THE BOOK OF BOB
Crónica de Jorge Gutman
La compañía del teatro Centaur presenta The Book of Bob, una obra del dramaturgo canadiense Arthur Holden que intenta explorar el misterio sobre los premios y castigos que el ser humano recibe en la vida a través de su comportamiento.
De alguna manera la pieza es una visión contemporánea de la literatura bíblica expuesta en “El Libro de Job”. Para quienes no estén al tanto de su contenido puede adelantarse que su protagonista es un hombre religioso, bueno y justo a quien Dios permite que el diablo lo someta a numerosas y espantosas pruebas; mientras que el desdichado Job sufre por obra del demonio, sus amigos tratan de consolarlo haciéndole ver que si sufre es por culpa de sus pecados.
En base a la premisa propuesta el autor aquí se centra en Bob, quien a diferencia de Job es un filósofo ateo, de gran nobleza, pero que a través de su existencia deberá superar algunas dificultades y desventuras que surgen en su camino. ¿A qué se debe eso? ¿Es posible que a un hombre correcto le toque enfrentar infortunios? ¿Por qué acontece aquello?
Para dramatizar la situación expuesta, el autor crea la figura de Dios que habrá de someter a Bob a varias pruebas en lo que hace a su actividad profesional como profesor universitario como así también en su vida familiar. Para ello el Dios aquí presente adopta la forma física de una mujer que asume diferentes personalidades con las que Bob habrá de relacionarse. Surge así, la estudiante poco respetuosa que fastidia al profesor en sus clases con su teléfono celular al punto de que exasperado interiormente deja caer alguna que otra palabra que ofende a su alumna. Además de esa prueba a la que es sometido, vendrán varias otras donde Bob interactúa con la jefa del departamento donde trabaja, su mujer que sufre de cáncer, su padre quejumbroso próximo a morir, la amiga de su hija incluyendo al propio Satán. Tanto los pesares que Bob debe sobrellevar así como los que el Job bíblico tuvo que afrontar, tienen aspectos comunes cuando parece ser que cosas malas pueden recaer en gente bondadosa. Hasta qué punto la moralidad de un individuo está relacionada o no con su fe en Dios es un tópico que el autor deja abierto para que el público espectador extraiga sus propias conclusiones.
Tanto Ron Lea como el atribulado Bob así como Lucinda Davis como Dios adoptando los diversos personajes con quien el filósofo se relaciona, se desempeñan magníficamente. Con todo hay dos importantes objeciones a efectuar; la primera se vincula con la inclusión de imágenes de video a través del concepto multimedia concebido por la directora Ellen David; si bien en muchas ocasiones un estilo teatral interactivo es funcional cuando se necesitan personajes virtuales para completar los que los físicos no alcanzan a transmitir, en este caso no hay razón alguna que lo justifique porque no incorpora nada que refuerce el contenido de la pieza. El segundo aspecto es que al finalizar el relato se comprueba que el resultado de la exploración intentada por el autor no sugiere ni proporciona algún atisbo que pudiera echar luces sobre el misterio de que los infortunios pueden acaecer a gente buena y honesta, independientemente de sus convicciones religiosas.
Dicho lo que antecede la pieza se deja ver por las acertadas interpretaciones y porque su ritmo fluido logrado mantiene la atención del público aunque salga de la sala sin haber recibido nada nuevo de lo que ya sabía al entrar.
Las representaciones continúan en el Teatro Centaur hasta el 2 de marzo de 2014. (www.centaurtheatre.com)