La Pul­ga en la Oreja

LA PUCE À L’ OREI­LLE / A FLEA IN HER EAR

En otra de las trans­mi­sio­nes direc­ta­men­te des­de el Tea­tro Riche­lieu de París, en pocos días más se apre­cia­rá en Cana­dá la pie­za La puce à l’o­rei­lle de Geor­ges Fey­deau que actual­men­te está repre­sen­tan­do la pres­ti­gio­sa com­pa­ñía La Comé­die Fra­nçai­se.

Fey­deau (1862 – 1921), el popu­lar dra­ma­tur­go fran­cés y por exce­len­cia el maes­tro del vode­vil, escri­bió más de 60 obras de las cua­les muchas de ellas logra­ron amplia noto­rie­dad por la bue­na cons­truc­ción de sus hila­ran­tes temas y muy en espe­cial por los inge­nio­sos diá­lo­gos. Entre las más famo­sas de sus crea­cio­nes se encuen­tra esta pie­za con­ce­bi­da en 1907 que no sólo alcan­zó gran éxi­to en Fran­cia sino que lo logró en nume­ro­sos esce­na­rios inter­na­cio­na­les ade­más de haber sido adap­ta­da para el cine.

La chis­pean­te come­dia de enre­dos pre­sen­ta a Ray­mon­de Chan­de­bi­se quien sos­pe­cha que su mari­do le es infiel. En con­se­cuen­cia le tien­de una tram­pa invi­tán­do­lo anó­ni­ma­men­te a con­cu­rrir a una cita que tie­ne lugar en un lujo­so hotel. No todo resul­ta­rá de acuer­do a lo pla­nea­do por­que a par­tir del pri­mer equí­vo­co sus­ci­ta­do se suce­den varios más en don­de los malen­ten­di­dos abun­dan a gra­nel. A tra­vés de un rit­mo fre­né­ti­co con puer­tas que se abren y cie­rran en don­de des­fi­lan per­so­na­jes que van expe­ri­men­ta­do múl­ti­ples muta­cio­nes, uni­do a las dis­pa­ra­ta­das situa­cio­nes que se van pro­du­cien­do, todo ello va gene­ran­do un cli­ma de fran­ca hila­ri­dad en un entre­te­ni­mien­to de nivel superior.

Pau­li­ne Clé­ment, Jérémy Lopez y Sébas­tien Pou­de­roux. (Foto: Pas­cal Gely)

Esta ver­sión cuen­ta con la direc­ción escé­ni­ca de Lilo Baur y el elen­co de la Comé­die Fra­nçai­se inte­gra­do por Thierry Han­cis­se, Céci­le Bru­ne, Ale­xan­dre Pavloff, Ser­ge Bag­das­sa­rian, Bakary San­ga­ré, Nico­las Lor­meau, Jérémy Lopez, Sébas­tien Pou­de­roux, Anna Cer­vin­ka, Pau­li­ne Clé­ment, Jean Che­va­lier, Éli­se Lho­meau y Bira­ne Ba. Tam­bién actúan Cami­lle Seitz, Aksel Carrez, Mic­kaël Pelis­sier y Nico­las Ver­dier. 

La pie­za será difun­di­da en su ver­sión ori­gi­nal fran­ce­sa como así tam­bién sub­ti­tu­la­da en inglés bajo el nom­bre de A Flea in her Ear a par­tir del 5 de Diciem­bre de 2019 en los cines cana­dien­ses de Cine­plex

Tra­gi­co­me­dia de Shakespeare

THE WIN­TE­R’S TALE

En noviem­bre de 2015 el públi­co de Mon­treal tuvo oca­sión de asis­tir a la trans­mi­sión en direc­to de la pie­za The Win­te­r’s Tale de William Sha­kes­pea­re des­de el Tea­tro Garrick de Lon­dres por la com­pa­ñía tea­tral de Ken­neth Bra­nagh. Esta pro­duc­ción ha sido cap­ta­da en vivo en su opor­tu­ni­dad y debi­do al nota­ble éxi­to obte­ni­do vol­ve­rá a ser difun­di­da nuevamente.

