La Caja de la Memoria

MEMORY BOX. Fran­cia-Líbano-Cana­dá-Qatar, 2021. Un film de Joa­na Had­jitho­mas y Kha­lil Jorei­ge. 102 minutos

Para quie­nes han sufri­do los horro­res de una gue­rra, es com­pren­si­ble que algu­nos pre­fie­ran dejar sepul­ta­dos los tris­tes recuer­dos aun­que eso no impli­ca que eso haya que­da­do com­ple­ta­men­te eli­mi­na­do de la memo­ria. En base a ello, los rea­li­za­do­res Joa­na Had­jitho­mas y Kha­lil Jorei­ge que han vivi­do en el tumul­tuo­so Líbano de la déca­da del 80, se han ins­pi­ra­do para ofre­cer este emo­ti­vo drama.

Los cineas­tas con la cola­bo­ra­ción de la guio­nis­ta Gae­lle Mace han per­gue­ña­do un rela­to enfo­can­do a tres gene­ra­cio­nes de ori­gen liba­nés esta­ble­ci­dos en Mon­treal. La acción comien­za en la neva­da vís­pe­ra de Navi­dad don­de Alex (Palo­ma Vuthier), de 14 años de edad, jun­to con su madre Maia (Rim Tur­ki) y la abue­la Teta (Cle­men­ce Sab­bagh) se apres­tan a cele­brar el acon­te­ci­mien­to. El orden exis­ten­te se alte­ra con la recep­ción de una volu­mi­no­sa caja que fue remi­ti­da por los fami­lia­res de Lisa, quien fue la ínti­ma ami­ga de juven­tud de Maia, que había deja­do Líbano como con­se­cuen­cia del con­flic­to béli­co. Ese envío estre­me­ce un tan­to a Maia por lo tan­to Teta pre­fie­re guar­dar la caja en el sótano y abrir­la des­pués de la Navi­dad a fin de que nada pue­da inco­mo­dar o alte­rar el espí­ri­tu de la fies­ta hoga­re­ña. Sin embar­go la gran curio­si­dad de Alex moti­va que fur­ti­va­men­te ella la abra en don­de su con­te­ni­do cons­ti­tui­rá toda una reve­la­ción al ente­rar­se de aspec­tos de la vida de su madre que has­ta enton­ces había desconocido.

Manal Issa

A tra­vés de fotos impre­sas, gra­ba­ción de casets, dia­rios per­so­na­les, revis­tas del pasa­do y car­tas envia­das por la joven Maia (Manal Issa) a Lisa entre 1982 a 1988, los recuer­dos comien­zan a afluir, en don­de se mani­fies­ta lo que ella atra­ve­só duran­te la nefas­ta gue­rra, inclu­yen­do la músi­ca como vía de esca­pe y la pul­sión de la ado­les­cen­cia a tra­vés del roman­ce con el atrac­ti­vo Raja (Has­san Akil), su pri­mer amor. A medi­da que la gue­rra va cobran­do inten­si­dad, Alex se impo­ne de las varia­das tra­ge­dias sufri­das por su fami­lia como así tam­bién las ale­grías, des­en­can­tos, temo­res, y angus­tias de su madre al com­pás del bom­bar­deo como esce­na­rio de fon­do duran­te ese perío­do cruen­to que vivió el país.

Más allá de su con­te­ni­do, lo que enor­me­men­te valo­ri­za a este dra­ma es su pre­sen­ta­ción visual ape­lan­do a un admi­ra­ble esti­lo que inclu­ye pan­ta­llas com­par­ti­das y téc­ni­cas de ani­ma­ción stop-motion para refle­jar a tra­vés de un impe­ca­ble mon­ta­je este mag­ní­fi­co colla­ge de la memoria.

Obser­van­do este sobre­co­ge­dor rela­to que tran­si­ta entre fic­ción y reali­dad, en los actua­les momen­tos resul­ta impo­si­ble diso­ciar la gue­rra civil liba­ne­sa con la tra­ge­dia que actual­men­te sobre­lle­va el pue­blo de Ucra­nia com­pro­ban­do cómo fami­lias ente­ras se desin­te­gran y que sin duda algu­na eso reper­cu­ti­rá amar­ga­men­te para quie­nes logren sal­var sus vidas.

