Un Fotó­gra­fo Excepcional

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

YOU­SUF KARSH

Con el nom­bre de El Uni­ver­so de You­suf Karsh: La Esen­cia del Suje­to el Museo de Bellas Artes de Mon­treal (MBAM) ofre­ce una expo­si­ción cen­tra­da en el valio­so tra­ba­jo de You­suf Karsh (1908 – 2002), con­si­de­ra­do como el fotó­gra­fo más influ­yen­te y uno de los más tras­cen­den­tes retra­tis­tas del siglo pasado.

Gra­cias a la gene­ro­si­dad de la suce­sión de You­suf Karsh y de Estre­lli­ta Karsh, la viu­da del artis­ta, el MBAM ha reci­bi­do en dona­ción 111 foto­gra­fías del artis­ta en blan­co y negro en don­de se refle­ja su excep­cio­nal talen­to artístico.

Naci­do en Arme­nia, Karsh inmi­gró a Cana­dá en 1924 huyen­do de la repre­sión con­tra el pue­blo arme­nio. En la pro­vin­cia de Que­bec, su tío Geor­ge Nakash, que se dedi­ca­ba a la foto­gra­fía en Sher­broo­ke, lo empleó como asis­ten­te y a par­tir de ese momen­to sur­gió su pasión por la mis­ma. Apre­cian­do su inusual apti­tud le con­si­guió un tra­ba­jo de apren­diz en el taller del renom­bra­do fotó­gra­fo John Garo en Bos­ton. Karsh ha reco­no­ci­do de que Garo influ­yó enor­me­men­te en su vida y con la gran expe­rien­cia reco­gi­da ese tra­ba­jo mar­có su des­tino en el mun­do de la fotografía.

Wins­ton Chur­chill (Foto: You­suf Karsh)

En 1932 regre­sa a Cana­dá y abre su pro­pio estu­dio en Otta­wa. Su carre­ra cobró un excep­cio­nal vue­lo, cuan­do William Lyon Mac­ken­zie King, el déci­mo Pri­mer Minis­tro de Cana­dá, admi­ran­do su tra­ba­jo des­pués de haber­lo foto­gra­fia­do en 1940, logra vin­cu­lar­lo con Wins­ton Chur­chill cuan­do en 1941 efec­túa una visi­ta ofi­cial a Cana­dá. El exce­len­te retra­to del Pri­mer Minis­tro del Rei­no Uni­do trans­mi­tien­do la inten­si­dad de su mira­da le abrió las puer­tas para poder foto­gra­fiar asi­mis­mo al rey Geor­ge VI (1943). Pocos años des­pués Life Maga­zi­ne reco­no­ce su inigua­la­ble talen­to y le encar­ga en 1946 la foto­gra­fía de céle­bres artis­tas del cine como Humph­rey Bogart (1946), Ingrid Berg­man (1946) y Joan Craw­ford (1948), entre otros nombres.

Albert Eins­tein (Foto: You­suf Karsh)

Karsh ade­más de ser un maes­tro en el empleo de la ilu­mi­na­ción ha sido inmen­sa­men­te capaz de saber des­me­nu­zar las imá­ge­nes en blan­co y negro cap­tan­do con su obje­ti­vo la esen­cia de sus suje­tos; con­se­cuen­te­men­te, cada foto refle­ja fiel­men­te el carác­ter, tem­pe­ra­men­to y las emo­cio­nes de los retra­ta­dos. Des­de 1931 has­ta su reti­ro en 1992 el artis­ta efec­tuó más de 15 mil fotos que en la actua­li­dad se hallan en nume­ro­sos museos como el Museo de Belllas Artes de Bos­ton, el Museo Metro­po­li­tano de Arte de Nue­va York, la Natio­nal Por­trait Gallery de Lon­dres, el Museo de Bellas Artes de Cana­da y el MBAM.

Ernest Heming­way (Foto: You­suf Karsh)

En esta expo­si­ción des­ple­ga­da cro­no­ló­gi­ca­men­te, el visi­tan­te tie­ne la opor­tu­ni­dad de admi­rar ade­más de los retra­tos de los polí­ti­cos ya men­cio­na­dos a otros céle­bres como Dwight Ein­senho­wer (1946), John F. Ken­nedy jun­to con su espo­sa Jac­que­li­ne (1961), Pie­rre Elliott Tru­deau (1968), Fidel Cas­tro (1971), la líder huma­ni­ta­ria Madre Tere­sa (1988), Ben­zir Bhut­to (1989) y Nel­son Man­de­la (1990). Entre los emi­nen­tes cien­tí­fi­cos se encuen­tran Albert Eins­tein (1948) y Albert Sch­weitzer (1954). Entre los auto­res famo­sos se hallan los retra­tos de Geor­ge Ber­nard Shaw (1943), Willliam Somer­set Maugham (1950), Ten­nes­see Williams (1954), Ernest Heming­way (1957) y Vla­di­mir Nabo­kov (1972). Los gran­des pin­to­res como Pablo Picas­so (1954), Jean Paul Rio­pe­lle (1965), Joan Miro (1965) y Andy Warhol (1979) tam­bién están pre­sen­tes. En el mun­do de la dan­za se encuen­tran Martha Graham (1948), Karen Kain (1977) y y Rudolf Nure­yev (1977). Entre los gran­des com­po­si­to­res y remar­ca­bles músi­cos se hallan Jean Sibe­lius (1949), Pablo Casals (1954) y Glenn Gould (1957). En el mun­do líri­co está el retra­to de la exce­len­te con­tral­to Marian Ander­son (1945) y en el terreno depor­ti­vo se des­ta­ca la foto de Muham­mad Ali con sus manos (1970).

