La Madre del Blues

MA RAI­NE­Y’S BLACK BOT­TOM. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film de Geor­ge C. Wol­fe. 93 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix 

Esta pelí­cu­la de Geor­ge C. Wol­fe está basa­da en la pie­za tea­tral Ma Rai­ne­y’s Black Bot­tom de August Wil­son escri­ta en 1982 con la adap­ta­ción rea­li­za­da por el guio­nis­ta Ruben San­tia­go-Hud­son. En la obra el remar­ca­ble autor y dra­ma­tur­go ame­ri­cano des­apa­re­ci­do en 2005 rin­de tri­bu­to al blues a tra­vés de la per­so­na­li­dad de Ger­tru­de “Ma” Rai­ney (1886 – 1939). Esta can­tan­te negra con­si­de­ra­da la “Madre del Blues” ha sido una de las mayo­res repre­sen­tan­tes de esta expre­sión musi­cal que sur­gió a prin­ci­pios del siglo pasa­do expre­san­do el sen­ti­mien­to y lega­do de la comu­ni­dad afroestadounidense.

Vio­la Davis

Aun­que este film no ocul­ta su ori­gen tea­tral, el rea­li­za­dor trans­mi­te de mane­ra con­ci­sa y con jus­te­za el vigo­ro­so con­te­ni­do de la pie­za a tra­vés de las estu­pen­das inter­pre­ta­cio­nes de Vio­la Davis y Chad­wick Bose­man así como la del irre­pro­cha­ble elen­co que los rodea.

En la pri­me­ra esce­na se obser­va a dos jóve­nes mucha­chos corrien­do por una zona bos­co­sa para lle­gar a tiem­po al con­cier­to de la gran Rai­ney (Davis) en Bar­nes­vi­lle ‑esta­do de Geor­gia- en 1927. Des­pués de esa secuen­cia la acción con­ti­núa en el verano del mis­mo año en Chica­go en los estu­dios de gra­ba­ción del pro­duc­tor blan­co Sturdy­vant (Jonny Coy­ne) don­de se efec­tua­rá un regis­tro dis­co­grá­fi­co de la can­tan­te inclu­yen­do las can­cio­nes más cele­bra­das de su reper­to­rio. Aguar­dan­do su lle­ga­da, en la sala de ensa­yos del estu­dio se halla su ban­da de músi­cos negros inte­gra­da por el trom­bo­nis­ta Cutler (Col­man Domin­go), el pia­nis­ta Tole­do (Glynn Tur­man), el con­tra­ba­jis­ta Slow Drag (Michael Potts) y el joven trom­pe­tis­ta y com­po­si­tor Levee (Bose­man) . A todo ello Irvin (Jeremy Sha­mos), el inquie­to repre­sen­tan­te blan­co de la can­tan­te, tra­ta de apla­car la impa­cien­cia de Sturdy­vant ante la pro­lon­ga­da demo­ra de la diva.

Chad­wick Boseman

Cuan­do final­men­te ella arri­ba acom­pa­ña­da de Dus­sie Mae (Tay­lour Pai­ge), su joven y atrac­ti­va pare­ja y de su sobrino Syl­ves­ter (Dusan Brown), no tie­ne inten­ción algu­na de dis­cul­par­se por la tar­dan­za; encon­trán­do­se en el pinácu­lo de su carre­ra sabe que su voz cons­ti­tu­ye su gran teso­ro y por ello es capaz de desa­fiar al esta­blish­ment blan­co al pro­por­cio­nar­le sucu­len­tos bene­fi­cios pecu­nia­rios con sus gra­ba­cio­nes. Al reen­con­trar­se con sus músi­cos se pro­du­ce el pri­mer momen­to de ten­sión cuan­do ella recha­za el esti­lo musi­cal­men­te moderno efec­tua­do por Levee de “Black Bot­tom”, una de las can­cio­nes a ser gra­ba­da, ame­na­zan­do con reti­rar­se del estu­dio en caso de no ser acep­ta­da la ver­sión tra­di­cio­nal. El otro encon­tro­na­zo se pro­du­ce cuan­do insis­te en que sea su sobrino, en lugar de Levee, quien la pre­sen­te antes de comen­zar a can­tar a pesar del inter­mi­ten­te tar­ta­mu­deo del muchacho.

