NYMPHOMANIAC VOL I & II. Dinamarca-Alemania-Gran Bretaña, 2013. Un film escrito y dirigido por Lars von Trier
Como su título lo adelanta, Lars von Trier aborda en su reciente trabajo el tema de la ninfomanía. Aunque por razones de exhibición comercial se lo presenta en dos partes separadas, se trata de un solo film que de ningún modo puede ser considerado como unidades independientes.
Si bien esta fantasía dramática no escatima en la exhibición de desnudos ‑incluyendo genitales masculinos y femeninos así como escenas de perversidad sexual- para describir la vida de una ninfomaníaca, difícilmente puede ser catalogada como pornográfica porque lo expuesto está desprovisto de contenido erótico que pudiera crear sensaciones estimulantes. Decididamente, este provocativo film está destinado al público que fielmente sigue los filmes del director danés y a los cinéfilos curiosos en saber qué es lo que su autor aporta sobre el urticante tópico tratado.
Las habilidades de von Trier como eficiente cineasta se manifiestan en las escenas iniciales donde en una noche poco clemente se observa a una mujer sangrando que se encuentra desvanecida en un callejón; al ser descubierta por un hombre que casualmente transita el lugar, éste la lleva hasta su casa, la recuesta en su cama para que se reponga y le ofrece una taza de té. Al indagar sobre qué le ha pasado, Joe (Charlotte Gainsbourg), que así se llama ella, manifiesta a su interlocutor Seligman (Stellan Skarsgard) que se considera una mala persona que ha causado daños a terceros; a partir de allí comienza a relatarle la larga historia de su vida sexual que habrá de prolongarse durante casi toda la noche hasta las primeras horas del día siguiente.
Durante el relato, donde su mayor parte transcurre en flashbacks, Joe puntualiza que desde su más tierna infancia se sintió obsesionada con su sexo y su dependencia al mismo. A los 15 años (Stacy Martin) está dispuesta a perder su virginidad y para ello le pide a Jerome (Shia LaBeouf) que la desflore, hecho que habrá de consumarse con la máxima frialdad. Sobreviene posteriormente la competencia que Joe y una amiga (Sophie Kennedy Clark) mantienen durante el transcurso de un recorrido en tren sobre quien de las dos obtendrá el máximo puntaje en el número de relaciones sexuales a ser realizadas con pasajeros del sexo opuesto.
La actividad sexual de Joe es imparable a través de los múltiples vínculos sexuales con diferentes parejas durante una misma noche; entre los hombres se encuentra uno casado que entusiasmado con ella está dispuesto a abandonar su familia pero que verá malogrado su propósito cuando su mujer (Uma Thurman) produce un escándalo delante de los mismos enrostrándole a Joe el enorme daño que causó a su hogar. La vida de esta joven pareciera adoptar un rumbo normal cuando reencuentra a Jerome, aparentemente el gran amor de su vida con quien posteriormente llegará a tener un hijo.
A medida que transcurre el relato, Seligman escucha con atención a su interlocutora y en cada uno de los episodios narrados, el buen hombre le provee referencias culturales de diferente naturaleza (arte, literatura, música, religión) que aunque no estén necesariamente asociadas al objetivo central del relato, su aporte resulta de gran interés.
Para concluir con la primera mitad de la historia, el film expone el dolor de Joe frente a la enfermedad de su amado padre (Christian Slater) durante los últimos días de su vida en el hospital donde está internado. También allí su obsesión motiva a que mantenga frugales contactos sexuales con personal del establecimiento.
En la segunda parte, el relato adquiere connotaciones más sombrías. No pudiendo liberarse de su adicción sexual, Joe le cuenta a Seligman, esta vez como mujer adulta, sus experiencias con dos corpulentos africanos en un menage à trois. Otras situaciones incluyen las intensas sesiones de sadomasoquismo practicadas con un profesional en la materia (Jamie Bell) lo cual la llevará a abandonar a Jerome y su hijito, la breve terapia de grupo a la que asiste pero que en nada la ayuda, así como su vínculo con un acaudalado hombre de negocios (William Dafoe) quien la contrata para que valiéndose de sus aptitudes pueda cobrar las deudas morosas de ciertos clientes. La última etapa es su relación homosexual con una joven (Mia Goth) a quien le enseña su trabajo.
Globalmente considerado, el film no aporta ningún elemento que permita dilucidar la conducta de Joe donde al no gozar del placer que le produce el sexo resulta difícil explicar su ninfomanía. Más ilustrativo es el personaje de Seligman, un hombre afable y soltero que confiesa a Joe su virginidad, además de aclarar que no es religioso, que pertenece a una familia judía y que siendo antisionista de ningún modo es antisemita; esta última afirmación podría ser considerada como un modo en que von Trier desea rectificar el desafortunado comentario sobre su “simpatía a Hitler” que efectuó hace tres años en el Festival de Cannes por el cual fue declarado “persona no grata”.
Sin un mensaje explícito, el público aprecia un film que aunque muy osado por su contenido, está muy bien realizado, cuenta con momentos de franco humor y además von Trier brinda a través de sus personajes algunas observaciones intelectuales que se prestan a la discusión, como cuando alude a la hipocresía inherente de la condición humana.
Conclusión: Un film ambicioso con algunas escenas chocantes que podrían haber sido eliminadas sin alterar su contenido, pero que mantiene sostenido interés a pesar de sus 4 horas de duración. Jorge Gutman