Una Far­sa Trágica

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LE PĖRE. Tex­to: Flo­rian Zeller. Adap­ta­ción: Emma­nuel Rein­chen­bach. Direc­ción: Édith Pate­nau­de. Elen­co: Adrien Blet­ton, Sofia Blon­din, Fayo­lle Jean Jr., Marc Mes­sier, Noé­mie O’Farrell y Cathe­ri­ne Tru­deau. Esce­no­gra­fía: Odi­le Gama­che y Julie Meas­roch. Ves­tua­rio: Cynthia St-Elais. Ilu­mi­na­ción: Julie Bas­se. Músi­ca: Ale­xan­der Macs­ween. Asis­ten­te de Direc­ción: Adè­le Saint-Amand Dura­ción: 90 minu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 21 de abril de 2024 en el Théâ­tre du Nou­veau Monde

Habien­do sido elo­gia­do como escri­tor, Flo­rian Zeller tam­bién ha logra­do gran éxi­to como dra­ma­tur­go, don­de entre varias de sus obras, Le Père crea­da en 2012 ha sido calu­ro­sa­men­te aplau­di­da por expo­ner con gran luci­dez un gra­ve pro­ble­ma que afec­ta en espe­cial a la gen­te de edad mayor como lo es la demen­cia senil. En tal sen­ti­do, la pre­sen­ta­ción de esta pie­za por par­te del TNM es a todas luces un gran logro artís­ti­co al per­mi­tir que esta enfer­me­dad neu­ro­de­ge­ne­ra­ti­va carac­te­ri­za­da por la pér­di­da pro­gre­si­va de la memo­ria, se trans­mi­ta con máxi­ma inten­si­dad a tra­vés de su per­so­na­je protagónico.

Marc Mes­sier. (Foto: Jean Fran­co­is Gratton)

La pie­za que en la adap­ta­ción de Emma­nuel Rein­chen­bach trans­cu­rre en Mon­treal pre­sen­ta a André (Marc Mes­sier), un octo­ge­na­rio jubi­la­do que es repren­di­do por su hija Anne (Cathe­ri­ne Tru­deau) al sen­tir­se frus­tra­da por­que él des­pi­dió a la ter­ce­ra cui­da­do­ra con­se­cu­ti­va que lo esta­ba aten­dien­do ale­gan­do que ella le había sus­traí­do su reloj. Es así que Anne ha dis­pues­to con­tra­tar a Lau­ra (Sofia Blon­din), una nue­va enfer­me­ra, a pesar de que André insis­te en que pue­de mane­jar­se por su cuen­ta sin asis­ten­cia algu­na aun­que su ines­ta­ble con­di­ción men­tal demues­tra lo con­tra­rio. Asi­mis­mo Anne le hace saber que ella se muda­rá a Toron­to con su pare­ja Pie­rre (Fayo­lle Jean Jr.) aun­que regre­sa­rá los fines de sema­na para estar a su lado; de allí la impor­tan­cia de que en su ausen­cia su padre esté super­vi­sa­do por Laura.

Marc Mes­sier, Cathe­ri­ne Tru­deau y Fayo­lle Jean Jr. (Foto: Yves Renaud)

Este emo­cio­nan­te dra­ma se dis­tin­gue de otros que han con­si­de­ra­do la mis­ma temá­ti­ca por­que en su mayor par­te enfo­ca la visión de lo que acon­te­ce a tra­vés de la men­te de André. Tenien­do en cuen­ta los pro­ble­mas de des­orien­ta­ción del anciano en su per­cep­ción del tiem­po y del espa­cio así como en su pér­di­da par­cial de las habi­li­da­des cog­ni­ti­vas, la tra­ma cede espa­cio a un ver­da­de­ro cru­ci­gra­ma psi­co­ló­gi­co ya que no se pue­de afir­mar con cer­te­za si lo que él avi­zo­ra es real o pro­duc­to de su ima­gi­na­ción. Esa ambi­güe­dad se pre­sen­ta en varias esce­nas; en una de ellas él vis­lum­bra a un hom­bre (Adrien Blet­ton) que deci­de lla­mar­se Pie­rre, ser el mari­do de Anne y encon­trán­do­se en su depar­ta­men­to; en otra secuen­cia, su hija le nie­ga haber­le dicho que se tras­la­da­rá a Toron­to; en una dife­ren­te situa­ción ve a una mujer (Noé­mie O’Fa­rrell) cre­yen­do que es Anne. Es así que uno de los aspec­tos más cau­ti­van­tes de esta his­to­ria es el desa­fío del espec­ta­dor a dilu­ci­dar si lo que André ve o men­cio­na res­pon­de a la reali­dad o a su per­cep­ción ima­gi­na­ti­va como cuan­do reme­mo­ra su fan­ta­sio­so pasa­do de haber sido un con­su­ma­do bailarín.