Davis tal como lo demos­tra­ra en Fen­ces (2016) ‑otra ver­sión fíl­mi­ca de la obra homó­ni­ma de Wil­son por la que obtu­vo un Oscar- sigue des­lum­bran­do al haber­se intro­du­ci­do por com­ple­to en la per­so­na­li­dad de una artis­ta que cons­cien­te de sus exce­len­tes con­di­cio­nes voca­les en la músi­ca que inter­pre­ta sabe que tie­ne la sar­tén por el man­go enfren­tan­do a los blan­cos en un medio social­men­te racis­ta; es admi­ra­ble la carac­te­ri­za­ción que efec­túa exhi­bien­do el tem­pe­ra­men­to vol­cá­ni­co de Rai­ney, su extra­va­gan­cia, capri­cho, obs­ti­na­ción y des­inhi­bi­ción dada su dife­ren­te orien­ta­ción sexual.

La hip­nó­ti­ca inter­pre­ta­ción de Davis de nin­gún modo hace som­bra a la de Bose­man en su últi­mo tra­ba­jo para el cine poco tiem­po antes de falle­cer en agos­to pasa­do a cau­sa de un cán­cer. El malo­gra­do actor trans­mi­te mara­vi­llo­sa­men­te el ímpe­tu del joven músi­co due­ño de un esti­lo dife­ren­te que aspi­ra a crear su pro­pia ban­da musi­cal. Su actua­ción es nada menos que anto­ló­gi­ca en dos inol­vi­da­bles secuen­cias; en una de ellas, a tra­vés de un con­mo­ve­dor monó­lo­go recuen­ta su trau­má­ti­ca expe­rien­cia cuan­do a los 8 años de edad tes­ti­mo­nió las veja­cio­nes que varios hom­bres blan­cos infli­gie­ron a su madre y la lec­ción reci­bi­da de su padre sobre cómo tra­tar­los sin temor alguno; en otra esce­na expre­sa con ardien­te rabia su nega­ción de Dios por­que de haber exis­ti­do no habría per­mi­ti­do la sal­va­je explo­ta­ción e injus­ti­cia sufri­da por la comu­ni­dad negra.

Este elo­cuen­te y poten­te dra­ma ade­más de ilus­trar los con­flic­tos inter­nos entre los miem­bros de la comu­ni­dad afro­ame­ri­ca­na deja tras­cen­der la lucha empren­di­da por su dig­ni­dad en un perío­do en que los migran­tes negros del sur cre­ye­ron que des­pla­zán­do­se al nor­te del país encon­tra­rían mejo­res con­di­cio­nes de vida; evi­den­te­men­te, ese sue­ño ame­ri­cano nun­ca lle­gó a con­cre­tar­se y lo que resul­ta más des­afor­tu­na­do es que el segre­ga­cio­nis­mo racial de anta­ño aún sigue per­sis­tien­do en la actua­li­dad. Jor­ge Gutman

El Bai­le de Graduación

THE PROM. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film de Ryan Murphy 131 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Net­flix 

A pocos días del estreno de Christ­mas on the Squa­re el públi­co tie­ne la opor­tu­ni­dad de juz­gar otra come­dia musi­cal que sin revo­lu­cio­nar al géne­ro logra su pro­pó­si­to de entre­te­ner sana­men­te, lo que no es de des­de­ñar en esta épo­ca som­bría por la que el mun­do atraviesa.

