­ti­mien­to de sus padres como par­te de la deno­mi­na­da polí­ti­ca guber­na­men­tal cono­ci­da con el nom­bre de Whi­te Aus­tra­lia. Adop­tan­do como refe­ren­cia esta infor­ma­ción que a todas luces cons­ti­tu­yó un rap­to, Hollo­way abor­da el escan­da­lo­so tópi­co enfo­cán­do­lo en el seno de una fami­lia británica.

François Papineau y Louise Turcot (Foto de Caroline Laberge)

Fra­nçois Papi­neau y Loui­se Tur­cot (Foto de Caro­li­ne Laberge)

La obra que trans­cu­rre en la épo­ca actual pre­sen­ta a Mary, una mujer sep­tua­ge­na­ria vivien­do humil­de­men­te en Liver­pool que por varias déca­das no ha podi­do apar­tar de su men­te los tris­tes recuer­dos de haber vis­to cómo su hiji­to le fue sus­traí­do por la igle­sia para ser trans­por­ta­do a Aus­tra­lia.. A más de 15.000 kiló­me­tros de dis­tan­cia Gerry vivien­do en Mel­bour­ne es hoy día una per­so­na de más de 50 años que lucha con su pasa­do; el haber sido des­pro­vis­to de su madre cuan­do peque­ño y vivir casi escla­vi­za­do en un orfe­li­na­to le ha deja­do un pro­fun­do trau­ma; eso lo ha con­ver­ti­do en un hom­bre colé­ri­co, alcohó­li­co y un padre no muy bueno con su hija Natha­lie de quien se man­tie­ne dis­tan­cia­do. Por su par­te ella, con el pro­pó­si­to de deter­mi­nar las razo­nes del com­por­ta­mien­to de su padre, tra­ta­rá de acla­rar los orí­ge­nes de su pro­ge­ni­tor; con ese moti­vo soli­ci­ta los ser­vi­cios de Marc, un agen­te social para que tra­te de loca­li­zar a Mary en Inglaterra.

 Marie-Eve Milot y Francois Papineau (Foto de Caroline Laberge)

Marie-Eve Milot y Fran­co­is Papi­neau (Foto de Caro­li­ne Laberge)

El dra­ma que su autor estruc­tu­ra a tra­vés de una suce­sión de esce­nas bien resuel­tas entre los per­so­na­jes men­cio­na­dos ha sido debi­da­men­te res­pe­ta­do en la sobria pues­ta escé­ni­ca de Fré­dé­ric Dubois; con todo, en la ver­sión fran­ce­sa de Fanny Britt, el prin­ci­pal méri­to de la pie­za des­can­sa fun­da­men­tal­men­te en su cali­fi­ca­do elen­co. Loui­se Tur­cot trans­mi­te gran sen­si­bi­li­dad como la pobre madre que emo­cio­nal­men­te no pue­de repo­ner­se de haber sido des­po­ja­da de su hijo para que él pudie­ra vivir, supues­ta­men­te, con una fami­lia capaz de brin­dar­le un por­ve­nir más ven­tu­ro­so. Igual­men­te enco­mia­ble es la labor de Fra­nçois Papi­neau dotan­do a Gerry de los mati­ces nece­sa­rios para refle­jar el resen­ti­mien­to que guar­da una per­so­na que expe­ri­men­tó una infan­cia des­di­cha­da con mar­ca­das con­se­cuen­cias en su per­so­na­li­dad; ajus­ta­do es el tra­ba­jo de Marie-Eve Milot sumer­gién­do­se en la piel de Natha­lie, que a pesar de no man­te­ner bue­nas rela­cio­nes con un padre que la ha des­pro­vis­to de afec­to, tra­ta de brin­dar­le su apo­yo de toda for­ma posi­ble; com­ple­tan­do el cuar­te­to de acto­res, Jonathan Gag­non infun­de con­vic­ción como la per­so­na que ser­vi­rá de guía para que Marc y Nataha­lie estén en con­di­cio­nes de visi­tar a Mary.

Con un final emo­ti­vo don­de entran a jugar los capri­chos del des­tino, la obra tras­cien­de sen­si­bi­li­zan­do hon­da­men­te al espec­ta­dor en esta his­to­ria de una per­so­na que vio su infan­cia roba­da y la de una madre débil y vul­ne­ra­ble que tuvo que resig­nar­se a vivir sin su hijo.