THE ROVER. Australia-Estados Unidos, 2014. Un film de David Michôd.
Después de su exitoso debut en 2010 con Animal Kingdom, el director y guionista David Michôd retorna con otro drama que ilustra la deshumanización del individuo en un medio inhóspito recurriendo a personajes que en su mayoría viven al margen de la ley y que poco les importa el valor de la vida humana.
Sin precisar en qué momento transcurren los hechos, aunque se podría inferir que corresponde en el futuro, la acción se desarrolla en una desolada región de Australia diez años después de que el mundo sufrió un fuerte colapso económico. Ese acontecimiento post apocalíptico motiva a que para seguir viviendo poco cuenta los medios a los que se deba recurrir.
Dentro del contexto descripto, el guión del realizador escrito con Joel Edgerton fundamentalmente enfoca a dos individuos. Uno de ellos es Eric (Guy Pearce), un hombre frío, taciturno y a la vez colérico que no puede ocultar su indignación cuando en un alto del camino para comer ve cómo un trío de delincuentes encabezado por un americano llamado Henry (Scoot McNairy), le roba su coche. El otro personaje central de esta historia es Rey (Robert Pattinson), el hermano menor de Henry, que fue dejado mal herido después de una refriega y a quien Eric encuentra en la ruta. Después de ser atendido por una doctora (Susan Prior), Rey accede unirse a Henry para hallar a los fugitivos, poder rescatar su automóvil y vengarse de los mismos.
Uno de los aspectos esenciales del relato es el contraste de personalidades que surge entre estos dos caracteres y el desarrollo emocional que se produce en el viaje que emprenden en procura de los fugitivos. Mientras que Henry no tiene escrúpulos para actuar y eliminar a quien se le interponga en su camino, Rey es un personaje mentalmente desestabilizado y con dificultades para poder expresarse. No obstante, a lo largo del periplo, gradualmente cada uno de ellos confiará al otro sus respectivos pasados: así, se sabrá sobre los antecedentes criminales de Henry y las razones que lo motivan a ser escéptico y descreído del ser humano, mientras que Rey por su parte le comenta que su hermano y él llegaron a Australia para trabajar en las minas –una de las pocas actividades explotadas- y finalmente integrando la pandilla de delincuentes mediante asaltos armados logran el dinero necesario para sobrevivir. Lo que sigue a continuación es un cúmulo de acontecimientos violentos con un desenlace un tanto exabrupto que deja un hálito de insatisfacción en torno a la expectativa creada a lo largo del relato. Con todo cabe apreciar tanto la muy lograda caracterización de Pierce como el clásico antihéroe interesado en recuperar su coche así como la de Pattinson animando al vulnerable y patético Rey.
Michôd ha logrado un film minimalista creando una atmósfera que evoca el género del western donde el lejano oeste es reemplazado aquí por un paisaje inmenso y solitario. En tal sentido la fotografía de Natasha Braier contribuye para captar ese panorama e implementando visualmente lo que el relato desea transmitir. Igualmente se distingue la música de Antony Partos así como la del diseñador del sonido Sam Petty creando efectos imaginativos y a veces perturbadores que se asocian adecuadamente a la tensión que emana del relato. Jorge Gutman