Un Doble Pro­gra­ma Líri­co de la ODM

RIDERS OF THE SEA y LE FLAM­BEAU de la NUIT

La Ópe­ra de Mon­treal (ODM) inau­gu­ra la tem­po­ra­da 2021 – 2022 con un pro­gra­ma doble. Las dos ópe­ras a ser repre­sen­ta­das son Riders of the Sea de Ralph Vaughan Williams y John Milling­ton Syn­ge, don­de el mar deten­ta el rol prin­ci­pal y Le Flam­beau de la Nuit de Hubert Tan­guay-Labros­se y Oli­vier Kemeid, abor­dan­do el tema de los migrantes.

Para esta pro­duc­ción la ODM y su Ate­lier lyri­que se aso­cia con el Ballet Opé­ra Pan­to­mi­me y el con­jun­to I Musi­ci de Mon­tréal. El espec­tácu­lo reúne a jóve­nes artis­tas en resi­den­cia de l’A­te­lier lyri­que de l’O­pé­ra de Mon­tréal y un coro inte­gra­do por 25 jóve­nes coris­tas de la Escue­la Joseph- Fra­nçois-Perrault. La mez­zo-soprano cana­dien­se Ally­son McHardy y la soprano Andrea Núñez ‑anti­gua resi­den­te de l’A­te­lier lyri­que- son par­te inte­gran­tes del elen­co don­de tam­bién par­ti­ci­pan Sarah Dufres­ne, Mishael Euse­bio, Diahoun­ba Fofa­na, Syd­ney Frodsham, Matthew Li, Geof­frey Sche­llen­berg y Lucie St-Martin.

Hubert Tan­guay-Labros­se

La pues­ta escé­ni­ca es de Édith Pate­nau­de en tan­to que el maes­tro Hubert Tan­guay-Labros­se que es autor de la músi­ca diri­gi­rá I Musi­ci de Mon­tréal. Los deco­ra­dos per­te­ne­cen a Patri­ce Char­bon­neau-Bru­ne­lle, Julie Bas­se es res­pon­sa­ble de la ilu­mi­na­ción, Elen Ewing del ves­tua­rio y Marie Loui­se Mum­bu del acom­pa­ña­mien­to dramatúrgico.

Habrá dos repre­sen­ta­cio­nes, el 25 de sep­tiem­bre (19h30) y el 26 de sep­tiem­bre (14h00) que se rea­li­za­rán en el Tea­tro Mai­son­neu­ve. Infor­ma­ción adi­cio­nal pue­de obte­ner­se en el sitio operademontreal.com

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (4)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Peti­te Maman (Fran­cia)

Céli­ne Sciam­ma, la rea­li­za­do­ra de Por­trait de la jeu­ne fille en feu que en 2019 fue calu­ro­sa­men­te aco­gi­da en el Fes­ti­val de Can­nes 2019, en su recien­te tra­ba­jo con­si­de­ra el encan­ta­dor mun­do de la infan­cia. Si como el refrán lo seña­la que “lo bre­ve si bueno, dos veces bueno” eso bien pue­de apli­car­se aquí don­de en esca­sos 70 minu­tos la direc­to­ra que es asi­mis­mo auto­ra del guión brin­da con Peti­te Maman entre­ga una exce­len­te película.

Peti­te Maman

En un geriá­tri­co de Fran­cia Nelly (Joséphi­ne Sanz) de 8 años de edad se des­pi­de de los resi­den­tes enfer­mos que allí se encuen­tran don­de en una de las habi­ta­cio­nes se halla su abue­la que aca­ba de morir y a quien no pudo dar­le su adiós como era su deseo. De allí acom­pa­ña a su madre Marion (Nina Meu­ris­se) a la casa de la difun­ta mujer a fin de vaciar los mue­bles y estan­tes don­de su padre (Stépha­ne Varu­pen­ne) las está aguar­dan­do. Angus­tia­da por el dolor, su madre aban­do­na el lugar en tan­to que su mari­do acom­pa­ña­do de su hiji­ta se ocu­pa de con­cluir la tarea de emba­la­je. Duran­te ese lap­so que dura un par de días Nelly cono­ce a Marion (Gabrie­lle Sanz), una niña de su mis­ma edad que está a pun­to de ser ope­ra­da. Entre ambas se for­ja una gran amis­tad don­de una pare­ce ser el espe­jo de la otra al pun­to tal que da la impre­sión de ser her­ma­nas gemelas.

