Michael Moo­re Inva­de Europa

WHE­RE TO INVA­DE NEXT. Esta­dos Uni­dos, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Michael Moore

Des­pués de una ausen­cia de 6 años, Michael Moo­re regre­sa con Whe­re to Inva­de Next, un nue­vo docu­men­tal don­de con iro­nía, sar­cas­mo y mor­da­ci­dad denun­cia la ausen­cia de valo­res fun­da­men­ta­les de su país natal. Par­tien­do de la pre­mi­sa de que Esta­dos Uni­dos per­dió la gue­rra en Viet­nam, Afga­nis­tán e Irak, se pre­gun­ta “dón­de corres­pon­de inva­dir aho­ra”; para ello, y con la inven­ti­va que lo carac­te­ri­za, Moo­re efec­túa una gira euro­pea don­de en cada lugar visi­ta­do tra­ta de apro­piar las bon­da­des que va descubriendo.

Michael Moore

Michael Moo­re

En Ita­lia, no pue­de disi­mu­lar su incre­du­li­dad cuan­do se ente­ra de las nume­ro­sas sema­nas de vaca­cio­nes que gozan los asa­la­ria­dos y la per­cep­ción del agui­nal­do como déci­mo ter­cer suel­do del año. Al lle­gar a Fran­cia apre­cia el modo en que las escue­las se preo­cu­pan de que los come­do­res ofrez­can a los niños una ali­men­ta­ción nutri­ti­va y balan­cea­da. Al visi­tar Fin­lan­dia se impo­ne sobre el actual sis­te­ma edu­ca­cio­nal que lo ubi­ca en el pri­mer lugar del ran­king mun­dial. Aquí, los alum­nos no nece­si­tan más que 20 horas sema­na­les de cla­se para apren­der y estu­diar, sin nece­si­dad de tener que rea­li­zar tareas en el hogar; de este modo dis­po­nen de más tiem­po para la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des extra­cu­rri­cu­la­res y recrea­cio­na­les, como así tam­bién lograr una mejor inter­ac­ción social.

La gira con­ti­núa en Eslo­ve­nia don­de Moo­re se sor­pren­de que la ense­ñan­za uni­ver­si­ta­ria sea abso­lu­ta­men­te gra­tui­ta para todo el mun­do y que estu­dian­tes esta­dou­ni­den­ses al no poder afron­tar el alto cos­to de la matrí­cu­la, lle­guen a este peque­ño país para estu­diar en inglés sin car­go alguno. Un momen­to emo­ti­vo del film tie­ne lugar duran­te su esta­día en Ale­ma­nia al ver cómo en las escue­las los alum­nos apren­den el pasa­do oscu­ro del país duran­te la épo­ca del exter­mi­nio nazi, para que el geno­ci­dio no vuel­va a repe­tir­se en el futu­ro; curio­sa­men­te, en las aulas de Esta­dos Uni­dos no se inda­ga lo sufi­cien­te sobre la his­to­ria de la escla­vi­tud afroamericana.

En Por­tu­gal Moo­re se ente­ra que la lega­li­za­ción de las dro­gas ha moti­va­do que su con­su­mo sea uno de los más bajos del mun­do. La visi­ta siguien­te es Norue­ga don­de tie­ne opor­tu­ni­dad de apre­ciar que las con­for­ta­bles cár­ce­les son uti­li­za­das para lograr la reha­bi­li­ta­ción de los con­vic­tos y no como méto­do de cas­ti­go o ven­gan­za. La siguien­te para­da es Túnez, país musul­mán, don­de des­pués de la revo­lu­ción de 2011 la mujer ha logra­do impo­ner que sus dere­chos se igua­len a los del hom­bre, como así tam­bién tener la posi­bi­li­dad de abor­tar y deci­dir sobre su pro­pio cuerpo.