Sofia Blon­din, Cathe­ri­ne Tru­deau y Marc Mes­sier. (Foto: Yves Renaud)

Uno de los pila­res de la repre­sen­ta­ción de esta obra resi­de en la extra­or­di­na­ria inter­pre­ta­ción de Mes­sier que a tra­vés de su des­co­mu­nal tra­ba­jo per­mi­te que uno se sumer­ja en la psi­quis de André y pue­da cabal­men­te cap­tar su des­orien­ta­ción así como la deso­la­ción que lo inva­de. A tra­vés de la fruc­tí­fe­ra carre­ra de este estu­pen­do artis­ta del cine y tea­tro de Que­bec, él rati­fi­ca una vez más su rai­gam­bre acto­ral mara­vi­llan­do al púbi­co como el ati­bo­rra­do y vul­ne­ra­ble padre que con inusi­ta­do rea­lis­mo va atra­ve­san­do por dife­ren­tes esta­dos emo­cio­na­les has­ta cul­mi­nar en una anto­ló­gi­ca esce­na final. A su lado igual­men­te des­te­lla Tru­deau como la labo­rio­sa hija que debe lidiar con las brus­cas erup­cio­nes de su pro­ge­ni­tor que va cam­bian­do de un caris­má­ti­co encan­to a momen­tos de mani­fies­ta iras­ci­bi­li­dad fren­te a ella; en tal sen­ti­do, la actriz trans­mi­te el con­flic­to interno que la envuel­ve entre ser­vir a su padre y tra­tar de sal­var­se a sí mis­ma inclu­yen­do el ries­go de per­der a su pare­ja; en suma, el víncu­lo espe­cial esta­ble­ci­do entre los dos intér­pre­tes con­du­ce a que la rela­ción padre-hija resul­te de increí­ble auten­ti­ci­dad. En sus res­pec­ti­vos roles de apo­yo el res­to del elen­co se desem­pe­ña con abso­lu­ta corrección.

Des­pués de haber cola­bo­ra­do en la direc­ción de Un Enemi­go del Pue­blo de Ibsen en mar­zo de 2022, Edith Pate­nau­de retor­na al TNM res­pe­tan­do con su logra­da pues­ta escé­ni­ca el espí­ri­tu de la pie­za de Zeller. Así como su autor la con­si­de­ra una trá­gi­ca far­sa, la direc­to­ra com­par­te su opi­nión al entre­mez­clar los son­rien­tes momen­tos huma­nos de su pro­ta­go­nis­ta con las tris­tes situa­cio­nes emer­gen­tes de su paté­ti­ca con­di­ción men­tal. La úni­ca obje­ción que mere­ce su con­cep­ción tea­tral es el per­tur­ba­dor soni­do musi­cal que se gene­ra en los cam­bios de las esce­nas en que trans­cu­rre la obra.

Dicho lo que pre­ce­de el aman­te del buen tea­tro tie­ne la opor­tu­ni­dad de apre­ciar esta con­mo­ve­do­ra pro­duc­ción del TNM.

Los Ensa­yos de una Obra

THE MOTI­VE AND THE CUE

En otra pre­sen­ta­ción de Natio­nal Thea­tre Live el públi­co cana­dien­se podrá juz­gar la pie­za de The Moti­ve and the Cue del dra­ma­tur­go Jack Tor­ne que ha sido fil­ma­da en una de las repre­sen­ta­cio­nes efec­tua­das en 2023 en el Lyt­tel­ton thea­tre del West End de Londres.