Judi Dench

Esta pie­za escri­ta por Sha­kes­peare en 1611, corres­ponde a una de sus últi­mas crea­cio­nes don­de mez­cla rea­lismo y fan­ta­sía en una his­to­ria que no ha per­dido actua­li­dad. Su tema gira en torno al paso del tiem­po, sobre cómo se va cre­ciendo, madu­rando y enve­je­ciendo, cam­biando o inten­tando per­ma­ne­cer igua­les, aun­que así no lo sea. En su tra­ma, el inmor­tal dra­ma­tur­go enfo­ca al rey Leon­tes que apa­ren­te­men­te lo tie­ne todo en tér­mi­nos de poder, rique­za, que­ri­da fami­lia y ami­gos. Pero los celos sexua­les van enca­de­nan­do una serie de even­tos con trá­gi­cas consecuencias.

Ken­neth Branagh

Bajo la direc­ción de Rob Ash­ford y Ken­neth Bra­nagh esta tra­gi­co­me­dia de obse­sión y reden­ción ha sido reima­gi­na­da en una nue­va pro­duc­ción en la que par­ti­ci­pa un elen­co de pres­ti­gio­sos acto­res enca­be­za­do por Bra­nagh (Leon­tes) y la gran actriz Judi Dench (Pau­li­na) acom­pa­ña­dos de Tom Bate­man (Flo­ri­zel), Jes­sie Buc­kley (Per­di­ta), Had­ley Fra­ser (Poli­xe­nes) y Miran­da Rai­son (Her­mio­ne). La esce­no­gra­fía es de Chris­topher Oram.

La pie­za será exhi­bi­da a par­tir del 4 de Diciem­bre de 2019 en las salas per­te­ne­cien­tes a la cade­na exhi­bi­do­ra Cine­plex

Sos­pe­cho­so Suicidio

KNI­VES OUT. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Rian Johnson

Un film de mis­te­rio don­de el direc­tor y guio­nis­ta Rian John­son tra­ta de emu­lar a Agatha Chris­tie es lo que se apre­cia en Kni­ves Out. Si bien el rela­to entre­tie­ne en su mayor par­te, su con­te­ni­do de nin­gu­na mane­ra pue­de com­pa­rar­se a las céle­bres nove­las escri­tas por la emble­má­ti­ca auto­ra bri­tá­ni­ca como lo son, entre otras, Wit­ness for the Pro­se­cu­tion, Ten Little Indians y Mur­der on the Orient Express. 

John­son adop­ta la fór­mu­la típi­ca en don­de alguien apa­re­ce ines­pe­ra­da­men­te muer­to para lue­go tra­tar de des­cu­brir cómo se pro­du­jo el dece­so. Así pre­sen­ta a una fami­lia, no muy uni­da por cier­to, cuyo patriar­ca Har­lan Throm­bey (Chris­topher Plum­mer), un pres­ti­gio­so escri­tor de nove­las poli­cia­les, al día siguien­te de haber fes­te­ja­do su octo­gé­si­mo quin­to cum­plea­ños es des­cu­bier­to en su habi­ta­ción sin vida con su gar­gan­ta cortada.

Daniel Craig

Si bien todo hace supo­ner que se tra­ta de un sui­ci­dio, el inqui­si­dor detec­ti­ve Benoit Blanc (Daniel Craig) sos­pe­cha que hay gato ence­rra­do; en con­se­cuen­cia, jun­to con otros dos ofi­cia­les (Lakeith Stan­fi­eld, Noah Segan) reúne a toda la fami­lia en su gran man­sión para inda­gar­los y tra­tar de con­fir­mar su intui­ción de que Har­lan ha sido ase­si­na­do. Entre los miem­bros del clan Throm­bey se encuen­tran los hijos del difun­to autor, Walt (Michael Shan­non) y Lin­da (Jamie Lee Cur­tis), sus res­pec­ti­vos cón­yu­ges Joni (Toni Collet­te) y Richard (Don John­son), como así tam­bién los nie­tos Ran­son (Chris Evans), Meg (Kathe­ri­ne Lang­ford) y Jacob (Jae­den Mar­tell). Tra­tán­do­se de una típi­ca fami­lia dis­fun­cio­nal don­de la mayor par­te de sus inte­gran­tes no sim­pa­ti­za­ban con el occi­so, cada uno de los mis­mos resul­ta sos­pe­cho­so por­que tie­ne algo que ocul­tar. Otro per­so­na­je que vive en la resi­den­cia es Mar­ta Cabre­ra (Ana de Armas), la emplea­da domés­ti­ca de ori­gen sud­ame­ri­cano a la vez que abne­ga­da enfer­me­ra de Har­lan quien fue el úni­co de la fami­lia que ha guar­da­do hacia ella un ver­da­de­ro afecto.