Duran­te el par de días en que se jun­tan, a tra­vés de sus fér­ti­les ima­gi­na­cio­nes las niñi­tas con­vi­ven en un mun­do mági­co rea­li­zan­do dife­ren­tes acti­vi­da­des; así, se dedi­can a armar una cho­za en el bos­que ale­da­ño, simu­lan inter­pre­tar una obra de tea­tro don­de una de ellas asu­me el rol de la peque­ña mami­ta de la otra, como tam­bién demues­tran su habi­li­dad en el arte culi­na­rio coci­nan­do panqueques.

La des­crip­ción que efec­túa Sciam­ma es real­men­te enco­mia­ble. Su rea­lis­ta narra­ción cobra abso­lu­ta auten­ti­ci­dad gra­cias a las excep­cio­na­les inter­pre­ta­cio­nes de las her­ma­ni­tas Joséphi­ne y Gabrie­lle quie­nes prác­ti­ca­men­te lle­van sobre sus hom­bros todo el peso de la pelí­cu­la trans­mi­tien­do una con­mo­ve­do­ra dul­zu­ra. Esta emo­ti­va come­dia dra­má­ti­ca se diri­ge a todo tipo de audien­cia que segu­ra­men­te habrá de apre­ciar­la por su pon­de­ra­ble nivel.

Ven­gean­ce is mine, all others pay cash (Indo­ne­sia-Sin­ga­pur-Ale­ma­nia)

Habien­do obte­ni­do el pre­mio máxi­mo en el fes­ti­val de Locarno, esta pelí­cu­la sin ser excep­cio­nal cons­ti­tu­ye una bue­na mues­tra del cine de Indonesia.

El rea­li­za­dor indo­ne­sio Edwin, con­si­de­ra­do como uno de los más impor­tan­tes del país, ofre­ce un intere­san­tí­si­mo rela­to uti­li­zan­do un tema no fre­cuen­ta­do en el cine como es el de la impo­ten­cia sexual masculina.

Ven­gean­ce is mine, all others pay cash

Basa­do en la nove­la homó­ni­ma de Eka Kur­nia­wan quien la adap­tó para el cine con la cola­bo­ra­ción del rea­li­za­dor, el rela­to se desa­rro­lla en 1989 en algún lugar no deter­mi­na­do de Indo­ne­sia. El per­so­na­je cen­tral es Ajo (Marthino Lio) quien en el lugar don­de vive los que lo rodean no igno­ran que es impo­ten­te; tra­tan­do de ocul­tar su humi­lla­ción y ver­güen­za demues­tra su viri­li­dad con vio­len­cia al pelear­se con los demás hom­bres que salen a su encuen­tro. A tra­vés de flash­backs se lle­ga a saber que su dis­fun­cio­na­li­dad geni­tal se debe al impac­to trau­má­ti­co expe­ri­men­ta­do en su juven­tud al haber teni­do que con­tem­plar for­za­da­men­te la bru­tal vio­la­ción come­ti­da por dos poli­cías a una mujer.

Su exis­ten­cia adop­ta un giro ines­pe­ra­do cuan­do cono­ce a Iteung,(Ladya Cheryl), una mujer guar­da­es­pal­das que demues­tra poseer sus mis­mas apti­tu­des para la lucha, defen­dién­do­se con sor­pren­den­te tena­ci­dad de aqué­llos que se inter­po­nen en su camino. Aun­que en un prin­ci­pio exis­te entre ambos un rece­lo y des­con­fian­za, muy pron­to sur­ge una mutua atrac­ción que cul­mi­na en un ful­gu­ran­te roman­ce. Con deli­ca­de­za ella tra­ta de.demostrarle a Ajo que la ausen­cia de erec­ción no cons­ti­tu­ye un incon­ve­nien­te para el gran amor que los une. Sin embar­go la pre­sen­cia de Budi (Reza Raha­dian), un ines­cru­pu­lo­so rival que gus­ta de Iteung, cons­ti­tu­ye un serio obs­tácu­lo para que la rela­ción pro­si­ga de mane­ra nor­mal, sobre todo cuan­do ella que­da embarazada.

