El Corro­si­vo Poder del Dinero

ALL THE MONEY IN THE WORLD. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Rid­ley Scott

Antes de juz­gar este film por sus pro­pios méri­tos se hace impo­si­ble des­co­no­cer el tras­plan­te del que fue obje­to debi­do a cir­cuns­tan­cias que resul­ta­ron difí­ci­les de pre­ver con ante­la­ción. Habien­do Kevin Spa­cey caí­do en des­gra­cia en el pasa­do mes de octu­bre por razo­nes bien cono­ci­das, los pro­duc­to­res de All the Money in the World con­si­de­ra­ron que su par­ti­ci­pa­ción como uno de sus pro­ta­go­nis­tas del mis­mo debía ser eli­mi­na­da. Gra­cias a la bue­na dis­po­si­ción de Chris­topher Plum­mer para reem­pla­zar­lo y en una carre­ra con­tra el tiem­po, en 9 días de roda­je jun­to con otros acto­res del elen­co, inclu­yen­do Miche­lle Williams y Mark Wahl­berg, el rea­li­za­dor Rid­ley Scott y la exce­len­te mon­ta­jis­ta Clai­re Sim­pson han logra­do el mila­gro de que la pelí­cu­la pudie­se estar en con­di­cio­nes de ser estre­na­da en la fecha pro­gra­ma­da; tal como luce, nadie podrá sos­pe­char de la modi­fi­ca­ción rea­li­za­da o que algo haya sido injer­ta­do arti­fi­cial­men­te o sin sentido.

Chris­topher Plummer

De lo que ante­ce­de que­da por for­mu­lar la pre­gun­ta si aca­so valió la pena el esfuer­zo rea­li­za­do. La res­pues­ta es un rotun­do sí. Sin lle­gar a ser una obra maes­tra, Scott logró un inten­so thri­ller basa­do en la his­to­ria ver­da­de­ra del secues­tro del nie­to del mul­ti­mi­llo­na­rio Jean Paul Getty y la angus­tia des­ple­ga­da por una madre tra­tan­do de res­ca­tar sano y sal­vo a su hijo.

La acción trans­cu­rre en 1973 en Roma y en las pri­me­ras esce­nas fil­ma­das en blan­co y negro para lue­go pasar a color, se obser­va a John Paul Getty III (Char­lie Plum­mer) deam­bu­lar en horas noc­tur­nas en los alre­de­do­res de Via Vene­to don­de recha­za la invi­ta­ción for­mu­la­da por cier­tas cor­te­sa­nas del lugar; a los pocos minu­tos es secues­tra­do y una vez que es escon­di­do en la gua­ri­da de los malean­tes, Cin­quan­ta (Roman Duris), uno de los secues­tra­do­res, es el por­ta­voz que comu­ni­ca a Gail Harris (Willliams), la madre del cau­ti­vo, que se requie­re la suma de 17 millo­nes de dóla­res para libe­rar­lo. Tra­tan­do de acu­dir a su ex sue­gro (Plum­mer) para que sumi­nis­tre el dine­ro, el anciano indi­vi­duo que ha logra­do ama­sar la for­tu­na más gran­de del mun­do con su impe­rio petro­le­ro, no con­si­gue que éste acce­da a faci­li­tar la suma reque­ri­da por los mal­he­cho­res. Más aún el mega­ló­mano indi­vi­duo afir­ma que si acce­die­ra a ese pedi­do y tenien­do en cuen­ta a sus res­tan­tes 13 nie­tos, que­da­ría “en la mise­ria”; al pro­pio tiem­po agre­ga que pese a que su for­tu­na se ha vis­to incre­men­ta­da por el aumen­to del pre­cio del petró­leo, la mis­ma podría bajar brus­ca­men­te si aca­so se pro­du­je­ra un des­cen­so del mis­mo. Fren­te a la emer­gen­cia, lo úni­co que se limi­ta a hacer es desig­nar a su con­se­je­ro Flet­cher Cha­ce (Mark Wahl­berg), un ex agen­te de la CIA, para que se ocu­pe de solu­cio­nar el problema.

