Un Fas­ci­nan­te Dra­ma Deportivo

FOX­CAT­CHER. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Ben­nett Miller

Difí­cil ima­gi­nar que un film de ambien­te depor­ti­vo alcan­ce mati­ces con­si­de­ra­ble­men­te dra­má­ti­cos como los que se mues­tran en Fox­cat­cher, pero cuan­do lo que acon­te­ce en su rela­to está basa­do en inima­gi­na­bles hechos ver­da­de­ra­men­te acon­te­ci­dos uno debe ren­dir­se a la evi­den­cia. Ade­más de su exce­len­te direc­ción, lo que le mere­ció a Ben­nett Miller haber obte­ni­do el pre­mio en tal carác­ter en el últi­mo fes­ti­val de Can­nes, el film se dis­tin­gue tam­bién por la remar­ca­ble inter­pre­ta­ción del trío cen­tral de acto­res que par­ti­ci­pan en el mismo.

Steve Carrell y Channing Tatum

Ste­ve Carrell y Chan­ning Tatum

Miller, quien ya explo­ró exi­to­sa­men­te el béis­bol en Money­ball (2011), vuel­ve a incur­sio­nar aho­ra enfo­can­do su aten­ción en el depor­te de la lucha libre toman­do como refe­ren­cia a dos her­ma­nos, Mark (Chan­ning Tatum) y David Schultz (Mark Ruf­fa­lo) quie­nes se han dis­tin­gui­do por haber sido galar­do­na­dos con meda­llas de oro en los Jue­gos Olím­pi­cos de Los Ánge­les de 1984.

El film ilus­tra la bue­na rela­ción afec­ti­va entre ambos her­ma­nos aun­que cada uno de ellos siguie­ra un camino inde­pen­dien­te. David que lle­va­ba una vida fami­liar apa­ci­ble con su espo­sa Nancy (Sien­na Miller) y sus dos hijos, fue más popu­lar que Mark por haber logra­do meda­llas con­quis­ta­das en otros cer­tá­me­nes de gran rele­van­cia como los Cam­peo­na­tos del Mun­do, Jue­gos Pan­ame­ri­ca­nos, etc. Por su par­te, Mark con­si­de­ra­ba que la figu­ra de su her­mano mayor cons­ti­tuía pro­fe­sio­nal­men­te una som­bra para él y en cier­ta for­ma sen­tía cier­ta insa­tis­fac­ción como per­so­na no rea­li­za­da ple­na­men­te en su vida, excep­to cuan­do trans­mi­tía su voca­ción depor­ti­va a sus alum­nos de la escue­la primaria.

El des­tino deter­mi­na un cam­bio de rum­bo para Mark cuan­do en 1987 el filán­tro­po mul­ti­mi­llo­na­rio John du Pont, (Ste­ve Carell) ‑quien fue un renom­bra­do patro­ci­na­dor de la Fede­ra­ción de Lucha- se intere­sa por él invi­tán­do­lo a inte­grar un gru­po de depor­tis­tas de lucha libre; su pro­pó­si­to era el de for­mar un equi­po bien pre­pa­ra­do para com­pe­tir en los Jue­gos Olím­pi­cos de 1988 en Seúl y lograr una impor­tan­te vic­to­ria para los Esta­dos Uni­dos. Acep­tan­do la pro­pues­ta, Mark se des­pla­za a Pen­sil­va­nia para resi­dir en la gran man­sión de du Pont don­de dis­po­ne de un gran com­ple­jo de entre­na­mien­to deportivo.