John and Jac­kie Ken­nedy (Foto: You­suf Karsh)

Esta exce­len­te expo­si­ción per­ma­ne­ce­rá has­ta el 30 de enero de 2022. La mues­tra es acom­pa­ña­da con la publi­ca­ción del libro “Le mon­de de You­suf Karsh. L’es­sen­ce du sujet° publi­ca­do por el MBAM en fran­cés e inglés. En el mis­mo se encuen­tran el tes­ti­mo­nio de la viu­da de Karsh, un ensa­yo del cura­dor de la expo­si­ción Hilliard T. Gold­farb, así como varias foto­gra­fías con citas de archi­vos, don­de el retra­tis­ta ano­tó sus refle­xio­nes e impre­sio­nes de quie­nes para él han posado.

Falli­do Melo­dra­ma Musical

DEAR EVAN HAN­SEN. Esta­dos Uni­dos, 2021. Un film de Stephen Chbosky. 137mins.

Esta come­dia musi­cal que en 2015 se estre­nó exi­to­sa­men­te en Broad­way y fue recom­pen­sa­da con seis pre­mios Tony, inclui­do al del mejor musi­cal, en su tras­la­do al cine no logra el mis­mo impac­to; eso es debi­do a la ende­ble direc­ción de Stephen Chbosky y a una dis­cu­ti­ble adap­ta­ción de Ste­ven Leven­son, autor de la obra original.

Ben Platt y Julian­ne Moore

El rela­to se cen­tra en Evan Han­sen (Ben Platt), un estu­dian­te de ense­ñan­za media que pade­ce un des­or­den de ansie­dad social y que recien­te­men­te tie­ne uno de sus bra­zos enye­sa­dos por haber caí­do de un árbol. Su extra­ña con­duc­ta lo mar­gi­na de sus com­pa­ñe­ros e inclu­so Con­nor Murphy (Cot­ton Ryan), uno de ellos, lo des­pre­cia mali­cio­sa­men­te. Pro­te­gi­do y bien ama­do por su mono­pa­ren­tal madre Hei­di (Julian­ne Moo­re), este mucha­cho sigue los con­se­jos de su psi­quia­tra quien le reco­men­dó que dia­ria­men­te escri­ba car­tas diri­gi­das a sí mis­mo comen­zan­do con “Esti­ma­do Evan Han­sen” en el que lle­gue a valo­ri­zar­se para aumen­tar su auto­es­ti­ma. El con­flic­to ini­cial de la tra­ma se pro­du­ce cuan­do en uno de los corre­do­res de la escue­la, una de las car­tas de Evan cae al sue­lo y es reco­gi­da por Con­nor quien nue­va­men­te lo agre­de sin inten­ción de devol­vér­se­la a pesar de que pre­via­men­te escri­be su nom­bre -Connor- en el bra­zo enyesado.

Sin pro­gre­sión dra­má­ti­ca algu­na, la his­to­ria refle­ja que Con­nor se sui­ci­dó sin que se sepa la cau­sa y cuan­do sus padres ‑Cynthia (Amy Adams) y Larry Murphy (Danny Pino)- encuen­tran la car­ta de Evan, creen que fue Con­nor quien la escri­bió y es allí que des­cu­bren los nobles sen­ti­mien­tos del sui­ci­da. Es así que ellos de inme­dia­to con­tac­tan a Evan agra­de­cién­do­le la her­mo­sa amis­tad man­te­ni­da con Con­nor; con el pro­pó­si­to de apro­xi­mar­se a Zoe (Kaitlyn Dever), la her­ma­na de Con­nor de quien se sien­te atraí­do, Evan deci­de con­ti­nuar la cha­ra­da don­de con su ami­go Jared (Nik Doda­ni) comien­zan a crear fal­sos e‑mails refle­jan­do todos los gra­tos momen­tos que el ansio­so Evan com­par­tió con el “ami­go” difunto.