Con el pro­pó­si­to de man­te­ner el sus­pen­so, el rea­li­za­dor acu­de a nume­ro­sas vuel­tas de giros, algu­nas gra­cio­sa­men­te absur­das, brin­dan­do fal­sas pis­tas; de todos modos, y sin reve­lar el des­en­la­ce, pue­de anti­ci­par­se que las deduc­cio­nes del ras­trea­dor detec­ti­ve no resul­tan satis­fac­to­ria­men­te con­vin­cen­tes en la medi­da que el guión deja algu­nos hilos sueltos.

Lo que dis­tin­gue al film es la bue­na direc­ción de John­son y la pre­sen­cia de un elen­co correc­to don­de lo más des­ta­ca­ble son las actua­cio­nes de Toni Colle­te, Don John­son y muy espe­cial­men­te la de Ana de Armas que muy bien carac­te­ri­za al per­so­na­je cen­tral de esta his­to­ria. Sin ser dema­sia­do exi­gen­te ni tra­tar de bus­car una lógi­ca con­sis­ten­te a las situa­cio­nes expues­tas, el gran públi­co pue­de dis­fru­tar con este mode­ra­do entre­te­ni­mien­to poli­cial. Jor­ge Gutman

Dra­má­ti­ca His­to­ria Real

DARK WATERS. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Todd Haynes

A la lis­ta de sóli­dos rela­tos de acti­vis­mo social que el cine ha brin­da­do como lo fue­ron, entre otros ejem­plos, Nor­ma Rae (1979), Silk­wood  (1983) y Erin Broc­ko­vich (2000) aho­ra se agre­ga Dark Waters. Si bien este film de Todd Hay­nes se ubi­ca en la línea de los fil­mes que denun­cian los aten­ta­dos que se come­ten con­tra el medio ambien­te, por sus impli­can­cias en mate­ria de salud el con­te­ni­do del rela­to pro­du­ce escalofríos.

A la mane­ra de David enfren­tan­do a Goliat, Hay­nes apo­ya­do en el sóli­do guión de Mario Correa y Matthew Michael Car­nahan, expo­ne un dra­má­ti­co hecho real don­de un hom­bre muni­do de envi­dia­ble inte­gri­dad y res­pon­sa­bi­li­dad moral enfren­ta a un mons­truo gigan­tes­co sin más armas que su cons­tan­cia, per­se­ve­ran­cia y con­vic­ción para poner fin al daño letal que afec­ta al planeta.

Mark Ruf­fa­lo

La acción que trans­cu­rre duran­te un espa­cio de 17 años, comien­za en 1998 pre­sen­tan­do a Rob Bilott (Mark Ruf­fa­lo); él es un pres­ti­gio­so abo­ga­do de Cin­cin­na­ti (Ohio), aso­cia­do del estu­dio legal Taft Stet­ti­nius & Hollis­ter lide­ra­do por Tom Terp (Tim Rob­bins) que entre otros clien­tes repre­sen­ta los intere­ses de la indus­tria quí­mi­ca inclu­yen­do a la com­pa­ñía DuPont.

El dra­ma comien­za cuan­do el gran­je­ro Wil­bur Ten­nant (Bill Camp) de Par­kers­burg (West Vir­gi­nia) visi­ta a Bilott; adu­cien­do que ha sido refe­ri­do por su abue­la que tam­bién habi­ta en la zona. En un esta­do de gran frus­tra­ción e irri­ta­ción le supli­ca que se des­pla­ce al lugar don­de vive y com­prue­be cómo su terreno está tóxi­ca­men­te dete­rio­ra­do y que por tal razón ha per­di­do 190 vacas de su gana­do, su salud se ha vis­to afec­ta­da, ade­más de haber­se pro­du­ci­do nume­ro­sos casos de cán­cer así como el naci­mien­to de cria­tu­ras con defor­mi­da­des físicas.

