BLUE JASMINE. Estados Unidos, 2013. Un film escrito y dirigido por Woody Allen.
Es incierto hasta dónde Woody Allen pudo haberse inspirado en Blanche Dubois, el trágico personaje de Un Tranvía Llamado Deseo de Tennessee Williams pero en realidad Jasmine, el personaje que Cate Blanchett magistralmente caracteriza en Blue Jasmine, tiene muchos rasgos que se le asemejan al contemplar el estado de crisis espiritual que atraviesa, su progresivo estado de delirio y la completa vulnerabilidad que la envuelve llegando a transformarla en un ser indefenso y desprovisto de razón para contemplar la cruda realidad que enfrenta.
Dejando de lado las recientes comedias rodadas en Europa, Allen vuelve a encarar algunas zonas oscuras y perniciosas que contribuyen a un proceso de autodestrucción del ser humano y es por eso que, aunque no esté exento del humor que surge de algunos de los ingeniosos diálogos de su autor, éste es un film que produce una gran tristeza porque en su final abierto no hay cabida para un optimismo esperanzador.
Compenetrándose plenamente en el personaje que concibió, Allen describe maravillosamente a Jasmine en los dos primeros minutos del film al verla conversar compulsivamente con una pasajera del avión que la conduce de Nueva York a San Francisco. En un estado de nerviosismo neurótico esta mujer de distinguida y elegante presencia llega al pequeño departamento de su hermana Ginger (Sally Hawkins) para residir temporalmente con ella y con sus dos hijos preadolescentes. Jasmine, quien hasta hace poco había gozado de los lujos y el confort del jet set en su esplendoroso piso neoyorkino de Park Avenue, se encuentra ahora sola y separada de su marido Hal (Alec Baldwin) quien está en prisión al haberse descubierto los enormes fraudes financieros cometidos perjudicando a inocentes inversionistas.
Como pocas veces lo ha hecho, Allen enfoca aquí el contraste de clases sociales existentes al mostrar el estilo de vida de Ginger, decididamente muy inferior al que solía adoptar Jasmine, así como en lo que hace a un comportamiento mucho menos distinguido y decididamente más simple y llano que el de su hermana. Prontamente se llegará a saber que Ginger al igual que su ex marido Augie (Andrew Dice Clay) han sufrido personalmente las estafas de su cuñado al haberle confiado doscientos mil dólares ganados en una lotería. Lo importante es que no pudiendo desprenderse de una realidad que ya no le pertenece, Jasmine no puede ver con buenos ojos a Chili (Bobby Cannavale), el nuevo amigo de su hermana que al igual que Augie responde a modales no muy finos o refinados, aunque indudablemente estos exponentes de la clase trabajadora de menores ingresos gozan de una inequívoca honradez e integridad ética de las que Hal carece.
Si bien, en principio uno quisiera ver en el relato el reencuentro entre dos hermanas pertenecientes a diferentes medios sociales, el foco del film descansa fundamentalmente en el esfuerzo que realiza Jasmine por integrarse a un trabajo que le produzca un modesto ingreso así como en la dificultad que enfrenta al no poder olvidar o desprenderse del ambiente de sofisticación y confort que su marido le suministró durante gran parte de su existencia. Sin ser capaz de conciliar entre su pasado y el presente, en la medida que su fantasía colapsa con el mundo real, donde el reconocimiento social de la vida privilegiada a la que estaba acostumbrada ya no existe más, ella va cayendo en una crisis existencial sin vía de escape. Cuando fortuitamente está a punto de cambiar satisfactoriamente el rumbo de su vida al encontrar a un sensible diplomático (Peter Sarsgaard) que gusta de ella, su actitud de autoengaño para disfrazar la realidad lo echa todo a perder.
Aunque el film diste de ser gracioso, Allen siempre acostumbra a ofrecer alguna nota de humor por más lacerante o dolorosa que pueda ser. En tal sentido, una de las varias escenas excelentemente logradas es cuando Jasmine se encuentra sola con sus dos sobrinitos y les da ciertas explicaciones inoportunas que graciosamente revelan su estado de inestabilidad emocional.
Todos los personajes secundarios están excelentemente delineados permitiendo que los actores lo aprovechen a su favor con gran lucimiento. Pero con todo, el alma del film es Blanchett donde a cada instante transmite maravillosamente la bipolaridad de su complejo personaje. Sin revelar el desenlace, cabe anticipar que la última escena del film enfocando la indefensa y patética expresión de Jasmine en un momento decisivo de su vida es antológica donde Blanchett acaba hipnotizando a la audiencia.
Conclusión: Uno de los filmes dramáticos mejor logrados de la prolífica carrera de Allen que aquí se ve agraciado con la interpretación excepcional de Cate Blanchett. Jorge Gutman