El víncu­lo per­so­nal que man­tie­ne el filán­tro­po con Mark es uno de los aspec­tos más impor­tan­tes del rela­to; tan­to duran­te el perío­do de entre­na­mien­to como fue­ra del mis­mo que­da cla­ra­men­te esta­ble­ci­da la sumi­sión del depor­tis­ta fren­te a su bene­fac­tor quien se reve­la como un sutil mani­pu­la­dor que lo indu­ce a acom­pa­ñar­lo en sus hábi­tos de con­su­mo de dro­gas; es allí que el mag­ní­fi­co guión de E. Max Frye y Dan Fut­ter­man deja entre­ver los ras­gos par­ti­cu­la­res de la per­so­na­li­dad de du Pont sugi­rien­do un acer­ca­mien­to homo­eró­ti­co hacia Mark que está muy bien plan­tea­do. La con­vi­ven­cia adquie­re carac­te­rís­ti­cas más den­sas cuan­do el anfi­trión quie­re que Mark con­ven­za a su her­mano para que par­ti­ci­pe del equi­po depor­ti­vo como entre­na­dor, hecho que al poco tiem­po se con­cre­ta con el arri­bo de David y su fami­lia a la resi­den­cia de du Pont. De aquí en más se pro­du­ce una diná­mi­ca rela­ción entre los 3 per­so­na­jes, don­de un extra­ño cli­ma se va crean­do cuan­do el due­ño de casa deja de lado a Mark y mani­fies­ta implí­ci­ta­men­te su pre­fe­ren­cia por David.

El deve­nir de los acon­te­ci­mien­tos pos­te­rio­res se tra­du­ce en un sober­bio dra­ma psi­co­ló­gi­co que va crean­do un cli­ma de sos­te­ni­da ten­sión don­de que­dan expre­sa­dos los fuer­tes lazos fra­ter­na­les, los celos y las mani­fes­ta­cio­nes oscu­ras de la con­duc­ta huma­na del excén­tri­co bene­fac­tor que con­du­cen a un trá­gi­co desenlace.

Tan­to Chan­ning como Ruf­fa­lo bri­llan en sus res­pec­ti­vos pape­les, pero por la natu­ra­le­za del per­so­na­je ani­ma­do por Carrell, este actor ofre­ce una des­co­llan­te carac­te­ri­za­ción de su per­so­na­je, tan­to en los ras­gos físi­cos con la ayu­da de una pró­te­sis en su nariz como en los mati­ces emo­cio­na­les de la com­ple­ja, excén­tri­ca y deli­ran­te per­so­na­li­dad de du Pont.

Con­clu­sión: Un muy buen estu­dio de carac­te­res den­tro del mar­co de un dra­ma psi­co­ló­gi­co mag­ní­fi­ca­men­te rela­ta­do e inter­pre­ta­do. Jor­ge Gutman

Agri­dul­ce His­to­ria de Amor Otoñal

PARTY GIRL. Fran­cia, 2014. Un film escri­to y diri­gi­do por Marie Ama­chou­ke­li, Clai­re Bur­ger y Samuel Theis.

. Angélique Litzenburger

Angé­li­que Litzenburger

Este film que este año fue dis­tin­gui­do con la Cáma­ra de Oro –pre­mio a la mejor ópe­ra pri­ma pre­sen­ta­da en el Fes­ti­val de Can­nes- se carac­te­ri­za por estar ins­pi­ra­do en la vida de su ver­da­de­ra pro­ta­go­nis­ta Angé­li­que Litzen­bur­ger; uni­do a ello, habría que agre­gar que de los tres rea­li­za­do­res del film, Marie Ama­chou­ke­li, Clai­re Bur­ger y Samuel Theis, éste últi­mo es el hijo de Angé­li­que y par­te de los acto­res no pro­fe­sio­na­les están inte­gra­dos por miem­bros de su fami­lia. De allí que el resul­ta­do de este rela­to podría enca­si­llar­se en una suer­te de cine de reali­dad (ciné­ma veri­té) o bien como un docu­men­tal, aun­que esté con­ce­bi­do como una his­to­ria de ficción.