Acce­dien­do al pedi­do Bilott via­ja a Par­kers­burg y al sen­tir­se abru­ma­do por lo que pre­sen­cia, resuel­ve inves­ti­gar el caso con­tan­do con el vis­to bueno de Terp. Tras una minu­cio­sa inves­ti­ga­ción se des­cu­bre que ese pro­ble­ma es cau­sa­do por DuPont; entre los ingre­dien­tes que dicha empre­sa uti­li­za para diver­sos pro­duc­tos de bie­nes de con­su­mo ‑inclui­do el teflón- se encuen­tra el per­fluo­rooc­ta­noi­co (PFOA), un áci­do maligno que ha sido dise­mi­na­do en los terre­nos adya­cen­tes a los de Ten­nant y que ade­más tie­ne vin­cu­la­ción con la con­ta­mi­na­ción del agua sumi­nis­tra­da. Del rela­to se des­pren­de que Dupont no igno­ra­ba el gra­ve pro­ble­ma cau­sa­do ya que tiem­po atrás la com­pa­ñía había ensa­ya­do esas sus­tan­cias con ratas pro­du­cien­do efec­tos cancerígenos.

La des­co­mu­nal tarea abor­da­da por Bilott que cul­mi­na en 2015 impli­có la revi­sión de una inmen­su­ra­ble docu­men­ta­ción reque­ri­da a Dupont inclu­yen­do los resul­ta­dos pro­du­ci­dos por los labo­ra­to­rios, alber­ga­dos en cuan­tio­sas cajas. Todo ello tuvo con­se­cuen­cias cola­te­ra­les para el noble abo­ga­do; así, ade­más de poner a prue­ba la pacien­cia de Terp, al dedi­car en la fir­ma la mayor par­te de su tiem­po a este caso, tam­bién ten­só la rela­ción con su abne­ga­da mujer Sarah (Anne Hatha­way). Si bien ella por pro­pia volun­tad dejó su pro­fe­sión de abo­ga­da para dedi­car­se al hogar y a sus tres hijos, siem­pre apo­yó moral­men­te a su espo­so, pero dada la mar­ca­da obse­sión por luchar y ven­cer en el enfren­ta­mien­to judi­cial con Dupont, Bilott des­pla­zó invo­lun­ta­ria­men­te a su que­ri­da fami­lia a un segun­do lugar. No menos impor­tan­te es que la dedi­ca­ción y esfuer­zo de este enco­mia­ble hom­bre pro­du­jo el resen­ti­mien­to de su salud al sufrir des­va­ne­ci­mien­tos neurológicos.

El esme­ra­do cui­da­do de Hay­nes en per­mi­tir que su sobria narra­ción no lle­gue a fati­gar es uno de los méri­tos de este sóli­do dra­ma. No menos impor­tan­te es el muy bien ela­bo­ra­do guión, basa­do en una rese­ña de Natha­niel Rich publi­ca­da en la revis­ta del New York Times; ade­más de supe­rar las difi­cul­ta­des para dra­ma­ti­zar esta verí­di­ca his­to­ria en poco más de dos horas, sumi­nis­tra una escla­re­ce­do­ra infor­ma­ción ‑nun­ca abru­ma­do­ra- sobre las carac­te­rís­ti­cas que invo­lu­cran el queha­cer de las com­pa­ñías petro­quí­mi­cas y cómo reper­cu­ten en el medio ambiente.

Final­men­te se impo­ne des­ta­car el excep­cio­nal tra­ba­jo de Ruf­fa­lo, indu­da­ble­men­te el mejor de su carre­ra; sin sobre­ac­tuar este actor que sobre­lle­va todo el peso del rela­to trans­mi­te mag­ní­fi­ca­men­te el sen­ti­mien­to de angus­tia inte­rior que aco­ge a un ser gene­ro­so y de ele­va­da moral dis­pues­to a no clau­di­car en la cru­za­da empren­di­da al ser­vi­cio de una cau­sa noble ten­dien­te a escla­re­cer la ver­dad y evi­tar que con­ti­núen las nefas­tas con­se­cuen­cias de com­pa­ñías no regu­la­das por el gobierno. La actua­ción de Ruf­fa­lo de nin­gún modo ensom­bre­ce las del res­to del homo­gé­neo elen­co inclu­yen­do a , Hatha­way, Rob­bins, Vic­tor Gar­ber, Bill Pull­man y muy espe­cial­men­te la bri­llan­te pres­ta­ción de Bill Camp. Jor­ge Gutman

Dis­cri­mi­na­ción Racial

QUEEN & SLIM. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Meli­na Matsoukas

En su debut cine­ma­to­grá­fi­co la rea­li­za­do­ra Meli­na Matsou­kas con­si­de­ra el tema de la dis­cri­mi­na­ción racial de Esta­dos Uni­dos expo­nien­do el dra­ma de dos afro­ame­ri­ca­nos que debi­do a una des­afor­tu­na­da situa­ción se trans­for­man en mar­gi­na­dos de la ley.