Mark Gatiss y Johnny Flynn. (Foto: Mark Douet)

La obra se basa en un hecho real acon­te­ci­do en 1964 cuan­do el afa­ma­do actor Richard Bur­ton soli­ci­ta al actor y gran direc­tor tea­tral John Giel­gud que lo diri­ja en una pro­duc­ción de Ham­let, pie­za que efec­ti­va­men­te se repre­sen­tó en Broad­way con gran suce­so. El nudo cen­tral de la obra de Tor­ne radi­ca en las peri­pe­cias artís­ti­cas que tie­nen lugar a medi­da que los ensa­yos de Ham­let pro­gre­san, en don­de se mez­cla la tra­di­ción con lo moderno en la obra shakesperiana.

Tup­pen­ce Midd­le­ton. (Foto: Mark Douet)

A tra­vés de las inter­pre­ta­cio­nes de Mark Gatias como Giel­gud y Johnny Flynn como Bur­ton que­dan refle­ja­das las esca­ra­mu­zas pro­du­ci­das entre ambos artis­tas en ins­tan­cias en que la tras­cen­den­cia del direc­tor comien­za len­ta­men­te a des­va­ne­cer­se en tan­to que la del actor galés cobra reso­nan­te vue­lo y visi­bi­li­dad des­pués de su recien­te enla­ce con Eli­za­beth Tay­lor, inter­pre­ta­da por Tup­pen­ce Midd­le­ton. Entre otros aspec­tos, The Moti­ve and the Cue hace refe­ren­cia a la crea­ción artís­ti­ca, el con­tras­te entre la juven­tud y la vejez, así como el fenó­meno de la celebridad.

El elen­co. (Foto: Mark Douet)

La pie­za ha sido diri­gi­da por el renom­bra­do direc­tor de cine y tea­tro bri­tá­ni­co Sam Men­des ‑quien entre otras recor­da­das pie­zas esce­ni­fi­có exi­to­sa­men­te The Leh­man Tri­logy. La crí­ti­ca espe­cia­li­za­da ha des­ta­ca­do al homo­gé­neo elen­co de 18 acto­res, en don­de pre­do­mi­na la soli­dez inter­pre­ta­ti­va de Gatias y Flynn trans­mi­tien­do la ansie­dad y fra­gi­li­dad que envuel­ven a sus per­so­na­jes. Entre los fac­to­res téc­ni­cos se dis­tin­guen la ori­gi­nal esce­no­gra­fía dise­ña­da por Es Devlin y la ilu­mi­na­ción de John Clark

Esta pie­za de 3 horas de dura­ción, inclui­do un inter­va­lo de 20 minu­tos, será exhi­bi­da en las salas de Cine­plex el 21 y 24 de mar­zo de 2024.

Emo­ti­vo Rela­to Autobiográfico

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

MOI, DANS LES RUI­NES ROU­GES DU SIÈ­CLE. Tex­to y Direc­ción Escé­ni­ca: Oli­vier Kemeid. Idea Ori­gi­nal: Sacha Samar y Oli­vier Kemeid. Elen­co: Sophie Cadieux, Geof­frey Gaquè­re, Marie-Fran­ce Lam­bert, Jean Maheux, Peter Mel­tev, Alio­na Mun­tea­nu y Sasha Samar. Esce­no­gra­fía: Romain Fabre. Ves­tua­rio: Romain Fabre y Fruz­si­na Lanyl. Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Labrec­que. Músi­ca: Phi­lip­pe Brault. Acce­so­rios: Élia­ne Fayad. Asis­ten­cia de Direc­ción Escé­ni­ca: Stépha­nie Capis­tran-Lalon­de. Dura­ción: 2 horas sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 30 de mar­zo de 2024 en el Théâ­tre Ducep­pe (www.duceppe.com)

Aun­que esta obra escri­ta y pues­ta en esce­na por Oli­vier Kemeid tuvo su estreno en 2012 en el  Théâ­tre d’Aujourd’hui y pos­te­rior­men­te repre­sen­ta­da en 2015, de todos modos cons­ti­tu­ye una bue­na adi­ción al actual pano­ra­ma teatral.

Jean Maheux, Marie-Fran­ce Lam­bert y Sasha Samar. (Foto: Danny Taillon)

Entre fic­ción y reali­dad, la pie­za se cen­tra en Sasha Samar, quien naci­do en 1969 en Ucra­nia, refle­ja a tra­vés de la fic­ción su vida en su país natal duran­te su eta­pa infan­til y perio­do juve­nil has­ta los pos­tre­ros años de la Unión Soviética.