El tema cen­tral gira en torno de Angé­li­que (Litzen­bur­ger inter­pre­tán­do­se a sí mis­ma), quien es una dama sexa­ge­na­ria que duran­te toda su vida acti­va se desem­pe­ñó como caba­re­te­ra de un club noc­turno ubi­ca­do en la ciu­dad fran­ce­sa de Metz, cer­ca de la fron­te­ra con Ale­ma­nia; su tarea con­sis­tía en socia­li­zar con la clien­te­la mas­cu­li­na para hacer­los con­su­mir bebi­das alcohó­li­cas del esta­ble­ci­mien­to. Esa acti­vi­dad la sigue desa­rro­llan­do cuan­do el film se ini­cia, en don­de se la mues­tra com­par­tien­do con otras com­pa­ñe­ras del lugar; todo ese ambien­te está des­crip­to deli­ca­da­men­te sin la inclu­sión de esce­nas sexua­les. Uno de los aspec­tos intere­san­tes del rela­to es que a pesar de la vida que ha lle­va­do Angé­li­que pudo for­mar una fami­lia inte­gra­da por 4 hijos, de los cua­les tres de ellos, Sam (Samuel Theis) Mario (Mario Theis) y Séve­ri­ne (Séve­ri­ne Litzen­bur­ger) han man­te­ni­do un con­tac­to per­ma­nen­te con ella, a dife­ren­cia de Cynthia (Cynthia Litzen­bur­ger) quien a los 6 años de edad fue apar­ta­da de su madre para vivir en el hogar de una fami­lia sustituta.

El ele­men­to que moto­ri­za la his­to­ria es la pre­sen­cia de Michel (Joseph Bour), un clien­te que en el pasa­do fre­cuen­tó el caba­ret y que sin­tien­do un pro­fun­do amor por Angé­li­que le pro­po­ne casa­mien­to; habien­do sida sor­pren­di­da por tal anun­cio y con­si­de­ran­do que no se tra­ta de una bro­ma, ella final­men­te asien­te aun­que no muy con­ven­ci­da del paso deci­si­vo que adop­ta­rá al tener que modi­fi­car por com­ple­to su esti­lo de vida. A par­tir de allí ambos viven jun­tos aguar­dan­do el momen­to en que se casa­rán for­mal­men­te. Un gran dile­ma se le pre­sen­ta a esta sen­si­ble mujer cuan­do a medi­da que van trans­cu­rrien­do los días pre­vios a la boda, com­prue­ba que lo que la liga al bon­da­do­so Michel es un esti­ma­ble cari­ño pero que en últi­ma ins­tan­cia no es amor lo que sien­te por él. ¿Cuál es la deci­sión que adop­ta­rá? ¿Casar­se con un hom­bre que le pro­di­ga­rá amor, com­pa­ñe­ris­mo, res­pe­to y con­fort, o por el con­tra­rio desis­tir de la boda y con­ti­nuar vivien­do como lo ha hecho has­ta ahora?

Lo impor­tan­te del rela­to es el can­dor vol­ca­do en el mis­mo y la natu­ra­li­dad de todos los inte­gran­tes que lo ani­man. Así hay nume­ro­sas esce­nas nota­ble­men­te genui­nas que sin sen­ti­men­ta­lis­mo alguno logran con­si­de­ra­ble reso­nan­cia; entre las mis­mas se pue­de citar la comi­da fami­liar en que Angé­li­que pre­sen­ta a algu­nos de sus hijos y nie­tos a su novio, el emo­ti­vo reen­cuen­tro que man­tie­ne con Cynthia en el hogar de la fami­lia sus­ti­tu­ta, y/o bien cuan­do en un momen­to muy espe­cial cada uno de los hijos expre­sa con sin­ce­ras pala­bras el amor que sien­te hacia su madre.

A pesar de las inter­pre­ta­cio­nes abso­lu­ta­men­te con­vin­cen­tes de su elen­co, por la impor­tan­cia de sus roles sobre­sa­len Angé­li­que quien con gran inten­si­dad trans­mi­te la gran duda que la ani­ma sobre cómo afron­tar su vida futu­ra, y Bour que pro­yec­ta mara­vi­llo­sa­men­te la noble­za cabal de un hom­bre que en el oto­ño de su exis­ten­cia cree haber encon­tra­do la feli­ci­dad al lado de la mujer que ama.

