Una Deci­si­va Carre­ra de Ferrari

FERRA­RI. Esta­dos Uni­dos, 2023. Un film de Michael Mann. 130 minutos

Des­pués de haber rea­li­za­do Blackhat (2015), el renom­bra­do cineas­ta Michael Mann retor­na con Ferra­ri, un film refe­ri­do a la famo­sa manu­fac­tu­ra de auto­mó­vi­les depor­ti­vos Ferrari.

Basa­do en el libro de Brock Yates Enzo Ferra­ri: The Man and the Machi­ne, el guión de Troy Ken­nedy gira en torno del empre­sa­rio e inge­nie­ro ita­liano Enzo Ferra­ri (Adam Dri­ver). en un momen­to espe­cial de su vida.

Adam Dri­ver

El espec­ta­dor es trans­por­ta­do a la ciu­dad ita­lia­na de Mode­na, en 1957 don­de el céle­bre pilo­to del auto­mo­vi­lis­mo quien diez años atrás fun­da­ra con su espo­sa Lau­ra Gare­llo (Pené­lo­pe Cruz) la fábri­ca que lle­va su ape­lli­do, atra­vie­sa serias difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas y enfren­ta la com­pe­ten­cia de su rival Mase­ra­ti; en con­se­cuen­cia se encuen­tra en el dile­ma de ven­der su empre­sa o bien con­ve­nir aso­ciar­se con otros inver­sio­nis­tas con el ries­go de per­der el con­trol de la compañía.

Simul­tá­nea­men­te el guión resal­ta aspec­tos de la vida per­so­nal del pro­ta­go­nis­ta en los que él y su mujer sufren la gran pena de haber per­di­do en 1956 a su hijo Dino de 24 años quien per­ma­nen­te­men­te estu­vo afec­ta­do de dis­tro­fia mus­cu­lar, hecho que en par­te influ­ye en la res­que­bra­ja­da rela­ción mari­tal. Si bien Lau­ra per­mi­te que su don­jua­nes­co mari­do pue­da tener algu­na aven­tu­ra amo­ro­sa casual, lo úni­co que exi­ge es que en sus esca­pa­das noc­tur­nas no lle­gue tar­de para el desa­yuno; en cam­bio ella igno­ra que por espa­cio de lar­go tiem­po Enzo ha esta­do lle­van­do una doble vida con Lina Lar­di (Shai­le­ne Wood­ley) de la cual tie­nen al vás­ta­go Pie­ro Lar­di (Giu­sep­pe Fes­ti­ne­se) y en don­de su aman­te quie­re que él lo reco­noz­ca legal­men­te .y le ofrez­ca su apelike.

Natu­ral­men­te, más allá de sus pro­ble­mas de empre­sa­rio y per­so­na­les, lo que más impor­ta para Ferra­ri es su pasión por el auto­mo­vi­lis­mo, sus autos y la par­ti­ci­pa­ción de los mis­mos en las carre­ras, espe­cial­men­te en la vigé­si­ma cuar­ta edi­ción de la Mille Miglia de mayo de 1957, en un reco­rri­do de 1635 kiló­me­tros a tra­vés de Ita­lia. En tal sen­ti­do es intere­san­te obser­var cómo pre­vio a dicho even­to Ferra­ri alec­cio­na a sus pilo­tos ins­tán­do­les a que asu­man el ries­go per­mi­ti­do a fin de salir triun­fan­tes en la com­pe­ti­ción y de ese modo poder sal­var a su empre­sa de la quie­bra; para ello ha ele­gi­do a cin­co cali­fi­ca­dos corre­do­res de los cua­les se des­ta­can el ita­liano Pie­ro Taruf­fi (Patrick Dem­psey), el bri­tá­ni­co Peter Collins (Jack O’Connell) y el espa­ñol Alfon­so De Por­ta­go (Gabriel Leone).

En una de las esce­nas de mayor ten­sión gene­ra­das con imá­ge­nes crea­das por compu­tador (CGI) se asis­te al bru­tal acci­den­te que sufre De Por­ta­go debi­do a que su Ferra­ri per­dió el con­trol por­que uno de los neu­má­ti­cos se reven­tó cho­can­do con­tra una pie­dra; eso oca­sio­nó su muer­te, la de su copi­lo­to Edmund Nel­son (Erik Hau­gen) y la de nue­ve espec­ta­do­res que públi­ca­men­te obser­va­ban la carrera.

Ferra­ri no alcan­za la dimen­sión de un film memo­ra­ble. Eso se debe a que el guión care­ce de un foco pre­ci­so; así el melo­dra­ma fami­liar, la posi­ble quie­bra de la empre­sa y las carre­ras que tie­nen lugar en las pis­tas no encuen­tran la cohe­sión nece­sa­ria para que lle­gue a sus­ci­tar la emo­ción aguar­da­da. A todo ello, un pro­ble­ma mayor se pro­du­ce en el idio­ma emplea­do don­de los acto­res dia­lo­gan en un inglés ita­lia­ni­za­do que obvia­men­te afec­ta su auten­ti­ci­dad. Con un des­en­la­ce que deja des­con­cer­ta­do, lo que real­men­te acon­te­ce a con­ti­nua­ción se lee en los cré­di­tos fina­les don­de se sabe que tras la muer­te de Enzo Ferra­ri en 1988, su reco­no­ci­do hijo Pie­ro Ferra­ri ha sido el here­de­ro del emporio.

Den­tro de estas limi­ta­cio­nes, cabe reco­no­cer la bue­na actua­ción de Dri­ver pero quien real­men­te se impo­ne es Pené­lo­pe Cruz; ella ade­más de trans­mi­tir la frus­tra­ción de una espo­sa enga­ña­da expre­sa el dolor de una madre res­que­bra­ja­da por la pér­di­da de su úni­co hijo y en don­de fren­te a su tum­ba la expre­sión de su ros­tro teñi­do de lágri­mas con­mue­ve profundamente.

En resu­men, no obs­tan­te las obje­cio­nes apun­ta­das Ferra­ri se deja ver como un acep­ta­ble entre­te­ni­mien­to que espe­cial­men­te será dis­fru­ta­do por el públi­co afi­cio­na­do a este arries­ga­do y exci­tan­te depor­te. Jor­ge Gutman