Rela­ta­do por el pro­pio Samar sabe­mos que a tem­pra­na edad su padre Vas­si­li (Jean Maheux) lo lle­vó con­si­go sepa­rán­do­lo de su madre bio­ló­gi­ca; sin embar­go, su infan­cia trans­cu­rrió plá­ci­da­men­te don­de se lo ve alter­nan­do con su pro­ge­ni­tor y su mujer Gali­na (Marie-Fran­ce Lam­bert), quien como madre sus­ti­tu­ta lo con­si­de­ra como si fue­ra su pro­pio hijo, sumi­nis­trán­do­le entra­ña­ble cariño.

Peter Mel­tev y Alio­na Mun­tea­nu. (Foto:Danny Taillon)

Entre otras face­tas se encuen­tra la incli­na­ción de Samar por la aven­tu­ra espa­cial en la que reme­mo­ra al astro­nau­ta You­ri Gaga­rin (Peter Mel­tev), los encuen­tros con su ami­go actor Anton (Geof­frey Gaquè­re) carac­te­ri­zan­do a Lenin, como asi­mis­mo está pre­sen­te su ena­mo­ra­da Lud­mi­la (Sophie Cadieux) quien con la Peres­troi­ka ella aguar­da resul­ta­dos con­cre­tos de la ges­tión empren­di­da por Mijail Gor­ba­chev. Entre los recuer­dos del joven ucra­niano per­sis­te la tra­ge­dia cau­sa­da por el acci­den­te nuclear de Cher­nó­bil que cobró nume­ro­sas fata­les víc­ti­mas y entre ellas la de su padre minero.

Con todo, en esta reco­lec­ción de la memo­ria hay dos ele­men­tos cru­cia­les que pro­du­cen impor­tan­te impac­to en Samar. Uno de ellos es con­tac­tar a su ver­da­de­ra madre; para ello es nece­sa­rio que él adquie­ra visi­bi­li­dad, ya sea a tra­vés de su afi­ción al depor­te del hoc­key en hie­lo y el otro como novel actor a fin de que ella pue­da ver­lo actuar en la tele­vi­sión de su hogar.

El otro aspec­to deter­mi­nan­te de su exis­ten­cia es el haber tes­ti­mo­nia­do la desin­te­gra­ción de la URSS y cómo sus con­se­cuen­cias, sien­do ciu­da­dano de Ucra­nia, habrían de afec­tar su iden­ti­dad fren­te al indi­vi­dua­lis­mo emer­gen­te del sis­te­ma capi­ta­lis­ta; es allí que adquie­re sen­ti­do el títu­lo de esta obra “Moi (Samar) en las rui­nas rojas del siglo”. Eso deter­mi­na­rá que en 1996 con sus 27 años ini­cie una nue­va eta­pa de su vida radi­cán­do­se en Mon­treal don­de con­ti­nua­rá su fruc­tí­fe­ra carre­ra de actor comen­za­da en Ucrania..

Sin que la pues­ta escé­ni­ca alcan­ce espe­cial relie­ve, la pie­za de Kemeid se valo­ri­za por la rique­za de su con­te­ni­do y en espe­cial por su homo­gé­neo elen­co trans­mi­tien­do con­vic­ción en la per­so­ni­fi­ca­ción de sus per­so­na­jes, lide­ra­dos por Samar repre­sen­tán­do­se a sí mis­mo, sin dejar de men­cio­nar a los artis­tas ya men­cio­na­dos; con todo un ele­men­to impor­tan­te dis­tin­gue a la pre­sen­te ver­sión con la incor­po­ra­ción de dos acto­res ucra­nia­nos como lo son Peter Mel­tev y Alio­na Mun­tea­nu en don­de en una emo­ti­va esce­na can­ta­da, ambos rin­den tri­bu­to a Ucrania.