Con­clu­sión: Una ínti­ma his­to­ria rea­lis­ta que con per­so­na­jes deci­di­da­men­te agra­da­bles logra crear una gran empa­tía con el públi­co.  Jor­ge Gut­man 

De Nebras­ka a Iowa

THE HOMES­MAN. Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de Tommy Lee Jones

Nue­va­mente Tommy Lee Jones da mues­tras de ser un con­su­mado rea­li­za­dor tal como lo demos­tró en su ópe­ra pri­ma The Three Burials of Mel­quia­des Estra­da (2005) que habién­do­se estre­nado en Can­nes obtu­vo el pre­mio al mejor actor y al mejor guión. En su segun­da incur­sión detrás de la cáma­ra don­de tam­bién enca­beza el repar­to, Lee Jones des­cribe con fine­za el espí­ritu de una épo­ca a tra­vés de un muy buen wes­tern feme­nino. Sin que exis­ta roman­ce de por medio como en prin­ci­pio se pudie­ra pre­ver, y uti­li­zan­do una mode­ra­da vio­len­cia sin caer en des­bor­des efec­tis­tas, el rea­li­za­dor ha cons­trui­do meticu­losa­men­te un film sobrio, inno­va­dor, nada pre­de­ci­ble y de cali­dad supe­rior, capaz de satis­fa­cer a una audien­cia selectiva.

 Hilary Swank y Tommy Lee Jones en THE HOMESMAN

Hilary Swank y Tommy Lee Jones en THE HOMESMAN

Basa­do en la nove­la The Shoo­tist de Glen­don Swart­hout publi­ca­da en 1988, el rela­to del rea­li­za­dor escri­to con Kie­ran Fitz­ge­rald y Wes­ley Oli­ver se ubi­ca en 1854, diez años antes de la Gue­rra Civil, y gira en torno de Mary Bee Cuddy (Hilary Swank), una sol­te­rona pio­nera de gran cora­zón y nota­ble valor que deci­de tomar bajo su res­pon­sa­bi­li­dad el tras­lado de tres muje­res (Miran­da Otto, Gra­ce Gum­mer, Son­ja Rich­ter) men­tal­mente ines­ta­bles por dife­ren­tes razo­nes, des­de Nebras­ka has­ta una igle­sia de Iowa. En el trans­curso del lar­go via­je Mary sal­va de la hor­ca a Geor­ge Briggs (Lee Jones), un deser­tor del ejér­ci­to; a cam­bio de ese acto de noble­za el taci­turno indi­vi­duo acep­ta acom­pa­ñarla en su misión, com­par­tiendo la dura expe­rien­cia de tener que supe­rar los peli­gros de dife­rente índo­le atra­ve­sando la vas­ta región de la Fron­tera Americana.

Swank, en el más impor­tan­te rol que le ha toca­do asu­mir des­de su bri­llan­te desem­pe­ño en Million Dollar Baby (2004), se intro­du­ce ple­na­men­te en la piel de la ave­za­da pio­ne­ra dota­da de una remar­ca­ble for­ta­le­za a la vez que capaz de con­tro­lar sus emo­cio­nes; ella logra una espe­cial quí­mi­ca al lado del anti­hé­roe vaque­ro per­so­ni­fi­ca­do muy bien por el rea­li­za­dor. Ade­más de sus pro­ta­go­nis­tas prin­ci­pa­les, los roles secun­da­rios están con­vin­cen­te­men­te per­so­ni­fi­ca­dos inclu­yen­do a la vete­ra­na y siem­pre gran actriz Meryl Streep como la mujer de un minis­tro meto­dis­ta, James Spa­der, Tim Bla­ke Nel­son y John Lith­gow, entre otros.

