FLIGHT. Estados Unidos, 2012. Un film de Robert Zemeckis
Un sólido drama psicológico es lo que el director Robert Zemeckis aborda en FLIGHT. El conflicto central del film se centra en la responsabilidad moral y ética que debe asumir el conductor de un avión comercial con relación a su tripulación y a los pasajeros que lleva a bordo.
El protagonista de esta historia es Whip Whitaker (Denzel Washington), un avezado piloto. Con bastante experiencia y seguro de sí mismo, horas antes de abordar el avión puede gozar sexualmente con una azafata (Nadine Velázquez) en el hotel del aeropuerto, así como satisfacer su sed con bebida alcohólica y aspirar un poco de cocaína. Cuando el avión comienza su corto recorrido desde Orlando a Atlanta, se produce una fuerte turbulencia debido a una tempestad y es ahí donde se pone a prueba la habilidad de Whip al lograr superar el inconveniente y tranquilizar a los pasajeros. En tal sentido, cabe mencionar que el público asiste a una de las mejores escenas que se hallan visto en el cine con un avión que se sacude con violencia, ofreciendo una sensación de realismo total que produce verdaderamente pánico en el espectadora pesar de no formar parte del pasaje.
Superado el inconveniente mencionado surge posteriormente un acontecimiento aún más grave cuando un serio problema técnico hace que la nave comience a precipitarse en libre caída, peligrando la vida de los pasajeros. Pero gracias a la pericia, buenos reflejos, sangre fría e ingeniosidad del comandante aplicando una maniobra audaz, el avión logra efectuar un aterrizaje de emergencia aunque cobrando la vida de 6 de los 102 pasajeros con algunos heridos, incluyendo al propio Whip. Como resultado de esta operación, el piloto aparece como el gran héroe quien con su valentía logró evitar un desastre mayor.
De allí en más, el relato va cobrando aristas más complejas y sombrías. Cuando investigaciones posteriores llegan a determinar en los análisis de sangre efectuados a Whip que éste había consumido alcohol y drogas, nuestro héroe cae en desgracia con el riesgo de terminar en la cárcel. De este modo el impacto del accidente aéreo adquiere dimensión emocional cuando Whip niega a admitir su condición de toxicómano y menos aún confesar el consumo de alcohol antes de haber abordado el aparato.
Construido como un thriller misterioso, el buen guión de John Gatins no deja indiferente al espectador y de algún modo lo obliga a tomar partido. Teniendo en cuenta la excelente interpretación de Washington donde aparece como un hombre noble dominado por una peligrosa adicción, el público demuestra su simpatía hacia el personaje aunque es bien consciente de que su acción no admite contemplaciones frente al grave acto de irresponsabilidad cometido.
En esencia, el relato presenta un dilema moral que encuentra su resolución en la redención que trata de alcanzar su protagonista para liberarse de sus demonios interiores y tranquilizar su conciencia.
Además de la estupenda actuación de Washington, Don Cheadle también sobresalen como el abogado defensor de Whip, Bruce Greenwood como líder del sindicato de pilotos y John Goodman como el proveedor de drogas. La única objeción que se puede hacer a este film es la inserción de la relación romántica de Whip con una reformada drogadicta (Kelly Reilly), que nada agrega a la problemática central del relato y lo alarga innecesariamente. Jorge Gutman