No obs­tan­te el gran suce­so obte­ni­do en Broad­way ‑tenien­do en cuen­ta que quien esto comen­ta no ha vis­to la pie­za tea­tral- es posi­ble que la narra­ción de esta his­to­ria haya sido com­ple­ta­men­te dife­ren­te a lo que aquí se con­tem­pla. Uno de los gran­des pro­ble­mas resi­de en la inter­ca­la­ción de can­cio­nes que en nin­gún momen­to se vin­cu­lan con lo que real­men­te está ocu­rrien­do y en don­de la músi­ca de modo alguno impul­sa la pro­gre­sión del relato.

Otra obje­ción resi­de en que los per­so­na­jes esque­má­ti­ca­men­te des­crip­tos care­cen de real car­na­du­ra, con la úni­ca excep­ción de la madre de Evan que real­men­te se mani­fies­ta creí­ble; a eso se agre­ga la defi­cien­te pues­ta escé­ni­ca que mani­pu­la emo­cio­nal­men­te al espec­ta­dor con secuen­cias poco afortunadas.

Ade­más de la muy con­vin­cen­te actua­ción de Moo­re, cabe des­ta­car a Platt quien tam­bién inter­pre­tó a Han­sen en Broad­way por el que fue pre­mia­do con un Tony; sin embar­go debi­do al malo­gra­do guión su Evan luchan­do con la salud men­tal no lle­ga a cobrar vuelo.

Dicho lo que ante­ce­de, Dear Evan Han­sen es un falli­do melo­dra­ma musi­cal que a pesar de sus bue­nos valo­res de pro­duc­ción care­ce de ins­pi­ra­ción. Jor­ge Gutman

The Outsi­ders

Den­tro de la serie Clas­sic Films de Cine­plex, será repues­to The Outsi­ders: The Com­ple­te Novel en una ver­sión res­tau­ra­da. Este film ame­ri­cano fue diri­gi­do por Fran­cis Ford Cop­po­la en 1983 y está basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Susan E. Hin­ton escri­ta a los 16 años.

La acción se desa­rro­lla a prin­ci­pios de la déca­da del 60, en Tul­sa, Oklaho­ma, don­de resi­den dos ban­das juve­ni­les anta­gó­ni­cas en delli­mi­ta­dos sec­to­res de la ciu­dad. Por un lado están los “grea­sers” per­te­ne­cien­tes a la cla­se baja carac­te­ri­za­da por sus pocos recur­sos y esca­sas posi­bi­li­da­des en poder pro­gre­sar; por el otro se hallan los “dan­dies” inte­gra­dos por mucha­chos per­te­ne­cien­tes a fami­lias adi­ne­ra­das. La riva­li­dad exis­ten­te entre ambos gru­pos se mani­fies­ta a tra­vés de con­ti­nuas riñas; la situa­ción se agra­va cuan­do una noche un “grea­ser” de 14 años pene­tra en terri­to­rio ajeno y des­pués de una pelea un “dan­di” mue­re acuchillado.

Man­te­nien­do el máxi­mo nivel de cali­dad visual, en la res­tau­ra­ción de esta pelí­cu­la se incor­po­ra 22 minu­tos de metra­je que inclu­ye una intro­duc­ción del rea­li­za­dor como así tam­bién un comien­zo y una con­clu­sión que no fue­ron con­si­de­ra­dos cuan­do el film se estre­nó y que aho­ra resul­ta más acor­de con el espí­ri­tu de la novela.

Es intere­san­te des­ta­car que el elen­co del film está inte­gra­do por jóve­nes acto­res que pos­te­rior­men­te rea­li­za­ron una fruc­tí­fe­ra carre­ra como en los casos de Tom Crui­se, Matt Dillon, C. Tho­mas Howell, Patrick Sway­ze, Dia­ne Lane, Ralph Mac­chio, Rob Lowe, Emi­lio Esté­vez, Tom Waits y Sofia Coppola.

El film se exhi­bi­rá a par­tir del el 26 de sep­tiem­bre en selec­tas salas de Cine­plex.

Mani­pu­la­do­ra Emperatriz

AGRIP­PI­NA

La ópe­ra Agrip­pi­na que fue trans­mi­ti­da en direc­to des­de el Met el 29 de febre­ro de 2020 vol­ve­rá a ser pre­sen­ta­da esta sema­na. Para los aman­tes del géne­ro líri­co que no han teni­do opor­tu­ni­dad de ver­la, podrán juz­gar­la gra­cias a la fil­ma­ción efec­tua­da en esa oportunidad.