Lee Jones es uno de los con­ta­dos direc­to­res capaz de repro­du­cir en un wes­tern las haza­ñas de gen­te indó­mi­ta y per­se­ve­ran­te con par­ti­cu­lar sen­si­bi­li­dad líri­ca sin ape­lar a sofis­ti­ca­dos pre­cio­sis­mos. Entre los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción es nece­sa­rio des­ta­car la mag­ní­fi­ca direc­ción de foto­gra­fía del remar­ca­ble artis­ta mexi­cano Rodri­go Prie­to obte­nien­do un rela­to bella­men­te fil­ma­do, así como tam­bién la valio­sa con­tri­bu­ción musi­cal del com­po­si­tor Mar­co Beltrami.

Con­clu­sión: Un remar­ca­ble rela­to del vie­jo oes­te esta­dou­ni­den­se que con­fir­ma a Tommy Lee Jones como uno de los rea­li­za­do­res ame­ri­ca­nos más impor­tan­tes.  Jor­ge Gutman

La Teo­ría del Todo

THE THEORY OF EVERYTHING. Gran Bre­ta­ña-Esta­dos Uni­dos, 2014. Un film de James Marsh

Este dra­má­ti­co film cons­ti­tu­ye una exce­len­te cró­ni­ca de la vida del gran físi­co bri­tá­ni­co Stephen Haw­king abar­can­do su matri­mo­nio con una excep­cio­nal mujer, sus inves­ti­ga­cio­nes vin­cu­la­das con el estu­dio del uni­ver­so y su cruel enfer­me­dad que lo ha con­ver­ti­do a tem­pra­na edad en un ser com­ple­ta­men­te muti­la­do. Gra­cias a la exce­len­te direc­ción de James Marsh quien se vale del guión de Anthony McCar­ten que está basa­do en el rela­to auto­bio­grá­fi­co de Jane Haw­king Tra­vellling to Infi­nity: My Life With Stephen, la his­to­ria guar­da per­fec­ta cohe­sión y cons­ti­tu­ye una lec­ción úni­ca de vida al demos­trar cómo con­tra vien­to y marea un hom­bre en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas pue­de supe­rar obs­tácu­los insal­va­bles para con­ver­tir­se en una excep­cio­nal per­so­na­li­dad científica.

Eddie Redmayne y Felicity Jones en THE THEORY OF EVERYTHING

Eddie Red­may­ne y Feli­city Jones en THE THEORY OF EVERYTHING

El joven Haw­king (Eddie Red­may­ne) es en 1963 un bri­llan­te estu­dian­te de post­gra­do en la renom­bra­da uni­ver­si­dad de Cam­brid­ge don­de sus teo­rías sobre cos­mo­lo­gía, a fin de encon­trar una expli­ca­ción sobre el uni­ver­so median­te elu­cu­bra­das ecua­cio­nes mate­má­ti­cas, lle­gan a asom­brar a sus com­pa­ñe­ros así como a sus pro­fe­so­res. Es duran­te esa épo­ca que lle­ga a cono­cer a Jane Wil­de (Feli­city Jones) y los dos se ena­mo­ran per­di­da­men­te; sin embar­go, esa feli­ci­dad no será dura­de­ra cuan­do como con­se­cuen­cia de una caí­da, Stephen es diag­nos­ti­ca­do con la Escle­ro­sis Late­ral Amio­tró­fi­ca (el mal de Lou Geh­rig), una enfer­me­dad neu­ro­de­ge­ne­ra­ti­va que afec­ta a la acti­vi­dad mus­cu­lar volun­ta­ria sin dañar el cere­bro. Se le vati­ci­na un pro­nós­ti­co de vida de no más de dos años infor­mán­do­le que duran­te ese perío­do expe­ri­men­ta­rá un suce­si­vo empeo­ra­mien­to del mal que lo aque­ja. A pesar de todo, en 1965 se casa con Jane y de esa unión nace­rán 3 hijos.

