Ver­sión Musi­cal de una pre­mia­da novela

THE COLOR PUR­PLE. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de Blitz Baza­wu­le. 141 minutos

La cele­bra­da nove­la de 1982 The Color Pur­ple de Ali­ce Wal­ker por la que obtu­vo el Pre­mio Pullitzer, fue adap­ta­da a la pan­ta­lla en 1985 por Ste­ven Spiel­berg, habien­do mere­ci­do una cáli­da recep­ción y nomi­na­da a 11 Oscars. Pos­te­rior­men­te su con­te­ni­do fue con­ver­ti­do en una come­dia musi­cal en Broad­way y es aho­ra que el rea­li­za­dor Blitz Baza­wu­le ofre­ce una nue­va adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca basa­da en ese musi­cal. Aun­que el con­te­ni­do de la nove­la ori­gi­nal está aquí pre­sen­te, esta nue­va ver­sión, que tie­ne entre sus pro­duc­to­res a Spiel­berg y a Oprah Win­frey, no alcan­za a tras­cen­der como debie­ra debi­do a su insa­tis­fac­to­ria ejecución.

Fan­ta­sia Barrino

El film que comien­za a prin­ci­pios del siglo pasa­do y se extien­da has­ta los ini­cios de la déca­da del 50 trans­cu­rre en el mar­co de la comu­ni­dad negra de Geor­gia, pre­sen­tan­do a Celie Harris (Fan­ta­sia Barrino) quien en su ado­les­cen­cia (Phy­li­cia Pearl Mpa­si) ha sido moles­ta­da sexual­men­te por su padre, que­dan­do pre­ña­da y dan­do naci­mien­to a dos cria­tu­ras quie­nes que­dan sepa­ra­das de ella; su úni­co sin­ce­ro amor lo encuen­tra en su ado­ra­da her­ma­na Net­tie (Halle Bai­ley) que pos­te­rior­men­te es envia­da a Áfri­ca. Ya adul­ta Celie es for­za­da a casar­se con Mis­ter John­son (Col­man Domin­go), un malé­vo­lo gran­je­ro sure­ño que la hace infe­liz al abu­sar de ella y que la tra­ta como a una míse­ra sir­vien­ta. Su exis­ten­cia cobra alien­to cuan­do cono­ce a Sofía (Danie­lle Brooks) ‑que está casa­da con el hijo de John­son (Corey Haw­kins) y a la aman­te de su mari­do Shug Avery (Tara­ji P. Hen­son), dos soli­da­rias muje­res de tem­ple que le per­mi­ti­rán avi­zo­rar una vida más inde­pen­dien­te dota­da de deter­mi­na­ción y coraje.

El gran pro­ble­ma del film radi­ca en la inser­ción de los nume­ro­sos musi­ca­les que en momen­tos de hon­da tris­te­za Baza­wu­le los ate­núa con ani­ma­das can­cio­nes y dan­zas, eli­mi­nan­do de ese modo el impac­to emo­cio­nal de la nove­la ori­gi­nal. A dife­ren­cia de lo que por ejem­plo Jero­me Rob­bins y Robert Wise logra­ron con West Side Story (1961) o bien en la nue­va ver­sión de Spiel­berg (2021) don­de la músi­ca se intrin­ca exce­len­te­men­te con el desa­rro­llo de su tra­ma, en este caso las secuen­cias musi­ca­les pare­ce­rían emer­ger de otra historia.

El guión de Mar­cus Gard­ley per­mi­te que los aspec­tos rela­ti­vos a la dura vida de los afro­ame­ri­ca­nos sure­ños así como la vio­la­ción, el abu­so y negli­gen­cia con­yu­gal se hagan sen­tir ofre­cien­do cier­to nivel de ten­sión, pero la direc­ción de Baza­wu­de impi­de que el film posea alma; eso se acen­túa con un final que aun­que feliz apa­re­ce des­co­nec­ta­do con el res­to del relato.

