Crónica de Jorge Guman
Con la ceremonia realizada ayer en donde el jurado oficial presidido por Joel y Ethan Coen hizo entrega de los premios correspondientes a diversos rubros, quedó clausurada la sexagésima octava edición del Festival de Cannes. En líneas generales la selección incluida en el rubro competitivo fue meramente aceptable; hubo ciertos filmes destacables y otros no tanto; en cambio no hubo películas de trascendencia que pudieran ser consideradas obras maestras del cine.
Los Premios de la Selección Oficial
La distinción más importante materializada con la Palma de Oro fue conferida al film francés Deephan del realizador Jacques Audiard. Aunque no estaba en los pronósticos de la mayoría de los críticos, cabe señalar que esta película reúne suficientes méritos para haber sido evaluada como la mejor por parte del jurado. Audiard, que ya había presentado en Cannes Un Profeta (2009) por el que ganó el Gran Premio así como Metal y Hueso (2012), brinda un film de considerable potencia abordando el tema de la inmigración y de las dificultades de adaptación al nuevo medio. Su personaje central es Deephan (Antonythasan Jesuthasan), un guerrillero tamil de Sri Lanka, quien cansado de la miseria y violencia de la guerra civil que acosa a su pueblo decide emigrar a Francia en calidad de refugiado político; para poder hacerlo alegando que tiene familia, cuenta con la colaboración de Yalini (Kalieaswari Srinivasan) que se hace pasar por su esposa, y de una niña de 9 años (Claudine Vinasithamby) como su hija. Alojados en un departamento de un monobloque ubicado en las afueras de un sector marginal cercano a París, el trío que llega a convivir como si se tratara de un verdadero grupo familiar, comienza a sufrir los embates violentos de bandas de narcotraficantes donde la tranquilidad a la que Deephan aspiraba deja de ser tal, obligándolo a recurrir a las tácticas violentas utilizadas en Sri Lanka. En resumen, el público asiste a un relato doloroso mostrando el lado oscuro de la inmigración relatado con lacerante veracidad.
El Gran Premio del Jurado correspondió a Son of Saul de Lászlo Nemes y sin duda bien merecido. Es la primera película del director húngaro quien evidencia una sólida madurez en el manejo de la cámara enfocando el tema del Holocausto. El relato ubicado en 1944 presenta a Saul Ausländer (Gesa Röhrig) quien es miembro del Sonderkommando, un grupo de prisioneros judíos que aislados del resto del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y actuando para poder sobrevivir, tiene como misión colaborar con los nazis en el siniestro plan de exterminación concebido. Estando trabajando en uno de los crematorios descubre el cadáver de un muchacho al que reconoce como su hijo; ese es el elemento conflictivo del film cuando Saul decide salvar el cuerpo del muchacho para que en lugar que las llamas del fuego lo consuman reciba una adecuada sepultura judía. Filmado con cámara en mano, el ritmo es vertiginoso y febril así como las implacables escenas de fusilamientos a granel, cámaras de gas y las incineraciones en los hornos, resultan difíciles de presenciar. Si alguna objeción merece este film es que en algunos momentos el relato se vuelve demasiado efectista para sacudir con más fuerza al que lo contempla; de todos modos, esta ópera prima merece ser vista.
El tercer premio correspondiente al de la Mejor Dirección recayó en el realizador taiwanés Hou Hsiao Hsien responsable de The Assasin, una coproducción de China, Hong Kong y Taiwan. Como no he tenido ocasión de ver este film me abstengo de comentarlo, pero las unánimes elogiosas críticas de quienes lo han visto, indican que se trata de un trabajo de gran calidad donde la minimalista historia que no siempre resulta difícil de captar, está más que compensada por su excepcional belleza visual.