(Foto Met)

Esta crea­ción líri­ca de Geor­ge Frie­drich Haen­del y libre­to del car­de­nal y diplo­má­ti­co Vin­cen­zo Gri­ma­ni­que fue estre­na­da en Vene­cia a fines de diciem­bre de 1709. La mis­ma no es muy fre­cuen­ta­da en la medi­da que exis­te la impre­sión de que las ópe­ras barro­cas no se ajus­tan al gus­to de las audien­cias moder­nas; sin embar­go Agrip­pi­na reúne todos los ingre­dien­tes pro­pios de las obras de Ver­di, Puc­ci­ni, Doni­zet­ti o Wag­ner para satis­fa­cer al públi­co aman­te de ese géne­ro lírico.

El argu­men­to que está ambien­ta­do en la Roma Anti­gua, gira en torno de la empe­ra­triz Agrip­pi­na quien ape­la a toda suer­te de maqui­na­cio­nes para que su mari­do Clau­dius, su segun­do espo­so, ceda el trono a su poco cali­fi­ca­do hijo Nero­ne pro­ve­nein­te de un matri­mo­nio ante­rior; pero en su camino ella encon­tra­rá algu­nos obs­tácu­los gene­ra­dos por la suge­ren­te Pop­pea, el gene­ral Otho y un par de cor­te­sa­nos. Como come­dia satí­ri­ca, no fal­tan las intri­gas, cinis­mo como tam­bién el buen humor en un rela­to que refle­ja cla­ra­men­te los mane­jos del poder y que cier­ta­men­te tie­ne rele­van­cia en la épo­ca actual.

Bren­da Rae y Joy­ce DiDo­na­to. (Foto: Marty Sohl)

La pro­duc­ción actual per­te­ne­ce al des­ta­ca­do direc­tor David McVi­car quien la puso en esce­na por pri­me­ra vez en 2000 para la Mon­naie en Bru­se­las ubi­can­do la acción en la épo­ca actual; al hacer­lo, pre­sen­ta un dis­tor­sio­na­do espe­jo de la socie­dad con­tem­po­rá­nea; en don­de resal­ta las intri­gas corrup­tas de las cla­ses polí­ti­cas. Esta ver­sión es la que se verá en el Met que por pri­me­ra vez pre­sen­ta esta ópera.

Kate Lind­sey y Joy­ce DiDonatto.(Foto: Marty Sohl)

El elen­co está enca­be­za­do por la exce­len­te soprano Joy­ce DiDo­na­to en el rol titu­lar de la omni­po­ten­te empe­ra­triz. La mez­zo soprano Kate Lind­sey ani­ma al débil men­tal Nero (Nero­ne) en tan­to que la soprano Bren­da Rae hacien­do su debut para el Met inter­pre­ta a la seduc­to­ra Pop­pea. En otros roles el con­tra­te­nor Iyestyn Davies es el ambi­cio­so ofi­cial Otho (Otto­ne) y el bajo Matthew Rose es el empe­ra­dor Clau­dius (Clau­dio). El repar­to se com­ple­ta con la par­ti­ci­pa­ción del con­tra­te­nor Nicho­las Tam­gna quien debu­ta en el Met encar­nan­do a Nar­cis­sus (Nar­ci­so) y el barí­tono Dun­can Rock es Pallas (Pallan­te).

La direc­ción musi­cal está a car­go del maes­tro Harry Bic­ket quien es renom­bra­do por sus inter­pre­ta­cio­nes del reper­to­rio barro­co. La esce­no­gra­fía y dise­ño de ves­tua­rio son de John Mac­far­la­ne, en tan­to que Pau­le Cons­ta­ble es res­pon­sa­ble del dise­ño de ilu­mi­na­ción. La coreo­gra­fía está a car­go de Andrew Geor­ge.

La ópe­ra que es can­ta­da en su ver­sión ori­gi­nal ita­lia­na con sub­tí­tu­los en inglés será difun­di­da el 25 de sep­tiem­bre de 2021  en los cines cana­dien­ses de Cine­plex

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (5)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gut­man 

Bene­dic­tion (Gran Bretaña)

Con la ele­gan­cia, meticu­losi­dad, pre­cio­sis­mo y liris­mo que Teren­ce Davies impreg­na a sus fil­mes, nue­va­men­te esas cua­li­da­des se evi­den­cian en su recien­te tra­ba­jo abor­dan­do al poe­ta y escri­tor bri­tá­ni­co Sieg­fried Sas­soon (1886 – 1967) a tra­vés de un rela­to no lineal mag­ní­fi­ca­men­te estructurado.

Bene­dic­tion

Aun­que la crea­ti­vi­dad como poe­ta que­da tes­ti­mo­nia­da en el film, Davies ‑igual­men­te res­pon­sa­ble del guión- enfa­ti­za su aspec­to humano resal­tan­do al hom­bre aco­sa­do por los recuer­dos del impac­to vivi­do como ofi­cial del ejér­ci­to bri­tá­ni­co en la Pri­me­ra Gue­rra Mundial.