El via­je con­clu­ye en Islan­dia, el nór­di­co país que se vio gra­ve­men­te afec­ta­do por el colap­so finan­cie­ro de 2008, don­de curio­sa­men­te, la úni­ca com­pa­ñía que esca­pó al colap­so finan­cie­ro estu­vo diri­gi­da por muje­res. A dife­ren­cia de lo ocu­rri­do en Esta­dos Uni­dos, nin­guno de los eje­cu­ti­vos islan­de­ses res­pon­sa­bles de la quie­bra de las otras ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras que­dó libre de cul­pa y car­go. Aun­que no haya sido la inten­ción de Moo­re, esta visi­ta cons­ti­tu­ye un tri­bu­to al desem­pe­ño de la mujer en un país don­de el sexo débil tie­ne impor­tan­te gra­vi­ta­ción no sola­men­te en el mun­do de los nego­cios sino tam­bién en el desem­pe­ño de la fun­ción públi­ca y en todas las demás áreas socia­les y políticas.

El rea­li­za­dor se lamen­ta de que Esta­dos Uni­dos habien­do ser­vi­do de ins­pi­ra­ción a las nacio­nes visi­ta­das en lo con­cer­nien­te a los valo­res huma­nos y socia­les no haya sabi­do imple­men­tar sus ven­ta­jas para sí mis­mo. Con su típi­ca ves­ti­men­ta de jeans y gorri­ta de béis­bol, este sim­pá­ti­co tro­ta­mun­do ofre­ce un docu­men­to muy bien edi­ta­do, pro­vo­ca­ti­vo, audaz, con momen­tos de fran­co humor y deci­di­da­men­te apa­sio­nan­te. Agré­gue­se a todo ello que la ban­da sono­ra va regis­tran­do agra­da­ble­men­te melo­días típi­cas de cada país visi­ta­do. Jor­ge Gutman

El Valle de las Ovejas

RAMS. Islan­dia-Dina­mar­ca, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Gri­mur Hakonarson

Por su ubi­ca­ción geo­grá­fi­ca, Islan­dia está ais­la­da de Euro­pa a pesar de ser par­te inte­gral del vie­jo con­ti­nen­te; no obs­tan­te su cine­ma­to­gra­fía aun­que no muy abun­dan­te se ha carac­te­ri­za­do por mos­trar­nos face­tas del com­por­ta­mien­to cul­tu­ral de sus habi­tan­tes que siem­pre han des­per­ta­do inte­rés por su cali­fi­ca­do nivel de civi­li­za­ción. Rams no es la excep­ción don­de a tra­vés de la visión del direc­tor Gri­mur Hako­nar­son, el ciné­fi­lo tie­ne opor­tu­ni­dad de juz­gar un logra­do dra­ma humano que se desa­rro­lla en un valle mon­ta­ño­so ais­la­do refle­jan­do la vida rural de una peque­ña comunidad.

Sigurdur Sigurjonsson

Sigur­dur Sigurjonsson

El rea­li­za­dor con­ci­bió una his­to­ria sim­ple pero sufi­cien­te­men­te ilus­tra­ti­va sobre las cos­tum­bres rura­les de la zona en don­de trans­cu­rre la acción. Aun­que de fic­ción, su rela­to podría más ase­me­jar­se a un docu­men­tal por la for­ma en que está con­ta­do. Con un esca­so diá­lo­go la tra­ma pre­sen­ta a dos her­ma­nos sol­te­ros que viven como veci­nos pero se han man­te­ni­do sepa­ra­dos por espa­cio de 40 años; ambos son gran­je­ros dedi­ca­dos a la cría de car­ne­ros. No se sabe la razón por la cual Kid­di (Theo­dor Julius­son), un hom­bre pro­pen­so a la bebi­da, y Gum­mi (Sigur­dur Sigur­jons­son), más rela­ja­do y tran­qui­lo, se han dis­tan­cia­do; lo que en cam­bio tras­cien­de es la riva­li­dad exis­ten­te entre ellos. A fal­ta del lazo fra­ter­nal que pudie­ra unir­los, el afec­to se encuen­tra reem­pla­za­do por el cari­ño que cada uno de ellos sien­te hacia sus ovejas.