En esta his­to­ria ple­na de acción y aven­tu­ras com­bi­na­da con roman­ti­cis­mo y sazo­na­da con apre­cia­ble humor, Edwin obtie­ne un film que lan­za una con­tun­den­te crí­ti­ca al machis­mo que con­fun­de la mas­cu­li­ni­dad con la hom­bría de un indi­vi­duo a tra­vés de su efi­ca­cia sexual. Asi­mis­mo, el guión vela­da­men­te alu­de al régi­men dic­ta­to­rial de Suhar­to, el pre­si­den­te de Indo­ne­sia (1967 – 1998) que afec­tó nega­ti­va­men­te a la gene­ra­ción de su época.

Con un buen elen­co a su favor y una remar­ca­ble coreo­gra­fía logra­da en las esce­nas de lucha, este film efi­caz­men­te narra­do por Edwin cons­ti­tu­ye un muy gra­to entretenimiento.

Coma­la (Méxi­co)

En este docu­men­tal el rea­li­za­dor mexi­cano Gian Cas­si­ni cen­tra su aten­ción en su padre El Jimmy que ase­si­na­do en 2010 fue en vida un sica­rio de poca mon­ta ade­más de tra­fi­can­te de dro­gas en Tijuana.

Coma­la

Cas­si­ni fue cria­do por su madre en Mon­te­rrey y prác­ti­ca­men­te vivió sin la pre­sen­cia pater­nal por cuan­to su padre aban­do­nó el hogar cuan­do él era muy peque­ño para ini­ciar una nue­va fami­lia don­de tuvo un hijo y una hija. De allí en más el cineas­ta per­ma­ne­ció dis­tan­cia­do de su pro­ge­ni­tor sal­vo espo­rá­di­cos con­tac­tos man­te­ni­dos a lo lar­go de su existencia.

A mane­ra de un rom­pe­ca­be­zas que es nece­sa­rio ir com­ple­tan­do has­ta que todas las pie­zas logran ade­cuar­se per­fec­ta­men­te, el docu­men­ta­lis­ta pro­ce­de a hacer­lo rea­li­zan­do un via­je que lo lle­va a cier­tos luga­res de Méxi­co, como así tam­bién a Esta­dos Uni­dos. Duran­te ese tra­yec­to, al entrar en con­tac­to con miem­bros de su fami­lia amplia­da, va des­cu­brien­do face­tas y deta­lles que para él eran has­ta ese enton­ces des­co­no­ci­dos. Así se impo­ne que su abue­lo estu­vo invo­lu­cra­do con la CIA en su lucha con la revo­lu­ción de Fidel Cas­tro; asi­mis­mo se ente­ra que su her­ma­nas­tro tam­bién optó por seguir el camino del deli­to y lo más impor­tan­te es cuan­do se impo­ne que la aman­te que su padre tuvo es posee­do­ra de cier­tos secre­tos acer­ca de su asesinato.

En esa bús­que­da rea­li­za­da a fin de obte­ner una com­ple­ta idea sobre la per­so­na­li­dad de El Jimmy, Cas­si­ni resal­ta algu­nos de los aspec­tos que mode­la­ron su con­duc­ta en el que se encuen­tra pre­sen­te el arrai­ga­do machis­mo, la miso­gi­nia y como telón de fon­do la des­afor­tu­na­da gue­rra de las dro­gas gene­ran­do el círcu­lo vicio­so de la vio­len­cia que afec­ta a cier­tas regio­nes del país azteca.

Con sumo cui­da­do de no caer en el fácil sen­sa­cio­na­lis­mo, el rea­li­za­dor logra un sóli­do e intri­gan­te docu­men­tal cuyo títu­lo Coma­la se refie­re a la ciu­dad en don­de trans­cu­rre la nove­la Pedro Pára­mo de Juan Rul­fo sobre un hom­bre en pro­cu­ra de su padre.

Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Medu­sa (Bra­sil)

La direc­to­ra bra­si­le­ña Ani­ta Rocha da Sil­vei­ra abor­da un rela­to en el que su tema cen­tral radi­ca en el cues­tio­na­mien­to de la fe de una joven cristiana.

Medu­sa

Con un guión que le per­te­ne­ce, la cineas­ta pre­sen­ta a Maria­na (Mari Oli­vei­ra) una joven de Rio de Janei­ro que inte­gra un gru­po de coris­tas en la igle­sia a car­go de un Pas­tor evan­ge­lis­ta (Thia­go Fra­go­so). Asi­mis­mo, estas mucha­chas enmas­ca­ra­da­men­te se dedi­can por las noches a efec­tuar una cace­ría con­sis­ten­te en cas­ti­gar a todas aque­llas muje­res que son con­si­de­ra­das peca­do­ras al apar­tar­se del sen­de­ro correc­to pre­di­ca­do por el cris­tia­nis­mo. El momen­to cru­cial se pro­du­ce cuan­do en una sali­da noc­tur­na Maria­na se dis­po­ne a gol­pear a otra supues­ta peca­do­ra pero,ella sale mal para­da al reci­bir un pro­fun­do cor­te en su cara deján­do­le una cica­triz que la ocul­ta con su mele­na. Es enton­ces cuan­do Maria­na comien­za a cobrar con­cien­cia de que ese mode­lo de mujer cris­tia­na que no pue­de tomar deci­sio­nes por sí mis­ma y tie­ne que aca­tar cie­ga­men­te el fari­seís­mo de la igle­sia a la que con­cu­rre no la con­du­ci­rán por buen camino. Para encon­trar un nue­vo sen­ti­do a su vida, lo que aho­ra le preo­cu­pa es ubi­car a una ex actriz que años atrás des­apa­re­ció con su ros­tro des­fi­gu­ra­do por haber sido expues­ta al fue­go; asi­mis­mo es emplea­da como enfer­me­ra en un hos­pi­tal don­de los pacien­tes se encuen­tran en esta­do comatoso.

La pelí­cu­la es cier­ta­men­te ambi­cio­sa en su crí­ti­ca al fun­da­men­ta­lis­mo reli­gio­so dis­pues­to a emplear la vio­len­cia hacia quie­nes no con­di­cen con su rígi­do cri­te­rio como así tam­bién al sis­te­ma patriar­cal vigen­te. Asi­mis­mo resal­ta el empo­de­ra­mien­to feme­nino rebe­lán­do­se al lava­do de cere­bro incul­ca­do por el hipó­cri­ta reli­gio­so.. Lo que ami­no­ra el impac­to de este dis­tó­pi­co film es que la direc­to­ra adop­ta un tono que alter­na entre come­dia, sáti­ra y horror sin encon­trar un foco pre­ci­so en su inten­to de abar­car varios sub­te­mas que dis­traen la aten­ción. De todos modos, el film sin estar ple­na­men­te logra­do intere­sa como metá­fo­ra del sis­te­ma polí­ti­co impe­ran­te en Brasil.

La Caja (Méxi­co-Esta­dos Unidos)

Des­pués de haber obte­ni­do en 2015 el León de Oro en el Fes­ti­val de Vene­cia con Des­de Allá, el direc­tor vene­zo­lano Loren­zo Vigas retor­na con este pujan­te film que trans­cu­rre en Chihuahua, al nor­te de México.

El dra­ma expues­to admi­te varias lec­tu­ras don­de en la pri­me­ra de ellas se refle­ja el tema de la pater­ni­dad para pos­te­rior­men­te ofre­cer un cua­dro rea­lis­ta expo­nien­do la des­hu­ma­ni­za­ción exis­ten­te a tra­vés de diver­sas formas.

