Crónica de Jorge Gutman
El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) concluído el 14 de septiembre ratificó una vez más que es un acontecimiento imperdible para la industria cinematográfica, la crítica especializada y para el enorme público que acude a las salas para ver los filmes como también para encontrar de cerca a los artistas internacionales quienes con su presencia engalanan esta gran muestra cultural.
Como bien es sabido el TIFF no es competitivo pero existen ciertos premios relevantes. Entre los mismos figura el Premio del Público (People’s Choice Award) que corresponde al film preferido votado por los espectadores y que este año fue adjudicado a la coproducción de Estados Unidos con Gran Bretaña The Imitation Game del director noruego Morten Tyldum; como ya se anticipó oportunamente, el tema gira en torno al gran matemático británico Alan Turing quien durante la Segunda Guerra fue contratado por su país para que junto con un equipo de expertos lograra descifrar el código Enigma empleado por los nazis. Este meritorio film cuenta con una muy buena interpretación de Benedict Cumberbatch en el rol central y su consideración crítica será efectuada en oportunidad de su estreno comercial programado para noviembre. El mejor film canadiense recayó en Félix et Meira de Maxime Giroux cuya acción transcurre en Montreal y se refiere al inusual romance de una mujer casada judía y jasídica con un hombre secular francófono; esta película será evaluada cuando se exhiba en sala a principios del próximo año.
La Federación de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) adjudicó dos premios. Uno de ellos correspondiente a la sección Discovery fue discernido a la producción francesa May Alla Bless France!; esta ópera prima de Abd Al Malik es un relato autobiográfico del realizador que se refiere a cómo las enseñanzas del Islam lograron cambiar su vida convirtiéndolo en un renombrado músico y escritor político. El otro premio correspondiente al programa Special Presentations fue adjudicado al drama estadounidense Time Out of Mind; en este film el director Oren Moverman analiza el grave problema social de la gente sin hogar (homeless) que deambula por Manhattan, centralizando su historia en un vagabundo sin techo ‑excelentemente interpretado por Richard Gere-; es sin duda uno de los mejores títulos vistos en el TIFF y será analizado extensivamente en ocasión de su estreno.
He aquí, un breve comentario sobre algunos filmes internacionales que he tenido ocasión de ver.
Phoenix (Alemania) confirma a Christian Petzold como uno de los más importantes directores europeos. Ratificando la madurez demostrado en Barbara (2012), Petzold ofrece un muy buen melodrama ambientado en Berlín a poco tiempo de haber concluido la Segunda Guerra. Abordando los efectos del conflicto bélico así como los problemas de identidad y pertenencia con el pasado y los sentimientos de culpa, el director relata la historia de Nelly (Nina Hoss), una cantante judía sobreviviente del holocausto que acaba de recuperarse de una cirugía facial que le reconstruyó su rostro. Su propósito es el de localizar a su marido Johnny (Ronald Zehrfeld) sin saber que él logró divorciarse de ella. Cuando el encuentro se produce, sin que Johnny la reconozca debido a su nueva fisonomía y además por estar convencido de que Nelly está muerta, le propone a ella que asuma el rol de su supuestamente desaparecida esposa para compartir la herencia dejada por la familia de su ex esposa asesinada por los nazis. Ella acepta el ofrecimiento convirtiéndose así en impostora de sí misma por el amor que guarda por Johnny a pesar de los presuntos rumores de que fue él quien la denunció a la Gestapo; de todo ese intríngulis se va desarrollando una historia de sólido suspenso con una decidida carga emocional pero relatada sin sentimentalismo alguno. El desenlace es excepcionalmente imaginativo con una escena final que no necesita de diálogo alguno pero de gran expresividad. Un notable film.