El ele­men­to dra­má­ti­co que impul­sa el desa­rro­llo del film es la apa­ri­ción de una pla­ga que afec­ta al gana­do; para evi­tar per­jui­cios mayo­res las auto­ri­da­des sani­ta­rias han deter­mi­na­do que debe ser sacri­fi­ca­do. Esa deci­sión cau­sa un dolor tre­men­do en dos per­so­nas cuyas vidas han esta­do estre­cha­men­te vin­cu­la­das con sus ove­jas; a la cri­sis emo­cio­nal que ambos atra­vie­san se une el daño eco­nó­mi­co que impli­ca imple­men­tar el sacrificio.

Sin ade­lan­tar mayor infor­ma­ción sobre cómo se resol­ve­rá la dra­má­ti­ca situa­ción, lo cier­to es que el direc­tor logra un rela­to impreg­na­do de un humor seco que se mani­fies­ta en situa­cio­nes absur­das de con­vin­cen­tes gags visua­les; así por ejem­plo, la comu­ni­ca­ción de los dos her­ma­nos a tra­vés del perro de Gum­mi por­tan­do men­sa­jes escri­tos para Kid­di, está gra­cio­sa­men­te expuesta.

Con gran deli­ca­de­za, el rea­li­za­dor ofre­ce una his­to­ria que tra­sun­tan­do tópi­cos como la sole­dad, inco­mu­ni­ca­ción, riva­li­dad y resen­ti­mien­tos ocul­tos, logra redon­dear­la con un cli­max alta­men­te con­mo­ve­dor que trae a la memo­ria los sabios ver­sos del Mar­tín Fie­rro: “los her­ma­nos sean uni­dos por­que esa es la ley pri­me­ra”.

Esta bella pelí­cu­la, que mere­ci­da­men­te ganó el pri­mer pre­mio en la sec­ción “Un Cer­tain Regard” del Fes­ti­val de Can­nes 2015, logra enter­ne­cer al espec­ta­dor no solo por la habi­li­dad de Hako­nar­son en la acer­ta­da expo­si­ción del rela­to sino por­que ade­más cuen­ta con dos mag­ní­fi­cos acto­res, Julius­son y Sigur­jons­son, quie­nes trans­mi­ten aca­ba­da­men­te la vida inte­rior de sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. Fina­men­te es impor­tan­te des­ta­car la exce­len­te foto­gra­fía de Stur­la Brandt Gro­vlen cap­tan­do la agre­si­vi­dad del deso­la­do pai­sa­je islan­dés en la tran­si­ción del oto­ño hacia el invierno. Jor­ge Gutman

Un Dra­ma Depor­ti­vo y Racial

RACE. Cana­dá-Ale­ma­nia-Cana­dá, 2016. Un film de Stephen Hopkins

Una vez más el tema racial es abor­da­do en el cine aun­que en este caso des­de la ópti­ca depor­ti­va. Cen­trán­do­se en las asom­bro­sas haza­ñas logra­das por el ícono depor­tis­ta afro­ame­ri­cano Jes­se Owens, el direc­tor Stephen Hop­kins entre­ga un film que ade­más de estar sober­bia­men­te inter­pre­ta­do por Stephan James y Jason Sudei­kis, se encuen­tra bien estruc­tu­ra­do y sobre todo man­tie­ne per­ma­nen­te­men­te la aten­ción del espectador.

Si bien duran­te gran par­te del siglo pasa­do ha sido noto­ria la dis­cri­mi­na­ción racial y sobre todo el des­pre­cia­ble tra­ta­mien­to que los habi­tan­tes ame­ri­ca­nos de raza negra han sido obje­to en Esta­dos Uni­dos, este film pre­sen­ta una espe­cial nota de inte­rés al com­pa­rar el into­le­ra­ble racis­mo ame­ri­cano con el que estu­vo vigen­te en Alemania.