La cró­ni­ca de la vida matri­mo­nial duran­te un lap­so de 25 años está muy bien narra­da aun­que sin entrar en deta­lle alguno sobre la inti­mi­dad sexual de la pare­ja; lo que sí se des­ta­ca es la dedi­ca­ción total de Jane hacia su mari­do esti­mu­lán­do­lo a con­cluir su carre­ra lo que lo con­du­ce a obte­ner su PHD con un tra­ba­jo que invo­lu­cra su teo­ría ini­cial sobre la crea­ción del uni­ver­so; ade­más es ella la que no solo cui­da­rá de su cón­yu­ge sino quien lle­va­rá ade­lan­te el hogar y la edu­ca­ción de sus hijos. Entre tan­to, el empeo­ra­mien­to físi­co de Stephen impli­ca tener que movi­li­zar­se con una silla de rue­das y gra­dual­men­te se hará más difi­cul­to­so enten­der lo que dice; nada de ello impi­de con­ti­nuar con sus inves­ti­ga­cio­nes, efec­tuar diser­ta­cio­nes y reci­bir mere­ci­dos home­na­jes por su con­tri­bu­ción cien­tí­fi­ca. El paso del tiem­po impli­ca haber logra­do ven­cer a la muer­te aun­que no a la enfer­me­dad, sobre todo cuan­do en 1985 es afec­ta­do por una gra­ve pul­mo­nía y Jane es la encar­ga­da de tomar una difi­ci­lí­si­ma deci­sión sobre si des­co­nec­tar a Stephen del apa­ra­to que lo man­tie­ne vivo o some­ter­lo a una tra­queo­to­mía que le qui­ta­rá por com­ple­to el habla; optan­do por este segun­do camino, ella per­mi­te que su mari­do pue­da seguir vivien­do, valer­se de un sin­te­ti­za­dor vocal para poder comu­ni­car­se y seguir apor­tan­do la rique­za de sus investigaciones.

Las difi­cul­ta­des tan­to de quien con­vi­ve con esa terri­ble enfer­me­dad como de quien debe cui­dar­lo podría dar lugar a un film depri­men­te y lacri­mó­geno. Afor­tu­na­da­men­te, nada de eso ocu­rre por­que el rela­to está expues­to con sobrie­dad, con­te­nien­do momen­tos de humor que ate­núan su drama.

Red­may­ne ofre­ce una inter­pre­ta­ción de gran enver­ga­du­ra don­de ade­más del estruen­do­so esfuer­zo físi­co que requie­re su papel, ‑algo com­pa­ra­ble con lo que Daniel Day Lewis ofre­cie­ra en My Left Foot (1989) y Mathieu Ama­ric en Le Scaphan­dre et le papi­llon (2007)-, el actor se aden­tra por com­ple­to en la psi­co­lo­gía de un hom­bre que lucha ince­san­te­men­te para no que­dar atra­pa­do en la enfer­me­dad que lo con­su­me. Aun­que de dife­ren­te natu­ra­le­za, tam­bién emo­cio­na la com­po­si­ción que Jones rea­li­za como la mujer ple­na de for­ta­le­za y gran­de­za que se brin­da con devo­ción hacia su mari­do, a pesar de que el matri­mo­nio se disol­vió en 1991.

Como hecho para­do­jal y asom­bro­so de la natu­ra­le­za, el hom­bre que a los 21 años que­dó sen­ten­cia­do a morir, vive aún con sus 72 años de edad, tenien­do en su haber la publi­ca­ción de varios libros, entre ellos A Brief His­tory of Time (Bre­ve His­to­ria del Tiem­po) publi­ca­do en 1988 con 10 millo­nes de copias ven­di­das a nivel mun­dial don­de se refie­re a la natu­ra­le­za del tiem­po y sobre si el uni­ver­so es infi­ni­to o tie­ne límites.