A su favor cabe elo­giar el elen­co cuyos talen­to­sos artis­tas trans­mi­ten de la mejor mane­ra posi­ble lo que el guión les deman­da, las agra­da­bles can­cio­nes de Bren­da Rus­sell, Allee Willis y Stephen Bray y la bue­na coreo­gra­fía de Fati­ma Robin­son. Pero en todo caso, estos posi­ti­vos aspec­tos no alcan­zan a com­pen­sar la media­nía de su imple­men­ta­ción como dra­ma musi­cal. Jor­ge Gutman

Una Deci­si­va Carre­ra de Ferrari

FERRA­RI. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de Michael Mann. 130 minutos

Des­pués de haber rea­li­za­do Blackhat (2015), el renom­bra­do cineas­ta Michael Mann retor­na con Ferra­ri, un film refe­ri­do a la famo­sa manu­fac­tu­ra de auto­mó­vi­les depor­ti­vos Ferrari.

Basa­do en el libro de Brock Yates Enzo Ferra­ri: The Man and the Machi­ne, el guión de Troy Ken­nedy gira en torno del empre­sa­rio e inge­nie­ro ita­liano Enzo Ferra­ri (Adam Dri­ver). en un momen­to espe­cial de su vida.

Adam Dri­ver

El espec­ta­dor es trans­por­ta­do a la ciu­dad ita­lia­na de Mode­na, en 1957 don­de el céle­bre pilo­to del auto­mo­vi­lis­mo quien diez años atrás fun­da­ra con su espo­sa Lau­ra Gare­llo (Pené­lo­pe Cruz) la fábri­ca que lle­va su ape­lli­do, atra­vie­sa serias difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas y enfren­ta la com­pe­ten­cia de su rival Mase­ra­ti; en con­se­cuen­cia se encuen­tra en el dile­ma de ven­der su empre­sa o bien con­ve­nir aso­ciar­se con otros inver­sio­nis­tas con el ries­go de per­der el con­trol de la compañía.

Simul­tá­nea­men­te el guión resal­ta aspec­tos de la vida per­so­nal del pro­ta­go­nis­ta en los que él y su mujer sufren la gran pena de haber per­di­do en 1956 a su hijo Dino de 24 años quien per­ma­nen­te­men­te estu­vo afec­ta­do de dis­tro­fia mus­cu­lar, hecho que en par­te influ­ye en la res­que­bra­ja­da rela­ción mari­tal. Si bien Lau­ra per­mi­te que su don­jua­nes­co mari­do pue­da tener algu­na aven­tu­ra amo­ro­sa casual, lo úni­co que exi­ge es que en sus esca­pa­das noc­tur­nas no lle­gue tar­de para el desa­yuno; en cam­bio ella igno­ra que por espa­cio de lar­go tiem­po Enzo ha esta­do lle­van­do una doble vida con Lina Lar­di (Shai­le­ne Wood­ley) de la cual tie­nen al vás­ta­go Pie­ro Lar­di (Giu­sep­pe Fes­ti­ne­se) y en don­de su aman­te quie­re que él lo reco­noz­ca legal­men­te .y le ofrez­ca su apelike.

Natu­ral­men­te, más allá de sus pro­ble­mas de empre­sa­rio y per­so­na­les, lo que más impor­ta para Ferra­ri es su pasión por el auto­mo­vi­lis­mo, sus autos y la par­ti­ci­pa­ción de los mis­mos en las carre­ras, espe­cial­men­te en la vigé­si­ma cuar­ta edi­ción de la Mille Miglia de mayo de 1957, en un reco­rri­do de 1635 kiló­me­tros a tra­vés de Ita­lia. En tal sen­ti­do es intere­san­te obser­var cómo pre­vio a dicho even­to Ferra­ri alec­cio­na a sus pilo­tos ins­tán­do­les a que asu­man el ries­go per­mi­ti­do a fin de salir triun­fan­tes en la com­pe­ti­ción y de ese modo poder sal­var a su empre­sa de la quie­bra; para ello ha ele­gi­do a cin­co cali­fi­ca­dos corre­do­res de los cua­les se des­ta­can el ita­liano Pie­ro Taruf­fi (Patrick Dem­psey), el bri­tá­ni­co Peter Collins (Jack O’Connell) y el espa­ñol Alfon­so De Por­ta­go (Gabriel Leone).