Had­jitho­mas y Jorei­ge han logra­do un con­mo­ve­dor dra­ma que tran­si­tan­do entre fic­ción y reali­dad demues­tra la impo­si­bi­li­dad de borrar de la men­te las viven­cias de quie­nes han teni­do el infor­tu­nio de haber sufri­do los estra­gos de una gue­rra nefas­ta y sin sen­ti­do alguno. Jor­ge Gutman

Emo­ti­vo Rela­to de Branagh

BEL­FAST. Video edi­ta­do por Uni­ver­sal Pic­tu­res Home Entertainment

El exce­len­te film bri­tá­ni­co de Ken­neth Bra­nagh que ya fue comen­ta­do en opor­tu­ni­dad de su estreno es nue­va­men­te con­si­de­ra­do con moti­vo de su apa­ri­ción por pri­me­ra vez en los for­ma­tos Blu-ray, DVD y Digital.

La pelí­cu­la que tam­bién ha sido guio­ni­za­da por el rea­li­za­dor aca­ba de ser nomi­na­da con 7 Oscar, inclu­yen­do el de mejor film, rea­li­za­dor y guión original.

Bra­nagh, naci­do en Bel­fast en 1960 ofre­ce un rela­to semi-bio­grá­fi­co de su niñez trans­cu­rri­da en su ciu­dad natal cuan­do se vio dra­má­ti­ca­men­te afec­ta­da por los vio­len­tos enfren­ta­mien­tos pro­du­ci­dos entre los repu­bli­ca­nos cató­li­cos y los unio­nis­tas protestantes.

El rela­to comien­za en Bel­fast el 15 de agos­to de 1969 cuan­do ines­pe­ra­da­men­te la vio­len­cia explo­ta con la con­fron­ta­ción sec­ta­ria entre cató­li­cos y pro­tes­tan­tes. Es allí cuan­do los dra­má­ti­cos dis­tur­bios afec­tan a Buddy (Jude Hill), un niño de 9 años (alter ego del cineas­ta) y a su fami­lia pro­tes­tan­te inte­gra­da por sus padres (Jamie Dor­man, Cai­trio­na Bal­fe), su her­mano mayor (Lewis McAs­kie) y sus abue­los (Cia­ran Hinds y Judi Dench).

Dejan­do en segun­do plano el con­tex­to polí­ti­co de la región que no obs­tan­te cons­ti­tu­ye el telón de fon­do, el film ilus­tra la vida coti­dia­na del sec­tor en que el niño habi­ta don­de cató­li­cos y pro­tes­tan­tes se codean sin rece­lo, no obs­tan­te las dife­ren­cias reli­gio­sas. En el queha­cer coti­diano, se pue­de obser­var, entre otros aspec­tos, los jue­gos de fút­bol del chi­co con los otros niños y la asis­ten­cia esco­lar don­de sien­te atrac­ción hacia una de sus compañeras.

En un plano más per­so­nal Buddy se sien­te pro­te­gi­do por el amor de sus padres como asi­mis­mo por el cari­ño reci­bi­do de sus entra­ña­bles abue­los. Bra­nagh ha logra­do un film inti­mis­ta que des­ti­la una sin­gu­lar dul­zu­ra que jamás lle­ga a empa­la­gar. La iden­ti­fi­ca­ción del niño con Bel­fast que­da resal­ta­da en la esce­na en que pata­lea por­que no quie­re de nin­gún modo que sus padres dejen su que­ri­da ciu­dad. Las inter­pre­ta­cio­nes son estu­pen­das a nivel glo­bal en don­de Hill lide­ran­do el elen­co sale airo­so expre­san­do el can­dor e ino­cen­cia que ema­na de su per­so­na­je; igual­men­te es bella la secuen­cia can­ta­da y bai­la­da por Dor­man y Bal­fe como tam­bién tras­cien­de la pro­fun­da huma­ni­dad que Dench y Hinds trans­mi­ten como la inque­bran­ta­ble pare­ja que ha sabi­do pro­di­gar su amor a toda la familia.

Con un des­en­la­ce pro­fun­da­men­te emo­ti­vo, el rea­li­za­dor dedi­ca este remar­ca­ble dra­ma a quie­nes emi­gra­ron de la ciu­dad, a los que deci­die­ron que­dar­se y a las víc­ti­mas pro­du­ci­das por los con­flic­tos fratricidas.