Con­clu­sión: Un dra­ma alec­cio­na­dor y esti­mu­lan­te que citan­do las pala­bras de Haw­king se pue­de afir­mar que “a pesar de lo malo que la vida pue­da pare­cer, cuan­do hay vida exis­te espe­ran­za”. Esa es la lec­ción que deja este nota­ble film. Jor­ge Gutman

El Arte de la Diplomacia

DIPLO­MA­TIE. Fran­cia-Ale­ma­nia, 2014. Un film de Vol­ker Schlondorff

En base a la exi­to­sa obra de tea­tro Diplo­ma­tie del dra­ma­tur­go fran­cés Cyril Gely, el rea­li­za­dor Vol­ker Schlon­dorff la tras­la­da a la pan­ta­lla con los mis­mos acto­res que en 2011 la repre­sen­ta­ron en el esce­na­rio del tea­tro Made­lei­ne de París, habien­do reci­bi­do elo­gio­sos comen­ta­rios crí­ti­cos; de allí que no lle­ga a sor­pren­der que tan­to Niels Ares­trup como André Dus­so­llier, amplia­men­te fami­lia­ri­za­dos con sus res­pec­ti­vos roles, ofrez­can dos inter­pre­ta­cio­nes magis­tra­les repro­du­cien­do el dra­ma de los últi­mos días de ocu­pa­ción del régi­men nazi en Francia.

Niels Arestrup y André Dussollier en DIPLOMATIE

Niels Ares­trup y André Dus­so­llier en DIPLOMATIE

No es la pri­me­ra vez que este tema es tra­ta­do en el cine dado que en 1966 René Clé­ment lo había con­si­de­ra­do en ¿Arde París? (Paris brû­le-t-il?); en todo caso, esta ver­sión es más inti­mis­ta invo­lu­cran­do al espec­ta­dor en una sus­tan­cio­sa con­ver­sa­ción que tie­ne lugar entre sus dos per­so­na­jes principales.

La acción se desa­rro­lla en 1944 en París cuan­do resul­ta inmi­nen­te la lle­ga­da del ejér­ci­to alia­do para reto­mar el con­trol de la ciu­dad en manos de los ale­ma­nes. Duran­te la noche del 24 al 25 de agos­to en su des­pa­cho del lujo­so Hotel Meu­ri­ce de la rue Rivo­li se encuen­tra en su des­pa­cho el gene­ral nazi Die­trich von Chol­titz (Ares­trup), quien como coman­dan­te de las fuer­zas de ocu­pa­ción de Ale­ma­nia se halla ata­rea­do en ulti­mar los pre­pa­ra­ti­vos para la des­truc­ción de la capi­tal de Fran­cia, según las estric­tas órde­nes reci­bi­das de Hitler; la ope­ra­ción con­sis­ti­ría en la eli­mi­na­ción de los prin­ci­pa­les puen­tes que sobre el río Sena unen las már­ge­nes izquier­da y dere­cha de la mis­ma, así como la explo­sión de los mara­vi­llo­sos monu­men­tos que sim­bo­li­zan su excep­cio­nal cul­tu­ra arqui­tec­tó­ni­ca (Ope­ra, Tour Eif­fel, Lou­vre, Notre Dame, Pla­ce de la Con­cor­de, entre otros). Ese acto sig­ni­fi­ca­ba para el Füh­rer geno­ci­da ejer­cer su ven­gan­za con­tra las fuer­zas enemi­gas que deja­ron en rui­nas a la ciu­dad de Berlín.

La ines­pe­ra­da visi­ta que rea­li­za el cón­sul de Sue­cia Raoul Nord­ling (Dus­so­llier) a von Chol­titz duran­te esas horas deci­si­vas cons­ti­tu­ye la médu­la del rela­to. Aun­que esa reu­nión en reali­dad nun­ca tuvo lugar, lo cier­to es que ambos indi­vi­duos se habían cono­ci­do pre­via­men­te cuan­do Nord­ling nego­ció con el ale­mán el inter­cam­bio de pri­sio­ne­ros polí­ti­cos ale­ma­nes y fran­ce­ses.