Duran­te el con­flic­to béli­co, Sas­soon (Jack Low­den) es con­de­co­ra­do como héroe de gue­rra por su valen­tía y des­ta­ca­da actua­ción; no obs­tan­te, al haber con­tem­pla­do el sacri­fi­cio de innu­me­ra­bles vidas acri­bi­lla­das en las trin­che­ras, des­pués de haber fina­li­za­do su perío­do de con­va­le­cen­cia fren­te a sus supe­rio­res cri­ti­ca a su país por con­ti­nuar par­ti­ci­pan­do en la gue­rra. Gra­cias a las cone­xio­nes de su ami­go Rob­bie Ross (Simon Rus­sell Bea­le) él evi­ta ser juz­ga­do en una cor­te mar­cial pero en cam­bio es envia­do a una clí­ni­ca psi­quiá­tri­ca en Esco­cia para que sea obje­to de un tra­ta­mien­to ade­cua­do, a pesar de ser due­ño de una com­ple­ta cla­ri­dad men­tal. En el esta­ble­ci­mien­to hos­pi­ta­la­rio cono­ce a Wil­fred Owen (Matthew Tenny­son), un pacien­te que le ofre­ce su poe­ma “Disa­bled” para que lo juz­gue; la cone­xión que man­tie­ne con Owen tan­to en lo per­so­nal como en el terreno inte­lec­tual lo ins­pi­ra­rá para lle­gar a ser un emi­nen­te poe­ta don­de varias de sus poe­sías están basa­das en su expe­rien­cia vivi­da en el fren­te de batalla.

En otros aspec­tos de su vida el rela­to con­si­de­ra sus des­en­ga­ños amo­ro­sos con hom­bres, espe­cial­men­te con el actor Ivor Nove­llo (Jeremy Irvi­ne) y pos­te­rior­men­te con el joven aris­tó­cra­ta Stephen Ten­nant (Calam Lynch); con todo, a fin de cubrir las apa­rien­cias Sas­son con­trae matri­mo­nio con la joven Hes­ter (Kate Phillips).

En la eta­pa oto­ñal de su exis­ten­cia, se con­tem­pla a Sieg­fried (Peter Capal­di) acom­pa­ña­do de Hes­ter (Gema Jones) y de su hijo adul­to Geor­ge (Richard Goul­ding). Tra­tan­do de encon­trar un ver­da­de­ro sen­ti­do a su vida no pue­de borrar de su memo­ria los horro­res de la gue­rra, como asi­mis­mo sus víncu­los homo­se­xua­les; de algún modo bus­ca su reden­ción en la reli­gión con su con­ver­sión al cato­li­cis­mo, acti­tud seve­ra­men­te cri­ti­ca­da por su hijo.

Con suma pre­ci­sión, en su narra­ción Davies inter­ca­la impor­tan­te mate­rial de archi­vo fil­ma­do ilus­tran­do los horro­res de la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial como así tam­bién ape­la a la voz en off reci­tan­do los poe­mas anti­bé­li­cos de su pro­ta­go­nis­ta. Que­da como resul­ta­do un valio­so film imbui­do de dolor, tris­te­za y melan­co­lía expo­nien­do a un reco­no­ci­do poe­ta que no obs­tan­te su éxi­to pro­fe­sio­nal resul­tó insa­tis­fe­cho por no haber alcan­za­do con ple­ni­tud lo que se había propuesto.

Así como el rea­li­za­dor bri­tá­ni­co ofre­ció un exce­len­te retra­to de la poe­ta ame­ri­ca­na Emily Dic­kin­son en A Quiet Pas­sion,(2016), con Bene­dic­tion nue­va­men­te se con­sa­gra des­cri­bien­do la com­ple­ja per­so­na­li­dad de su anti­be­li­cis­ta compatriota.

Unclen­ching The Fists (Rusia)

La rea­li­za­do­ra Kira Kova­len­ko abor­da un dra­ma fami­liar en el que una mucha­cha inten­ta en su pro­ce­so de ini­cia­ción libe­rar­se del medio en que vive para ser due­ña de sí mis­ma, sin que nadie deci­da por ella.

Unclen­ching The Fists

El rela­to se desa­rro­lla en Mazur, un pue­blo mine­ro ubi­ca­do en la región sure­ña rusa de Ose­tia del Nor­te, don­de resi­de Ada (Mila­na Agu­za­ro­va) quien huér­fa­na de madre con­vi­ve con su padre Zaur (Alik Karaev) y su her­mano menor Dak­ko (Khe­tag Bibi­lov). El deso­la­do e inhós­pi­to lugar no ofre­ce a la joven incen­ti­vo alguno al estar aca­rrean­do una exis­ten­cia gris y monó­to­na. Para peor, su vida está regi­da por su padre sobre­pro­tec­tor y deci­di­da­men­te hos­til quien ade­más de rete­ner­le el pasa­por­te le nie­ga dar­le la lla­ve del depar­ta­men­to en don­de habi­tan y solo le per­mi­te que sal­ga cuan­do debe diri­gir­se a su tra­ba­jo en una peque­ña tien­da de comestibles.