La banalidad humana queda magníficamente reflejada en el melancólico film de Roy Anderson A Pigeon Sat On A Branch Reflecting On Existence (Suecia-Noruega-Francia-Alemania). A través de 39 escenas el realizador introduce diferentes viñetas que sin tener vinculación alguna configuran una mirada sagaz sobre el comportamiento que los mortales pueden asumir en su actuación cotidiana. Entre algunas de las situaciones curiosas se puede observar tres graciosos encuentros con la muerte, una niña con Síndrome de Down recitando en un escenario un extraño poema, la reaparición del rey sueco Carlos XII en un contexto moderno, un marino problematizado por una cita anulada, una profesora de flamenco ofreciendo caricias muy particulares a uno de sus alumnos, una velada escolar para niños con necesidades especiales y la pelea de una pareja en una playa. Con todo, los momentos más recurrentes y graciosos del film involucran a un dúo de excéntricos vendedores (Holger Andersson, Nils Westblom) que laboriosamente tratan de ofrecer artículos de entretenimiento que incluyen colmillos de vampiros, muñequitos que ríen y máscaras jocosas. Como su título lo indica, esta notable película invita a reflexionar sobre la forma absurda de la conducta humana y que por más ridícula que aparezca en ciertas actitudes, en última instancia refleja la realidad de la gran comedia humana.
Krzysztof Zanussi es el autor de Foreign Body (Polonia) examinando la forma en que la religión y el materialismo de la hora actual pueden entrar en colisión. Tratado como un drama psicológico el veterano realizador enfoca en su relato a Ángelo (Riccardo Leonelli), un joven italiano quien en Polonia se enamora profundamente de Kasia (Agata Buzek) una chica polaca que a pesar de que también lo ama decide convertirse en monja; con el propósito de que pueda llegar a disuadirla para no tomar los hábitos, el joven se muda a una ciudad cerca del convento donde ella se prepara para su nueva forma de vida. Simultáneamente, Ángelo entra a trabajar en una importante compañía donde Kris (Agnieszka Grochowska), su ambiciosa jefa, no guarda escrúpulo alguno con tal de llegar a la cima del poder y al propio tiempo tratar de conquistar sexualmente a su nuevo empleado. Todo ese escenario es el marco para que el director explore el comportamiento ético de algunas corporaciones emergentes en Polonia y la manera en que los valores del antaño país comunista aún tienen vigencia en el presente, ocultando crímenes humanitarios cometidos en el pasado. Entremezclando la religión y el idealismo con la cínica perversidad del capitalismo moderno, pareciera que en la visión de Zanussi no hay mucho para festejar en los países del este de Europa. En esencia, este cineasta ofrece un buen film donde, como lo ha manifestado en buena parte de su filmografía, sigue interesándose en los valores morales que rigen y afectan a su país.
François Ozon retorna al cine con Une nouvelle amie (Francia) un elegante y desprejuiciado film en donde el guión que le pertenece basado en una obra de Ruth Rendell se adentra en las misteriosas ramificaciones adoptadas por el comportamiento sexual del ser humano. En las primeras escenas se contempla la gran amistad existente desde la infancia que une a Laura (Isilde Le Besco) con Claire (Anais Demoustier) donde ambas se casaron prácticamente en forma simultánea. Cuando Laura se enferma gravemente y en su lecho de muerte le pide a su amiga que vele por su marido David (Romain Duris) y su bebé, ella está completamente dispuesta a cumplir con su voluntad. Cuando días después del sepelio, Claire llega inesperadamente al hogar de David, descubre al desconsolado viudo vestido con ropas que pertenecieron a su difunta esposa mientras le ofrece el biberón a su hijito; allí él confiesa a Claire que él siempre disfrutó de posar como mujer. Aunque el punto de partida resiste credibilidad, el encanto de este elegante film reside en el modo que el relato está construido y la considerable mesura y aplomo que emplea Ozon al abordar el delicado tema del travestismo y las confusiones de la sexualidad.
Explorando las connotaciones morales que se producen en el seno de un matrimonio, 3 Coeurs (Francia) de Benoit Jacquot plantea un singular triángulo amoroso. Cuando el inspector fiscal Marc (Benoît Poelvoorde) llega a perder su tren en una pequeña ciudad provincial, conoce casualmente a Sylvie (Charlotte Gainsbourg) y se establece entre ambos una rápida atracción lo que conduce a que acuerden reencontrarse en París en pocos días más; cuando por razones imprevistas el encuentro no se produce, una desilusionada Sylvie regresa a sus pagos para inmediatamente mudarse con su novio a los Estados Unidos. Cuando Marc retorna nuevamente al lugar donde conoció a Sylvie para tratar de ubicarla, se topa con Sophie (Chara Mastroianni), ignorando que se trata de su hermana, y habiéndose enamorado de ella la desposa al poco tiempo. El tiempo transcurre sin que Sylvie haya visto por foto o por Internet el rostro de Marc y es así que cuando ella retorna a Francia, los dos descubren la trampa que el destino les tendió aunque ocultando a Sophie que en el pasado se habían conocido. Como la atracción entre ambos aún persiste, de allí en más el relato transcurre dentro de un marco de gran tensión donde la incógnita reside en saber cómo se resolverá el conflicto de los tres personajes involucrados en esta maraña amorosa. Con algunas reminiscencias de ciertos melodramas americanos, la historia no decae en momento alguno permitiendo a Benoit describir a sus personajes aunque sin juzgar su moralidad. Interesante en su concepción, el desenlace puede que sea discutible pero en todo caso ese aspecto no disminuye la impresión positiva del film.