La pie­za tea­tral así como el film, refle­ja el due­lo ver­bal que se pro­du­ce entre Nord­ling y von Chol­titz; el pri­me­ro ape­la a sus dotes de con­su­ma­do diplo­má­ti­co para disua­dir a su inter­lo­cu­tor de come­ter una vio­len­ta agre­sión cri­mi­nal que ade­más de ser abso­lu­ta­men­te gra­tui­ta y sin sen­ti­do impli­ca­rá la muer­te de millo­nes de vidas ino­cen­tes. El gene­ral argu­ye que como coman­dan­te y buen sol­da­do per­te­ne­cien­te a una ter­ce­ra gene­ra­ción fami­liar de mili­ta­res está para cum­plir las órde­nes sin contradecirlas.

¿Cómo pue­de supe­rar­se esta gran dico­to­mía exis­ten­te entre la fuer­za de la razón y la del estric­to cum­pli­mien­to de obe­dien­cia sin ofre­cer resistencia?Precisamente, uno de los méri­tos de este film resi­de en la impor­tan­cia que adquie­re la rique­za de los diá­lo­gos que duran­te poco más de una hora no cesan de con­ci­tar la aten­ción cada vez más cre­cien­te de la audien­cia. Si bien el coman­dan­te sabe que tie­ne la sar­tén por el man­go en la rela­ción man­te­ni­da con el diplo­má­ti­co, len­ta­men­te lle­ga a com­pren­der que lo que está por come­ter ten­drá al final de la gue­rra con­no­ta­cio­nes extre­ma­da­men­te nega­ti­vas tan­to para él como para su fami­lia. Por su par­te, no es menor la tarea que Nord­ling tra­ta de rea­li­zar cuan­do lle­ga­do a un momen­to cla­ve de la con­ver­sa­ción él no sabe cómo res­pon­der a von Chol­titz cuan­do le pre­gun­ta qué haría si estu­vie­ra en su lugar.

Ade­más del cau­ti­van­te diá­lo­go, el film se des­ta­ca por la excep­cio­nal actua­ción de Duso­llier y Ares­trup des­ple­gan­do un due­lo de tita­nes. El pri­me­ro es impa­ga­ble como la per­so­na pro­vis­ta de una excep­cio­nal huma­ni­dad y encan­to, que habien­do vivi­do en París, una ciu­dad que ama inten­sa­men­te, tra­ta de modi­fi­car la deci­sión del gene­ral a tra­vés de una per­sua­sión increí­ble que le per­mi­ta abrir su cora­zón humano a la vez que su ros­tro deno­ta la com­pren­sión del dile­ma en que se encuen­tra su inter­lo­cu­tor. Por su par­te, la per­so­ni­fi­ca­ción que rea­li­za Ares­trup es de anto­lo­gía; a pesar de que su papel impi­de la crea­ción de sim­pa­tía algu­na, no menos cier­to es que su actua­ción es magis­tral, sobre todo en los momen­tos fina­les cuan­do comien­za a tras­lu­cir el tre­men­do peso emo­cio­nal que con­lle­va tener que sus­pen­der una orden y las con­se­cuen­cias a las cua­les debe­rá atenerse.

Schlon­dorff como rea­li­za­dor deja cam­po libre al luci­mien­to de sus acto­res pero al pro­pio tiem­po con­si­gue disi­mu­lar la estruc­tu­ra tea­tral de la pie­za ‑prác­ti­ca­men­te con­fi­na­da en una sola habi­ta­ción con excep­ción de pocos exte­rio­res- para que en nin­gún momen­to el desa­rro­llo de las con­ver­sa­cio­nes se tor­nen monó­to­nas. En suma, el con­su­ma­do rea­li­za­dor ha sabi­do muy bien adap­tar la obra de Gely (con­jun­ta­men­te con el autor) para ofre­cer un film de per­ma­nen­te interés.

Con­clu­sión: Aun­que fue­ra tan solo por la actua­ción de Niels Ares­trup y André Dus­so­llier, este film es deci­di­da­men­te reco­men­da­ble. Jor­ge Gutman