Crys­tal

UNA NUE­VA PRO­DUC­CIÓN DEL CIR­QUE DU SOLEIL 

Con la inno­va­ción e ima­gi­na­ción que carac­te­ri­za al muy que­ri­do y admi­ra­do Cir­que du Soleil, esta emble­má­ti­ca com­pa­ñía ya se encuen­tra pre­pa­ra­da para des­lum­brar al públi­co con un nue­vo espec­tácu­lo. En Crys­tal, la cua­dra­gé­si­ma segun­da pro­duc­ción del famo­so cir­co, su equi­po artís­ti­co incur­sio­na por pri­me­ra vez en una expe­rien­cia sobre hie­lo. Sumer­gien­do a la audien­cia en un mun­do surrea­lis­ta, el espec­ta­dor ten­drá la opor­tu­ni­dad de con­tem­plar figu­ras pati­na­do­ras entre­mez­cla­das con las dis­ci­pli­nas acro­bá­ti­cas y proezas aéreas de los artistas.

(Foto del Cir­que du Soleil)

De allí que resul­te suma­men­te intere­san­te veri­fi­car esta pri­me­ra expe­rien­cia sobre una super­fi­cie hela­da como nue­vo terreno de actua­ción. Tenien­do esa base como refe­ren­cia, el espec­tácu­lo reúne a 40 artis­tas que inclu­yen a pati­na­do­res de pres­ti­gio mun­dial y exce­len­tes acró­ba­tas quie­nes exhi­bi­rán sus habi­li­da­des con rapi­dez y flui­dez en la eje­cu­ción de dife­ren­tes núme­ros de asom­bro­sas proezas que desa­fían las leyes de gra­ve­dad. Todo pro­me­te ser un espec­tácu­lo de fuer­tes sen­sa­cio­nes crean­do en con­se­cuen­cia una gran expec­ta­ti­va en la pre­sen­ta­ción que ten­drá lugar en la pro­vin­cia de Que­bec en pocos días más.

(Foto del Cir­que du Soleil)

Como es habi­tual, siem­pre exis­te una tra­ma argu­men­tal que jus­ti­fi­ca los movi­mien­tos rít­mi­cos de los artis­tas. La his­to­ria sigue los pasos de Crys­tal, una joven que comien­za una bús­que­da exhi­la­ran­te que la enfren­ta­rá cara a cara con su des­tino; en la medi­da que va sumer­gién­do­se en un uni­ver­so surrea­lis­ta que resul­ta de su pro­pia ima­gi­na­ción, irá des­ple­gan­do con toda vita­li­dad su enor­me fuer­za inte­rior y su deseo de liber­tad; eso con­tri­bui­rá para que pue­da vis­lum­brar la reali­dad a tra­vés de una nue­va pers­pec­ti­va, lo que le per­mi­ti­rá tener con­fian­za en sí mis­ma, ser libre y apoderada.

Este espec­tácu­lo reúne el talen­to de 18 crea­do­res bajo la super­vi­sión de Yas­mi­ne Kha­lil, la pro­duc­to­ra eje­cu­ti­va. Daniel For­tin en su con­di­ción de direc­tor eje­cu­ti­vo seña­la que esta pro­duc­ción crea una for­ma de diver­sión iné­di­ta don­de el públi­co des­cu­bri­rá las posi­bi­li­da­des expo­nen­cia­les que el hie­lo ofre­ce a las proezas circenses.

(Foto del Cir­que du Soleil)

Entre otros miem­bros del equi­po se encuen­tran el direc­tor de la crea­ción Ste­fan Mil­je­vic, el direc­tor musi­cal Maxim Lepa­ge, el esce­nó­gra­fo Stépha­ne Roy, Johnny Ran­ger a car­go del con­te­ni­do del video, el ilu­mi­na­dor Éric Cham­poux, la crea­do­ra del ves­tua­rio Marie Chan­ta­le Vai­llan­court y la coreó­gra­fa Gene­viè­ve DorionCoupal.