Stephan James

Stephan James

Evi­tan­do incu­rrir en la tra­di­cio­nal bio­gra­fía, el guión de Joe Shrap­nel y Anna Waterhou­se se cen­tra­li­za en Owens (James) don­de la acción se desa­rro­lla des­de 1933 has­ta 1936. Dejan­do en Cle­ve­land a su fami­lia inte­gra­da por su abne­ga­da com­pa­ñe­ra Ruth (Sha­ni­ce Ban­ton) y su recién naci­da hiji­ta, el futu­ro cam­peón se ins­cri­be como estu­dian­te en la Uni­ver­si­dad del Esta­do de Ohio; su inten­ción es par­ti­ci­par como corre­dor de fon­do en las com­pe­ten­cias rea­li­za­das entre los equi­pos de las uni­ver­si­da­des del país. La asi­mi­la­ción no es nada fácil tenien­do en cuen­ta la for­ma cómo es dis­cri­mi­na­do por su color de piel por par­te de sus com­pa­ñe­ros blancos.

No tar­da­rá mucho para que el empe­ño­so depor­tis­ta, demos­tran­do con­di­cio­nes natu­ra­les como atle­ta, logre el apo­yo del exce­len­te entre­na­dor Larry Sny­der (Sudei­kis); des­pués de varias con­tien­das gana­das de mane­ra des­lum­bran­te, Owens es ele­gi­do para inte­grar el equi­po que par­ti­ci­pa­rá en los Jue­gos Olím­pi­cos de 1936.

El hecho de que la con­tien­da ten­ga lugar en la Ale­ma­nia Nazi con su bru­tal régi­men ori­gi­na dis­cu­sio­nes entre los miem­bros del comi­té olím­pi­co de Esta­dos Uni­dos sobre si el país debe o no par­ti­ci­par en el even­to. Esa dis­cor­dan­cia que­da ejem­pli­fi­ca­da con la opi­nión del juez Jere­miah Maho­ney, uno de los miem­bros, quien con­si­de­ra que es nece­sa­rio boi­co­tear las olim­pia­das como un acto moral, en tan­to que el indus­tria­lis­ta millo­na­rio Avery Brun­da­ge (Jeremy Irons), uno de sus cole­gas, sos­tie­ne que el depor­te nun­ca debe entre­mez­clar­se con la polí­ti­ca; más aún, Brun­da­ge adu­ce que los jue­gos per­mi­ti­rán levan­tar la moral de los ame­ri­ca­nos en una épo­ca de gran depre­sión eco­nó­mi­ca, sobre todo si el equi­po es capaz de demos­trar el talen­to depor­ti­vo nacio­nal; final­men­te es su posi­ción la que prevalece.

La mayor exci­ta­ción del rela­to tie­ne lugar en Ber­lín, don­de los jerar­cas ale­ma­nes rea­li­zan todo lo posi­ble para demos­trar la supre­ma­cía aria. Las esce­nas racis­tas y las demos­tra­cio­nes del anti­se­mi­tis­mo rei­nan­te don­de los judíos eran tra­ta­dos aún peor que los negros, cons­ti­tu­yen el telón de fon­do de estas olimpíadas.

Entre otros deta­lles ane­xos, se ve a la cineas­ta ale­ma­na Leni Rie­fens­tahl (Cari­ce van Hou­ten) fil­man­do con su cáma­ra el gran acon­te­ci­mien­to. A pesar del récord regis­tra­do por Owens con las cua­tro meda­llas de oro obte­ni­das, eso no le exi­me ser obje­to de dis­cri­mi­na­ción racial. Así, en Ale­ma­nia Hitler se nie­ga a estre­char­le su mano des­pués de sus vic­to­rias, mien­tras que en Esta­dos Uni­dos en una recep­ción rea­li­za­da en su honor en el Wal­dorf Asto­ria no se le per­mi­te ingre­sar por la puer­ta prin­ci­pal sino que debe hacer­lo por la que comu­ni­ca a la cocina.