El guión de David Scar­pa, basa­do en el libro de John Pear­son, se cen­tra fun­da­men­tal­men­te en Gail, la entra­ña­ble madre de 4 hijos que sufre enor­me­men­te al reci­bir las con­ti­nuas ame­na­zas de los secues­tra­do­res de que su vás­ta­go podrá pasar a mejor vida de no ser sus exi­gen­cias satis­fe­chas en bre­ve tiem­po. Impo­si­ble para esta mujer dis­po­ner de esa suma ni muchos menos tenien­do en cuen­ta que se encuen­tra inde­fen­sa finan­cie­ra­men­te; así, al divor­ciar­se en 1971 de su ex mari­do, John Paul Getty II (Andre Buchan), a fin de man­te­ner la cus­to­dia de sus hijos tuvo que renun­ciar a cual­quier tipo de com­pen­sa­ción y de pen­sión ali­men­ta­ria por par­te de aquel, quien aho­ra es un hom­bre diso­lu­to y dro­ga­dic­to vivien­do en Marruecos.

Sin nece­si­dad de entrar en deta­lles adi­cio­na­les sobre el desa­rro­llo de los acon­te­ci­mien­tos cuyo des­en­la­ce es bien cono­ci­do, más allá de cier­tas licen­cias adop­ta­das por Scott y Scar­pa sobre la vero­si­mi­li­tud de este dra­ma, el direc­tor creó un sóli­do sus­pen­so impri­mien­do un rit­mo que nun­ca decae.

No se sabrá jamás cómo habría resul­ta­do este film con la inter­ven­ción de Spa­cey, pero lo cier­to es que Plum­mer des­lum­bra con su per­so­na­je a pesar de no haber con­ta­do con el sufi­cien­te tiem­po para pre­pa­rar­lo. Aun­que uno hubie­se desea­do una pro­fun­di­za­ción mayor del mis­mo, el vete­rano actor extrae lo máxi­mo de ese ser ais­la­do por com­ple­to en su extre­ma ava­ri­cia y que alie­na­do con su for­tu­na, la mis­ma lle­ga a embria­gar­lo al pro­pio tiem­po que lo des­hu­ma­ni­za. Williams en un rol com­ple­jo trans­mi­te inten­sa­men­te el dra­ma de una madre que sin caer en el his­te­ris­mo no cesa­rá de luchar con tal de recu­pe­rar con vida a su hijo. Duris satis­fa­ce ple­na­men­te como el faci­ne­ro­so líder de la ban­da que man­tie­ne con­ti­nua comu­ni­ca­ción con el joven secues­tra­do y logra sen­tir afec­to por él al pun­to de adop­tar en algu­nos momen­tos una acti­tud seu­do­pa­ter­nal. Por últi­mo, Wahl­berg sien­do un buen actor, aquí no logra satis­fa­cer ple­na­men­te aun­que eso es debi­do a que su per­so­na­je no se encuen­tra sufi­cien­te­men­te delineado.

En resu­men, este dra­ma poli­cial que deja un sin­sa­bor sobre el nefas­to y corro­si­vo poder del dine­ro está muy bien rea­li­za­do y ade­más per­mi­te apre­ciar el remar­ca­ble desem­pe­ño de Chris­topher Plum­mer quien con sus 88 años de edad demues­tra con­ser­var su gran vita­li­dad de exce­len­te actor. Jor­ge Gutman

La Prin­ce­sa del Póquer

MOLL­Y’S GAME. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Aaron Sorkin

Cono­ci­do por su apti­tud de remar­ca­ble guio­nis­ta demos­tra­da en The Social Net­work (2010), Money­ball (2011) y Ste­ve Jobs (2015), entre otros fil­mes, Aaron Sor­kin se ubi­ca por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra para narrar en Moll­y’s Game una his­to­ria real basa­da en el libro auto­bio­grá­fi­co homó­ni­mo de Molly Bloom.

Jes­si­ca Chas­tain e Idris Elba

Adop­tan­do una estruc­tu­ra narra­ti­va don­de el pre­sen­te se inter­ca­la con el pasa­do, la pelí­cu­la comien­za con un pro­lon­ga­do pró­lo­go don­de se mues­tra a la joven Molly (Jes­si­ca Chas­tain), quien habien­do sufri­do como pre­ado­les­cen­te un pro­ble­ma de colum­na, logró supe­rar­se ini­cian­do una carre­ra pro­fe­sio­nal como esquia­do­ra; con todo el des­tino le depa­ra otro obs­tácu­lo cuan­do al entre­nar­se para las olim­pia­das ame­ri­ca­nas sufre un gra­ve acci­den­te esquian­do que le impi­de seguir prac­ti­can­do el depor­te. Tras los cré­di­tos ini­cia­les, la pri­me­ra esce­na tie­ne lugar una déca­da des­pués en don­de fun­cio­na­rios del FBI lle­gan a su casa para arres­tar­la al haber diri­gi­do mesas ile­ga­les de póker.

