Coli­sión de Culturas

WES­TERN. Ale­ma­nia-Bul­ga­ria-Aus­tria, 2017. Un film de Vales­ka Gri­se­bach. Pre­sen­ta­do en el Fes­ti­val du Nou­veau Cinéma.

La direc­to­ra Vales­ka Gri­se­bach abor­da la temá­ti­ca de la coli­sión cul­tu­ral que aun­que ha sido con­si­de­ra­do por el cine con cier­ta fre­cuen­cia, ella le impri­me un toque dis­tin­ti­vo y minu­cio­so en la expo­si­ción rea­li­za­da. En base a un guión que le per­te­ne­ce, la rea­li­za­do­ra enfo­ca a un con­tin­gen­te de tra­ba­ja­do­res de la cons­truc­ción de Ale­ma­nia que lle­ga a un peque­ño pue­blo de Bul­ga­ria en una zona fron­te­ri­za con Gre­cia a fin de cons­truir una plan­ta de ener­gía hidro­eléc­tri­ca. Ese encuen­tro revis­te carac­te­rís­ti­cas espe­cia­les tenien­do en cuen­ta la fal­ta de un idio­ma en común por­que nin­guno de los recién lle­ga­dos domi­na el búl­ga­ro como tam­po­co el inglés.

Meinhard Neu­mann

En medio de ese lugar per­di­do del mapa, el rela­to cen­tra su aten­ción en Meinhard (Meinhard Neu­mann), uno de los foras­te­ros de 50 años quien al lle­gar a la aldea tra­ta de esta­ble­cer con­tac­to con sus habi­tan­tes; final­men­te lo logra con el barón Adrian (Syu­ley­man Ali­lov Leti­fov), don­de con­si­gue cimen­tar una bue­na rela­ción. Dado que nin­guno de los dos domi­na el idio­ma del otro, la comu­ni­ca­ción se pro­du­ce a tra­vés de ges­tos y diá­lo­gos entre­cor­ta­dos. Con todo, esa amis­tad no es óbi­ce para que se cree un cli­ma de mani­fies­ta ten­sión entre Meinhard y sus com­pa­ñe­ros de tra­ba­jo, hecho que se encuen­tra refor­za­do por la acti­tud de rece­lo de los resi­den­tes búl­ga­ros hacia los forasteros.

Tes­ti­mo­nian­do las dife­ren­cias cul­tu­ra­les exis­ten­tes, la rea­li­za­do­ra ilus­tra los pre­jui­cios y des­con­fian­za entre estos dos gru­pos de dife­ren­te iden­ti­dad nacio­nal, sobre todo por los resen­ti­mien­tos que tuvie­ron lugar entre dichas nacio­nes des­pués de la pos­gue­rra; a ello habrá que agre­gar la dis­pa­ri­dad eco­nó­mi­ca y social entre paí­ses más favo­re­ci­dos como Ale­ma­nia y otros que como Bul­ga­ria no tuvie­ron dicha suerte.

Con un elen­co inte­gra­do por acto­res no pro­fe­sio­na­les, la actua­ción logra com­ple­ta auten­ti­ci­dad den­tro del mar­co de un film ori­gi­nal e inte­li­gen­te que adop­ta la natu­ra­le­za de un wes­tern al que alu­de su títu­lo. Jor­ge Gutman