Meryl Streep y James Corden

El direc­tor Ryan Murphy des­pués de haber esta­do ausen­te por 10 años retor­na al cine tras­la­dan­do a la pan­ta­lla The Prom cuya obra homó­ni­ma de Bob Mar­tin, Chad Begue­lin y Matthew Sklar fue repre­sen­ta­da en Broad­way en 2018. En líneas gene­ra­les, la adap­ta­ción de Mar­tin y Begue­lin sigue los pasos de la ver­sión tea­tral fusio­nan­do algu­nos entre­te­lo­nes del mun­do del espec­tácu­lo con el tema de la orien­ta­ción sexual.

La dúc­til Meryl Streep ani­ma a Dee Dee Allen, una legen­da­ria estre­lla tea­tral de Broad­way quien con su com­pa­ñe­ro de rubro Barry Glick­man (James Cor­den) aca­ban de estre­nar el musi­cal Elea­nor, basa­do en la espo­sa de Fran­klin D. Roo­se­velt. Des­pués de la pri­me­ra repre­sen­ta­ción, los dos jun­to con el elen­co par­ti­ci­pan­te aguar­dan en el res­tau­ran­te Sar­di los comen­ta­rios de la pren­sa; cuan­do los mis­mos comien­zan a apa­re­cer, ellos no pue­den dar cré­di­to de las pési­mas crí­ti­cas reci­bi­das don­de fun­da­men­tal­men­te se acha­ca el exa­cer­ba­do nar­ci­sis­mo de sus pro­ta­go­nis­tas. Como con­se­cuen­cia de la nega­ti­va recep­ción la obra baja inme­dia­ta­men­te de car­tel y eso obli­ga a Dee Dee y Barry a bus­car la solu­ción para repa­rar la ima­gen públi­ca. Para ello nada mejor que rea­li­zar una bue­na acción que les ser­vi­rá para pro­mo­cio­nar­se y reha­bi­li­tar sus carre­ras; la oca­sión se pre­sen­ta cuan­do se ente­ran por inter­net que en una peque­ña ciu­dad de India­na, la estu­dian­te Emma (Jo Ellen Pell­man) es impe­di­da de asis­tir al bai­le de gra­dua­ción de su escue­la con su novia Alys­sa (Arian­na De Bose).

Eso moti­va a que Dee Dee y Barry acom­pa­ña­dos de Angie (Nico­le Kid­man) y Trent (Andrew Ran­nells), dos acto­res cole­gas, via­jen a India­na para soco­rrer a Emma. Al lle­gar a des­tino el gran desa­fío del gru­po resi­de en lidiar con la men­ta­li­dad homo­fó­bi­ca de la direc­to­ra de una aso­cia­ción de padres (Kerry Washing­ton) que de nin­gu­na mane­ra acep­ta que la les­bia­na Emma acu­da a la fies­ta con una per­so­na de igual sexo. Sin embar­go, los visi­tan­tes con­ta­rán con la bene­vo­len­cia y com­pren­sión del direc­tor afro­ame­ri­cano de la escue­la (Kee­gan-Michael Key), gran admi­ra­dor de Dee Dee, para que des­pués de cier­tos con­tra­tiem­pos los áni­mos se apa­ci­güen y lle­gar final­men­te a un com­pla­cien­te desenlace.

La his­to­ria no se carac­te­ri­za pre­ci­sa­men­te por su ori­gi­na­li­dad aun­que su men­sa­je de tole­ran­cia y acep­ta­ción de la iden­ti­dad sexual siem­pre es bien­ve­ni­do. En su narra­ti­va Murphy per­mi­te lograr la cone­xión empá­ti­ca con el per­so­na­je de Emma, como tam­bién con el de Barry quien tiem­po atrás había sido echa­do de su hogar por ser gay. Igual­men­te, aun­que no sea su prin­ci­pal obje­ti­vo, el rela­to deja entre­ver el con­tras­te cul­tu­ral entre los valo­res que pre­va­le­cen en una inmen­sa ciu­dad cos­mo­po­li­ta como lo es Nue­va York con el com­por­ta­mien­to con­ser­va­dor de los habi­tan­tes de peque­ñas loca­li­da­des de Esta­dos Unidos.

