THE LONGEST RIDE. Estados Unidos, 2015. Un film de George Tillman, Jr.
Quien se apreste a ver un film basado en una novela de Nicholas Sparks sabe muy bien a qué atenerse. Nadie aguarda algo profundo ni relevante en sus sensibleras historias románticas; sin embargo, su aceptación depende del nivel de eficiencia en que están relatadas. En este caso The Longest Ride no repite la insufrible pobreza de The Best of Me (2014), pero su trama banal solo podrá satisfacer a un público juvenil femenino no muy exigente.
Como en muchas de sus historias, lo que Spark ofrece aquí es un doble relato adaptado por Craig Bolotin. Transcurriendo la acción en North Carolina, vemos florecer un romance entre Sophia (Britt Robertson), una universitaria que tiene previsto realizar una pasantía en Nueva York mediante un trabajo en una importante galería artística, y Luke (Scott Eastwood, hijo de Clint), un apuesto muchacho que sin formación intelectual alguna es un exitoso jinete de rodeos montando toros salvajes. Cuando de regreso de la primera salida romántica divisan un auto accidentado donde en el mismo se encuentra debajo de las ruedas un anciano en estado lastimoso llamado Ira (Alan Alda), después de haberlo salvado y conducido a un hospital local, comienza una historia que se vincula con el pasado de este individuo; así, a través de una caja con cartas que Ira había escrito a su amada esposa Ruth en 1940, la lectura de las mismas por parte de Sophia al anciano hospitalizado, permite que la acción se retrotraiga a 1940 en los comienzos de la Segunda Guerra. Eso origina la otra historia romántica donde el público se impone del gran amor de juventud entre Ira (Jack Huston) y Ruth (Oona Chaplin, nieta del inmortal Charles).
La narración se desarrolla entre el presente y pasado en forma alternada donde simultáneamente se asisten a los conflictos emocionales que ambas parejas atraviesan. Así en el caso de Ira, el drama se presenta cuando al ser herido en la guerra queda imposibilitado para concebir hijos frente a la apasionada vocación maternal de Ruth que deseaba una gran familia; con todo, el gran amor superará dicha dificultad donde la pareja encuentra sosiego coleccionando obras artísticas. En lo que concierne a Luke y Sophia, los escollos se producen por la diferencia intelectual que los separa y porque el jinete persiste en seguir en su actividad deportiva a pesar de haber sufrido un accidente en uno de sus rodeos que pone en riesgo su vida. Ambas historias se vincularán al demostrar cómo el amor vivido por Ira con su mujer servirá de inspiración para que Sophia y Luke superen las diferencias existentes y con la mutua buena voluntad y sacrificio de ambas partes lograrán superar todas las dificultades.
Conclusión: George Tillman, Jr. hizo lo que pudo con el material disponible tratando de mantener un ritmo fluido para que el film resulte medianamente aceptable. La objeción mayor que se puede adjudicar a este “cuento de hadas” es la ausencia completa de innovación para eludir los abundantes clisés que lo invaden. Jorge Gutman