La Caja

El guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Pau­la Mar­ko­vitch pre­sen­ta en su pri­me­ra ima­gen a un gru­po de per­so­nas aguar­dan­do que las auto­ri­da­des per­ti­nen­tes les entre­guen los res­tos exhu­ma­dos de sus seres que­ri­dos des­apa­re­ci­dos y encon­tra­dos en una fosa común. Entre ellos se halla el ado­les­cen­te Hatzin (Hatzin Nava­rre­te) quien vivien­do en la capi­tal de Méxi­co con su abue­la, lle­gó a Chihuahua para reco­ger la caja metá­li­ca con­te­nien­do los hue­sos de su difun­to padre; asi­mis­mo le es entre­ga­do una tar­je­ta de iden­ti­dad que se encon­tró en su cuer­po per­te­ne­cien­te a un tal Este­ban Ley­va. Cuan­do por casua­li­dad él divi­sa en la calle a un indi­vi­duo al que cree que es Ley­va, su padre, al enfren­tar­lo el hom­bre le res­pon­de que él es Mario (Her­nán Mendoza).

De mane­ra ambi­gua el rea­li­za­dor deja la duda si real­men­te Mario es o no el padre de Hatzin; lo cier­to es que este indi­vi­duo lo toma como emplea­do en su fábri­ca de tex­ti­les. Allí pue­de obser­var­se cómo reclu­tan­do mano de obra bara­ta, fun­da­men­tal­men­te feme­ni­na, la mis­ma es explo­ta­da mise­ra­ble­men­te en sus talle­res; cual­quie­ra que se que­je corre el ries­go de per­der su empleo como asi­mis­mo la posi­bi­li­dad de engro­sar la lis­ta de des­apa­re­ci­dos. El femi­ni­ci­dio que se pro­du­ce es una ilus­tra­ción de la dra­má­ti­ca reali­dad impe­ran­te que el rea­li­za­dor esbo­za con apre­cia­ble sutilidad.

Con una narra­ti­va admi­ra­ble el cineas­ta resal­ta la cone­xión que se pro­du­ce entre Hatzin y Mario en don­de el joven encuen­tra en su emplea­dor al padre real o sus­ti­tu­to ‑según cómo se lo con­si­de­re- y de qué modo la edu­ca­ción que de él reci­be moti­va a que el ado­les­cen­te mani­fies­te una ambi­va­len­te mora­li­dad, comen­zan­do a tran­si­tar por un sen­de­ro peligroso.

A la meri­to­ria rea­li­za­ción de Vigas debe aña­dir­se la satis­fac­to­ria actua­ción de Men­do­za y sobre todo la de Nava­rre­te que en su debut cine­ma­to­grá­fi­co es todo una reve­la­ción trans­mi­tien­do con su expre­si­vo ros­tro y cal­ma­da ento­na­ción vocal la nece­sa­ria inten­si­dad de un joven que se man­tie­ne aler­ta­do fren­te a la degra­da­ción huma­na de la cual es tes­ti­go y que asi­mis­mo está involucrado.

Matar a la Bes­tia (Argen­ti­na-Bra­sil-Chi­le)

Des­pués de haber incur­sio­na­do en el cor­to­me­tra­je en el que Mons­truo Dios obtu­vo una men­ción espe­cial en Can­nes 2019, la direc­to­ra Agus­ti­na San Mar­tin debu­ta con este lar­go­me­tra­je cuyo guión tam­bién le pertenece.

Matar a la Bestia

Tras la recien­te muer­te de su madre, Emi­lia (Tama­ra Roc­ca) de 17 años par­te de Bue­nos Aires para lle­gar a un pue­blo ubi­ca­do en Misio­nes pró­xi­mo con la fron­te­ra bra­si­le­ña; su pro­pó­si­to es encon­trar a su her­mano Mateo que des­apa­re­ció sin dejar hue­lla algu­na. En esa zona bos­co­sa de cli­ma tro­pi­cal, más ase­me­ja­da a la de una jun­gla, ella se alo­ja en el hos­tal de su tía Inés (Ana Brun), que se dedi­ca a ofre­cer alo­ja­mien­to a los turis­tas y via­je­ros de paso. Allí Emi­lia se impo­ne de la exis­ten­cia de mitos y leyen­das ocul­tas por los que los veci­nos luga­re­ños creen que una peli­gro­sa bes­tia ron­dan­do la zona encar­na al espí­ri­tu de un hom­bre sinies­tro capaz de adop­tar la for­ma de dife­ren­tes ani­ma­les ata­can­do a las mujeres.