Las pre­sen­ta­cio­nes de Crys­tal se efec­tua­rán en el Cen­tro Video­trón de la ciu­dad de Que­bec des­de el 13 has­ta el 17 de diciem­bre y en el Cen­tro Bell de Mon­treal des­de el 20 has­ta el 31 de diciem­bre de 2017. Para con­sul­tar sobre la ven­ta de entra­das, pro­gra­ma­ción hora­ria y toda otra infor­ma­ción adi­cio­nal pre­sio­ne aquí

Cuan­do la fe es pues­ta a prueba

MIRA­CLE ON THE 34TH STREET

Pro­si­guien­do con la serie de Clas­sic Films, opor­tu­ni­dad que se tie­ne para ver los títu­los que se han con­ver­ti­do en inol­vi­da­bles fil­mes en la gran pan­ta­lla, Cine­plex pro­yec­ta­rá en for­ma­to digi­tal la ver­sión ori­gi­nal de Mira­cle on the 34th Street rea­li­za­da en 1947 y cuyo tema es con­cu­rren­te con las fes­ti­vi­da­des navi­de­ñas que se están aproximando.

Edmund Gween

En la épo­ca actual y sobre todo en un año car­ga­do de vio­len­cia mani­fes­ta­da en dife­ren­tes aspec­tos ‑racis­mo, cri­sis de los refu­gia­dos, aco­so sexual por par­te de per­so­na­li­da­des que pare­cían into­ca­bles, etc.- sur­ge como un vien­to de aire puro con­tem­plar nue­va­men­te un film que tra­ta de res­ca­tar lo más bello que se ani­da en la con­di­ción huma­na. En tal sen­ti­do, este cuen­to navi­de­ño es el típi­co ejem­plo de lo que ver­da­de­ra­men­te impli­ca la cele­bra­ción de la Navi­dad: tra­tar de real­zar la gene­ro­si­dad ofre­cien­do al pró­ji­mo todo aque­llo que uno qui­sie­ra reci­bir del mis­mo. En su adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca el rea­li­za­dor Geor­ge Sea­ton, en base a una his­to­ria con­ce­bi­da por Valen­ti­ne Davies, ha logra­do una pelí­cu­la de nota­ble sen­ci­llez exal­tan­do los valo­res espi­ri­tua­les del ser humano.

Nata­lie Wood y Edmund Gween

La acción trans­cu­rre duran­te el perío­do fes­ti­vo toman­do como epi­cen­tro la gran tien­da Mac­y’s de Nue­va York. Como todos los años, este empo­rio rea­li­za el tra­di­cio­nal des­fi­le del Día de Acción de Gra­cias con la pre­sen­cia de San­ta Claus; pero en esta opor­tu­ni­dad, se topa con el pro­ble­ma de que la per­so­na que debe­ría encar­nar­lo no se halla en con­di­cio­nes de hacer­lo por­que se encuen­tra ebria. De allí que Doris Wal­ker, una de las eje­cu­ti­vas del esta­ble­ci­mien­to, con­tra­ta al anciano bona­chón Kris Krin­gle como el nue­vo San­ta Claus. Al vin­cu­lar­se con la gen­te, este caris­má­ti­co indi­vi­duo apre­cia que el ver­da­de­ro espí­ri­tu navi­de­ño se encuen­tra ausen­te y por lo tan­to tra­ta de recu­pe­rar­lo con sus bue­nas accio­nes. Sin embar­go, Doris, una mujer divor­cia­da que ha sufri­do des­en­can­tos en su vida, es escép­ti­ca y sólo admi­te lo que es tan­gi­ble; de allí que cría a su hiji­ta hacién­do­le no creer en fan­ta­sías ni tam­po­co en San­ta. Cuan­do Kris afir­ma ser el ver­da­de­ro Papa Noel y es decla­ra­do demen­te y some­ti­do a jui­cio para ser ence­rra­do en una ins­ti­tu­ción psi­quiá­tri­ca, la fe de todo el mun­do es pues­ta a prueba.

Narra­do en tono de fábu­la, este entra­ña­ble film cuen­ta con un muy buen elen­co don­de en los pape­les más impor­tan­tes se des­ta­can Edmund Gwenn, Mau­reen O’Ha­ra, John Pay­ne y la niñi­ta de ocho años lla­ma­da Nata­lie Wood; en ese enton­ces se esta­ba lejos de ima­gi­nar que con el tiem­po la peque­ña Nata­lie lle­ga­ría a alcan­zar noto­rie­dad pro­ta­go­ni­zan­do, entre otros fil­mes memo­ra­bles, Rebel Without a Cau­se (1955), Splen­dor in the Grass (1961) y West Side Story (1962).