Cier­ta­men­te hay algu­nos cli­sés que pudie­ron haber­se evi­ta­do, como por ejem­plo lo es el sen­ti­men­tal reen­cuen­tro y recon­ci­lia­ción de Barry con su arre­pen­ti­da madre (Tra­cey Ull­man), pero eso no alcan­za a des­es­ti­mar el encan­to de este liviano film. Murphy se mane­ja idó­nea­men­te impri­mien­do buen rit­mo a The Prom cuya soli­dez resi­de en sus bue­nos núme­ros musi­ca­les, nota­ble ves­tua­rio, impe­ca­ble dise­ño de pro­duc­ción una mag­ní­fi­ca coreo­gra­fía y la par­ti­ci­pa­ción de un homo­gé­neo elen­co que se des­en­vuel­ve con hol­gu­ra. Dis­tin­ción espe­cial mere­ce la excep­cio­nal Meryl Streep; la ener­gía y vita­li­dad que trans­mi­te a su per­so­na­je, su afi­na­do tono vocal en las can­cio­nes que inter­pre­ta y sus vis­to­sos pasos de bai­le con­tri­bu­yen a que el espec­ta­dor dis­fru­te ple­na­men­te con su pre­sen­cia. Jor­ge Gutman

Una Remar­ca­ble Dama

NAS­RIN. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Jeff Kauf­man. 92 minutos.

Así como Esta­dos Uni­dos tuvo en la excep­cio­nal jue­za de la Cor­te Supre­ma Ruth Gader Gins­burg a una apa­sio­na­da femi­nis­ta, Irán tie­ne como expo­nen­te a la abo­ga­da Nas­rin Sotou­deh, quien es una deno­da­da e infa­ti­ga­ble dama defen­dien­do a quie­nes se ven afec­ta­dos en sus legí­ti­mos dere­chos huma­nos. Intere­sa­do en ilus­trar el accio­nar de esta remar­ca­ble acti­vis­ta, el rea­li­za­dor ame­ri­cano Jeff Kauf­man reali­zó este docu­men­tal narra­do en par­te por la actriz Oli­via Col­man que fue fil­ma­do clan­des­ti­na­men­te duran­te 2 años.

Nas­rin Sotoudeh

Pre­vio al comien­zo del docu­men­tal se infor­ma que aun­que muchos dere­chos civi­les habían sido res­trin­gi­dos en Irán duran­te la dinas­tía del Sha, en los últi­mos años de su gobierno acce­dió a que la mujer tuvie­se el dere­cho al voto, al divor­cio y a tener la cus­to­dia de sus hijos. Todo ello cam­bió cuan­do des­pués de la revo­lu­ción de 1979, el sexo feme­nino que­dó apar­ta­do de muchas posi­cio­nes guber­na­men­ta­les, for­za­do a obser­var el atuen­do islá­mi­co y per­dien­do el dere­cho al divor­cio y a la tenen­cia de los hijos.

De allí en más el rela­to se refie­re a la extra­or­di­na­ria tra­yec­to­ria de Sotou­deh quien comen­zó a prac­ti­car leyes en 2003; entre sus nume­ro­sos casos se inclu­yen el de una chi­ca abu­sa­da por su padre, la defen­sa a mino­rías étni­cas y reli­gio­sas, como así tam­bién la de Ali Reza Taji­ki, un mucha­cho que pró­xi­mo a cum­plir 20 años fue sen­ten­cia­do a muer­te por vio­la­ción y un cri­men no cometido.

Por alzar su voz y bre­gar con fer­vor por los dere­chos que asis­ten a la mujer, mani­fes­tar en con­tra de la pena de muer­te y recla­mar el ejer­ci­cio de una real demo­cra­cia, Sotou­deh fue encar­ce­la­da en 2010 en la cár­cel de Evin don­de per­ma­ne­ció has­ta 2013.

