Atra­ve­san­do la Jun­gla Colombiana

ALIAS MARÍA. Colom­bia-Argen­ti­na-Fran­cia, 2015. Un film de José Luis Rugeles

Den­tro del vio­len­to espec­tro polí­ti­co que pola­ri­zó a la socie­dad colom­bia­na a lo lar­go de varias déca­das, Alias María abor­da inci­den­tal­men­te este tema don­de hay algu­nos aspec­tos intere­san­tes para des­ta­car aun­que el rela­to no resul­te muy satisfactorio.

Karen Torres

Sin una pre­ci­sión geo­grá­fi­ca del lugar don­de exac­ta­men­te trans­cu­rre, el direc­tor José Luis Ruge­les valién­do­se del guión de Die­go Vivan­co intro­du­ce a María (Karen Torres), una pre­ado­les­cen­te de 13 años que for­ma par­te de un gru­po de gue­rri­lle­ros izquier­dis­tas de Colom­bia que luchan con­tra los para­mi­li­ta­res de dere­cha. Obe­dien­te, sin cues­tio­nar nin­gu­na de las órde­nes que se le impar­ten, ella tra­ta de camu­flar su esta­do de emba­ra­zo de 4 meses don­de el padre es uno de los coman­dan­tes (Car­los Cla­vi­jo) de la uni­dad; ese ocul­ta­mien­to se debe al hecho de que las muje­res gue­rri­lle­ras se encuen­tran obli­ga­das a abor­tar si se hallan en tales con­di­cio­nes y María desea a toda cos­ta con­ser­var al hiji­to que lle­va en sus entrañas.

La intri­ga del rela­to se pro­du­ce cuan­do María es asig­na­da jun­to con otros tres gue­rri­lle­ros, de los cua­les uno de ellos es un niño (Erik Ruiz), la misión de trans­por­tar a un bebé recién naci­do; el mis­mo que per­te­ne­ce a otro coman­dan­te y una mujer gue­rri­lle­ra, debe­rá ser deja­do en el hogar de una pare­ja de ancia­nos para que se ocu­pe del mis­mo. En esa tra­ve­sía a tra­vés de la jun­gla colom­bia­na es don­de se gene­ra el sen­ti­mien­to de angus­tia y desa­zón del peque­ño fren­te a un ambien­te extre­ma­da­men­te hos­til en don­de per­ma­nen­te­men­te ace­chan los sinies­tros para­mi­li­ta­res que ron­dan la zona. Esa ten­sión pro­duc­to del temor fren­te a lo ines­pe­ra­do uni­do a la cir­cuns­tan­cia de que el emba­ra­zo de María se lle­gue a des­cu­brir es lo más des­ta­ca­ble del relato.

La mayor obje­ción al film es que los per­so­na­jes están míni­ma­men­te carac­te­ri­za­dos; así tan­to María como los res­tan­tes de esta his­to­ria cons­ti­tu­yen una incóg­ni­ta para el espec­ta­dor al no haber refe­ren­cia algu­na a sus vidas per­so­na­les, cómo tam­bién se des­co­no­ce cómo han sido reclu­ta­dos y sus moti­va­cio­nes. A lo ante­rior, se agre­ga la exis­ten­cia de algu­nos flo­jos diá­lo­gos den­tro del mar­co de un rela­to cuya narra­ción no muy con­vin­cen­te le res­ta soli­dez dra­má­ti­ca, a pesar de su tema.

La bue­na par­ti­ci­pa­ción de la mayo­ría de los acto­res no pro­fe­sio­na­les, así como la inquie­ta cáma­ra móvil de Ser­gio Iván Cas­ta­ño son ele­men­tos que ele­van el nivel de esta his­to­ria dan­do como resul­ta­do un film que pue­de ver­se aun­que sin lle­gar a reper­cu­tir dema­sia­do. Jor­ge Gutman