En una de las esce­nas de mayor ten­sión gene­ra­das con imá­ge­nes crea­das por compu­tador (CGI) se asis­te al bru­tal acci­den­te que sufre De Por­ta­go debi­do a que su Ferra­ri per­dió el con­trol por­que uno de los neu­má­ti­cos se reven­tó cho­can­do con­tra una pie­dra; eso oca­sio­nó su muer­te, la de su copi­lo­to Edmund Nel­son (Erik Hau­gen) y la de nue­ve espec­ta­do­res que públi­ca­men­te obser­va­ban la carrera.

Ferra­ri no alcan­za la dimen­sión de un film memo­ra­ble. Eso se debe a que el guión care­ce de un foco pre­ci­so; así el melo­dra­ma fami­liar, la posi­ble quie­bra de la empre­sa y las carre­ras que tie­nen lugar en las pis­tas no encuen­tran la cohe­sión nece­sa­ria para que lle­gue a sus­ci­tar la emo­ción aguar­da­da. A todo ello, un pro­ble­ma mayor se pro­du­ce en el idio­ma emplea­do don­de los acto­res dia­lo­gan en un inglés ita­lia­ni­za­do que obvia­men­te afec­ta su auten­ti­ci­dad. Con un des­en­la­ce que deja des­con­cer­ta­do, lo que real­men­te acon­te­ce a con­ti­nua­ción se lee en los cré­di­tos fina­les don­de se sabe que tras la muer­te de Enzo Ferra­ri en 1988, su reco­no­ci­do hijo Pie­ro Ferra­ri ha sido el here­de­ro del emporio.

Den­tro de estas limi­ta­cio­nes, cabe reco­no­cer la bue­na actua­ción de Dri­ver pero quien real­men­te se impo­ne es Pené­lo­pe Cruz; ella ade­más de trans­mi­tir la frus­tra­ción de una espo­sa enga­ña­da expre­sa el dolor de una madre res­que­bra­ja­da por la pér­di­da de su úni­co hijo y en don­de fren­te a su tum­ba la expre­sión de su ros­tro teñi­do de lágri­mas con­mue­ve profundamente.

En resu­men, no obs­tan­te las obje­cio­nes apun­ta­das Ferra­ri se deja ver como un acep­ta­ble entre­te­ni­mien­to que espe­cial­men­te será dis­fru­ta­do por el públi­co afi­cio­na­do a este arries­ga­do y exci­tan­te depor­te. Jor­ge Gutman

Com­ple­jo Víncu­lo Paterno-Filial

THE IRON CLAW. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film escri­to y diri­gi­do por Sean Dur­kin. 132 minutos.

En su juven­tud Sean Dur­kin fue un entu­sias­ta afi­cio­na­do del depor­te de lucha y ese hecho lo moti­vó a rea­li­zar un film sobre el mis­mo cen­tran­do su aten­ción en la his­to­ria de una fami­lia de lucha­do­res pro­fe­sio­na­les. Basa­do en hechos reales, el rea­li­za­dor ofre­ce en The Iron Claw un emo­ti­vo dra­ma humano resal­tan­do la influen­cia del depor­te en el com­por­ta­mien­to del núcleo familiar.