The Lobster, coproducción de Grecia, Irlanda, Gran Bretaña, Holanda y Francia, obtuvo el Premio del Jurado. El director griego Yorgos Lanthimos se sumerge en una historia absurdamente original que tiene un punto de partida altamente promisorio. En un mundo futurista no se admite la soledad individual y por lo tanto quienes no tengan pareja están obligados a recluirse en un hotel donde con procedimientos surrealistas las autoridades del establecimiento tratarán de procurarles el alma gemela con quien convivir. David (Colin Farrell), un reciente divorciado, es uno de los que ingresan al establecimiento donde se le informa que en un plazo máximo de 45 días deberá encontrar la mujer con quien cohabitará porque de no lograrlo será convertido en animal; en el eventual caso que eso llegara a suceder, David comunica que desearía transformarse en langosta porque le apasiona el mar. Tanto los diálogos como varias situaciones jocosas confieren a este film antisentimental un aire fresco y renovador; sin embargo, al promediar el metraje, la historia se vuelve repetitiva y es así que el encanto inicial se desvanece.
El premio al Mejor Guión ha sido adjudicado a Michel Franco por el film mexicano Chronic. El joven realizador ubica la acción en Los Ángeles presentando a David, un hombre reservado y solitario, así como extremadamente meticuloso y competente en el trabajo que realiza como enfermero de personas aquejadas de dolencias terminales. Lo interesante del relato es que a pesar de no guardar sentimentalidad alguna, se aprecia la forma en que su protagonista logra una gran comunicación afectiva con sus enfermos creando de este modo un clima de manifiesta intimidad. La interpretación de Tim Roth en el rol central es excelente, sobre todo porque es capaz de transmitir en forma sobria y mesurada los sentimientos internos que alientan a su personaje cuya pasión por lo que realiza le permite compensar algunos vacíos de su vida privada, especialmente con referencia a un doloroso suceso que ha destruido a su familia. En esencia, el público está frente a un film austero y bien realizado, cuya única objeción reside en su escena final que además de ser totalmente innecesaria nada agrega al aspecto central de esta historia.
Vincent Lindon fue distinguido como el Mejor Actor por su interpretación en el film francés La Loi du Marché de Stéphane Brizé. Con gran humanidad Lindon anima a Thierry, un hombre de mediana edad que se encuentra desocupado. Con más de 50 años a cuesta resulta dificultoso hallar un nuevo empleo y es así que el relato va ilustrando el dificultoso camino que este hombre debe recorrer a fin de encontrar un puesto que permita aliviar su delicada situación económica, sobre todo por los gastos de escolaridad de su hijo discapacitado a quien quiere mucho. Así parecería que la realización de cursos de preparación para nuevos empleos, los envíos de innumerables currículums, entrevistas con consejeros de trabajo realizadas, no tienen efecto alguno más allá de la humillación que Thierry debe afrontar. Finalmente, después de 20 meses de desocupación logra un puesto como agente de seguridad de un supermercado; si por un lado resulta tranquilizador volver al mercado laboral, no transcurrirá mucho tiempo para que Thierry se sienta atrapado por conflictos morales cuando debe denunciar los robos de mercancías de los clientes como así también las contravenciones de sus propios compañeros de trabajo donde en un caso especial alcanza una dramática dimensión. Filmado con estilo casi documental, este film sobre la dignidad humana logra repercutir hondamente, gracias a la consumada dirección de Brizé y la magnífica prestación de Lindon