Obvia­men­te los acon­te­ci­mien­tos rela­ta­dos por el autor ante­ce­den a los dra­má­ti­cos epi­so­dios vivi­dos por el pue­blo de Ucra­nia como nación inde­pen­dien­te, ini­cia­dos con la ane­xión de Cri­mea por par­te de Rusia en 2014 e inten­si­fi­ca­dos por la san­grien­ta gue­rra bata­lla­da con­tra Ucra­nia a par­tir de febre­ro de 2022. En todo caso eso podría gene­rar un nue­vo pro­yec­to tea­tral de Kemeid con la cola­bo­ra­ción de Samar.

Que­da como balan­ce un emo­ti­vo espec­tácu­lo tea­tral que mere­ce ser vis­to por quie­nes apre­cian el buen tea­tro y deseen cono­cer algo adi­cio­nal de la esen­cia ucraniana.

La Rei­vin­di­ca­ción de una Raza

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

M’APPELLE MOHA­MED ALITex­to: Dieu­don­ne Nian­gou­na. Direc­ción: Phi­lip­pe Raci­ne y Tatia­na Zin­ga Botao. Elen­co: Vlad Ale­xis, Lyndz Dan­tis­te, Oumy Dem­be­le, Fayo­lle Jean Jr., Wide­mir Nor­mil, Mar­tin-David Peters, Rod­ley Pitt, Phi­lip­pe Raci­ne y Franck Syl­ves­tre. Esce­no­gra­fía: Marie-Eve For­tier. Ves­tua­rio y Pei­na­do: Ange Ble­dia Kouas­si. Ilu­mi­na­ción: Vale­rie Bour­que. Coreo­gra­fía: Clau­dia Chan Tak. Asis­ten­te de Direc­ción: Delphi­ne Roche­fort. Dura­ción: 90 minu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 3 de mar­zo de 2024 en el Théâ­tre du Nou­veau Monde 

(Foto: Yanick Macdonald)

Una vez más el TNM, a tra­vés de la visión de su remar­ca­ble direc­to­ra artís­ti­ca Lorrai­ne Pin­tal, ofre­ce una obra pro­du­ci­da por el Théâ­tre de la Sen­ti­ne­lle, que por su con­te­ni­do socio polí­ti­co nadie que­da­rá indi­fe­ren­te. El dra­ma­tur­go Dieu­don­né Nian­gou­na, oriun­do de la Repú­bli­ca del Con­go, es el autor de M’appelle Moham­med Ali que escri­ta en 2013 tuvo su estreno cana­dien­se en el Fes­ti­val TransAmé­ri­que y pos­te­rior­men­te en el Théâ­tre de Quat’Sous en 2022.

Aun­que la pie­za fue con­ce­bi­da como un monó­lo­go para ser inter­pre­ta­da por un solo actor, la adap­ta­ción rea­li­za­da por los direc­to­res Phi­lip­pe Raci­ne y Tatia­na Zin­ga Botao per­mi­te que la rique­za del tex­to que­de real­za­da median­te la par­ti­ci­pa­ción de un gru­po de intér­pre­tes afrodescendientes.

(Foto: Yanick Macdonald)

En un silen­cio­so comien­zo de apro­xi­ma­da­men­te dos minu­tos un actor afri­cano ya se encuen­tra pre­pa­ra­do para per­so­ni­fi­car en el esce­na­rio al anto­ló­gi­co cam­peón ame­ri­cano Moham­med Ali. Pron­ta­men­te, como si el mis­mo se des­do­bla­ra, apa­re­cen otros sie­te come­dian­tes afri­ca­nos que lo acom­pa­ña­rán; el con­jun­to dará vida a las face­tas de Ali, para con­tar sus com­ba­tes depor­ti­vos como boxea­dor, resal­tan­do la triun­fal vic­to­ria de 1974 en Kinsha­sa, Zai­re, ven­cien­do a su opo­nen­te Geor­ge Fore­man en el cam­peo­na­to mun­dial de pesos pesa­dos; a ello se agre­ga su con­di­ción de acti­vis­ta polí­ti­co al haber rehu­sa­do ir a luchar en la detes­ta­ble gue­rra de Vietnam.

A tra­vés de la extra­or­di­na­ria coreo­gra­fía de Clau­dia Chan Tak, se asis­te duran­te hora y media al movi­mien­to sin­cro­ni­za­do de los acto­res; a tra­vés de sus dan­zas boxís­ti­cas, com­bi­na­das con sus res­pec­ti­vos monó­lo­gos, que­da refle­ja­da la metá­fo­ra de la obra expo­nien­do la lucha empren­di­da por la mino­ría negra afri­ca­na para ganar la bata­lla en un mun­do mayo­ri­ta­ria­men­te blanco.