Des­pués de su libe­ra­ción ella con­ti­nuó repre­sen­tan­do con fir­me­za y total con­vic­ción a ira­níes injus­ta­men­te acu­sa­dos como lo fue con Ali Tahe­ri que por razo­nes reli­gio­sas fue encar­ce­la­do duran­te 9 años así como acon­te­ció con Nar­ges Hos­sei­ni incul­pa­da por no haber uti­li­za­do en públi­co el hijab que es el velo que obli­ga­to­ria­men­te deben usar las muje­res para cubrir su cabello.

Entre algu­nas de las cabe­zas par­lan­tes del docu­men­to se encuen­tra su pro­pio y entra­ña­ble mari­do Reza Khan­dan quien entu­sias­ta­men­te apo­ya la cru­za­da lle­va­da a cabo por su espo­sa, la perio­dis­ta Ann Curry, el escri­tor y ex pri­sio­ne­ro polí­ti­co Taghi Rah­ma­ni como asmis­mo el reco­no­ci­mien­to que Nas­rin reci­bió de otros nota­bles acti­vis­tas inclu­yen­do al Pre­mio Nobel de la Paz de 2003 Shi­rin Eba­di. Impor­tan­te es tam­bién el apo­yo del pres­ti­gio­so cineas­ta Jafar Panahi, un gran ami­go de la fami­lia que se encuen­tra en la lis­ta negra des­de que en 2010 fue pri­va­do de salir del país y de seguir fil­man­do aun­que a pesar de ello rodó el docu­men­tal Taxi; en un extrac­to de esta pelí­cu­la gana­do­ra del pri­mer pre­mio en el Fes­ti­val de Ber­lín de 2015 se ve al cineas­ta con­du­cien­do su vehícu­lo por las colo­ri­das calles de Tehe­rán con Nas­rin como pasajera.

Lamen­ta­ble­men­te en junio de 2018 nue­va­men­te fue acu­sa­da por la teo­cra­cia islá­mi­ca que rige los des­ti­nos de Irán: entre los car­gos for­mu­la­dos figu­ran el de inci­tar a la corrup­ción y pros­ti­tu­ción, haber apa­re­ci­do en públi­co sin el hijab, per­tur­bar el orden públi­co, mani­pu­lar la opi­nión públi­ca con fal­sas noti­cias y efec­tuar pro­pa­gan­da con­tra el Esta­do. En con­se­cuen­cia, en abril de 2019 fue sen­ten­cia­da a 38 años y medio de pri­sión, aun­que la sen­ten­cia que­dó pos­te­rior­men­te redu­ci­da a 12 años; ella rehu­só ape­lar­la debi­do al injus­to pro­ce­so judi­cial vigen­te. Uno de los emo­ti­vos momen­tos del docu­men­tal tie­ne lugar duran­te la con­ver­sa­ción tele­fó­ni­ca que des­de la pri­sión Nas­rin man­tie­ne con su que­ri­do espo­so Reza y sus ado­ra­bles hijos Meh­ra­veh y Nina, a pesar de que la char­la es inter­mi­ten­te­men­te entre­cor­ta­da por una voz auto­má­ti­ca­men­te gra­ba­da. Su deten­ción ha gene­ra­do nume­ro­sas pro­tes­tas y mani­fes­ta­cio­nes a nivel nacio­nal como así tam­bién en Ita­lia, Fran­cia, Aus­tria, Irlan­da, Holan­da, Arme­nia, Tur­quía, Cana­dá y Esta­dos Unidos.