De allí en más, retro­tra­yen­do hacia el pasa­do se ve cómo des­pués del acci­den­te sufri­do, Molly lue­go de haber aban­do­na­do sus estu­dios de leyes, demues­tra que pue­de ser una hábil empre­sa­ria orga­ni­zan­do apues­tas clan­des­ti­nas de póker; esa tarea la rea­li­za pri­me­ro en Los Ánge­les y pos­te­rior­men­te en Nue­va York, duran­te un perío­do de 8 años. Entre los juga­do­res se encuen­tran cele­bri­da­des de Holly­wood, impor­tan­tes figu­ras del depor­te, empre­sa­rios millo­na­rios y has­ta algu­nos repre­sen­tan­tes de la mafia rusa.

Aun­que el rela­to de Sor­kin ilus­tra en par­te las par­ti­das de póquer don­de la empren­de­do­ra joven vigi­la aten­ta­men­te el movi­mien­to de los juga­do­res, el foco cen­tral se encuen­tra en la rela­ción que ella man­tie­ne con su abo­ga­do Char­lie Jaf­fey (Idris Elba) una vez que comien­za la inves­ti­ga­ción del FBI. Este idea­lis­ta pro­fe­sio­nal tra­ta­rá de adop­tar la mejor estra­te­gia posi­ble para defen­der­la en momen­tos de tener que enfren­tar el jui­cio; en todo caso Molly deja cla­ra­men­te esta­ble­ci­do que de nin­gún modo se pres­ta­rá a iden­ti­fi­car a quie­nes fue­ron sus cli­len­tes juga­do­res si aca­so esa infor­ma­ción pudie­se ate­nuar la sen­ten­cia del juez inter­vi­nien­te en la causa.

Tal como está pre­sen­ta­do, este dra­ma bio­grá­fi­co es muy dis­par. Aun­que la his­to­ria del ascen­so, éxi­to y derrum­be de Molly Bloom ‑cono­ci­da como la Prin­ce­sa del Póquer- ofre­ce mate­rial de inte­rés, el rela­to no lle­ga a impac­tar como debie­ra por varia­das razo­nes. Sor­kin abu­sa de la narra­ción en off que en for­ma de monó­lo­go efec­túa la pro­ta­go­nis­ta, olvi­dan­do que el len­gua­je del cine se mani­fies­ta fun­da­men­tal­men­te a tra­vés de la ima­gen; no menos impor­tan­te es que los diá­lo­gos de los per­so­na­jes ‑a pesar de que hay algu­nos muy bue­nos- ade­más de abru­ma­do­res se rea­li­zan con una velo­ci­dad apa­bu­llan­te impi­dien­do dige­rir todo lo que el direc­tor desea expre­sar. Otro aspec­to obje­ta­ble es que la rela­ción de la pro­ta­go­nis­ta man­te­ni­da en el pasa­do con su exi­gen­te y cua­si tirá­ni­co padre, que la dejó muy mar­ca­da, no está lo sufi­cien­te­men­te desa­rro­lla­da y menos aún con­ven­ce su recon­ci­lia­ción final. Por últi­mo, la dura­ción exce­si­va del film resul­ta a la pos­tre ago­ta­do­ra a pesar de tener algu­nos pasa­jes entretenidos.