Zac Efron

El film está ambien­ta­do en Texas duran­te la déca­da del 80 pre­sen­tan­do a Fritz Von Erich (Holt McCa­llany) quien en el pasa­do se desem­pe­ñó en la lucha libre y que aho­ra se dedi­ca a la pro­mo­ción y entre­na­mien­to de este depor­te. Jun­to con su devo­ta espo­sa Doris (Mau­ra Tier­ney) han cria­do a sus hijos sumi­nis­tran­do el cari­ño pro­pio de bue­nos padres. Con todo, Fritz está obse­sio­na­do en que ellos pue­dan lle­gar a ser cam­peo­nes pro­fe­sio­na­les de lucha libre; habien­do per­di­do a Jack, el mayor de ellos, en un lamen­ta­ble acci­den­te, su gran pena de padre no per­mi­te que esa des­gra­cia inter­fie­ra en sus pla­nes y por lo tan­to está dis­pues­to a exi­gir lo máxi­mo de sus otros vás­ta­gos a fin de que triun­fen en este depor­te. Kevin (Zac Efron), su segun­do hijo, debe tole­rar las des­me­di­das exi­gen­cias de su padre mien­tras lo está adies­tran­do, situa­ción que no es dife­ren­te para los otros hijos. Así David (Harris Dic­kin­son), quien es con­si­de­ra­do por Fritz más caris­má­ti­co que Kevin, está dis­pues­to a com­pla­cer­lo some­tién­do­se al depor­te; por su par­te Kerry (Jeremy Allen Whi­te) es el decep­cio­na­do atle­ta de lan­za­mien­to de dis­co quien no pudien­do par­ti­ci­par en el cam­peo­na­to olím­pi­co de 1980 de Rusia por el boi­cot de Esta­dos Uni­dos, no tie­ne otra opción que seguir a sus her­ma­nos y agra­dar a su padre; final­men­te el poco atlé­ti­co y sen­si­ble Mike (Stan­ley Simons),que es adic­to a la músi­ca rock, es for­za­do por Fritz a entre­nar­se en un depor­te con el que no guar­da afi­ni­dad, en reem­pla­zo de su her­mano David quien ines­pe­ra­da­men­te falleció.

El direc­tor no inclu­ye en su rela­to a Chris, el menor de los hijos de la fami­lia, pero esa licen­cia no afec­ta su con­te­ni­do en la medi­da que se refle­ja el tris­te derro­te­ro de esta fami­lia que pare­cie­ra haber esta­do aco­sa­da por una mal­di­ción, en la medi­da que resul­ta inau­di­to que Fritz haya sobre­vi­vi­do a casi todos sus hijos, con excep­ción de Kevin.

En lo que hace a este espe­cial depor­te el film ilus­tra las carac­te­rís­ti­cas que rodean al mis­mo a la vez que regis­tra las alter­na­ti­vas de los encuen­tros dispu­tados; esas esce­nas aun­que están fil­ma­das con máxi­mo rea­lis­mo se alar­gan dema­sia­do y el ele­va­do nivel de vio­len­cia que emer­ge de las mis­mas dis­ta de ser confortable.

En la que es sin duda la mejor inter­pre­ta­ción de su carre­ra Efron elo­cuen­te­men­te impre­sio­na cuan­do se halla en el ring, demos­tran­do su mas­cu­li­ni­dad como dies­tro lucha­dor, a la vez que estan­do fue­ra de com­ba­te no pue­de ocul­tar su vul­ne­ra­bi­li­dad por la pre­sión psi­co­ló­gi­ca de su padre. Por su par­te McCa­llany per­sua­de como el patriar­ca fami­liar que a la vez afa­ble y domi­nan­te quie­re que sus hijos logren la glo­ria que él no pudo alcan­zar. Tier­ney satis­fac­to­ria­men­te carac­te­ri­za a la ecuá­ni­me espo­sa y entra­ña­ble madre que obser­va lo que acon­te­ce en el seno fami­liar. En el res­to del sol­ven­te elen­co, igual­men­te se des­ta­ca Lily James como Pam, la espo­sa de Kevin quien brin­dán­do­le su ter­nu­ra y apo­yo cons­ti­tu­ye el bas­tión moral que le per­mi­te salir a flo­te. Aun­que los roles de Whi­te, Dic­kin­son y Simons, mere­ce­rían un mayor nivel de des­crip­ción, esta omi­sión está com­pen­sa­da por sus muy con­vin­cen­tes performances.