En esa espe­cie de cár­cel que cons­ti­tu­ye su hogar ella no pue­de obte­ner ayu­da del inma­du­ro Dak­ko ni tam­po­co de su cor­te­jan­te Tamik (Arsen Khe­ta­gu­rov). La úni­ca espe­ran­za de eman­ci­pa­ción está en Akim (Sosian Khu­gaev), su her­mano mayor que logró esca­par de su padre al haber encon­tra­do un tra­ba­jo en Ros­tov y que aho­ra ha regre­sa­do al pue­blo; sin embar­go la ines­ta­bi­li­dad men­tal de Ada como resul­ta­do de su estrés emo­cio­nal com­pli­ca la situación.

La muy bue­na foto­gra­fía de Pavel Fomin­tsev per­mi­te cap­tar ple­na­men­te el medio ambien­te claus­tro­fó­bi­co en que trans­cu­rre la acción y su reper­cu­sión en la con­duc­ta de sus per­so­na­jes. Con una efi­cien­te pues­ta escé­ni­ca, Kova­len­ko que ade­más es la coguio­nis­ta del film ha logra­do que sus acto­res, espe­cial­men­te Agu­za­ro­va y Karaev, trans­mi­tan un inten­so rea­lis­mo a sus per­so­na­jes en esta per­tur­ba­do­ra y sofo­can­te his­to­ria en don­de se insi­núa cier­to nivel de inces­to en la rela­ción de la joven con sus hermanos.

El talen­to de la rea­li­za­do­ra ha sido reco­no­ci­do en el últi­mo fes­ti­val de Can­nes cuyo tra­ba­jo obtu­vo el pre­mio al mejor film exhi­bi­do en la sec­ción Un Cer­tain Regard.

7 Pri­sio­nei­ros (Bra­sil)

El direc­tor bra­si­le­ño Ale­xan­dre Morat­to des­pués de haber obte­ni­do varios pre­mios por Socra­tes (2018), su pri­mer lar­go­me­tra­je, aho­ra entre­ga un sóli­do dra­ma de con­no­ta­ción moral.

7 Pri­sio­nei­ros

El guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Thay­ná Man­tes­so pre­sen­ta a Mateus (Chris­tian Mal­hei­ros), un mucha­cho de 18 años vivien­do humil­de­men­te con su madre y her­ma­nas en la región rural de Catan­du­va; gra­cias a la ges­tión de un inter­me­dia­rio local ha con­se­gui­do un empleo en Sao Pau­lo don­de aguar­da lograr un mejor futu­ro. Des­pués de des­pe­dir­se de los suyos es trans­por­ta­do jun­to con otros mucha­chos de simi­lar con­di­ción social a la gran metró­po­li; al lle­gar a des­tino com­prue­ban que el lugar de tra­ba­jo es un gran depó­si­to de cha­ta­rra. Allí son reci­bi­dos por Luca (Rodri­go San­to­ro), el geren­te del local, quien les retie­ne la docu­men­ta­ción de iden­ti­dad y les seña­la que en poco tiem­po más reci­bi­rán el for­mal con­tra­to de tra­ba­jo. Des­pués de pocos días de exte­nua­da labor los 7 tra­ba­ja­do­res recla­man sus sala­rios y es ahí don­de Luca con máxi­ma seve­ri­dad les seña­la que ellos debe­rán pre­via­men­te can­ce­lar la deu­da pen­dien­te gene­ra­da por el trans­por­te a la ciu­dad, la comi­da que se les brin­da y el pre­ca­rio alo­ja­mien­to en ese mis­mo lugar. Dán­do­se cuen­ta que han sido enga­ña­dos, inten­tan esca­par pero se encuen­tran impe­di­dos de salir al exte­rior del inmen­so taller como al pro­pio tiem­po Luca les retie­ne sus celu­la­res y ade­más les ame­na­za que aten­ta­rá con­tra sus fami­lia­res si aca­so per­sis­ten en aban­do­nar el tra­ba­jo. Es así que de hecho com­prue­ban que están pri­sio­ne­ros e inco­mu­ni­ca­dos con el res­to del mun­do: la efí­me­ra espe­ran­za es que podrán ser libe­ra­dos una vez que con el pro­du­ci­do de la labor rea­li­za­da pue­dan devol­ver el mon­to adeudado.