Valién­do­se de impor­tan­te mate­rial de video y fotos obte­ni­dos por cola­bo­ra­do­res no iden­ti­fi­ca­dos y con una bue­na labor de mon­ta­je de Asher Bingham, el rea­li­za­dor per­mi­te que el espec­ta­dor obten­ga una bue­na sem­blan­za de Nas­rin. A pesar de todos los obs­tácu­los que encuen­tra en su camino: esta heroí­na de tra­to ama­ble y cor­dial per­sis­te en su pro­pó­si­to de lograr una socie­dad más libre, abier­ta y jus­ta para el bien­es­tar de las futu­ras generaciones.

Este didác­ti­co docu­men­tal está dedi­ca­do a los defen­so­res de los dere­chos huma­nos y a los pri­sio­nes polí­ti­cos que se hallan en diver­sos paí­ses del mun­do. Jor­ge Gutman

Sin Mayor Relevancia

FUNNY BOY. Cana­dá, 2020. Un film de Dee­pa Meh­ta. 109 minu­tos. Dis­po­ni­ble en la pla­ta­for­ma gem.cbc.ca

Con Funny Boy, la rea­li­za­do­ra Dee­pa Meh­ta ha enca­ra­do un dra­ma his­tó­ri­co que aun­que ani­ma­do de bue­nas inten­cio­nes, la fal­ta de un enfo­que pre­ci­so ori­gi­na un resul­ta­do que no alcan­za a con­for­mar plenamente.

Bran­don Ingram y Rehan Mudannayake

Basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Shyam Sel­va­du­rai publi­ca­da en 1994, el guión de Meh­ta con la cola­bo­ra­ción de la auto­ra, ubi­ca el esce­na­rio en Colom­bo, la ciu­dad prin­ci­pal de Sri Lan­ka, don­de la acción comien­za en 1974. Allí vive Arjie (Arush Nand) de 8 años de edad, per­te­ne­cien­te a una aco­mo­da­da fami­lia tamil imbui­da de valo­res tra­di­cio­na­les; al ves­tir­se como nena ade­más de recha­zar los jue­gos y depor­tes mas­cu­li­nos de los chi­cos de su edad, su acti­tud per­tur­ba a su padre Appa (Ali Kaz­mi), pre­jui­cia­do en gran medi­da por su cas­ta en don­de cual­quier aso­mo de femi­nei­dad del menor pue­de resul­tar com­pro­me­te­dor. El niño es en par­te com­pren­di­do por su madre Amma (Nim­mi Haras­ga­ma) que actúa como media­do­ra, ade­más de reci­bir un soli­da­rio apo­yo de su jovial y moder­na tía Radha (Agam Darshi); ella a su vez se encuen­tra en la impo­si­bi­li­dad de con­cre­tar su roman­ce con un joven cin­ga­lés por­que está for­za­da a casar­se con un tamil a quien no ama.

Para quien no está inte­rio­ri­za­do en el con­flic­to polí­ti­co que azo­ta al país es nece­sa­rio acla­rar que allí per­sis­te un fuer­te enfren­ta­mien­to étni­co reli­gio­so entre la mayo­ría cin­ga­le­sa de reli­gión budis­ta y la mino­ría tamil de fe hin­dú; eso ha gene­ra­do una gue­rra civil entre el gobierno y los tigres tami­les ‑un gru­po mili­tar sepa­ra­tis­ta- que entre 1983 y fines de la pri­mer déca­da de este siglo cau­só más de 100.000 víctimas.

Des­pués de algu­nos años el ado­les­cen­te Arjie (Bran­don Ingram) es obje­to de aco­so por sus com­pa­ñe­ros de cla­se. A todo ello, él man­tie­ne una ínti­ma rela­ción con Shehan (Rehan Mudan­na­ya­ke), su ami­go cin­ga­lés; cuan­do Appa encuen­tra a Arjie acos­ta­do con Shehan se pro­du­ce el con­si­guien­te escán­da­lo al des­cu­brir que su hijo es homosexual.

