Secre­tos Indiscretos

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LES SECRETS DE LA PETI­TE ITA­LIEAutor: Ste­ve Galluc­cio — Direc­ción: Moni­que Ducep­pe — Elen­co: Davi­de Chiaz­ze­se, Fra­nçois-Xavier Dufour, Michel Dumont, Roger La Rue, Daniè­le Lorain, Marie Michaud y Pas­ca­le Mon­treuil – Esce­no­gra­fía y Acce­so­rios: Nor­mand Blais — Ves­tua­rio: Pie­rre-Guy Lapoin­te — Ilu­mi­na­ción: Éric Duval – Músi­ca: Chris­tian Tho­mas. Dura­ción: 1h 25, sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 2 de diciem­bre de 2017 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Ste­ve Galluc­cio que se dio a cono­ce como dra­ma­tur­go con Mam­bo Ita­liano (2001) y Les Chro­ni­ques de Saint Léo­nard (2013) retor­na aquí con Les Secrets de la Peti­te Ita­lie en don­de una vez más cen­tra su rela­to en per­so­na­jes per­te­ne­cien­tes a la comu­ni­dad ita­lia­na de Mon­treal. Así como en Mam­bo Ita­liano abor­dó el tema de la homo­se­xua­li­dad den­tro del seno de una fami­lia ita­lia­na con­ser­va­do­ra, en este caso enca­ra la tran­se­xua­li­dad. Al hacer­lo urde una tra­ma bas­tan­te discutible.

(Foto de Caro­li­ne Laberge)

En el atar­de­cer de un domin­go Tony (Roger La Rue), un hom­bre de media­na edad vivien­do con su mujer Aman­da y su nona­ge­na­rio padre Lino (Michel Dumont) que yace en silla de rue­das, está muy preo­cu­pa­do por­que su espo­sa aún no ha regre­sa­do al hogar; esa inquie­tud la trans­mi­te a sus alle­ga­dos que van lle­gan­do al lugar. Entre los mis­mos se encuen­tran su hijo Ste­ve (Davi­de Chiaz­ze­se) y su espo­sa Cris­ti­na (Pas­ca­le Mon­treuil), Lia (Daniè­le Lorain) quien es ami­ga de la fami­lia y due­ña de un café en la Peque­ña Ita­lia como así tam­bién Mara (Marie Michaud), otra de las amis­ta­des del núcleo fami­liar. Duran­te la media hora ini­cial, el rela­to trans­cu­rre en con­ver­sa­cio­nes bana­les entre los allí pre­sen­tes don­de la ansie­dad de Tony por saber de su mujer se vuel­ve más inten­sa. Has­ta aquí no hay nada espe­cial para resal­tar sal­vo que los cli­sés abun­dan a gra­nel y como en sus ante­rio­res pie­zas Galluc­cio se sola­za cari­ca­tu­ri­zan­do a sus per­so­na­jes don­de en este caso recu­rre a diá­lo­gos que se esti­ran con situa­cio­nes de come­dia caren­tes de gracia.

Roger La Rue y Michel Dumont. (Foto de Caro­li­ne Laberge)

La acción cobra impul­so con la lle­ga­da de Mar­co (Fra­nçois-Xavier Dufuour), el hijo de Tony que a los 16 años de edad fue echa­do de su hogar a puro gol­pe por su padre por­que solía ves­tir­se de mujer. En ese enton­ces esa acti­tud per­ma­ne­ció como un secre­to de fami­lia por­que nun­ca vol­vió a men­cio­nar­se su nom­bre, como si no hubie­se jamás exis­ti­do. La sor­pre­sa es aho­ra muy gran­de cuan­do él irrum­pe des­pués de 10 años de ausen­cia como Iva­na tras haber cam­bia­do de sexo. Aun­que reci­bi­do fría­men­te por los suyos que al prin­ci­pio no admi­ten reco­no­cer­lo, ella comien­za len­ta­men­te a ven­gar­se por el sufri­mien­to pade­ci­do en ese inhu­mano des­tie­rro del que fue obje­to. En el ajus­te de cuen­tas que rea­li­za gra­dual­men­te Iva­na va con­tro­lan­do la situa­ción del gru­po que le rodea a tra­vés de las reve­la­cio­nes que van sur­gien­do de su rela­to; allí que­dan expues­tas las men­ti­ras, con­tra­dic­cio­nes, infi­de­li­dad, des­ho­nes­ti­dad e hipo­cre­sía como asi­mis­mo los pre­jui­cios sexua­les de sus integrantes.

Como ya lo ha hecho en oca­sio­nes ante­rio­res, pare­cie­ra que el autor se com­pla­ce en des­cri­bir la mise­ria de fami­lias ita­lia­nas dis­fun­cio­na­les de Mon­treal; pero en este caso lo efec­túa acu­dien­do a reso­lu­cio­nes melo­dra­má­ti­cas poco con­vin­cen­tes ten­dien­tes a crear una arti­fi­cial emo­ción. Con todo es nece­sa­rio con­si­de­rar que sólo dos per­so­na­jes resul­tan com­ple­ta­men­te creí­bles. Uno de los mis­mos es Iva­na que bus­ca la acep­ta­ción tal cual ella es por par­te de su des­al­ma­do padre; el otro per­so­na­je enno­ble­ce­dor es el del anciano patriar­ca que logra con­mo­ver con los recuer­dos de los horro­res pasa­dos en la guerra.

El títu­lo de la obra des­pier­ta curio­si­dad por­que los “secre­tos” de su tra­ma podrían tener lugar en cual­quier otro sitio de Mon­treal y no nece­sa­ria­men­te “la peti­te Ita­lie”. Ade­más resul­ta muy curio­so que sus per­so­na­jes no evi­den­cien el acen­to ita­liano carac­te­rís­ti­co de los habi­tan­tes de ese dis­tri­to sino que lo hacen con el típi­co acen­to quebequense.

Dadas las limi­ta­cio­nes de un tex­to poco con­vin­cen­te, los acto­res se desem­pe­ñan correc­ta­men­te. De todos modos, por las razo­nes men­cio­na­das pre­via­men­te se des­ta­ca Fra­nçois-Xavier Dufuour brin­dan­do todos los mati­ces de un per­so­na­je que des­pier­ta ter­nu­ra, como así tam­bién la del vete­rano Michel Dumont como un anciano que a pesar de su seni­li­dad es lo sufi­cien­te­men­te luci­do para apre­ciar lo que acon­te­ce en el seno de su familia.

Con­clu­sión: Un dra­ma a la ita­lia­na poco satisfactorio