NUESTRO MONTE LUNA. Canadá-Colombia, 2015. Un film escrito y dirigido por Pablo Álvarez
Dentro del marco de la vigésima segunda edición del Festival Hot Docs, una de las más importantes muestras canadienses dedicadas al género documental, el director Pablo Álvarez presenta Nuestro Monte Luna donde echa una mirada a la corrida de toros de Colombia centralizando su atención en la modesta población de Choachi, considerada por sus habitantes como la capital taurina del país.
Es de considerar que hace dos años, el alcalde de Bogotá había prohibido ese deporte por haber provocado la muerte de varios matadores; con todo, la decisión fue revertida judicialmente a pesar de las protestas por parte de quienes se oponen al ejercicio de dicha actividad. Dentro de ese marco, Álvarez sigue los pasos de un grupo de niños y jóvenes adolescentes que tratan de encauzar sus inquietudes intentando aprender los gajes del oficio de torero siguiendo el adiestramiento de un ex matador, gran experto de la profesión.
Desde una óptica testimonial, Álvarez ha realizado un film que deja muchas preguntas sin responder. En principio no queda claro porqué precisamente esa suerte de escuela-aprendizaje constituye la meca donde sus jóvenes alumnos encuentran una vía de escape de los conflictos de clase que anidan en la sociedad colombiana. Tampoco se explica los factores que motivan a que la profesión de torero posibilite el ascenso social y reditúe muy bien económicamente, así como porqué razón siendo torero se es una persona mejor.
A pesar del objetivo que persigue el film, la forma de ser relatado carece de un foco preciso; fundamentalmente se asiste a viñetas mostrando rápidas vistas del pueblo de Choachi, una riña de gallos, altoparlantes invitando al público a asistir a la Plaza Morenita donde se realizan las corridas, así como a rápidas escenas de la Plaza de Toros Santa María de Bogotá.
Lo más destacable es la confrontación entre las manifestaciones de la gente que manifiesta su indignación por la práctica de un deporte que considera violento, salvaje e inhumano, y quienes lo defienden a rajatabla. Los diálogos del documental terminan siendo banales cómo cuando por ejemplo se justifica la existencia de este deporte señalando “¿Acaso la vida no es salvaje?”, “¿La vida no es una ironía total?”
El film, sin duda bien intencionado tratando de explicar las características de una cultura en transición, resulta episódico y esquemático sin llegar a a indagar en la vida familiar de los muchachos de este relato, especialmente en lo que se refiere a la manera en que compatibilizan sus estudios de formación escolar con sus actividades de aprendizaje taurino.
En resumen, el público asiste a un documental curioso sin mayor emoción que no llega a trascender como debiera y que se alarga innecesariamente por lo que ofrece en sus 100 minutos de duración. Jorge Gutman
La película se exhibe el miércoles 29 de abril (21h30) y el 1 de mayo (13h30) en la sala 3 del TIFF Bell Lightbox y el 2 de mayo (19h15) en la sala 7 del Teatro Scotiabank.