Mira­cle on the 34th Street obtu­vo tres Oscars: Edmund Gween como el mejor actor de repar­to, Geor­ge Sea­ton por el mejor guión adap­ta­do y Valen­ti­ne Davies por la mejor his­to­ria original.

El film será exhi­bi­do el 2 y el 13 de Diciem­bre en los cines per­te­ne­cien­tes al cir­cui­to Cine­plex. Para infor­ma­ción sobre los cines par­ti­ci­pan­tes y hora­rios loca­les pre­sio­ne aquí y aquí

Medio­cre Fan­ta­sía Sexual

L’A­MANT DOU­BLE. Fran­cia, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Fra­nçois Ozon

Basa­do en el libro Lives of the Twins escri­to en 1987 por Joy­ce Carol Oates el direc­tor Fra­nçois Ozon resol­vió adap­tar­lo a la pan­ta­lla con el títu­lo L’A­mant Dou­ble. Muchas veces se ha seña­la­do que algu­nas obras lite­ra­rias pue­den resul­tar difi­cul­to­sas para ser tras­la­da­das al cine; es posi­ble que eso haya acon­te­ci­do con esta nove­la a juz­gar por lo que aquí se aprecia.

Mari­ne Vacth y Jéré­mie Renier

Chloe (Mari­ne Vacth) es una joven ex mode­lo que por algu­na razón des­co­no­ci­da sufre de dolo­res esto­ma­ca­les que pue­den ser atri­bui­dos a la soma­ti­za­ción de algún pro­ble­ma psi­co­ló­gi­co. De allí que acu­de a Paul (Jéré­mie Renier), un con­si­de­ra­do psi­quia­tra a quien le tras­mi­te sus pro­ble­mas que en gran par­te pue­den estar aso­cia­dos a fan­tas­mas inte­rio­res que no han podi­do ser expul­sa­dos. Cuan­do ambos se ena­mo­ran, por razo­nes éti­cas la rela­ción pro­fe­sio­nal se inte­rrum­pe y a par­tir de enton­ces ambos deci­den vivir jun­tos. Duran­te esa con­vi­ven­cia, ella des­cu­bre que su román­ti­co aman­te tie­ne un her­mano geme­lo lla­ma­do Louis (igual­men­te carac­te­ri­za­do por Renier), que tam­bién es psi­quia­tra aun­que de natu­ra­le­za per­ver­sa y maquia­vé­li­ca; al lle­gar a cono­cer­lo ter­mi­na acos­tán­do­se con él a pesar de su vio­len­cia sexual. De este modo que­da con­fi­gu­ra­do un trián­gu­lo amo­ro­so sui gene­ris don­de Ozon ape­la a tram­pas y vuel­tas de tuer­ca enga­ño­sas que con­tri­bu­yen a que la narra­ción pier­da consistencia.

Tra­tan­do de esta­ble­cer una línea ambi­gua don­de resul­ta difí­cil sepa­rar la reali­dad de la ima­gi­na­ción men­tal de la joven pacien­te, el direc­tor inten­ta crear un cli­ma de sus­pen­so ali­men­ta­do con esce­nas per­tur­ba­do­ras de esca­sa con­vic­ción. Aun­que Ozon demues­tra una vez más poseer un refi­na­do esti­lo de fil­ma­ción, dicha vir­tud no pue­de sal­var a esta ridí­cu­la fan­ta­sía de ero­tis­mo sexual que más se ase­me­ja a un ejer­ci­cio arti­fi­cio­so de ona­nis­mo intelectual.

Nada espe­cial pue­de hablar­se de la inter­pre­ta­ción de Vacth; sin duda bella y muy atrac­ti­va de con­tem­plar, la obse­sión sexual de Chloe, sea ima­gi­na­ti­va o real, dis­ta de con­mo­ver; por su par­te, Renier se defien­de mejor en la carac­te­ri­za­ción de sus dos personajes.

