Un Final No Muy Feliz

HAPPY END. Fran­cia-Ale­ma­nia-Aus­tria, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Michael Haneke

Ape­lan­do a algu­nos temas ya enfo­ca­dos en su rica fil­mo­gra­fía el gran direc­tor aus­tría­co Michael Hane­ke ofre­ce en Happy End una sóli­da sáti­ra social don­de lan­za sus dar­dos al com­por­ta­mien­to de una fami­lia de la alta bur­gue­sía que habi­ta en Pas-de-Calais. Allí se encuen­tra Geor­ges (Jean-Louis Trin­tig­nant), el anciano patriar­ca que creó una impor­tan­te empre­sa de cons­truc­ción, su hija Anne (Isa­be­lle Hup­pert) que está a car­go de la mis­ma y su ines­ta­ble y colé­ri­co nie­to Pie­rre (Franz Rogowski).

Isa­be­lle Huppert

En ese núcleo fami­liar igual­men­te se encuen­tran Tho­mas (Mathieu Kas­so­vitz), el her­mano de Anne jun­to con Eve (Fan­ti­ne Har­duin), una pre­ado­les­cen­te pro­duc­to de su pri­mer matri­mo­nio, y su segun­da mujer .Anais (Lau­ra Ver­lin­den). Es Eve que a pesar de su cor­ta edad, obser­va el pro­ce­so de desin­te­gra­ción de su fami­lia cons­ta­tan­do el adul­te­rio de su padre, el derrum­be de su abue­lo que desea morir, los secre­tos y men­ti­ras encu­bier­tas, las hipo­cre­sías y com­pla­cen­cias rei­nan­tes así como la total indi­fe­ren­cia de sus mayo­res fren­te a lo que acon­te­ce a su alre­de­dor. A todo eso la favo­ra­ble situa­ción eco­nó­mi­ca de esa fami­lia se codea indi­fe­ren­te­men­te con la mar­ca­da mise­ria de la pobla­ción migran­te que la rodea. En esa des­crip­ción impe­ra una vio­len­cia laten­te que en cual­quier momen­to podrá esta­llar, tal como se com­pro­ba­rá en un momen­to cla­ve de esta historia.

Fun­da­men­tal­men­te, Hane­ke echa una mira­da des­pia­da­da a la socie­dad occi­den­tal a tra­vés del micro­cos­mos de la fami­lia des­crip­ta don­de la des­hu­ma­ni­za­ción de sus per­so­na­jes no per­mi­te vis­lum­brar un futu­ro más alen­ta­dor. El públi­co podrá o no estar de acuer­do con la visión som­bría y nihi­lis­ta del rea­li­za­dor pero lo que no está en duda es que con su maes­tría narra­ti­va más el apo­yo de un exce­len­te elen­co Hane­ke ha logra­do un elo­gia­ble film que en su aspec­to socio-polí­ti­co adquie­re rele­van­cia actual. Jor­ge Gutman