En resu­men, Dur­kin ofre­ce un buen retra­to del clan de la fami­lia Von Erich en el mar­co del com­pe­ti­ti­vo mun­do de la lucha libre. Asi­mis­mo el film per­mi­te refle­xio­nar acer­ca de la natu­ra­le­za de la con­duc­ta huma­na obser­van­do a Fritz como un padre que no res­pe­ta la per­so­na­li­dad de sus hijos adul­tos pre­ten­dien­do impo­ner el camino que ellos deben tran­si­tar por la vida.  Jor­ge Gutman

Un Míti­co Cineasta

GODARD SEUL LE CINÉ­MA / GODARD CINE­MA Fran­cia, 2022. Un docu­men­tal escri­to y diri­gi­do por Cyril Leuthy. 100 minutos.

Aun­que la figu­ra de Jean-Luc Godard (1930 – 2022) ha sido con­si­de­ra­do por el cine en ante­rio­res oca­sio­nes, este docu­men­tal de Cyril Leuthy con la narra­ción de Gui­llau­me Goux es el más exhaus­ti­vo y com­ple­to explo­ran­do la mul­ti­fa­cé­ti­ca vida del inno­va­dor cineas­ta parisino.

Jean-Luc Godard

Con­si­de­ra­do como el más tras­cen­den­te y revo­lu­cio­na­rio direc­tor del cine fran­cés, el míti­co Godard dejó su impron­ta a tra­vés de sus 140 fil­mes realizados.

Su gran pasión por el cine se mani­fes­tó a par­tir de 1950 en que comen­zó a tra­ba­jar en la capi­tal de Fran­cia como crí­ti­co de cine en la pres­ti­gio­sa revis­ta Cahiers du Ciné­ma don­de asi­mis­mo cola­bo­ra­ron Fra­nçois Truf­faut, Éric Roh­mer, Clau­de Cha­brol y Jac­ques Rivet­te, quie­nes fue­ron los pre­cur­so­res de la Nou­ve­lle Vague.

Sin haber man­te­ni­do bue­nas rela­cio­nes con su fami­lia, a la muer­te de su madre acae­ci­da en un acci­den­te en 1954, le es prohi­bi­do asis­tir a su fune­ral debi­do a que se apro­pió inde­bi­da­men­te del dine­ro de sus fami­lia­res para finan­ciar el pri­mer film de Rivet­te. Des­pués de algu­nos cor­to­me­tra­jes, comien­za a pre­pa­rar A bout de souf­flé con Jean Seberg y Jean-Paul Bel­mon­do que tuvo su estreno en 1960 y obtu­vo el Oso de Pla­ta en el Fes­ti­val de Ber­lín de ese año. Su inge­nio­so esti­lo de narra­ción rein­ven­tó el len­gua­je cine­ma­to­grá­fi­co, ade­más de cons­ti­tuir una per­so­na­li­dad influ­yen­te para otros des­ta­ca­dos directores.

Des­de enton­ces has­ta 1967 su fil­mo­gra­fía inclu­yó pres­ti­gio­sas obras que per­mi­tie­ron su con­sa­gra­ción inter­na­cio­nal. En 1968, en pleno auge de la Revo­lu­ción Cul­tu­ral, Godard se con­vier­te en un acé­rri­mo maoís­ta en don­de su cine polí­ti­co has­ta fines de los años 70 no alcan­za el alien­to sus­ten­ta­do en su pre­via eta­pa. El míti­co cineas­ta retor­na con gran fuer­za a par­tir de la déca­da del 80 con nota­bles tra­ba­jos, como han sido Sauf qui peut (la vie)(1980), Pas­sion (1982), Pré­nom Car­men (1983) que fue pre­mia­do con el León de Oro en Vene­cia y Je vous salue, Marie (1985). Su impor­tan­te lega­do que­da mani­fes­ta­do en su obra épi­ca His­to­ires du Ciné­ma de sie­te horas de dura­ción que se cono­ció en 1988; a tra­vés de una tarea que le insu­mió una déca­da, basa­da en apro­xi­ma­da­men­te 500 fil­mes, una cen­te­na y media de libros, dibu­jos y foto­gra­fías, que­da expli­ci­ta­da su filo­so­fía acer­ca del sép­ti­mo arte.