Sin lle­gar a satis­fa­cer ple­na­men­te, esta ópe­ra pri­ma de Sor­kin cuen­ta con un buen elen­co lide­ra­do por la mag­ní­fi­ca actua­ción de Jes­si­ca Chas­tain; adop­tan­do un rol deci­di­da­men­te femi­nis­ta ella trans­mi­te la fir­me deter­mi­na­ción de una mujer ambi­cio­sa capaz de con­quis­tar el poder y man­te­ner su con­trol en un mun­do domi­na­do por hom­bres; a su lado. Elba con­fie­re auto­ri­dad a su rol de abo­ga­do idea­lis­ta, así como Kost­ner lo hace como el abu­si­vo padre de Molly. Jor­ge Gutman

El Gran Showman

THE GREA­TEST SHOW­MAN. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Michael Gracey

Por más dul­zón y sen­ti­men­tal que pue­da resul­tar para los detrac­to­res de este film, lo cier­to es que The Grea­test Show­man es un espec­tácu­lo gra­ti­fi­can­te que pare­ce­ría haber sido fil­ma­do de un musi­cal de Broad­way. El rela­to está ins­pi­ra­do en la figu­ra de P.T. Bar­num, (1810 – 1891) quien fue un impor­tan­te pro­mo­tor de espec­tácu­los ade­más de haber sido el fun­da­dor del famo­so Bar­num & Bai­ley Cir­cus. Como come­dia musi­cal, sus can­cio­nes y bai­les se aco­plan a la his­to­ria rela­ta­da que sin ser exac­ta­men­te un rela­to auto­bio­grá­fi­co tra­za la tra­yec­to­ria des­de sus pri­me­ros años de juven­tud has­ta lle­gar a ser una renom­bra­da figu­ra como inven­tor del show business.

Hugh Jack­man

Des­pués de que P.T.(Hugh Jack­man) de humil­de ori­gen ha logra­do ven­cer los obs­tácu­los inter­pues­tos para casar­se con la dul­ce Cha­rity (Miche­le Williams), su novia de juven­tud pro­ve­nien­te de una fami­lia aco­mo­da­da, vemos al matri­mo­nio bien cons­ti­tui­do resi­dien­do en Nue­va York con sus dos hiji­tas. Cuan­do Bar­num pier­de su tra­ba­jo de emplea­do admi­nis­tra­ti­vo en una com­pa­ñía navie­ra que quie­bra, tra­ta­rá de esca­par de una vida banal. Así, que­rien­do ofre­cer a su fami­lia mejo­res con­di­cio­nes de vida, ape­la a su ima­gi­na­ción a fin de que su deseo de con­ver­tir­se en un impor­tan­te empre­sa­rio de espec­tácu­los pue­da cris­ta­li­zar­se. Apo­ya­do moral­men­te por su que­ri­da espo­sa crea en el Ame­ri­can Museum un show entre­mez­clan­do núme­ros tra­di­cio­nal­men­te cir­cen­ses con la pre­sen­ta­ción de una serie de per­so­na­jes mar­gi­na­li­za­dos de la socie­dad por sus carac­te­rís­ti­cas físi­cas inusua­les; entre los mis­mos figu­ran una mujer bar­bu­da (Kea­la Settle), un enano (Sam Humph­rey), un hom­bre com­ple­ta­men­te tatua­do (Shan­non Hol­tzapf­fe) y dos geme­los tra­pe­cis­tas (Yah­ya Abdul-Mateen II, Zen­da­ya). Si bien el espec­tácu­lo no logra entu­sias­mar sufi­cien­te­men­te al públi­co, la afor­tu­na­da aso­cia­ción con Phi­llip Carly­le (Zac Efron), un pro­duc­tor tea­tral vin­cu­la­do con el círcu­lo de la alta socie­dad, habrá de cam­biar su for­tu­na. De allí en más todo pare­ce­ría son­reír para el ambi­cio­so Bar­num sobre todo cuan­do con­tra­ta a Jenny Lind (Rebec­ca Fer­gu­son), la famo­sa can­tan­te sue­ca de ópe­ra que cau­sa un posi­ti­vo impac­to en el público.

Aun­que lo que ante­ce­de no se ajus­te estric­ta­men­te a la reali­dad, don­de por ejem­plo el per­so­na­je de Carly­le es fic­ti­cio, lo que aquí pre­va­le­ce es el gla­mour de la músi­ca, las dan­zas, el coro, la exce­len­te coreo­gra­fía y sobre todo la dece­na de bellas can­cio­nes inclu­yen­do entre otras The Grea­test Show, This is me, A Million Dreams y Never Enough. La pelí­cu­la se bene­fi­cia asi­mis­mo por su cali­fi­ca­do elen­co don­de en el rol pro­ta­gó­ni­co se des­ta­ca la diná­mi­ca actua­ción de Jack­man quien ade­más de muy buen come­dian­te con­fir­ma sus cre­den­cia­les de exce­len­te bai­la­rín y afian­za­do can­tan­te en los varios núme­ros don­de le cabe inter­ve­nir; asi­mis­mo, tam­bién se dis­tin­gue Efron como el socio de Barnum.