Habien­do sido juz­ga­do en Blu-ray pue­de anti­ci­par­se que el film ha sido efi­cien­te­men­te tras­la­da­do al video. Sus méri­tos se deben a su nota­ble niti­dez, la cali­dad del audio así como la exce­len­te foto­gra­fía de vivi­dos colo­res cuan­do la acción trans­cu­rre en la épo­ca actual y en admi­ra­ble blan­co y negro cuan­do el rela­to retro­ce­de al pasa­do. No menos impor­tan­te es el efec­to sono­ro resal­tan­do la anto­ló­gi­ca músi­ca de Van Morrison.

El Blu-ray incor­po­ra varios extras de bre­ve dura­ción. Entre los mis­mos se encuen­tra un final alter­na­ti­vo de la pelí­cu­la con el retorno del rea­li­za­dor a su que­ri­da ciu­dad des­pués de varios años de ausen­cia. Asi­mis­mo resul­ta de inte­rés el comen­ta­rio en audio de Bra­nagh deta­llan­do entre otros aspec­tos, el guión y sus per­so­na­jes, los esce­na­rios ele­gi­dos para la fil­ma­ción, la foto­gra­fía, la músi­ca, así como el con­si­de­ra­ble impac­to de la pan­de­mia duran­te el roda­je. Para los ciné­fi­los se incor­po­ran tres esce­nas que fue­ron eli­mi­na­das en la edi­ción final, aun­que sin agre­gar nada esen­cial al res­pec­to. El extrac­to A City of Sto­ries; The Making of Bel­fast brin­da los comen­ta­rios de Bra­nagh, los prin­ci­pa­les inte­gran­tes del elen­co y del equi­po de pro­duc­ción, acer­ca de cómo era la ciu­dad en la déca­da del 60 y que es lo que aún que­da intac­to en la vital Bel­fast de hoy día. En el extra Ever­yo­ne’s Inner Child par­ti­ci­pan Bra­nagh, Jamie Dor­man, Cai­trio­na Bal­fe, Cia­ran Hinds y la vete­ra­na Judi Dench rela­tan­do algu­nas memo­rias de su infancia.

El Blu-ray que adop­ta un aspec­to ratio de 1.85:1 pue­de ser apre­cia­do en su ver­sión ori­gi­nal ingle­sa, asi­mis­mo en la ver­sión fran­ce­sa y con la opción de sub­tí­tu­los en inglés, fran­cés y espa­ñol. Jor­ge Gutman

Las Secue­las de un Genocidio

UNE HIS­TO­IRE DE FOU. Fran­cia, 2015. Un film de Robert Guédiguian

La lim­pie­za étni­ca de Arme­nia de 1915 en la que un millón y medio de su pobla­ción fue depor­ta­da y eje­cu­ta­da por Tur­quía cons­ti­tu­ye uno de los capí­tu­los más som­bríos de la his­to­ria del siglo pasa­do; como es bien sabi­do, has­ta hoy día el gobierno tur­co no quie­re reco­no­cer o admi­tir su auto­ría. Den­tro de ese con­tex­to, el rea­li­za­dor Robert Gué­di­guian que es de ori­gen arme­nio deci­dió abor­dar el tema; al hacer­lo su preo­cu­pa­ción esen­cial ha sido la de ilus­trar las secue­las gene­ra­das por esa encar­ni­za­da matan­za medio siglo des­pués de lo acontecido.

Aun­que se tra­te de un rela­to de fic­ción la fuen­te de ins­pi­ra­ción del rea­li­za­dor ha sido la nove­la auto­bio­grá­fi­ca “La Bom­ba” del perio­dis­ta espa­ñol José Anto­nio Gurria­rán; en 1981 en la ciu­dad de Madrid, el autor sufrió un gra­ve acci­den­te que lo dejó semi­pa­ra­li­za­do como con­se­cuen­cia de la explo­sión de una bom­ba por par­te del Ejer­ci­to Secre­to Arme­nio para la Libe­ra­ción de Armenia.

En el pró­lo­go fil­ma­do en blan­co y negro, se pre­sen­cia el ase­si­na­to a san­gre fría de Taa­lat Pasha acon­te­ci­do en Ber­lín en mar­zo de 1921. La víc­ti­ma había sido el pri­mer minis­tro tur­co del gobierno oto­mano y el prin­ci­pal res­pon­sa­ble del exter­mi­nio arme­nio. En la recons­truc­ción del jui­cio, el acu­sa­do Sogho­mon The­li­rian (Robin­son Ste­ve­nin) se defien­de del cri­men come­ti­do con­tan­do en su per­tur­ba­dor rela­to cómo su fami­lia arme­nia fue ase­si­na­da por los tur­cos. Con­tra­rian­do el con­se­jo del pre­si­den­te del tri­bu­nal, el jura­do lo absuel­ve. De algu­na mane­ra, esa deci­sión impli­ca­ba que a pesar de que The­li­rian admi­tió su cul­pa­bi­li­dad, en todo caso no fue con­si­de­ra­do res­pon­sa­ble del crimen.

