Cáli­do Rela­to Femenino

DE PLUS BELLE. Fran­cia, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Anne Gaë­lle Daval

He aquí la sor­pre­sa de apre­ciar un her­mo­so rela­to feme­nino que pro­fun­di­za en los sen­ti­mien­tos huma­nos de una mujer que ha pasa­do por un perío­do trau­má­ti­co a cau­sa de una peno­sa enfermedad.

Con gran deli­ca­de­za y abso­lu­ta pre­ci­sión en su cons­truc­ción la direc­to­ra Anne-Gaë­lle Daval en éste su pri­mer film trans­mi­te al públi­co los sin­sa­bo­res de una per­so­na cuya auto­es­ti­ma se encuen­tra en sus más bajos nive­les. Su pro­ta­go­nis­ta es Lucie (Flo­ren­ce Fores­ti), una mujer de 40 años y madre sol­te­ra que duran­te 4 años ha lucha­do con un cán­cer al pecho y que aho­ra se encuen­tra en remisión.

La enfer­me­dad le ha deja­do una secue­la emo­cio­nal que la afli­ge inter­na­men­te; por­tan­do una lar­ga pelu­ca para cubrir su cabe­lle­ra rapa­da por la secue­la de la qui­mio­te­ra­pia, no se encuen­tra boni­ta y esa cir­cuns­tan­cia moti­va que en su vida de rela­ción social se man­ten­ga dis­tan­te, inca­paz de esbo­zar una son­ri­sa y menos aún de ima­gi­nar que alguien pue­da estar sen­ti­men­tal­men­te intere­sa­da en ella.

Si en gran par­te el pro­ble­ma actual de Lucie se debe a la pre­sen­cia de una madre domi­nan­te (Josée Dre­von) que duran­te su vida no hizo más que cri­ti­car­la por lo poco atrac­ti­va que lucía, al menos encuen­tra solaz con la gran afi­ni­dad man­te­ni­da con Fre­de­rick (Jonathan Cohen), su her­mano médi­co que a la vez es el que la atien­de, y con su her­ma­na Manon (Oli­via Bonamy).

Dos fac­to­res impor­tan­tes influi­rán para que la anti­he­roi­na de esta his­to­ria vis­lum­bre un cam­bio. Uno de los mis­mos acon­te­ce cuan­do al deci­dir cam­biar de pelu­ca lle­ga a cono­cer a Dali­la (Nico­le Gar­cía), la due­ña del nego­cio, quien como pro­fe­so­ra de dan­za la invi­ta a sus cla­ses y a tra­vés de las mis­mas per­mi­te que len­ta­men­te y con mucho esfuer­zo de su par­te Lucie pue­da acep­tar­se tal cual es ele­van­do su valo­ra­ción fren­te a la mira­da aje­na. El otro ele­men­to deci­si­vo se da cuan­do cono­ce a Clo­vis (Mathieu Kas­so­vitz), un seduc­tor de muy bue­na pre­sen­cia que por pri­me­ra vez expe­ri­men­ta un ver­da­de­ro amor; pese que ella a pesar de sen­tir­se atraí­da hacia él resis­te su cor­te­jo por temor, resul­ta pre­vi­si­ble lo que sobrevendrá.

Más allá de algu­nas esce­nas que podrían haber­se pres­cin­di­do, lo cier­to es que con gran sen­si­bi­li­dad la novel direc­to­ra ha sabi­do con­ce­bir una come­dia que a pesar de su fon­do dra­má­ti­co es risue­ña, con­mo­ve­do­ra y con­vin­cen­te­men­te román­ti­ca. La duc­ti­li­dad de Fores­ti, la cali­dez de Gar­cía, la sim­pa­tía de Kas­so­vitz y la huma­ni­dad que des­ti­la el per­so­na­je de Cohen con­tri­bu­yen para que este film nada pre­ten­cio­so logre la empa­tía del públi­co. Jor­ge Gutman