Las ansie­da­des y temo­res de la joven se aca­llan con la lle­ga­da de Julieth (Julieth Micol­ta) al hos­tal quien atrai­da por su volup­tuo­sa belle­za al poco tiem­po Emi­lia ini­cia una rela­ción lesbiana.

A mane­ra de fábu­la, la direc­to­ra tra­ta de abor­dar el des­per­tar sexual de Emi­lia recu­rrien­do a una atmós­fe­ra suge­ren­te de sen­sual ero­tis­mo pero su inten­ción no lle­ga a fruc­ti­fi­car debi­do a su ende­ble narra­ción; así el para­de­ro de Mateo como igual­men­te el de la supues­ta bes­tia ase­si­na que­dan rele­ga­dos al olvido.

Lo res­ca­ta­ble del film resi­de en el aspec­to visual gra­cias a la bue­na foto­gra­fía de Cons­tan­za San­do­val y a los efec­tos sono­ros de Mer­ce­des Gavi­ria Jara­mi­llo. Pero en últi­ma ins­tan­cia, sin ten­sión ni emo­ción algu­na, esta pelí­cu­la dis­ta de satisfacer.

Citi­zen Kane

A LOS 80 AÑOS DE SU ESTRENO

Con­si­de­ra­da como una de las pelí­cu­las que revo­lu­cio­nó la cine­ma­to­gra­fía del pasa­do siglo, se podrá ver en la gran pan­ta­lla de los cines Citi­zen Kane, una de las obras maes­tras del gran rea­li­za­dor Orson Welles de 1941. Antes de este film, la expe­rien­cia de Welles como rea­li­za­dor era prác­ti­ca­men­te nula has­ta que a los 24 años de edad con­ven­ce al repu­tado guio­nis­ta Her­man J. Man­kie­wicz para escri­bir una his­to­ria basa­da en la vida de William Ran­dolph Hearst, un mag­na­te de la pren­sa que ha sido pro­pie­ta­rio de dos impor­tan­tes perió­di­cos. Des­pués de efec­tuar algu­nas modi­fi­ca­cio­nes al guión ori­gi­nal se ocu­pó de la dirección.

Orson Welles

La his­to­ria comien­za con la muer­te de Char­les Fos­ter Kane a los 70 años de edad en su resi­den­cia de Xana­du, pro­nun­cian­do como pala­bra final “rose­bud”, cuyo sig­ni­fi­ca­do es atri­bui­do a las impor­tan­tes per­so­na­li­da­des de los medios de comu­ni­ca­ción de esa épo­ca. De allí en más su narra­ción no lineal pasa revis­ta a la vida de este mag­na­te a tra­vés de la visión de la gen­te impor­tan­te que estu­vo vin­cu­la­da con él. Aban­do­na­do de chi­co por sus padres, habien­do here­da­do una gran for­tu­na logra cimen­tar un impe­rio perio­dís­ti­co has­ta lle­gar a per­der­lo todo en su rela­ción amo­ro­sa con una can­tan­te poco talen­to­sa de un club nocturno.

Esta fas­ci­nan­te his­to­ria arrai­ga­da en temas de poder, corrup­ción y vani­dad se valo­ri­za por su magis­tral rea­li­za­ción, exce­len­te guión, dis­tin­ti­vo esti­lo visual y por un remar­ca­ble elen­co enca­be­za­do por el pro­pio Welles e inte­gra­do por Joseph Cot­ten, Dorothy Coimin­go­re, Ray Collins, Geor­ge Coulou­ris y Agnes Moo­rehead, entre otros acto­res. Fre­cuen­te­men­te con­si­de­ra­do como el mejor film ame­ri­cano de todos los tiem­pos obtu­vo el Oscar por el mejor guión ori­gi­nal ade­más de haber sido nomi­na­do en otras ocho categorías.

A los 80 años de su estreno, Citi­zen Kane se exhi­bi­rá a par­tir del 19 de Sep­tiem­bre en selec­tas salas del cir­cui­to Cine­plex.