A pesar de que Ozon es un talen­to­so direc­tor, en este caso ofre­ce un rela­to psi­co­ló­gi­co que por super­fi­cial e irrea­lis­ta deja que desear. Jor­ge Gutman

Una Sáti­ra Social

THE SQUA­RE (Sue­cia-Ale­ma­nia-Fran­cia-Dina­mar­ca-Esta­dos Uni­dos). Un film de Ruben Östlund

Ruben Östlund que en 2014 impre­sio­nó gra­ta­men­te con For­ce Majeu­re, retor­na con The Squa­re que este año obtu­vo la Pal­ma de Oro en Can­nes, don­de ilus­tra como una abur­gue­sa­da cla­se social de Sue­cia se vin­cu­la con el mun­do del arte moderno.

Claes Bang

El cineas­ta se cen­tra en Chris­tian (Claes Bang) un ego­cén­tri­co cura­dor de un museo de arte con­tem­po­rá­neo de Esto­col­mo quien está por inau­gu­rar una obra que se deno­mi­na The Squa­re, un cua­dra­do de 4 metros cua­dra­dos que ideal­men­te será el espa­cio don­de la gen­te que pene­tra en su inte­rior pue­da con­vi­vir acep­tan­do las reglas de la civi­li­dad. Un aspec­to esen­cial para Chris­tian es la bue­na pro­mo­ción de esta crea­ción artís­ti­ca para lo cual debe recu­rrir a los ser­vi­cios de una agen­cia de marketing.

Dicho lo que ante­ce­de, Östlund comien­za a rami­fi­car su rela­to en direc­cio­nes dife­ren­tes. Así enfo­ca el víncu­lo que el cura­dor esta­ble­ce con una entre­me­ti­da perio­dis­ta esta­dou­ni­den­se (Eli­sa­beth Moss) con la que man­tie­ne un affai­re muy par­ti­cu­lar ori­gi­nan­do una esce­na muy gra­cio­sa con un pre­ser­va­ti­vo volan­do. Otro momen­to, cuya gra­cia pue­de ser dis­cu­ti­ble, es el que se pre­sen­ta en una comi­da de gala ofre­ci­da a los bene­fac­to­res de la ins­ti­tu­ción, cuan­do un gro­se­ro per­so­na­je adop­tan­do los moda­les y movi­mien­tos de un oran­gu­tán pro­vo­ca una per­for­man­ce caó­ti­ca que siem­bra alar­ma en los comensales.

En otra de las sub­tra­mas del rela­to se pue­de apre­ciar cómo Chris­tian pier­de su acos­tum­bra­da civi­li­dad al tra­tar de recu­pe­rar la bille­te­ra con dine­ro y su celu­lar que le han sido sus­traí­dos en la calle, adop­tan­do un meca­nis­mo agre­si­vo que le cau­sa­rá con­tra­tiem­pos ines­pe­ra­dos; en ese deve­nir, el direc­tor expo­ne algu­nos pre­jui­cios de carác­ter racial y social.

Ape­lan­do a cier­tos exce­sos en las tra­gi­có­mi­cas situa­cio­nes por las que atra­vie­sa el pro­ta­go­nis­ta de esta sáti­ra audaz, el pro­pó­si­to del rea­li­za­dor es el de refle­jar en for­ma surrea­lis­ta, los pre­jui­cios y con­tra­dic­cio­nes de la inte­lec­tual bur­gue­sía sue­ca así como sus hipo­cre­sías e impos­tu­ras. El resul­ta­do es un film cier­ta­men­te inven­ti­vo que a pesar de su des­me­su­ra y dis­per­sión, con­si­de­ra varios aspec­tos que se pres­tan a la refle­xión y a la dis­cu­sión una vez que la pro­yec­ción fina­li­za. Jor­ge Gutman

Las Falen­cias de un Idealista

ROMAN J. ISRAEL, ESQ. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Dan Gilroy

Una vez más Den­zel Washing­ton rati­fi­ca sus cua­li­da­des de gran actor con la extra­or­di­na­ria labor pres­ta­da en este film escri­to y rea­li­za­do por Dan Gil­roy. Su tema es la pro­fun­da cri­sis moral que sufre un indi­vi­duo fren­te a una situa­ción inesperada.