Ple­na de emo­ti­vi­dad, la pelí­cu­la refle­ja muy bien el cáli­do lazo esta­ble­ci­do entre Owens y Sny­der; la com­ple­ta dedi­ca­ción del entre­na­dor hacia el atle­ta faci­li­tó el camino para su consagración.

En esen­cia, este film muy bien rea­li­za­do no solo con­si­de­ra la haza­ña glo­rio­sa de uno de los más extra­or­di­na­rios depor­tis­tas del siglo XX, sino que tam­bién denun­cia sin car­gar dema­sia­do las tin­tas el inno­ble racis­mo pre­va­le­cien­te tan­to en un país demo­crá­ti­co como en otro dic­ta­to­rial. Curio­sa­men­te, el enton­ces pre­si­den­te Roo­se­velt no se dig­nó a feli­ci­tar a Owens ni a reco­no­cer su triun­fo logra­do como repre­sen­tan­te de Esta­dos Unidos.
Jor­ge Gutman

Una Nue­va Trans­mi­sión des­de el MET

MANON LES­CAUT

En la sex­ta pre­sen­ta­ción de ópe­ras trans­mi­ti­das en la actual tem­po­ra­da 2015 – 2016 des­de el MET a los cines cana­dien­ses, el públi­co ten­drá opor­tu­ni­dad de apre­ciar Manon Les­caut. Se tra­ta de la ter­ce­ra ópe­ra com­pues­ta por Gia­com­mo Puc­ci­ni que con­tó con un libre­to escri­to suce­si­va­men­te por varios escri­to­res debi­do a los con­ti­nuos cam­bios rea­li­za­dos por exi­gen­cia suya. El resul­ta­do fue el pri­mer gran éxi­to de Puc­ci­ni cuan­do en oca­sión de su estreno, el 1 de febre­ro de 1893 en el Tea­tro Regio de Turín, la ópe­ra obtu­vo una cáli­da recep­ción por par­te de la crí­ti­ca y del público.

Kristine Opolais y Roberto Alagna (Foto de Ken Howard(. MET)

Kris­ti­ne Opo­lais y Rober­to Alag­na (Foto de Ken Howard/MET)

Basa­do leja­na­men­te en una nove­la de Abbé Pré­vost, el argu­men­to gira en torno de Manon Les­caut, una chi­ca cam­pe­si­na cuyo padre deci­dió inter­nar­la en un con­ven­to. Con­du­ci­da por su her­mano, ella no lle­ga­rá a des­tino cuan­do en el tra­yec­to se cru­za con el apues­to estu­dian­te Rena­to des Grieux quien inme­dia­ta­men­te se sien­te atraí­da y deci­den vivir jun­tos. Sin embar­go la sen­sual joven no habrá de resis­tir por mucho tiem­po la pobre­za en que vive y ávi­da de una vida más con­for­ta­ble y lujo­sa se con­vier­te en la aman­te de Geron­te, un vie­jo millo­na­rio. De allí en más y asu­mien­do la con­duc­ta de una livia­na vam­pi­re­sa pari­si­na, el des­tino habrá de con­du­cir­la a un dra­má­ti­co final don­de tar­día­men­te reco­no­ce­rá que des Grieux fue el gran amor de su vida.

Roberto Alagna y Kristine Opolais (Foto de Ken Howard(. MET)

Rober­to Alag­na y Kris­ti­ne Opo­lais (Foto de Ken Howard/ MET)

Esta pro­duc­ción del MET está a car­go de Richard Eyre quien deci­dió tras­la­dar la épo­ca de fines del siglo XVIII al perío­do de la Segun­da Gue­rra Mun­dial don­de Fran­cia es ocu­pa­da por Ale­ma­nia. Según las decla­ra­cio­nes efec­tua­das por el Sr. Eyre, en su pues­ta escé­ni­ca tra­tö de crear una atmós­fe­ra que se ase­me­ja­ra al cine negro ame­ri­cano de los años 40.