Más allá del esplen­dor y la belle­za de este show agra­cia­do por una estu­pen­da coreo­gra­fía y acer­ta­do ves­tua­rio, el rela­to deja aso­mar una crí­ti­ca a la into­le­ran­cia y los pre­jui­cios hacia quie­nes no son pre­su­mi­ble­men­te como debie­ran ser. En todo caso, el con­te­ni­do argu­men­tal ocu­pa aquí un lugar secun­da­rio por­que lo más impor­tan­te es el sen­ti­do del espec­tácu­lo; en ese aspec­to, el novel direc­tor Michael Gra­cey ha logra­do una muy entre­te­ni­da pro­duc­ción musi­cal. Jor­ge Gutman

Un Gran Pri­mer Ministro

DAR­KEST HOUR. Gran Bre­ta­ña, 2017. Un film de Joe Wright

Aun­que este año el públi­co ha juz­ga­do varios fil­mes vin­cu­la­dos con la Segun­da Gue­rra Mun­dial, sobre todo el exce­len­te dra­ma ofre­ci­do por Chris­topher Nolan en Dun­kirk, Dar­kest Hour se des­ta­ca por la mag­né­ti­ca y excep­cio­nal carac­te­ri­za­ción que Gary Old­man rea­li­za de Wins­ton Churchill.

Gary Old­man

El rea­li­za­dor en base al libre­to de Anthony McCar­ten ubi­ca la acción en Mayo de 1940 cuan­do la nación peli­gra ante la inmi­nen­te inva­sión de las tro­pas nazis como ya lo habían hecho en varios paí­ses euro­peos y don­de Fran­cia y Bél­gi­ca están a pun­to de ren­dir­se. Habien­do el Par­ti­do Con­ser­va­dor per­di­do la con­fian­za depo­si­ta­da en Nevi­lle Cham­ber­lain (Ronald Pic­kup) como Pri­mer Minis­tro, él renun­cia a su car­go. Para suce­der­lo, el par­ti­do eli­ge a Chur­chill (Old­man) quien a pesar de su impo­pu­la­ri­dad es la figu­ra más acep­ta­ble por la opo­si­ción; en con­se­cuen­cia el rey Geor­ge VI (Ben Men­del­sohn) lo con­vo­ca a su des­pa­cho para desig­nar­lo for­mal­men­te como el nue­vo mandatario.

En los pri­me­ros días de su gobierno, Chur­chill atra­vie­sa momen­tos difí­ci­les en la medi­da que debe deci­dir sobre la estra­te­gia más favo­ra­ble a seguir a fin de res­guar­dar la segu­ri­dad de Gran Bre­ta­ña fren­te a la Ale­ma­nia nazi. ¿Es que debe ini­ciar nego­cia­cio­nes de paz con Hitler según la posi­ción sus­ten­ta­da por su minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res Lord Hali­fax (Stephen Dilla­ne) y tam­bién por Cham­ber­lain, o en cam­bio luchar con toda ener­gía con­tra el igno­mi­nio­so genocida?

Aun­que nadie igno­ra la acti­tud adop­ta­da por el gran esta­dis­ta, la inten­ción de Wright es la de explo­rar a fon­do la per­so­na­li­dad de un idea­lis­ta de gran con­vic­ción a quien le cupo un rol impor­tan­te en el trans­cur­so del con­flic­to béli­co como así tam­bién des­pués del mis­mo. Es así que el rela­to lo pin­ta como un hom­bre quis­qui­llo­so, iras­ci­ble y colé­ri­co don­de su joven secre­ta­ria (Lily James) debe tole­rar su mal genio en los momen­tos que des­po­tri­ca cuan­do algo no le gus­ta; sin embar­go, allí tam­bién se encuen­tra el mari­do aten­to a escu­char los sabios con­se­jos de su abne­ga­da y sen­sa­ta mujer Cle­men­ti­ne (Kris­tin Scott Tho­mas), como igual­men­te se hace pre­sen­te el polí­ti­co due­ño de una bri­llan­te ora­to­ria que es capaz de impo­ner sus ideas como gobernante.