Ariane Ascaride

Aria­ne Ascaride

Inme­dia­ta­men­te, el guión de Gué­di­guian escri­to con Gilles Tau­rand tras­la­da la acción hacia fina­les de la déca­da del 70 enfo­can­do a la comu­ni­dad arme­nia que vive en Mar­se­lla. Con una fil­ma­ción en colo­res, el rela­to se cen­tra en la fami­lia inte­gra­da por Hovan­nes (Simon Abka­rian), su espo­sa Anouch (Aria­ne Asca­ri­de) y su hijo Aram (Syrus Shahi­di) quien se ha nutri­do de las dra­má­ti­cas his­to­rias narra­das por su abue­la (Siro Fazi­lian) sobre el geno­ci­dio de Arme­nia. Cuan­do miem­bros de la comu­ni­dad arme­nia son expul­sa­dos de una igle­sia local, el joven Aram se tras­la­da a París y se inte­gra a un movi­mien­to radi­cal con­tra Tur­quía que deto­na una vio­len­ta explo­sión al vehícu­lo del emba­ja­dor tur­co en Fran­cia; ese hecho moti­va que Gilles Tes­sier (Gré­goi­re Leprin­ce-Rin­guet), un ciclis­ta que pasa­ba por el lugar, que­de seve­ra­men­te heri­do y que­de con­fi­na­do a una silla de rue­das debi­do al movi­mien­to mini­mi­za­do de sus piernas.

Entre los aspec­tos más emo­ti­vos del rela­to se des­ta­ca el encuen­tro de Anouch con Tes­sier cuan­do ella, por un car­go de con­cien­cia, via­ja a París para visi­tar­lo en el hos­pi­tal, reco­no­cien­do que su hijo fue el res­pon­sa­ble de su acci­den­te; pidién­do­le per­dón, la mujer le ofre­ce todo el apo­yo de su fami­lia. Eso moti­va a que Gilles se vuel­que a la cau­sa arme­nia al haber­se impues­to de algo que él com­ple­ta­men­te igno­ra­ba. Aun­que lo que pre­ce­de es tra­ta­do de un modo dema­sia­do melo­dra­má­ti­co, de todos modos que­da res­ca­ta­do el aspec­to humano del relato.

El film deja varias pre­gun­tas abier­tas. En pri­mer lugar sur­ge el inte­rro­gan­te de si la lucha arma­da de las nue­vas gene­ra­cio­nes arme­nias para rei­vin­di­car el horror sufri­do por sus ances­tros pue­de cons­ti­tuir el medio más con­ve­nien­te de con­cien­ti­zar a las auto­ri­da­des tur­cas sobre lo acon­te­ci­do. Si aca­so a tra­vés de la vía vio­len­ta es posi­ble per­pe­tuar la memo­ria colec­ti­va, sur­ge el pro­ble­ma moral sobre el daño cola­te­ral que impli­ca dicho pro­ce­di­mien­to. Así, tan­to Tes­sier (per­so­na­je de fic­ción) como el nove­lis­ta Gurria­rán (per­so­na­je real) son las víc­ti­mas ino­cen­tes de una esca­la­da terro­ris­ta huma­na­men­te into­le­ran­te; eso con­du­ce a la pre­gun­ta siguien­te: ¿no exis­ten otros méto­dos más per­sua­si­vos para que Tur­quía y el res­to del mun­do que no lo haya hecho reco­noz­can la cul­pa­bi­li­dad del exter­mi­nio acae­ci­do un siglo atrás?