A medi­da que trans­cu­rre el tiem­po y la situa­ción se va dete­rio­ran­do, Mateus opta por nego­ciar con Luca hacién­do­le ver que él logra­rá que su gru­po incre­men­te la pro­duc­ti­vi­dad de la empre­sa. Es así que va obte­nien­do una mayor liber­tad, al pro­pio tiem­po que les hace ver a sus com­pa­ñe­ros que tra­tan­do de ganar la con­fian­za del patrón, podrá sacar­los de su encie­rro. La efi­ca­cia e inte­li­gen­cia de Mateus le per­mi­te avan­zar pro­gre­si­va­men­te en la fir­ma obte­nien­do impor­tan­tes pri­vi­le­gios pero es enton­ces cuan­do la leal­tad y soli­da­ri­dad hacia su gru­po se des­va­ne­ce por completo.

Morat­to crea un pon­de­ra­ble thri­ller que se inten­si­fi­ca con la pro­gre­sión del rela­to. A tra­vés del mis­mo efec­túa una seve­ra denun­cia al trá­fi­co humano que aquí se ejem­pli­fi­ca con jóve­nes pro­ve­nien­tes de sec­to­res pobres y sin mayor for­ma­ción quie­nes en pro­cu­ra de un mejor empleo ter­mi­nan con­vir­tién­do­se en meros escla­vos de una moder­na socie­dad. Simul­tá­nea­men­te que­da expues­to cómo los intere­ses eco­nó­mi­cos en jue­go ‑en este caso el de la empre­sa de cha­ta­rra- gene­ran una cri­mi­nal aso­cia­ción con mafio­sos, polí­ti­cos y corrup­tos guar­dia­nes de la ley.

En el buen elen­co se des­ta­can San­to­ro como el impla­ca­ble explo­ta­dor car­ce­le­ro y Mal­hei­ros brin­dan­do total nota­ble con­vic­ción al per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co que habien­do logra­do su liber­tad car­ga sobre su con­cien­cia el con­flic­to moral por su des­leal­tad y ausen­cia de soli­da­ri­dad hacia sus com­pa­ñe­ros de trabajo.

Con una narra­ción con­ci­sa y diná­mi­ca el rea­li­za­dor ha logra­do un mag­ní­fi­co film en don­de el espec­ta­dor se invo­lu­cra por com­ple­to con la suer­te de sus per­so­na­jes

I’m Your Man (Ale­ma­nia)

En esta pelí­cu­la la direc­to­ra Maria Schra­der ofre­ce una his­to­ria que cau­ti­va por su nota­ble originalidad.

I’m Your Man

Si este film hubie­se sido rea­li­za­do a media­dos del siglo pasa­do habría sido cate­go­ri­za­do como una come­dia de cien­cia fic­ción o aca­so como una fan­ta­sía bien ela­bo­ra­da. Con el increí­ble avan­ce tec­no­ló­gi­co regis­tra­do en las últi­mas déca­das, lo que ofre­ce la rea­li­za­do­ra en su exce­len­te guión escri­to con Jan Schom­burg bien podría acon­te­cer en un futu­ro cercano.

La acción trans­cu­rre en Ber­lín don­de se sale al encuen­tro de la antro­pó­lo­ga Alma (Maren Eggert) quien tra­ba­ja en el renom­bra­do Museo de Pér­ga­mo. Con el pro­pó­si­to de reu­nir los fon­dos nece­sa­rios para su pró­xi­ma inves­ti­ga­ción ella acep­ta el desa­fío de some­ter­se a un sin­gu­lar expe­ri­men­to; el mis­mo con­sis­te en con­vi­vir duran­te tres sema­nas con Tom (Dan Ste­vens), un robot espe­cial­men­te pro­gra­ma­do, debien­do obser­var su com­por­ta­mien­to a fin de deter­mi­nar si aca­so se ha logra­do el hom­bre per­fec­to que pue­da inte­grar­se a la socie­dad. A todo ello es nece­sa­rio pre­ci­sar que la super­vi­so­ra de Alma (San­dra Hüller) ha sido igual­men­te con­ce­bi­da en un labo­ra­to­rio científico.

En un comien­zo, Alma no se sien­te muy cómo­da en su hogar con la pre­sen­cia del pecu­liar anfi­trión vién­do­lo poner orden en su biblio­te­ca, pre­pa­rán­do­le el desa­yuno, tra­tan­do de hala­gar­la y com­pla­cer­la en todo sen­ti­do, pero a pesar de que ella evi­ta sen­tir­se atra­pa­da por el bello androi­de que tie­ne delan­te suyo, poco a poco va cam­bian­do de acti­tud has­ta lle­gar al pun­to en que se gene­ra una nota­ble inti­mi­dad entre ambos.