El cine de América Latina estuvo muy bien representado, sobre todo en lo que hace a la selección de filmes procedentes de Argentina. Entre 4 de los títulos a ser mencionados figura La Princesa de Francia, cuarto film del joven y versátil realizador Matías Piñeiro quien siente una particular predilección en revisar algunas de las obras de Shakespeare como lo ha hecho con Viola (2012) y en su corto metraje Rosalinda (2010). En este caso, ofrece una original narración donde entremezcla realidad con fantasía apelando a un grupo de actores que desean realizar una versión radial de Trabajos de Amor Perdidos (Love’s labour Lost) que el inmortal autor escribió hacia finales del siglo XVI; todo ello se complementa con referencias musicales de la Primera Sinfonía de Schumann y pinturas de William Bouguereau. Con una cámara que se mueve fluidamente otorgando dinamismo al relato, se asiste a una comedia dinámica en base a una estructura amenamente repetitiva siguiendo el punto de vista de cada uno de sus personajes que el genial Bardo seguramente habría aprobado.
Otro film satisfactorio de Argentina es Dos Disparos de Martín Rejtman donde Mariano (Rafael Federman), un adolescente de 16 años, impulsivamente decide suicidarse con dos disparos de pistola aunque sobrevive milagrosamente. Lo que sigue después es una comedia deliciosamente absurda por las excéntricas situaciones que se producen en las relaciones que el muchacho mantiene con sus familiares como consecuencia de su actitud –especialmente con su madre (Susana Pampín) que se ocupa de remover todos los objetos filosos de la casa‑, su participación en el cuarteto musical de flauta dulce que integra, así como con otros personajes que van incorporándose a un relato estructurado en base a varias subtramas; lejos de su dramática premisa inicial, el film adopta un humor seco y muy efectivo que no dejará indiferente a los cinéfilos.
En Aire Libre la directora argentina Anahi Berneri enfoca a un joven matrimonio (Leonardo Sbaraglia, Celeste Cid) de clase media que lo tiene todo en términos económicos y de aparente felicidad conyugal; sin embargo esa convivencia se va deteriorando al implementarse el sueño largamente deseado consistente en la construcción de una casa en un lugar alejado del mundanal ruido de la gran ciudad; lenta pero progresivamente cada una de las partes se va separando sin tener en cuenta la presencia del hijito (Máximo Silva) de 7 años que finalmente es cuidado por la abuela materna (Fabiana Cantilo). Éste es un triste drama conyugal, muy bien examinado por la directora, quien opta por ofrecer un desenlace acertadamente abierto como para que cada espectador medite sobre el delicado equilibrio que es necesario mantener para que una relación de pareja no zozobre.
De interés multicultural es la ópera prima La Salada de Juan Martín Hsu donde mediante 3 historias paralelas se describe a un grupo de inmigrantes integrado por surcoreanos, bolivianos y un taiwanés conviviendo con argentinos en un mercado multitudinario que intitula al film. A pesar de algún que otro altibajo narrativo, la historia destila autenticidad por la buena caracterización de sus personajes y además resulta loable en su intención de cerrar la brecha cultural entre diferentes comunidades, bregando de este modo por la no discriminación, xenofobia o racismo.