Con sus dos horas y cuar­to de dura­ción, el rela­to se resien­te en algu­nos momen­tos. De todos modos cabe reco­no­cer que el film a pesar de no ser extra­or­di­na­rio deja una impre­sión favo­ra­ble por la mesu­ra de su tra­ta­mien­to, la efi­cien­te actua­ción de su elen­co y por el deba­te moral que sus­ci­ta su con­te­ni­do. Jor­ge Gutman

Una Repe­ti­da Violencia

DHEE­PAN. Fran­cia, 2015. Un film de Jac­ques Audiard

Nue­va­men­te el rea­li­za­dor Jac­ques Audiard ofre­ce un film de gran soli­dez dra­má­ti­ca tal como lo ha hecho en Un prophè­te (Un Pro­fe­ta) de 2009 y De roui­lle et d’os (De Oxi­do y Hue­sos) de 2012. A tra­vés de un duro rela­to, Audiard trans­por­ta al espec­ta­dor en un via­je alta­men­te emo­cio­nal que ofre­ce varias lecturas.

En un guión que le per­te­ne­ce escri­to con Noe Debre y Tho­mas Bide­gain, el direc­tor rela­ta una his­to­ria que comien­za en Sri Lan­ka. Este país asiá­ti­co atra­ve­só duran­te un lar­go perío­do un con­flic­to étni­co vio­len­to entre el gobierno y la gue­rri­lla insur­gen­te cono­ci­da con el nom­bre de “Tigres Tami­les” que fue derro­ta­da en 2009. Den­tro de ese con­tex­to, el film pre­sen­ta a Dhee­pan (Antonytha­san Jesutha­san), un ex com­ba­tien­te que logró sal­var­se y que lue­go de que­mar su uni­for­me, deci­de emi­grar a Euro­pa para ini­ciar una nue­va vida.

Antonythasan Jesuthasan

Antonytha­san Jesuthasan

Con­si­de­ran­do que para un hom­bre sol­te­ro es mucho más difí­cil obte­ner asi­lo polí­ti­co que para una fami­lia cons­ti­tui­da, él deci­de for­mar­la fic­ti­cia­men­te tras con­ven­cer a la joven Yali­ni (Kalieas­wa­ri Sri­ni­va­san) para que pose como su espo­sa y a İllay­aal (Cla­di­ne Vina­sithamby), una niña huér­fa­na de 9 años, como hija de la pare­ja. De este modo, y recu­rrien­do a pasa­por­tes fal­sos esta fami­lia lle­ga a París; allí, el trío es ubi­ca­do en un depar­ta­men­to de un mono­blo­que habi­ta­cio­nal veni­do a menos que está situa­do en uno de los subur­bios más des­fa­vo­re­ci­dos de la ciudad.

La ilus­tra­ción de una fami­lia de inmi­gran­tes que debe inte­grar­se a un nue­vo medio social y cul­tu­ral está mag­ní­fi­ca­men­te des­crip­ta por Audiard. En pri­mer lugar, se encuen­tra la gran barre­ra impues­ta por el des­co­no­ci­mien­to del idio­ma, don­de los recién lle­ga­dos igno­ran­do casi por com­ple­to el fran­cés sólo se expre­san en la len­gua tamil que es habla­da en el nor­te de Sri Lan­ka; evi­den­tes esfuer­zos son rea­li­za­dos para que esta “fami­lia” pue­da comu­ni­car­se con ter­ce­ros. Si bien Dhee­pan es emplea­do para tra­ba­jar como guar­dián del edi­fi­cio y para efec­tuar otros menes­te­res, su supues­ta espo­sa se man­tie­ne ale­ja­da y poco dis­pues­ta a adap­tar­se a la nue­va situa­ción. Así, ella ame­na­za con irse a Ingla­te­rra don­de vive un fami­liar suyo, aban­do­nan­do por lo tan­to a su “mari­do” e “hiji­ta”; sin embar­go, cam­bia de acti­tud al lograr un tra­ba­jo en el edi­fi­cio que habi­ta, don­de debe coci­nar y cui­dar a un anciano enfer­mo. Por su par­te, İllay­aal asis­te a la escue­la don­de es ubi­ca­da en un cur­so espe­cial jun­to con otros niños inmi­gran­tes que deben apren­der fran­cés; aun­que al prin­ci­pio se sien­te frus­tra­da fren­te a la acti­tud poco ami­ga­ble de algu­nas com­pa­ñe­ras de aula, final­men­te ter­mi­na amol­dán­do­se al gru­po que la circunda.