A tra­vés de diver­sas narra­ti­vas esque­má­ti­ca­men­te expues­tas, la direc­to­ra por un lado quie­re ilus­trar el pro­ce­so de madu­rez de Arjie en pro­cu­ra de su ver­da­de­ra iden­ti­dad; simul­tá­nea­men­te desea refle­jar las ten­sio­nes polí­ti­cas que se pro­du­cen en el seno de su fami­lia como con­se­cuen­cia de la radi­ca­li­za­ción exis­ten­te entre cin­ga­le­ses y tami­les. Sin embar­go estos aspec­tos están con­si­de­ra­dos de mane­ra epi­dér­mi­ca care­cien­do de la enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca nece­sa­ria para lle­gar a impac­tar emocionalmente.

Con una correc­ta pues­ta escé­ni­ca y un ser­vi­cial nivel inter­pre­ta­ti­vo, el dra­ma intere­sa más por su temá­ti­ca que por su imple­men­ta­ción; no obs­tan­te su ende­ble soli­dez, el film ha sido ele­gi­do por Cana­dá para optar al Oscar a la Mejor Pelí­cu­la Inter­na­cio­nal de 2020. Jor­ge Gutman

Ballet des­de el Hogar

LES GRANDS BALLETS CANADIENS

En estos difí­ci­les momen­tos que se atra­vie­sa, la pres­ti­gio­sa com­pa­ñía de dan­za Les Grands Ballets Cana­diens (LGB) en cola­bo­ra­ción con el Gru­po del Ban­co TD ofre­ce­rá una serie de pro­gra­mas vir­tua­les ofre­ci­da gra­tui­ta­men­te al públi­co aman­te del ballet.

Duran­te un perío­do de 6 sema­nas se podrá apre­ciar dife­ren­tes espec­tácu­los de LGB con clá­si­cas y nue­vas obras inter­pre­ta­das por los bai­la­ri­nes que la inte­gran. Los pro­gra­mas han sido fil­ma­dos a prin­ci­pios de mes en el Stu­dio-Théâ­tre de LGB de acuer­do al pro­to­co­lo sani­ta­rio esta­ble­ci­do por las auto­ri­da­des de salud del gobierno de Quebec.

Rache­le Burias­si y Esnel Ramos (Foto de Sasha Onyshchenko)

Para el pri­mer pro­gra­ma los bai­la­ri­nes inter­pre­ta­rán The Talis­man, una joya de la dan­za pro­ve­nien­te del reper­to­rio clá­si­co del gran coreó­gra­fo Peti­pa. Ivan Cava­lla­ri, el direc­tor artís­ti­co de LGB pre­sen­ta­rá su últi­ma crea­ción, Grand Pas de Mme Dros­sel­me­yer con músi­ca de Tcha­kovsky y la revi­sión de La Muer­te del Cis­ne. Por su par­te, el prin­ci­pal bai­la­rín de la com­pa­ñía Roddy Doble pre­sen­ta en exclu­si­vi­dad Cra­ter, su pri­me­ra crea­ción para LGB. Étien­ne Delor­me, otro des­ta­ca­do bai­la­rín cana­dien­se de LGB, efec­túa su coreo­grá­fi­co debut con Com­plet Broui­llé.

Aun­que tra­di­cio­nal­men­te en las fies­tas navi­de­ñas la com­pa­ñía ofre­ce el clá­si­co ballet Cas­ca­nue­ces, este año no podrá rea­li­zar­se, brin­dan­do en su lugar una pro­gra­ma­ción que satis­fa­rá tan­to a jóve­nes como a adul­tos igualmente.

La pri­me­ra difu­sión ten­drá lugar el 16 de diciem­bre a las 6PM. Las 5 sub­si­guien­tes se efec­tua­rán a las 4PM los días 23 y 30 de diciem­bre, así como el 6, 13, y 20 de enero de 2021, pre­sen­ta­das en las pla­ta­for­mas digi­ta­les de la com­pa­ñía (sitio web, Face­book, Youtube).

Para infor­ma­ción adi­cio­nal el sitio a con­sul­tar es  grandsballets.com