Den­zel Washington

Washing­ton per­so­ni­fi­ca a Roman J. Israel, un abo­ga­do pena­lis­ta afro­ame­ri­cano y un acti­vis­ta de lar­ga data en defen­sa de los dere­chos civi­les que lle­va una modes­ta for­ma de vida; como idea­lis­ta es un defen­sor de la gen­te humil­de y como pro­fe­sio­nal duran­te más de dos déca­das ha esta­do tra­ba­jan­do con otro cole­ga en un estu­dio jurí­di­co de Los Ánge­les. Mien­tras que su aso­cia­do se ocu­pa de efec­tuar las defen­sas reque­ri­das en las audien­cias judi­cia­les, Roman se desem­pe­ña inter­na­men­te aten­dien­do los aspec­tos vin­cu­la­dos a los dife­ren­tes casos que se están con­si­de­ran­do. En cuan­to a su per­so­na­li­dad, su com­por­ta­mien­to es el de un hom­bre obse­si­vo, due­ño de una memo­ria excep­cio­nal y asu­mien­do en cier­tos casos acti­tu­des que podrían ase­me­jar­se a la de un autis­ta, aun­que real­men­te no lo sea.

Cuan­do su socio repen­ti­na­men­te sufre un ata­que car­día­co del cual cae en un esta­do de coma irre­ver­si­ble, su sobri­na resuel­ve disol­ver la ofi­ci­na enco­men­dan­do a Geor­ge Pier­ce (Colin Farrell), un abo­ga­do y anti­guo alumno de su cole­ga, para que se ocu­pe de su liqui­da­ción. Al encon­trar­se Roman sin tra­ba­jo, Geor­ge- sabien­do de sus habi­li­da­des y de su men­te pro­di­gio­sa– apro­ve­cha para con­tra­tar­lo en su firma.

En su pri­mer caso debe ocu­par­se de la defen­sa de un joven (Niles Fitch) que ha sido acu­sa­do de haber mata­do a un emplea­do de un alma­cén aun­que real­men­te es ino­cen­te. Es allí que se pro­du­ce un hecho impen­sa­do para Roman cuan­do se le pre­sen­ta la opor­tu­ni­dad de mejo­rar su situa­ción eco­nó­mi­ca pero al pre­cio de come­ter un repu­dia­ble acto moral.

Lo más intere­san­te de esta his­to­ria es el estu­dio de per­so­na­li­dad que el rea­li­za­dor efec­túa de este per­so­na­je. Una vez más se cons­ta­ta que la natu­ra­le­za huma­na pue­de adop­tar com­por­ta­mien­tos con­tra­dic­to­rios: por un lado, se obser­va la acti­tud de un hom­bre capaz de asu­mir la defen­sa de los seres más humil­des y mar­gi­na­li­za­dos de la socie­dad, en espe­cial de los jóve­nes negros cas­ti­ga­dos por el sis­te­ma legal vigen­te; por el lado opues­to, ese mis­mo indi­vi­duo es capaz de trai­cio­nar los valo­res que fir­me­men­te sustenta.

Cier­ta­men­te, el film deja más pre­gun­tas que res­pues­tas sobre la con­duc­ta de Roman; aun­que es difí­cil espe­ci­fi­car qué es lo que atra­vie­sa por su men­te a tra­vés de los pro­ble­mas emo­cio­na­les que expe­ri­men­ta, la acer­ta­da actua­ción de Washing­ton per­mi­te carac­te­ri­zar con pre­ci­sión la extra­ña per­so­na­li­dad de su per­so­na­je. Ade­más de este bri­llan­te actor, Farrell igual­men­te con­ven­ce en la com­po­si­ción del suyo, en tan­to que Car­men Ejo­go se des­ta­ca como una coor­di­na­do­ra comu­ni­ta­ria que con­sa­gra­da a los dere­chos civi­les guar­da afi­ni­dad con la ideo­lo­gía de Roman.

Con insi­nua­cio­nes de un racis­mo laten­te y la exis­ten­cia de un des­igual sis­te­ma de jus­ti­cia penal, el film intere­sa aun­que en for­ma inter­mi­ten­te. Las obje­cio­nes mayo­res resul­tan de que el rela­to no está muy bien estruc­tu­ra­do y al bifur­car­se en muchas ins­tan­cias de su foco cen­tral, no lle­ga a cohe­sio­nar­se de mane­ra glo­bal. Con todo, mere­ce ser vis­to aun­que más no fue­ra por la remar­ca­ble inter­pre­ta­ción de Washing­ton.  Jor­ge Gutman