POESÍA SIN FIN. Chile, 2016. Un film dirigido y escrito por Alejandro Jodorowsky
Como su título lo anticipa, este film es poesía pura y ciertamente conmueve a quien lo contempla. Así como en La Danza de la Realidad (2013) Alejandro Jodorowsky aborda su infancia, en este film considera la trayectoria vivida en sus años de juventud. Lejos de convertirse en una tradicional autobiografía, el cineasta apela a diferentes recursos no convencionales para transmitir sus memorias e impresiones vividas durante la década del 40.
Cuando su familia se muda de Tocopilla, su ciudad natal, a Santiago, el adolescente Alejandro (Jeremías Herskovits) evidencia el rigor de su padre machista (Brontis Jodorowsky) que quiere que él llegue a ser médico, intentando de cercenarle sus ambiciones intelectuales y su inclinación a la poesía. Con todo, a pesar de la severidad paterna, él habrá de resistirla y comenzará bien pronto a sumergirse en el mundo artístico y literario santiaguino a través de un proceso de maduración que va experimentando a medida que pasan los años. Es así que el Alejandro adulto (Adán Jodorowsky) se vincula con las figuras intelectuales de la época como el influyente poeta Nicanor Parra (Felipe Ríos), la poetisa “punk” Stella Díaz (Pamela Flores) que llegará a ser su musa, el novelista y poeta Enrique Lihn (Leandro Taub) y otros intelectuales que años después llegarían a trascender en la literatura de América Latina.
Si bien el film constituye de por sí un acto poético demostrando de qué forma la poesía puede transmitir amor y enriquecer espiritualmente a una persona, el autor refleja igualmente el marcado cisma que existió con su progenitor cuya dureza e intransigencia ya había quedado testimoniada en La Danza de la Realidad pero que aquí adquiere mayor tensión; esa dificultosa relación alcanza su climax cuando a pasos de embarcarse para París a fin de iniciar una nueva etapa de su vida, su padre trata de impedirle que lo haga originando una despedida entre violenta y emotiva que sensibiliza profundamente al espectador.
Formalmente el director dota al relato con un contenido sensual a la vez que reconstruye formidablemente los lugares donde vivió valiéndose de fotos de ese entonces. Ingenioso y dueño de una gran creatividad, maravillan las escenas circenses que el realizador introduce en el relato como así también el realismo mágico al que apela en ciertas instancias logrando notables efectos ilusorios.
Finalmente resulta admirable apreciar cómo Jodorowsky tiene la valentía de retornar al pasado, analizando con la sabiduría que otorga la madurez de los años qué es lo que pudo no haber marchado como lo hubiera esperado; de este modo, refrescando su memoria obtiene el mejor antídoto para cicatrizar las heridas existentes a fin de lograr una catarsis y renovación espiritual.
Por lo que antecede Poesía Sin Fin es una bella película chilena que enaltece al cine de América Latina. Jorge Gutman