Medio­cre Rela­to de Acción

DEN OF THIE­VES. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Chris­tian Gudegast

La gua­ri­da de ladro­nes ‑al que se refie­re el títu­lo en inglés de este film- es un rela­to de acción que no apor­ta algo nove­do­so o dis­tin­ti­vo que pue­da dife­ren­ciar­lo de otros del géne­ro; a todo ello, su exten­sa dura­ción de 140 minu­tos lo con­vier­te en un rela­to tedio­so y poco atractivo.

Gerard Butler

Al comen­zar el espec­ta­dor que­da adver­ti­do que Los Ánge­les, don­de trans­cu­rre la acción, es la ciu­dad que regis­tra el mayor núme­ro de asal­tos ban­ca­rios de Esta­dos Uni­dos, don­de cada 48 minu­tos hay uno que se pro­du­ce. Eso mar­ca el tono de las pri­me­ras imá­ge­nes don­de una ban­da de delin­cuen­tes capi­ta­nea­da por Merri­man (Pablo Schrei­ber), ata­ca a un camión blin­da­do ori­gi­nan­do esce­nas de cruen­ta vio­len­cia. Estos delin­cuen­tes extre­ma­da­men­te arma­dos, don­de algu­nos de sus inte­gran­tes son ex mili­ta­res muy bien entre­na­dos, demues­tran su expe­rien­cia en robos de ban­cos; es ahí don­de Nick O’Brien (Gerard Butler) como jefe poli­cial de una impor­tan­te éli­te de la escua­dra del cri­men redo­bla sus esfuer­zos para tra­tar de dete­ner a los malhechores.

Den­tro del con­tex­to de este rela­to que­dan evi­den­cia­das las per­so­na­li­da­des com­ple­ta­men­te opues­tas de O’Brien y Merri­man; así el poli­cía res­pon­de al tipo de macho irre­duc­ti­ble, bebe­dor empe­der­ni­do ade­más de pen­den­cie­ro y com­ple­ta­men­te deci­di­do a lle­var a la jus­ti­cia al peli­gro­so delin­cuen­te y sus cóm­pli­ces, en tan­to que éste es un frío cri­mi­nal que sin recu­rrir a mayo­res emo­cio­nes sabe cómo mane­jar a los suyos y enca­rar ambi­cio­sos pla­nes. Pre­ci­sa­men­te, el pró­xi­mo gran pro­yec­to de los ban­di­dos con­sis­te en lograr infil­trar­se en la sucur­sal del Ban­co de la Reser­va de Los Ánge­les y apro­piar­se de 30 millo­nes de dóla­res que la ins­ti­tu­ción está a pun­to de reti­rar de la cir­cu­la­ción antes de ser destruidos.

Si lo que ante­ce­de pare­ce­ría ofre­cer la opor­tu­ni­dad de asis­tir a un thri­ller psi­co­ló­gi­co, la reali­dad lo des­mien­te. Con un guión ané­mi­co pla­ga­do de vacuos diá­lo­gos, el film no es más que una suce­sión de situa­cio­nes implau­si­bles e inusi­ta­da­men­te vio­len­tas, caren­tes de enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca don­de el sus­pen­so es prác­ti­ca­men­te imper­cep­ti­ble. Si bien Chris­tian Gude­gast en su pri­me­ra incur­sión como rea­li­za­dor tra­ta de huma­ni­zar a sus per­so­na­jes, el esfuer­zo no alcan­za a fruc­ti­fi­car; así por ejem­plo, la esce­na en que la espo­sa e hiji­ta de O’Brien aban­do­nan el hogar por­que éste ha prio­ri­za­do su tra­ba­jo des­aten­dien­do a su fami­lia, no logra crear la emo­ción pretendida.

Sin apar­tar­se de la fór­mu­la cono­ci­da don­de en el des­en­la­ce debe pro­du­cir­se el enfren­ta­mien­to entre vigi­lan­tes y ladro­nes, aquí poco impor­ta saber si las fuer­zas del orden logra­rán o no impo­ner­se por­que a a esta altu­ra de la his­to­ria el públi­co es indi­fe­ren­te sobre la suer­te corri­da por sus pro­ta­go­nis­tas. He aquí un film caren­te de ten­sión don­de sus acto­res poco pue­den hacer para res­ca­tar­lo de su medio­cri­dad. Jor­ge Gutman