El docu­men­tal ade­más ilus­tra el víncu­lo sen­ti­men­tal que man­tu­vo con su pri­me­ra mujer y musa Anna Kari­na, pos­te­rior­men­te con su segun­da espo­sa Anne Wia­zemsky y des­de 1979 con Anne-Marie Mié­vi­lle, que lo acom­pa­ñó has­ta su muerte.

Lo que valo­ri­za a este docu­men­tal es la narra­ti­va de Leuthy que en todo momen­to resul­ta atra­pan­te y reve­la­do­ra de la per­so­na­li­dad del emble­má­ti­co icono en los dife­ren­tes aspec­tos de su vida tan­to delan­te como detrás de la cáma­ra. Para ello se valió de un valio­so mate­rial de archi­vos entre los cua­les figu­ran los docu­men­tos del Ins­ti­tu­to Nacio­nal del Audio­vi­sual, regis­tros de las con­ver­sa­cio­nes man­te­ni­das con Henry Lan­glo­is, quien fue uno de los fun­da­do­res de la Cine­ma­te­ca de Fran­cia así como extrac­tos de obras lite­ra­rias. A ello cabe agre­gar las mani­fes­ta­cio­nes que el docu­men­ta­lis­ta reco­gió de quie­nes direc­ta o indi­rec­ta­men­te estu­vie­ron vin­cu­la­dos con la carre­ra de Godard; entre estas per­so­na­li­da­des se encuen­tran el ex anar­quis­ta y actual polí­ti­co Daniel Cohn-Ben­dit, el crí­ti­co de cine, ensa­yis­ta y escri­tor Alain Ber­ga­la, los cineas­tas Thierry Jous­se y Romain Gou­pil y las actri­ces Julie Delpy, Macha Meril, Natha­lie Baye, Han­na Schy­gu­lla y Mari­na Vlady. A todo ello, los ciné­fi­los igual­men­te dis­fru­ta­rán con los clips de las más renom­bra­das pelí­cu­las de Godard, así como obser­var­lo duran­te la fil­ma­ción de Le mépris (1963).

En suma, este meticu­loso docu­men­tal mag­ní­fi­ca­men­te foto­gra­fia­do por Ger­tru­de Bai­llot y Tho­mas Dap­pe­lo y edi­ta­do por Leuthy y Phi­lip­pe Bai­llon per­mi­te apre­ciar en toda su dimen­sión al legen­da­rio cineas­ta fran­cés y lo que emer­ge detrás de su leyenda.
Jor­ge Gutman

La Noble­za del Aba­te Pierre

L’ABBÉ PIE­RREUNE VIE DE COM­BATS. Fran­cia, 2023. Un film de Fré­dé­ric Tellier. 138 minutos

La ejem­plar vida de un reli­gio­so ten­dien­te a mejo­rar algu­nos de los pro­ble­mas socia­les que afec­tan a la huma­ni­dad es lo que con­si­de­ra el direc­tor Fré­dé­ric Tellier en L’Abbé Pie­rre – Une Vie de Combats. 

Una esce­na del film

Basa­do en el guión de Oli­vier Gor­ce y del rea­li­za­dor, la his­to­ria comien­za en 1939 don­de se obser­va a Hen­ri Grouès (Ben­ja­min Lavernhe) en un monas­te­rio inte­gran­do la comu­ni­dad de los capu­chi­nos. Como su frá­gil esta­do físi­co le impi­de con­tiuar desem­pe­ñar­se como mon­je, acep­ta el con­se­jo de su supe­rior de dejar el con­ven­to don­de vivió duran­te sie­te años y con su fe reli­gio­sa ser útil en algu­na otra parte.