El premio a la Mejor Interpretación Femenina fue este año compartido por Emmanuelle Bercot y Rooney Mara. Bercot lo obtuvo por su participación en el film francés Mon Roi de Maïwenn; ella encarna a Tony, una mujer que es admitida en un centro de recuperación física como consecuencia de un grave accidente de ski. Es allí donde rememora los amores mantenidos con Georgio (Vincent Cassel), un seductor irresistible. Las peripecias vividas antes del matrimonio, así como la vida conyugal y el nacimiento de un hijo que tanto ella anhelaba originan una pasión amorosa destructiva, plena de altibajos en una historia que con una duración de más de dos horas termina fatigando. Ciertamente no hay nada que objetar a las carismáticas interpretaciones de Cassel y Bercot pero el film no alcanza a deslumbrar como tampoco trascender. Muy diferente es el caso de Carol, magnífico melodrama americano de Todd Haynes por el cual Rooney Mara fue distinguida; en el que quizás sea la mejor película que tuve oportunidad de juzgar dentro del marco de la competición oficial, el realizador enfoca la historia de dos mujeres unidas sentimentalmente. Basado en la novela The Price of Salt de Patricia Highsmith, la acción tiene lugar en Nueva York en las postrimerías de 1952 y comienza cuando Carol (Cate Blanchett), una mujer burguesa en proceso de divorcio, avista a Thérèse (Rooney Mara), una joven vendedora de un gran emporio comercial neoyorkino; la atracción es mutua desde el primer momento, desarrollándose en consecuencia una relación de lesbianismo en una época donde las convenciones sociales censuraban severamente los amores de personas de igual orientación sexual. El film seduce fuertemente por la excelente descripción de sus personajes, por la magnífica reconstitución de época donde ningún detalle ha sido dejado de lado, por su exquisita belleza visual así como por la puesta en escena de Haynes en el logrado retrato de estas dos mujeres. Es así que sorprenda la decisión del jurado al haber excluido a Cate Blanchett del premio ex-acquo concedido.
En lo que concierne al Mejor Film de la sección oficial Un Certain Regard el jurado presidido por Isabella Rosellini decidió atribuirlo a Rams, coproducción de Islandia, Dinamarca, Noruega y Polonia. El director Grímur Hákonarson narra una emotiva historia sobre dos hermanos islandeses solteros, Gummi (Sigurdur Sigurjonsson) y Kiddi (Theodor Juliuson), viviendo en una zona rural de Islandia; lo curioso es que estuvieron distanciados sin hablarse durante 40 años. Cada uno de ellos ama profundamente a su ganado de modo tal que cuando se llega a detectar una enfermedad letal de los animales que implica su sacrificio, ese dramático incidente motivará a que los hermanos dejen de lado sus diferencias. Aunque la trama resulte pequeña, el film se valoriza por las buenas actuaciones, por una lograda fotografía contribuyendo al clima melancólico que transmite el relato así como por la ilustración de la dura vida que se afronta en áreas aisladas de Islandia.
El director croata Dalibor Matanic efectúa una mirada a las profundas grietas que produjo la guerra de los Balcanes en The High Sun que obtuvo el Premio del Jurado de Un Certain Regard. A través de 3 historias de amor con personajes diferentes pero con los mismos actores, Tihana Lazovic y Goran Markovic, el relato transcurre en 1991 previo a la iniciación del conflicto, en 2001 una vez que la guerra terminó y en 2011. De este modo durante un período de 20 años cada historia sentimental ilustra de qué modo los resentimientos, intolerancias y prejuicios étnicos, impiden que los romances cristalicen cuando cada una de las partes pertenece a aldeas vecinas donde en este caso una es croata y la otra serbia. De alguna manera este sensible film muestra cómo las heridas de la guerra aún no han cicatrizado en la medida que su gente se encuentra todavía atrapada por los acontecimientos que han azotado a la región.
El realizador Kiyoshi Kurosawa ha sido premiado por el film japonés Journey to the Shore, una historia supernatural que transcurre a ritmo de caracol. En esencia, Mizuku (Eri Fukatzu) es una introvertida mujer que se dedica a dar lecciones de piano; un buen día se encuentra con su marido (Tadanobu Asano) ausente del hogar por espacio de 3 años donde le explica que se había hundido en el mar; ahora, intacto como si nada hubiese acontecido, él le propone efectuar un viaje a algunos lugares que visitó durante su muerte. Esa intriga inicial languidece a medida que avanza el metraje y de este modo el film va perdiendo eficacia.