Con un lenguaje austero y desprovisto de sentimentalismo, los directores Kristina Grozeva y Petar Valchanov abordan en The Lesson (Bulgaria-Grecia) un sobrio drama humano reflejando el doble estándar que puede asumir la conducta humana en condiciones apremiantes. En una estupenda interpretación Margita Gosheva anima a Nadezdha, una educadora de una pequeña ciudad búlgara quien con firmes principios transmite a su clase la honestidad que debe prevalecer en su comportamiento; esa circunstancia se pone en evidencia cuando trata de desenmascarar a uno de sus alumnos que ha robado una billetera. Paralelamente a esta situación, Nadezhda está asediada con problemas financieros, teniendo escasamente tres días para cancelar el importe que su banco le había prestado a fin de que su propiedad no sea recuperada por el mismo. Además de enfocar algunos aspectos dificultosos de su entorno familiar, la historia se centra en la angustia que la embarga para cumplir con sus deudas, lo que la lleva a adoptar medidas extremas que ponen a prueba su integridad moral. A través de una mirada no muy complaciente de la Bulgaria post comunista, los directores muestran algunos aspectos que asume la corrupción existente así como la vulnerabilidad de los sectores más débiles de la sociedad frente a los duros embates de la difícil situación económica.
Un episodio histórico que tuvo lugar en junio de 1941 cuando los habitantes de Estonia, Letonia y Lituania fueron brutalmente deportados a Siberia por las fuerzas soviéticas quienes el año anterior habían anexado dichos países, es considerado en In the Crosswind (Estonia), ópera prima de Martti Heide. Para su ilustración, el joven realizador enfoca los embates físicos y emocionales sufridos por una madre estoniana (Laura Peterson) quien junto con su pequeña hijita aguarda poder reunirse con su marido soldado. Con una excelente fotografía, este sólido film de ficción se asemeja al de un genuino documental reflejando el testimonio de una triste época sufrida por el pueblo báltico.
El cine documental es otra de las facetas que el TIFF selecciona cuidadosamente en su programación anual y es así que dentro de los importantes filmes presentados tuve acceso a dos de los mismos. Uno de ellos es Songs From The North (Estados Unidos-Corea del Sur- Portugal) donde la documentalista y fotógrafa surcoreana Soon-Mi Yoo tuvo ocasión de visitar Corea del Norte para captar imágenes a la vez que penetrar en el corazón de una región que la mayoría de las veces es objeto de distorsión por la imagen propagandística que se ofrece de la misma. En los tres viajes efectuados y transitando por zonas decididamente interdictas por el régimen de Kim II-Sung, la multidisciplinaria realizadora ‑que cuenta con una vasta experiencia en lo que concierne a la historia política de Corea- permite que a través de un valioso material de archivo el público pueda imponerse en la forma más objetiva posible sobre la vida cotidiana de una población donde prácticamente se sabe muy poco de ella al estar aislada del resto del mundo. En esencia, la realizadora ofrece un documento agudo, sensible y muy pertinente que se limita a mostrar la realidad existente sin que las consideraciones ideológicas puedan comprometer el objetivo propuesto.
La realizadora israelí Tamara Erde enfoca en This Is My Land (Francia) la forma en que el conflicto israelí-palestino es enseñado en las escuelas de Israel y en la de los territorios ocupados. Habiendo crecido y educado en una un colegio público israelí, ella nunca tuvo ocasión de imponerse sobre la historia desde una visión palestina; por esa razón, se propuso filmar un documental abordando ambos sistemas educacionales. A pesar de que tuvo restricciones de filmar en las escuelas públicas de Israel, decidió superar el inconveniente visitando establecimientos independientes israelíes que se adhieren al currículum nacional, además de los que imperan en las escuelas palestinas. La cámara sigue sus pasos en seis establecimientos, incluyendo una escuela de enseñanza media de Haifa, otra escuela talmúdica, una israelí donde asisten estudiantes árabes y judíos, un colegio en la ciudad palestina de Ramallah, una escuela árabe en Ibilin y otra en un campo de refugiados. Con la participación de educadores israelíes y palestinos en sus respectivas clases, se ilustra cómo los orígenes históricos de la zona y las implicaciones religiosas subyacentes van formando a los jóvenes estudiantes dándoles una visión diferente según sea la educación recibida en las escuelas israelíes o palestinas a las que asisten. Aunque la realizadora evita adoptar posición alguna y su enfoque sea la de neutral observadora, el espectador tiene la impresión de que la formación recibida por los alumnos no contribuye mucho para que se pueda encontrar una solución a la dramática crisis que aflige a la región.