De inme­dia­to la acción se desa­rro­lla duran­te la Segun­da Gue­rra don­de Grouès como mili­tar al ser­vi­cio de Fran­cia lide­ra un gru­po de sol­da­dos. Pos­te­rior­men­te se lo ve par­ti­ci­pan­do en gue­rri­llas con­tra los nazis y al mis­mo tiem­po ayu­dan­do a judíos a cru­zar ile­gal­men­te la fron­te­ra con Sui­za para así sal­var sus vidas. En 1943 cono­ce en Lyon a Lucie Coutaz (Emma­nue­lle Ber­cot) quien lo escon­de de la Ges­ta­po y ade­más le fal­si­fi­ca su docu­men­ta­ción per­so­nal dejan­do de lado el nom­bre de Grouès para adop­tar la iden­ti­dad de Abbé Pierre.

Duran­te la pos­gue­rra el Padre Pie­rre obser­va la mise­ria a la que están suje­tos los mar­gi­na­dos socia­les de Fran­cia y los archi­vos de la épo­ca mues­tran cómo en el seve­ro invierno de 1954 los que no tie­nen un lugar habi­ta­cio­nal don­de cobi­jar­se corren el ries­go de morir con­ge­la­dos en las calles de París. Es allí que jun­to con su abne­ga­da cola­bo­ra­do­ra Lucie fun­dan el movi­mien­to Emmaus ten­dien­te a pro­veer un hogar para quie­nes han per­di­do la espe­ran­za de poseer­lo. A fin de reu­nir el finan­cia­mien­to nece­sa­rio, a tra­vés de sus apa­sio­na­dos dis­cur­sos el aba­te logra una enor­me popu­la­ri­dad como aban­de­ra­do de los pobres, lo que per­mi­te que Emmaus reci­ba con­si­de­ra­bles dona­cio­nes don­de una de las mis­mas pro­vie­ne de Char­les Cha­plin. La mag­na tarea no está exen­ta de obs­tácu­los en la medi­da que el con­se­jo de admi­nis­tra­ción de la ins­ti­tu­ción no com­par­te ple­na­men­te su mis­ma visión.

Con gran efi­ca­cia Tellier rese­ña el rol impor­tan­te ejer­ci­do por Lucie Cour­taz duran­te los 40 años que tra­ba­jó al lado del sacer­do­te has­ta su muer­te en 1982, en tan­to que el pre­la­do pro­si­guió su infa­ti­ga­ble acti­vi­dad en Emmaus, sumi­nis­tran­do comi­da y habi­ta­ción a la pobla­ción iti­ne­ran­te de París.

La actua­ción de Lavernhe es remar­ca­ble asu­mien­do ple­na­men­te la per­so­na­li­dad del sacer­do­te fran­cés como pro­mo­tor de los des­po­seí­dos, tra­tan­do de eli­mi­nar los pre­jui­cios exis­ten­tes y fomen­tar la soli­da­ri­dad huma­na. Asi­mis­mo Ber­cot, sumer­gi­da en la piel de Lucie, remar­ca­ble­men­te trans­mi­te la ayu­da y el apo­yo moral brin­da­do al aba­te para rea­li­zar su noble tarea. El res­to del elen­co, aun­que correc­to no lle­ga a tras­cen­der por las espe­ci­fi­ca­cio­nes del guión, sal­vo Antoi­ne Lau­rent per­so­ni­fi­can­do a Fra­nçois, el gran ami­go del prelado.

En líneas gene­ra­les se asis­te a un sen­si­ble e ins­pi­ra­dor dra­ma en el que la úni­ca obser­va­ción resi­de en la repe­ti­ción de los dis­cur­sos un tan­to ampu­lo­sos del pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria; en todo caso lo que tras­cien­de es su enco­mia­ble lec­ción de humanidad.

En los cré­di­tos fina­les del film se deja saber que en Fran­cia hay más de 4 millo­nes de per­so­nas sin con­di­cio­nes ade­cua­das de habi­ta­ción y 330.000 que care­cen de domi­ci­lio fijo mien­tras que en el res­to de mun­do hay 800 millo­nes de per­so­nas iti­ne­ran­tes. Estas esta­dís­ti­cas indi­can que la gra­ve situa­ción sub­sis­te y por lo tan­to aún que­da mucho por hacer para solu­cio­nar este dra­má­ti­co pro­ble­ma social.  Jor­ge Gutman

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