Daniel Kaluu­ya yJo­die Turner-Smith

La his­to­ria se cen­tra en los dos per­so­na­jes que dan títu­lo al film y comien­za en Cle­ve­land intro­du­cien­do a Queen (Jodie Tur­ner-Smith) y Slim (Daniel Kaluu­ya), dos jóve­nes que se han cono­ci­do a tra­vés de Tin­der y que cele­bran su pri­mer encuen­tro físi­co en un res­tau­ran­te local. Cuan­do des­pués de cenar él la con­du­ce a su domi­ci­lio, un error menor de trán­si­to come­ti­do en la ruta moti­va a que un ofi­cial de poli­cía blan­co (Stur­gill Sim­pson) los deten­ga obli­gan­do a Slim a tener que bajar­se del auto y ser revi­sa­do minu­cio­sa­men­te. El tra­to deci­di­da­men­te agre­si­vo y bru­tal del poli­cía hacia la pare­ja moti­va a que en un momen­to dado por defen­sa pro­pia Slim lo mate con su pro­pia arma. Con­ven­ci­dos de que nun­ca reci­bi­rán un tra­ta­mien­to jus­to por ser negros, Slim y Queen apre­su­ra­da­men­te aban­do­nan el lugar del cri­men y a par­tir de allí comien­za una hui­da que en cier­ta mane­ra se aso­cia a la empren­di­da por Bon­nie y Cly­de. 

El pri­me­ro de los encuen­tros de la pare­ja se pro­du­ce cuan­do el vehícu­lo care­ce de com­bus­ti­ble y un she­riif (Beni­to Mar­tí­nez) tra­ta de ayu­dar­los pero al ver que final­men­te des­con­fía de ellos eso los obli­ga a pro­se­guir la esca­pa­da. Pos­te­rior­men­te lle­gan a la casa del tío de Queen (Bokeem Wood­bi­ne), un vete­rano mili­tar con­ver­ti­do en pro­xe­ne­ta y rodea­do de su harem, quien les faci­li­ta el dine­ro nece­sa­rio así como el coche para pro­se­guir la fuga. En ese reco­rri­do con des­tino hacia el sur para abor­dar la fron­te­ra, los fugi­ti­vos logran que algu­nos se soli­da­ri­cen con su suer­te como es el caso de un matri­mo­nio blan­co (Flea, Chloe Sevigny) tra­tan­do de protegerlos.

Valién­do­se del guión de Lena Waithe, la rea­li­za­do­ra resal­ta la divi­sión exis­ten­te de la divi­sión de la socie­dad ame­ri­ca­na; mien­tras que la pobla­ción blan­ca a tra­vés de los medios de difu­sión con­si­de­ra a los pró­fu­gos como viles cri­mi­na­les, la comu­ni­dad afro­ame­ri­ca­na los ve como víc­ti­mas y los cele­bra como héroes. Si bien el tema cen­tral intere­sa, a medi­da que la narra­ción avan­za va tor­nán­do­se des­igual al nutrir­se de cier­tos epi­so­dios poco estruc­tu­ra­dos; en tal sen­ti­do el rela­to no siem­pre acier­ta con el tono apro­pia­do al entre­mez­clar el dra­ma con roman­ce y cier­ta dosis de sus­pen­so de mane­ra no muy cohesionada.

Sin agre­gar nue­vas luces al tema de la vio­len­cia poli­cial y al tra­ta­mien­to dife­ren­te reci­bi­do por el color de la piel, cabe no obs­tan­te apre­ciar el esfuer­zo de Matsou­kas de refle­jar la injus­ti­cia racial. Si bien el rela­to no alcan­za a satis­fa­cer ple­na­men­te, a su favor se des­ta­ca la bue­na actua­ción de su elen­co, sobre todo el efi­caz desem­pe­ño de Kaluu­ya y Tur­ner-Smith en los roles pro­ta­gó­ni­cos. Asi­mis­mo cabe dis­tin­guir la muy bue­na foto­gra­fía de Tat Rad­clif­fe crean­do la ambien­ta­ción atmos­fé­ri­ca que esta his­to­ria requie­re..Jor­ge Gutman