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Un Gigan­te del Jazz

OSCAR PETER­SON: BLACK + WHI­TE 

Este nota­ble docu­men­tal diri­gi­do por Barry Avrich cons­ti­tu­ye un mere­ci­do tri­bu­to a Oscar Peter­son, el gigan­te del jazz falle­ci­do en 2007 cuya actua­ción pro­fe­sio­nal es com­pa­ra­da con la de otras renom­bra­das leyen­das tales como Nat King Cole, Ella Fitz­ge­rald, Duke Elling­ton y John Col­tra­ne. Peter­son se ha dis­tin­gui­do por la inten­si­dad vol­ca­da en sus inter­pre­ta­cio­nes, su apre­cia­do esti­lo musi­cal con sus mági­cos dedos reco­rrien­do el tecla­do del piano y por su caris­má­ti­ca personalidad.

Oscar Peter­son

El docu­men­tal pasa revis­ta a sus sie­te déca­das de carre­ra pro­fe­sio­nal, des­de sus pri­me­ros días como un niño pro­di­gio que dejó de tocar la trom­pe­ta por razo­nes de salud para vol­car­se al piano, has­ta sus gran­des triun­fos mani­fes­ta­dos a tra­vés de sus éxi­tos dis­co­grá­fi­cos y jubi­lo­sas actua­cio­nes alre­de­dor del mun­do como solis­ta, con su trío y con las par­ti­ci­pa­cio­nes de gran­des artis­tas del jazz.

El film tam­bién abor­da el detes­ta­ble racis­mo y segre­ga­ción racial que expe­ri­men­tó como afro-cana­dien­se mien­tras esta­ba reco­rrien­do Esta­dos Uni­dos; su devo­ción por la jus­ti­cia social lo ins­pi­ró a com­po­ner Hymn to Free­dom; esta crea­ción con­ce­bi­da por su autor como un acto de resis­ten­cia y un home­na­je a la vene­ra­da figu­ra de Mar­tin Luther King ha sido eje­cu­ta­da en la cere­mo­nia de inau­gu­ra­ción de la pre­si­den­cia de Oba­ma en enero de 2009.

Barry Avrich pre­sen­ta un vas­to archi­vo con entre­vis­tas a Peter­son, varios músi­cos que han teni­do la opor­tu­ni­dad de cola­bo­rar con él, el crí­ti­co neo­yor­kino de jazz Gio­van­ni Rus­so­ne­llo, la aca­dé­mi­ca y vete­ra­na perio­dis­ta Kit­ti Oli­vier, la his­to­ria­do­ra Rose­mary Sad­lier y su que­ri­da y abne­ga­da espo­sa Kelly Peter­son. Asi­mis­mo la pelí­cu­la apor­ta una serie de actua­cio­nes en vivo con una varie­dad de artis­tas inter­pre­tan­do su músi­ca: entre otras des­ta­ca­das figu­ras se encuen­tran Billy Joel, Jon Batis­te, Quincy Jones, Ram­sey Lewis, Dave Young, Her­bie Han­cock, Bran­ford Mar­sa­lis, Jac­kie Richard­son, Measha Brueg­ger­gos­man, Joe Sealy y Robi Botos que ha sido un pro­te­gi­do de Peterson.

El film per­mi­te dis­fru­tar la músi­ca de Peter­son don­de ade­más de Hymn to Free­dom se encuen­tran entre otras com­po­si­cio­nes Pla­ce St. Hen­ri ‑con­ce­bi­da por el artis­ta en home­na­je a su que­ri­da ciu­dad natal de Mon­treal- Halle­lu­jah Time, A Lovely Way to Spend an Eve­ning, Blues for Big Sco­tia y Sweet Ladys.

Con un exce­len­te mon­ta­je de Nico­las Klei­man, el rea­li­za­dor brin­da un docu­men­tal en el que no se requie­re ser un aman­te del jazz para poder gozarlo.

Oscar Peter­son: Black + Whi­te será exhi­bi­do en selec­tas salas de Cine­plex, a par­tir del 18 de sep­tiem­bre de 2021.