Un Remar­ca­ble Dra­ma Periodístico

THE POST. Esta­dos Uni­dos 2017. Un film de Ste­ven Spielberg

No sé si la actriz y exce­len­te comu­ni­ca­do­ra social Oprah Win­frey vio The Post; lo cier­to es que su vibran­te y memo­ra­ble dis­cur­so en opor­tu­ni­dad de la cere­mo­nia de los Gol­den Glo­bes del 7 de enero pasa­do valo­ran­do la labor de la pren­sa por su dedi­ca­ción de des­cu­brir y reve­lar la ver­dad de lo que acon­te­ce en el país, está en per­fec­ta con­so­nan­cia con lo que Ste­ven Spiel­berg expo­ne en este film.

Tom Hanks y Meryl Streep

Daniel Ells­berg (Matthew Rhys) había tra­ba­ja­do como ana­lis­ta mili­tar duran­te la gue­rra de Viet­nam sien­do tes­ti­go de lo que esta­ba ocu­rrien­do en la zona; lo que vio con­tra­de­cía las mani­fes­ta­cio­nes de Robert McNa­ma­ra (Bru­ce Green), Secre­ta­rio de Defen­sa de Ken­nedy y John­son, quien afir­ma­ba que la gue­rra esta­ba sien­do gana­da por Esta­dos Uni­dos, mini­mi­zan­do el impac­to del bom­bar­deo efec­tua­do en el sudes­te asiá­ti­co. La vera­ci­dad de los hechos salió a relu­cir en los Pen­ta­gon Papers; estos estra­té­gi­cos docu­men­tos expo­nen el ver­da­de­ro rol que le cupo al país en la fatí­di­ca gue­rra entre 1945 y 1967 y que el pue­blo ame­ri­cano había igno­ra­do. Ells­berg, indig­na­do por la ter­gi­ver­sa­ción ofi­cial de los hechos, se las inge­nia para obte­ner la deli­ca­da infor­ma­ción y des­pués de haber­la foto­co­pia­do la hace lle­gar al perio­dis­ta Neil Sheehan del New York Times quien la publi­ca el 13 de junio de 1971. Eso pro­du­ce la ira del pre­si­den­te Richard Nixon quien con­mi­na seve­ra­men­te al dia­rio de no seguir publi­can­do más artícu­los sobre el tema.

Si bien lo que ante­ce­de cons­ti­tu­ye el telón de fon­do de este sóli­do film, la acción cen­tral gira en torno del dia­rio The Washing­ton Post. Es allí don­de se sale al encuen­tro de su pro­pie­ta­ria Katha­ri­ne “Kay” Graham (Meryl Streep), una dama de la alta socie­dad de Washing­ton, cuyo padre Euge­ne Mayer había fun­da­do el perió­di­co en 1930 y que al morir las rien­das del mis­mo pasa­ron a su yerno Phi­lip Graham; cuan­do éste se sui­ci­da en 1963 es Kay quien sin expe­rien­cia en la mate­ria asu­me, al prin­ci­pio con reluc­tan­cia, la res­pon­sa­bi­li­dad de mane­jar los des­ti­nos del Post para pre­ser­var de este modo el lega­do de su padre. Si has­ta enton­ces el dia­rio era uno más den­tro de los cien­tos de perió­di­cos nor­te­ame­ri­ca­nos, los acon­te­ci­mien­tos de Viet­nam cam­bia­rían radi­cal­men­te su prestigio.

Inme­dia­ta­men­te des­pués de la publi­ca­ción de los Pape­les del Pen­tá­gono por par­te de The New York Times, Ben Bag­di­kian (Bob Oden­kirk), repor­te­ro del Post, lle­ga tener acce­so a dichos docu­men­tos y se los hace lle­gar al jefe de redac­ción Ben Brad­lee (Tom Hanks) quien a su vez reco­mien­da a Katha­ri­na para que pro­ce­da a publicarlos.

El guión de la debu­tan­te guio­nis­ta Liz Han­nah y del vete­rano Josh Sin­ger cau­ti­va por varias razo­nes. En pri­mer lugar al pre­sen­tar a Kay como ami­ga de McNa­ma­ra de varios años, la publi­ca­ción de la infor­ma­ción impli­ca­ría denun­ciar su par­ti­ci­pa­ción como el prin­ci­pal estra­te­ga de la gue­rra y así ser­le des­leal. Esa situa­ción rati­fi­ca­ría la pos­tu­ra de una mujer dis­pues­ta a que­rer cum­plir con la misión esen­cial que impu­so a su dia­rio de trans­mi­tir sin excu­sa algu­na la ver­dad a sus lec­to­res con el res­pal­do abso­lu­to de infor­ma­ción fide­dig­na. A todo ello, sur­ge en ella la tre­men­da duda si aca­so debe seguir el con­se­jo de Brad­lee tenien­do en cuen­ta que la publi­ca­ción, en vis­ta de la ame­na­za de Nixon al Times, pue­de lle­gar a reper­cu­tir nega­ti­va­men­te en el Post y al per­so­nal emplea­do, sobre todo en momen­tos en que el dia­rio comien­za a coti­zar en bolsa.

Ade­más del satis­fac­to­rio guión y la exce­len­te direc­ción, Spiel­berg encon­tró en Meryl Streep a la intér­pre­te ideal para ani­mar a Kay Graham. En otra de sus bri­llan­tes actua­cio­nes, Streep con com­ple­ta con­vic­ción demues­tra cómo la edi­to­ra del dia­rio reúne la capa­ci­dad nece­sa­ria para com­pe­tir con sus cole­gas mas­cu­li­nos en cir­cuns­tan­cias difí­ci­les fren­te a la cru­cial deci­sión que debe adop­tar; es así que su fir­me acti­tud fren­te a los acon­te­ci­mien­tos rela­ta­dos con­vier­te al Washing­ton Post en un dia­rio de renom­bre inter­na­cio­nal. No menos impor­tan­te es la irre­pro­cha­ble carac­te­ri­za­ción que Tom Hanks logra de su rol como un hom­bre ínte­gro com­pro­me­ti­do a no ocul­tar los hechos; los varios inter­cam­bios entre Brad­lee y Kay per­mi­ten que el públi­co asis­ta a un ver­da­de­ro “due­lo de tita­nes” entre dos mons­truos sagra­dos del cine ame­ri­cano que por pri­me­ra vez han teni­do oca­sión de actuar conjuntamente.

Spiel­berg ofre­ce un film con un men­sa­je enco­mia­ble resal­tan­do cómo el valor y la hones­ti­dad de una pren­sa libre de res­tric­ción algu­na pue­de enno­ble­cer a esta pro­fe­sión difun­dien­do la ver­dad y nada más que la ver­dad. Ese aspec­to, adquie­re ines­pe­ra­da tras­cen­den­cia fren­te a la reali­dad que el perio­dis­mo atra­vie­sa actual­men­te. Con un len­gua­je cine­ma­to­grá­fi­co que domi­na a la per­fec­ción el gran direc­tor nor­te­ame­ri­cano ofre­ce un dra­ma perio­dís­ti­co de nota­ble nivel de cali­dad a la vez que suma­men­te entre­te­ni­do al ofre­cer momen­tos de ten­sión y sus­pen­so muy bien gra­dua­dos. Jor­ge Gutman