(Foto: Yanick Macdonald)

Uno de los méri­tos de la pie­za resi­de en que su autor, ape­lan­do a un len­gua­je pun­zan­te basa­do en las tra­di­cio­nes ora­les afri­ca­nas, elo­cuen­te­men­te trans­mi­te un dra­ma coral a la vez que poé­ti­co, recrean­do con brío el men­sa­je rei­vin­di­ca­to­rio de la raza negra en defen­sa de su dignidad.

Nota­ble es la direc­ción del afro­des­cen­dien­te Phi­lip­pe Raci­ne y de la con­go­le­sa Tatia­na Zin­ga Botao, quie­nes com­ple­ta­men­te com­pe­ne­tra­dos con la filo­so­fía del dra­ma­tur­go, logran con su diná­mi­ca pues­ta escé­ni­ca el luci­mien­to de sus acto­res expre­san­do con elo­cuen­cia la per­so­na­li­dad del anto­ló­gi­co hom­bre que supo impo­ner el res­pe­to del pue­blo negro. Es así que mere­cen aplau­sos las pres­ta­cio­nes de Vlad Ale­xis, Lyndz Dan­tis­te, Oumy Dem­be­le, Fayo­lle Jean Jr., Wide­mir Nor­mil, Mar­tin-David Peters, Rod­ley Pitt, Phi­lip­pe Raci­ne y Franck Syl­ves­tre, así como la de la actriz Oumy Dem­be­le quien en un rol menor, repre­sen­ta la pre­sen­cia cru­cial de la figu­ra maternal.

Habría sido intere­san­te que Nian­gou­na con­si­de­ra­se el rol de la mujer en el seno de la comu­ni­dad negra, pero en todo caso eso no deme­ri­ta el pro­pó­si­to de esta den­sa obra que se pres­ta a más de una lec­tu­ra por par­te de los espectadores.

En resu­men, he aquí una inte­li­gen­te pro­pues­ta tea­tral del TNM que indu­da­ble­men­te con­tri­bu­ye a enri­que­cer el pano­ra­ma cul­tu­ral de Montreal.

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La Emble­má­ti­ca Obra de Chejov

VAN­YA

En otra de las pro­duc­cio­nes ofre­ci­das por Natio­nal Thea­tre Live, se podrá apre­ciar la obra maes­tra Tío Vania de Anton Che­jov escri­ta en 1899, en una moder­na ver­sión tea­tral. La mis­ma fue adap­ta­da por Simon Stephens bajo la direc­ción de Sam Yates con el dise­ño de Rosan­na Vize.

Andrew Scott. (Foto: Marc Brenner)

La pie­za que ha sido uná­ni­me­men­te aplau­di­da por la crí­ti­ca y el públi­co lon­dien­se fue fil­ma­da en una de las repre­sen­ta­cio­nes efec­tua­das en el Duke York’s Thea­tre del West End de Londres.

En lugar de Rusia, la acción está ambien­ta­da en Ingla­te­rra y obvia­men­te dia­lo­ga­da en

Andrew Scott. (Foto: Marc Brenner)

inglés aun­que siem­pre res­pe­tan­do el espí­ri­tu imbui­do en la obra ori­gi­nal del dra­ma­tur­go ruso.

La pie­za tie­ne como tema cen­tral el dete­rio­ro de la vida, a tra­vés de la visión de los per­so­na­jes y de sus res­pec­ti­vas mise­rias y los sen­ti­mien­tos de has­tío y tedio que los ani­man. La gran inno­va­ción de esta nue­va ver­sión es que el remar­ca­ble actor bri­tá­ni­co Andrew Scott asu­me los múl­ti­ples per­so­na­jes de la obra y en un tour de for­ce excep­cio­nal que efec­túa logra trans­mi­tir las com­ple­ji­da­des de las emo­cio­nes huma­nas ema­na­das de su contenido…

Los aman­tes del tea­tro ten­drán opor­tu­ni­dad de juz­gar Van­ya en selec­tas salas de Cine­plex el 22 y 25 de enero de 2024.