Con la direc­ción musi­cal del maes­tro Fabio Lui­si, el elen­co está enca­be­za­do por la soprano Kris­ti­ne Opo­lais en el rol de Manon y el tenor Rober­to Alag­na como su apa­sio­na­do aman­te.. En otros roles de impor­tan­cia se dis­tin­guen el bajo Brind­ley She­rratt (Geron­te), el barí­tono Mas­si­mo Cava­llet­ti (her­mano de Manon) y el joven tenor Zach Bori­chevsky (Edmon­do, un estu­dian­te) quien hace su debut en el MET.

Cabe remar­car el esfuer­zo empren­di­do por Rober­to Alag­na quien sin haber has­ta la fecha can­ta­do el papel pro­ta­gó­ni­co mas­cu­lino reem­pla­zó a últi­mo momen­to al famo­so tenor Jonas Kauf­man que por razo­nes de salud tuvo que can­ce­lar su par­ti­ci­pa­ción. En la pri­me­ra pre­sen­ta­ción del 12 de febre­ro pasa­do Alag­na reci­bió lau­da­to­rios comentarios.

Esta ópe­ra de cua­tro actos será trans­mi­ti­da en direc­to, por vía saté­li­te y alta fide­li­dad, el sába­do 5 de mar­zo en su ver­sión ori­gi­nal ita­lia­na con sub­tí­tu­los en inglés. Cabe seña­lar que la ópe­ra vol­ve­rá a difun­dir­se –aun­que no en trans­mi­sión direc­ta- los días 9, 11 y 13 de abril. Para infor­ma­ción adi­cio­nal sobre los cines selec­cio­na­dos de Cana­dá per­te­ne­cien­tes a la cade­na CINE­PLEX y los hora­rios loca­les res­pec­ti­vos pre­sio­ne aquí.

El Can­den­te Tema del Racismo

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

RACEAutor: David Mamet – Tra­duc­ción: Mary­se War­da — Direc­ción: Mar­ti­ne Beaul­ne – Elen­co: Benoît Gouin, Fré­dé­ric Pie­rre, Hen­ri Chas­sé, Myriam De Ver­ger — Esce­no­gra­fía: Richard Lacroix — Ves­tua­rio: Daniel For­tin – Ilu­mi­na­ción: Guy Simard – Músi­ca: Ludo­vic Bon­nier. Dura­ción: 1h 25 sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 26 de mar­zo de 2015 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

El nom­bre de David Mamet es muy cono­ci­do por el públi­co aman­te del buen tea­tro. Pero no solo se está fren­te a un inte­li­gen­te dra­ma­tur­go, ya que este autor ame­ri­cano tam­bién ha incur­sio­na­do exi­to­sa­men­te como ensa­yis­ta, guio­nis­ta y rea­li­za­dor cine­ma­to­grá­fi­co. Por lo que ante­ce­de no resul­ta extra­ño que Race haya des­per­ta­do curio­si­dad sobre todo por­que abor­da el urti­can­te tema del racismo.

Aun­que esta obra de fic­ción tuvo su estreno mun­dial en 2009 en Broad­way resul­ta increí­ble que Mamet se haya anti­ci­pa­do en dos años a un escán­da­lo que con­mo­vió a la opi­nión públi­ca. Así se recor­da­rá que Domi­ni­que Strausss-Kahn, pre­si­den­te del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal, se vio obli­ga­do a renun­ciar a su pres­ti­gio­so car­go al haber sido acu­sa­do de haber inten­ta­do vio­lar en mayo de 2011 a una emplea­da de lim­pie­za de un hotel neo­yor­kino don­de esta­ba hospedado.