Es intere­san­te con­tem­plar cómo cada miem­bro de esta fami­lia se vin­cu­la con los otros dos, sobre todo si se con­si­de­ra que par­tie­ron de Sri Lan­ka como com­ple­tos des­co­no­ci­dos. En tal sen­ti­do resul­ta muy con­vin­cen­te el sen­ti­mien­to pater­nal que Dhee­pan va expe­ri­men­tan­do hacia la niña tenien­do en cuen­ta que él ya tuvo una fami­lia ver­da­de­ra en Sri Lan­ka don­de per­dió a su seño­ra e hijo. Asi­mis­mo, el acer­ca­mien­to que man­tie­ne hacia Yali­ni es sen­ci­lla­men­te la de un vecino que debe com­par­tir la vivien­da con otra per­so­na, ya que por el momen­to no le es fácil acep­tar la idea de que otra mujer pue­da reem­pla­zar a su que­ri­da esposa.

Con una pri­me­ra par­te absor­ben­te a la vez que minu­cio­sa­men­te deta­lla­da, le suce­de otra de con­si­de­ra­ble impac­to. Sin que Dhee­pan y Yali­ni lo hubie­ran ima­gi­na­do, los tris­tes resa­bios del pasa­do vuel­ven a cobrar vida. Eso se debe a que en el “ban­lieu” en que habi­tan impe­ra una ener­van­te ten­sión gene­ra­da por la pre­sen­cia de ban­das delic­ti­vas riva­les que siem­bran el caos en una gue­rra intes­ti­na moti­va­da por el trá­fi­co de dro­gas. Es allí que Dhee­pan, Yali­ni y la niña se encuen­tran inser­ta­dos en un ambien­te tene­bro­so don­de la vio­len­cia polí­ti­ca del país del cual emi­gra­ron se repi­te en el nue­vo medio en que se hallan; en efec­to, pare­ce­ría impe­rar la ley de la jun­gla don­de la auto­ri­dad poli­cial bri­lla por su ausen­cia. En esta dra­má­ti­ca ilus­tra­ción, el rea­li­za­dor pre­sen­ta los hechos sin asu­mir jui­cio alguno, dejan­do que el públi­co refle­xio­ne sobre lo que está presenciando.

Audiard ha logra­do un film apa­sio­nan­te a la vez que alta­men­te polé­mi­co don­de los tópi­cos con­si­de­ra­dos no son aje­nos a la reali­dad actual; bas­ta­rá tener en cuen­ta los múl­ti­ples desa­fíos que pre­sen­ta el asen­ta­mien­to de miles de refu­gia­dos polí­ti­cos que están lle­gan­do a Euro­pa y a otros rin­co­nes del mun­do esca­pan­do del infierno de sus paí­ses, así como la vio­len­cia urba­na des­ata­da últi­ma­men­te en Fran­cia y Bél­gi­ca en los barrios mar­gi­na­les sub­ur­ba­nos con gran con­cen­tra­ción de inmi­gran­tes extraeuropeos.

Ade­más del inte­rés temá­ti­co, lo que aquí tras­cien­de es el exce­len­te tra­ta­mien­to cine­ma­to­grá­fi­co que Audiard empleó en su narra­ción apli­can­do un rit­mo pau­sa­do y mesu­ra­do que atra­pa al espec­ta­dor. Otro aspec­to impor­tan­te es haber con­vo­ca­do a acto­res des­co­no­ci­dos para asu­mir los roles pro­ta­gó­ni­cos quie­nes ofre­cen una satis­fac­to­ria inter­pre­ta­ción. En tal sen­ti­do, sobre­sa­le la pre­sen­cia de Jesutha­san; este pro­lí­fi­co autor que vive en Fran­cia, duran­te su ado­les­cen­cia estu­vo enro­la­do por tres años con los “Tigres Tami­les” y que al igual que Dhee­pan dejó su país de ori­gen para esca­par de la vio­len­cia impe­ran­te; de allí que no resul­ta extra­ño que su par­ti­ci­pa­ción asu­mien­do el rol pro­ta­gó­ni­co sea com­ple­ta­men­te natu­ral y genuina.

Si bien la com­pla­cien­te esce­na final resul­ta realís­ti­ca­men­te poco pro­ba­ble, eso no lle­ga a empa­ñar la cali­dad de este dra­ma lace­ran­te que obtu­vo el pres­ti­gio­so pre­mio de la Pal­ma de Oro en el fes­ti­val de Can­nes 2015.

Con­clu­sión: Una obra des­ga­rra­do­ra y pro­fun­da sobre la inmi­gra­ción y la vio­len­cia en la socie­dad fran­ce­sa. Jor­ge Gutman