En un rela­to que se nutre con situa­cio­nes de fran­co humor, la rea­li­za­do­ra crea un sor­pren­den­te rea­lis­mo al ilus­trar el vue­lo román­ti­co entre el huma­noi­de y Alma. El film se valo­ri­za con la excep­cio­nal inter­pre­ta­ción de Eggert ‑que le valió el pre­mio a la mejor actriz en el fes­ti­val de Ber­lin- y la par­ti­ci­pa­ción de Ste­vens quien con mag­ní­fi­ca pre­ci­sión com­po­ne a un per­so­na­je que de mane­ra ambi­gua da la sen­sa­ción de adqui­rir la con­duc­ta de un hom­bre capaz de gene­rar una emo­ción simi­lar a la de un ver­da­de­ro ser humano.

Aun­que no ha sido la inten­ción de la direc­to­ra el plan­tear una temá­ti­ca filo­só­fi­ca sobre el empleo de la tec­no­lo­gía moder­na, lo cier­to es que a tra­vés de su impe­ca­ble rea­li­za­ción de mane­ra inte­li­gen­te intro­du­ce al espec­ta­dor en un rele­van­te tema. Así, del mis­mo modo que pode­mos intro­du­cir a nues­tros hoga­res al alta­voz inte­li­gen­te lla­ma­do Ale­xa, nada fan­ta­sio­so sería supo­ner que la inte­li­gen­cia arti­fi­cial sea capaz de con­ce­bir a un robot con todos los atri­bu­tos de un humano tal como se con­tem­pla en el meri­to­rio tra­ba­jo de Schrader.

AHE­D’S KNEE (Israel) 

Habien­do obte­ni­do en 2019 el máxi­mo galar­dón en el fes­ti­val de Ber­lín con Synonyms, el direc­tor Nadav Lapid retor­na con otro dra­ma en el que con inusi­ta­da ener­gía expre­sa el sen­ti­mien­to que lo ani­ma como ciu­da­dano israe­lí. Es nece­sa­rio acla­rar que el roda­je del film se reali­zó antes de que Ben­ja­min Netan­yahu deja­ra el car­go de Pri­mer Ministro.

AHE­D’S KNEE

El rea­li­za­dor se vale de su pro­pio guión para des­cri­bir a un cineas­ta lla­ma­do Y (Avsha­lom Pollak) que deci­di­da­men­te es su alter ego. En la fic­ción, este per­so­na­je avi­zo­ra como pró­xi­mo pro­yec­to fil­mar Ahe­d’s Knee basa­do en la vida real de Ahed Tami­ni, una acti­vis­ta pales­ti­na que sufrió una heri­da en su rodi­lla al haber sido balea­da por un sol­da­do israe­lí. En tan­to, Y ha acep­ta­do una invi­ta­ción de Yaha­lom (Nur Fibak), una fun­cio­na­ria del Minis­te­rio de Cul­tu­ra para la pro­yec­ción de su últi­mo film en el desér­ti­co valle de Ara­vah don­de ella resi­de. Des­pués de la exhi­bi­ción se ha dis­pues­to que el direc­tor par­ti­ci­pe en un colo­quio de pre­gun­tas y res­pues­tas con el públi­co asis­ten­te. Mien­tras la pro­yec­ción se efec­túa Yaha­lom le entre­ga un for­mu­la­rio que debe lle­nar y que será des­ti­na­do al Minis­te­rio de Cul­tu­ra don­de tie­ne que some­ter­se a estric­tos tópi­cos de dis­cu­sión auto­ri­za­dos en su char­la con los espec­ta­do­res. Esa cen­su­ra a la liber­tad de expre­sión moti­va a que Y, cier­ta­men­te trau­ma­ti­za­do por lo que sufrió como sol­da­do en la gue­rra con El Líbano, no pue­da ocul­tar su indig­na­ción; en con­se­cuen­cia, a tra­vés de un lar­go monó­lo­go que gra­ba en su celu­lar se des­pa­cha con un incen­dia­rio dis­cur­so en don­de vuel­ca su repug­nan­cia y asco hacia el gobierno de Netan­yahu y su minis­tra de cultura.

En este film radi­cal y explo­si­vo Lapid lan­za una vez más sus dar­dos al país en que vive, aun­que la for­ma de expre­sar­lo no sea dema­sia­do sutil. Que­da cla­ro, que a tra­vés de su pro­ble­má­ti­co pro­ta­go­nis­ta quie­re expre­sar la seve­ra cri­sis exis­ten­cial que atra­vie­sa y de qué mane­ra el gobierno israe­lí va afec­tan­do su identidad.

Con una agi­ta­da pues­ta escé­ni­ca que recu­rre a varias rup­tu­ras para intro­du­cir núme­ros musi­ca­les un tan­to dis­cu­ti­bles, el ico­no­clas­ta rea­li­za­dor con­tó con la excep­cio­nal inter­pre­ta­ción de Pollak, el exce­len­te coreó­gra­fo de dan­za con­tem­po­rá­nea, quien trans­mi­te aca­ba­da­men­te la cóle­ra de un cineas­ta impo­ten­te de no poder modi­fi­car la reali­dad que lo envuelve.