RACE (Duceppe)El cla­ri­vi­den­te escri­tor ubi­ca su acción en Nue­va York en un estu­dio jurí­di­co a car­go de dos abo­ga­dos pena­lis­tas, uno blan­co –Jack Law­son (Benoît Gouin)- y el otro negro –Henry Brown (Fré­dé­ric Pie­rre). Allí reci­ben la visi­ta de Char­les Stric­kland (Hen­ri Chas­sé), un hom­bre de nego­cios blan­co y millo­na­rio, quien les soli­ci­ta que sea defen­di­do por el deli­to que se le impu­ta en haber vio­la­do a una mujer de raza negra. Ese hecho moti­va a que Law­son y Brown ten­gan que medi­tar cui­da­do­sa­men­te sobre la con­ve­nien­cia de acep­tar o no al acu­sa­do como cliente.

RACE (Duceppe 2)

De allí en más, ambos pro­fe­sio­na­les que­dan envuel­tos en lar­gas con­ver­sa­cio­nes don­de fun­da­men­tal­men­te se lle­ga a una con­clu­sión que no resul­ta nove­do­sa; en otras pala­bras, la ver­dad es siem­pre un con­cep­to res­ba­la­di­zo don­de resul­ta difí­cil de que pue­da que­dar escla­re­ci­da en for­ma abso­lu­ta. Más aún, fren­te a un pro­ble­ma de natu­ra­le­za racial, el aspec­to se tor­na aún más pro­ble­má­ti­co cuan­do entran a jugar los intere­ses crea­dos y los pre­jui­cios exis­ten­tes para que median­te el pro­ce­so judi­cial se deter­mi­ne la ino­cen­cia o cul­pa­bi­li­dad del incul­pa­do. Den­tro de la pro­vo­ca­ti­va tra­ma, Mamet intro­du­ce la pre­sen­cia de Susan (Myriam De Ver­ger), una joven asis­ten­te del bufe­te que es afro­ame­ri­ca­na, cuya par­ti­ci­pa­ción la impli­ca en el entre­di­cho sus­ci­ta­do entre los dos pro­fe­sio­na­les con pun­tos de vis­ta contrapuestos.

Como es habi­tual en Mamet, los diá­lo­gos cons­ti­tu­yen la par­te cen­tral de la acción y en este caso la obra se nutre de con­ver­sa­cio­nes de con­si­de­ra­ble con­tro­ver­sia; sin embar­go, su tex­to no muy arti­cu­la­do poco o nada agre­ga a lo ya con­si­de­ra­do en dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes artís­ti­cas; ade­más, las vuel­tas de giro que con­tie­nen podrá sor­pren­der pero no siem­pre son muy cohe­ren­tes. Como sedi­men­to de las dis­cu­sio­nes con­tem­pla­das en la pie­za, que­da amplio espa­cio para la refle­xión. Así, a pesar de que la segre­ga­ción racial teó­ri­ca­men­te fina­li­zó en la déca­da de los 60, la mis­ma aún per­sis­te en for­ma sutil y resul­ta muy difí­cil eli­mi­nar la xeno­fo­bia impe­ran­te. Otro aspec­to impor­tan­te es la res­pon­sa­bi­li­dad moral que asu­me un pena­lis­ta al defen­der los intere­ses de un clien­te, don­de poco impor­ta si es cul­pa­ble o ino­cen­te con tal de sal­var­lo; en tal sen­ti­do es loa­ble que Mamet arre­me­ta sobre el meca­nis­mo judi­cial impe­ran­te en el sis­te­ma anglo­sa­jón ponien­do en duda sobre si la jus­ti­cia es real­men­te cie­ga como se afirma.

Mar­ti­ne Beal­ne ha tra­ta­do de obte­ner el máxi­mo pro­ve­cho del tex­to dis­po­ni­ble con una pues­ta en esce­na lo sufi­cien­te­men­te diná­mi­ca que per­mi­te man­te­ner la aten­ción del públi­co en el esca­so tiem­po en que trans­cu­rre la obra. El elen­co se desem­pe­ña correc­ta­men­te y si hay algo feliz­men­te remar­ca­ble es que los dos per­so­na­jes negros se encuen­tran carac­te­ri­za­dos por acto­res de raza negra, sin haber teni­do que recu­rrir a inde­sea­bles meca­nis­mos de maquillaje.