Una Sáti­ra Social

THE SQUA­RE (Sue­cia-Ale­ma­nia-Fran­cia-Dina­mar­ca-Esta­dos Uni­dos). Un film de Ruben Östlund

Ruben Östlund que en 2014 impre­sio­nó gra­ta­men­te con For­ce Majeu­re, retor­na con The Squa­re que este año obtu­vo la Pal­ma de Oro en Can­nes, don­de ilus­tra como una abur­gue­sa­da cla­se social de Sue­cia se vin­cu­la con el mun­do del arte moderno.

Claes Bang

El cineas­ta se cen­tra en Chris­tian (Claes Bang) un ego­cén­tri­co cura­dor de un museo de arte con­tem­po­rá­neo de Esto­col­mo quien está por inau­gu­rar una obra que se deno­mi­na The Squa­re, un cua­dra­do de 4 metros cua­dra­dos que ideal­men­te será el espa­cio don­de la gen­te que pene­tra en su inte­rior pue­da con­vi­vir acep­tan­do las reglas de la civi­li­dad. Un aspec­to esen­cial para Chris­tian es la bue­na pro­mo­ción de esta crea­ción artís­ti­ca para lo cual debe recu­rrir a los ser­vi­cios de una agen­cia de marketing.

Dicho lo que ante­ce­de, Östlund comien­za a rami­fi­car su rela­to en direc­cio­nes dife­ren­tes. Así enfo­ca el víncu­lo que el cura­dor esta­ble­ce con una entre­me­ti­da perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se (Eli­sa­beth Moss) con la que man­tie­ne un affai­re muy par­ti­cu­lar ori­gi­nan­do una esce­na muy gra­cio­sa con un pre­ser­va­ti­vo volan­do. Otro momen­to, cuya gra­cia pue­de ser dis­cu­ti­ble, es el que se pre­sen­ta en una comi­da de gala ofre­ci­da a los bene­fac­to­res de la ins­ti­tu­ción, cuan­do un gro­se­ro per­so­na­je adop­tan­do los moda­les y movi­mien­tos de un oran­gu­tán pro­vo­ca una per­for­man­ce caó­ti­ca que siem­bra alar­ma en los comensales.

En otra de las sub­tra­mas del rela­to se pue­de apre­ciar cómo Chris­tian pier­de su acos­tum­bra­da civi­li­dad al tra­tar de recu­pe­rar la bille­te­ra con dine­ro y su celu­lar que le han sido sus­traí­dos en la calle, adop­tan­do un meca­nis­mo agre­si­vo que le cau­sa­rá con­tra­tiem­pos ines­pe­ra­dos; en ese deve­nir, el direc­tor expo­ne algu­nos pre­jui­cios de carác­ter racial y social.

Ape­lan­do a cier­tos exce­sos en las tra­gi­có­mi­cas situa­cio­nes por las que atra­vie­sa el pro­ta­go­nis­ta de esta sáti­ra audaz, el pro­pó­si­to del rea­li­za­dor es el de refle­jar en for­ma surrea­lis­ta, los pre­jui­cios y con­tra­dic­cio­nes de la inte­lec­tual bur­gue­sía sue­ca así como sus hipo­cre­sías e impos­tu­ras. El resul­ta­do es un film cier­ta­men­te inven­ti­vo que a pesar de su des­me­su­ra y dis­per­sión, con­si­de­ra varios aspec­tos que se pres­tan a la refle­xión y a la dis­cu­sión una vez que la pro­yec­ción fina­li­za. Jor­ge Gutman