Un Gran Educador

LES GRANDS ESPRITS. Fran­cia, 2016. Un film escri­to y diri­gi­do por Oli­vier Ayache-Vidal

Una vez más el cine fran­cés con­si­de­ra el tema de la edu­ca­ción esco­lar a tra­vés de docen­tes que vuel­can su pasión para cum­plir con la noble misión de trans­mi­tir cono­ci­mien­to a quie­nes les asis­ten el legí­ti­mo dere­cho de reci­bir una bue­na edu­ca­ción formal.

Denis Podaly­dès

En tal sen­ti­do Les Grands Esprits es un noble film don­de el direc­tor Oli­ver Aya­che-Vidal ofre­ce su visión per­so­nal sobre el fun­cio­na­mien­to del sis­te­ma edu­ca­cio­nal de Fran­cia. El per­so­na­je cen­tral es Fra­nçois Fou­cault (Denis Podaly­dès), un buen y exi­gen­te pro­fe­sor de lite­ra­tu­ra que se desem­pe­ña en un pres­ti­gio­so liceo de París. Razo­nes aje­nas a su volun­tad lo obli­gan a tener que acep­tar su trans­fe­ren­cia por un perío­do de un año a una escue­la sub­ur­ba­na don­de el alum­na­do está inte­gra­do por estu­dian­tes per­te­ne­cien­tes a fami­lias muy humil­des. A todas luces resul­ta evi­den­te el gran con­tras­te socio-cul­tu­ral que exis­te entre el medio ambien­te en el que Fou­cault habi­tual­men­te se desem­pe­ña y el que aho­ra le toca actuar. Así debe afron­tar la difí­cil tarea de vin­cu­lar­se con un alum­na­do com­ple­ta­men­te indis­ci­pli­na­do que le mani­fies­ta su hos­ti­li­dad y des­con­fian­za. Esa acti­tud no está exclu­si­va­men­te diri­gi­da a él sino tam­bién es expe­ri­men­ta­da por sus otros cole­gas; de allí que no resul­ta extra­ño la inter­ven­ción del comi­té dis­ci­pli­na­rio del esta­ble­ci­mien­to apli­can­do en cier­tos casos san­cio­nes de seve­ra dureza.

Pron­ta­men­te el docen­te cons­ta­ta que sus méto­dos de ense­ñan­za apli­ca­dos en París no se ajus­tan al nue­vo ambien­te esco­lar. Entre sus alum­nos más com­pli­ca­dos se encuen­tra Sey­dou (Abdou­la­ye Dia­llo), un ado­les­cen­te de ori­gen afri­cano con serios pro­ble­mas de con­duc­ta. Tenien­do en cla­ro que debe lidiar con estu­dian­tes pro­ve­nien­tes de hoga­res des­fa­vo­re­ci­dos Fou­cault adquie­re ple­na viven­cia de la reali­dad social en que se está des­en­vol­vien­do; en con­se­cuen­cia, rea­li­za el máxi­mo esfuer­zo para lograr el acer­ca­mien­to con el per­tur­ba­dor Sey­dou. La per­sis­ten­cia y bue­na volun­tad del pro­fe­sor per­mi­ti­rá que al fina­li­zar el año esco­lar haya logra­do ele­var el espí­ri­tu del mucha­cho y de la cla­se en gene­ral como al pro­pio tiem­po con­se­gui­rá expre­sar en mejor medi­da sus emo­cio­nes al refle­jar los nobles sen­ti­mien­tos que lo animan.

Este dra­ma trans­mi­te veraz­men­te la situa­ción que atra­vie­san los edu­ca­do­res como Fou­cault y sus cole­gas fren­te a un dis­cu­ti­ble sis­te­ma edu­ca­ti­vo don­de no sola­men­te enfren­tan la fal­ta de apo­yo de las auto­ri­da­des esco­la­res sino tam­bién la de los padres de los alumnos.

Con un guión cohe­ren­te y flui­do del rea­li­za­dor, el film ofre­ce varios tópi­cos que se apres­tan a la refle­xión como así tam­bién para su dis­cu­sión pos­te­rior des­pués de su pro­yec­ción; entre ellos, sur­ge la pre­gun­ta si aca­so es mejor expul­sar a un ado­les­cen­te de la escue­la debi­do a su con­duc­ta rebel­de y expo­ner­lo a que pue­da lle­gar a a ser un poten­cial delin­cuen­te, o en cam­bio adop­tar medi­das más con­ci­lia­to­rias para tra­tar de pro­te­ger­lo y con­se­guir que su edu­ca­ción le per­mi­ta alcan­zar un futu­ro más venturoso.

Aya­che-Vidal ha logra­do un film serio y hones­to de con­te­ni­do social con­tan­do con un buen elen­co enca­be­za­do por Podaly­dès quien mag­ní­fi­ca­men­te tras­cien­de cómo un edu­ca­dor de alma capaz de influir posi­ti­va­men­te en la con­duc­ta y apren­di­za­je de sus alum­nos. Jor­ge Gutman