Aun­que bien diri­gi­do, el rela­to no es lo sufi­cien­te­men­te flui­do debi­do a su guión un tan­to está­ti­co y por ser dema­sia­do ver­bal. Con todo, cabe apre­ciar momen­tos de apre­cia­ble humor como en una secuen­cia en la que Chur­chill ‑en una fic­ti­cia esca­pa­da anó­ni­ma- via­jan­do sin escol­ta ofi­cial en el sub­te­rrá­neo de Lon­dres cons­ta­ta de mane­ra direc­ta el esta­do aní­mi­co de la gen­te con res­pec­to al momen­to crí­ti­co que vive la nación.

Más allá de la obser­va­ción for­mu­la­da, lo más impor­tan­te del film es la excep­cio­nal pres­ta­ción de Gary Old­man en don­de uno deja de visua­li­zar al actor para en cam­bio creer en la resu­rrec­ción del gran esta­dis­ta; aun­que sea por esa úni­ca razón, el film mere­ce su visión. Jor­ge Gutman

El Geno­ci­dio de Camboya

FIRST THEY KILLED MY FATHER. Cam­bo­ya, 2017. Un film de Ange­li­na Jolie

Ange­li­na Jolie, la popu­lar actriz que es tam­bién direc­to­ra y guio­nis­ta, se ubi­ca por cuar­ta vez detrás de las cáma­ras para ofre­cer First They Killed My Father don­de tes­ti­mo­nia la tra­ge­dia pro­vo­ca­da por el san­grien­to régi­men de Khmer Rou­ge ‑en espa­ñol Jeme­res Rojos- que azo­tó a Cam­bo­ya duran­te lar­gos 4 años. A tra­vés de un guión escri­to por la direc­to­ra con la par­ti­ci­pa­ción de la escri­to­ra cam­bo­ya­na Loung Ung basa­do en su libro First They Killed My Father: A Daugh­ter Remem­bers publi­ca­do en 2000, se pasa revis­ta a la tra­yec­to­ria vivi­da por la auto­ra y su fami­lia duran­te el geno­ci­dio que cobró más de 3 millo­nes de víctimas.

Una esce­na de FIRST THEY KILLED MY FATHER

Loung Ung (Srey Moch Sareum) tenía ape­nas 5 años de edad en Abril de 1975, cuan­do los Jeme­res Rojos lide­ra­dos por Pol Pot se apo­de­ra­ron del poder; como con­se­cuen­cia del gol­pe revo­lu­cio­na­rio, ella tuvo que dejar el con­fort goza­do has­ta ese momen­to para huir con sus 6 her­ma­nos y sus padres a la cam­pa­ña en un vie­jo camión con solo ape­nas una peque­ña vali­ja lle­va­da por cada uno de sus miem­bros. Tenien­do que ocul­tar sus raí­ces bur­gue­sas y el pasa­do del padre (Kompheak Pho­eung) como un ofi­cial de alto ran­go, el núcleo fami­liar se radi­ca en un cam­po de tra­ba­jo y ade­más tie­ne que dis­gre­gar­se para poder sobre­vi­vir. Jolie ilus­tra la tris­te reali­dad impe­ran­te don­de el tra­ba­jo es extre­ma­da­men­te duro, la ali­men­ta­ción es insig­ni­fi­can­te y cual­quier inten­to de apro­pia­ción inde­bi­da de comi­da es con­si­de­ra­do por el régi­men como un cri­men de alta trai­ción a la patria. Den­tro de ese pano­ra­ma tétri­co, sobre­sa­le el inque­bran­ta­ble espí­ri­tu de la niña y su fami­lia para resis­tir los emba­tes de ese tris­te destino.

La rea­li­za­do­ra rela­ta esta verí­di­ca his­to­ria con gran sobrie­dad sin recu­rrir a nin­guno de los cli­sés holly­woo­den­ses; una vez más Jolie evi­den­cia una espe­cial afi­ni­dad hacia un cine de com­pro­mi­so socio-polí­ti­co con esta sin­ce­ra, dolien­te y huma­na cró­ni­ca de dra­má­ti­ca super­vi­ven­cia. Jor­ge Gutman