GABRIELLE. Canada, 2013. Un film escrito y dirigido por Louise Archambault
Una hermosa historia de amor entre dos jóvenes discapacitados que encuentran solaz en la música es lo que brinda Louise Archambault con Gabrielle, film que merecidamente obtuvo el Premio del Público en el festival de Locarno.
Con la sensibilidad que ya demostrara en Familia (2006), su primer largometraje de ficción, Archambault ha elegido como protagonista de su conmovedor relato a Gabrielle Marion Rivard, una joven que en la vida real está aquejada del mismo síntoma que el del personaje que anima. Se trata del Síndrome de Williams, un trastorno genético no muy común que consiste en un retraso en el desarrollo mental y por lo general va acompañado de problemas cardiovasculares.
Gabrielle (Marion-Rivard) es una chica de 22 años de edad, resueltamente dinámica, entusiasta y dueña de una sonrisa contagiosa que ilumina la pantalla. Sufriendo de la anomalía descripta es también diabética pero, como compensación, ha sido agraciada con una agradable voz; de allí que uno de sus mayores placeres es su participación en un coro que se desarrolla en un centro comunitario local de Montreal y que está integrado por otros coristas igualmente discapacitados, dirigidos por Remi (Vincent-Gillaume Otis). Entre los miembros del grupo se encuentra Martin (Alexandre Landry) que mantiene un tierno vínculo sentimental con Gabrielle pero que encuentra como obstáculo la oposición de Claire (Marie Gignac), la madre del muchacho, quien considera que los jóvenes discapacitados deben evitar cualquier tipo de relación amorosa. Dentro de ese contexto, Gabrielle recibe considerable apoyo moral de su hermana Sophie (Melissa Desormeaux-Poulin) quien, teniendo en cuenta las circunstancias difíciles que atraviesa la joven, no se atreve a decirle que prontamente irá a vivir a la India para unirse a su novio (Sebastien Ricard) que trabaja allí en una escuela local.
Claramente se desprende de esta historia la intención de la realizadora de demostrar la determinación de Gabrielle en aspirar a una mayor independencia, tener derecho a la felicidad y demostrar que puede actuar y manejarse como el común de los mortales. Dentro del drama de este humano relato, la música juega un rol importante al ser introducida como un medio espiritual enriquecedor de los integrantes del coro y en tal sentido la competencia que tiene lugar en un festival musical de verano con la presencia del popular cantante de Quebec Robert Charlebois alcanza un climax de notable emotividad.
En líneas generales, los personajes están muy bien desarrollados a través de actores que sin experimentación previa ofrecen una magnífica interpretación. Así, por ejemplo, en una de las escenas más delicadas del film donde Gabrielle y Martin expresan la sexualidad de sus personajes, Archambault logra que Marion-Rivard y Landry transmitan con gran ternura la autenticidad del amor entre dos jóvenes discapacitados.
Conclusión: Un relato profundamente emotivo que ennoblece, dignifica y resalta la alegría de vivir de personas discapacitadas. Excepcional interpretación de Gabrielle Marion-Rivard. Jorge Gutman