Aunque el realizador se ha destacado por Tokyo Sonata (2008) que fue estrenado en Canadá con buen éxito por parte de la crítica, este viaje a la playa no agrega mucho a su currículum, aunque el jurado evidentemente no compartió mi opinión.
La crítica latinoamericana recibió con gran satisfacción la noticia de que el film colombiano La Tierra y la Sombra haya sido premiado con la Cámara de Oro que se otorga a la mejor ópera prima del Festival. Habiéndose dado a conocer en la Semana de la Crítica, el debutante César Augusto Acevedo impresiona con esta obra sólida y potente, cuidadosamente construida. En un guión que le pertenece, el director trató de exponer algunas de las experiencias que atravesó personalmente permitiendo así que la película constituya una suerte de catarsis en torno a las raíces que constituyen el lazo que une al hombre con la tierra en que nació. En la ficción, la historia se refiere a Alfonso, un viejo paisano que después de una ausencia de 17 años donde abandonó a los suyos, retorna al hogar ubicado en el valle del Cauca para salir al encuentro de su hijo que padece de una grave enfermedad; allí también se reencontrará con su mujer, nuera y su pequeño nieto, para tratar de reparar los errores del pasado y recuperar a los suyos. La actriz Sabine Azema que ofició como presidenta del jurado de la Cámara de Oro, tuvo palabras elogiosas destacando la emoción despertada por esta película que aunque dura y triste, deja abierta una luz esperanzadora. Además de Haimer Leal en el papel protagónico participan Hilda Ruiz, Edison Raigosa, Marleyda Soto y José Felipe Cárdenas.
Otros Comentarios de Títulos Exhibidos
A pesar de que no hubo muchos filmes procedentes de América Latina, su reconocimiento quedó traslucido con los premios recibidos. Así, confirmando la solida expansión del cine colombiano, El Abrazo de la Serpiente del director Ciro Guerra recibió el galardón de mejor film presentado en la Quincena de los Realizadores. Narrando las aventuras vividas por dos diferentes científicos occidentales, Theodor Koch-Grunberg y Richard Evans, quienes a principios del siglo pasado separadamente viajan al Amazonas en la búsqueda de una planta con propiedades curativas. El primero en hacerlo es el explorador Theodor quien contó con la asistencia del chamán Karamakate, en tanto que 40 años después la travesía es emprendida por Evans, esta vez con el mismo chamán obviamente más avejentado, a fin de completar la investigación de su antecesor. El relato antropológico refleja la dificultad de poder comprender los poderes de la naturaleza en un mundo caótico y revuelto. Haciendo una referencia implícita a los negativos efectos del colonialismo, el film que oscila entre un clima realista y mágico constituye un experiencia fascinante que cautivará al cinéfilo exigente.
También logró lauros el film argentino La Patota de Santiago Mitre que obtuvo el premio al mejor film de la Semana de la Crítica así como otro discernido por la Fipresci. Aunque se trate de una nueva versión de la película realizada por Daniel Tynaire en 1960 con Mirtha Legrand, el enfoque difiere. Paulina (Dolores Fonzi) es hija de Fernando (Oscar Martínez), un juez de la provincia de Misiones que disiente con la decisión de que su hija, una brillante estudiante, abandone la carrera de abogacía para impartir docencia en una zona desfavorecida del noreste argentino. Ya instalada y completamente comprometida con sus convicciones de cumplir una labor pedagógica al servicio de la comunidad, a los pocos días es objeto de una violenta agresión nocturna por una patota de cinco jóvenes liderada por Ciro (Christian Salguero). Frente al comportamiento natural de toda mujer violada que denunciaría el salvaje hecho, ella adopta una actitud totalmente opuesta al aceptar la situación tal como es incluyendo su estado de embarazo como resultado del violento acto. Quienes la rodean, en especial su padre y su novio (Esteban Lamothe) no llegan a comprender las razones que motivan a Paulina a actuar de esa manera al punto tal que el espectador también resulta confundido al no poder adentrarse en su psicología. Mitre presenta la situación como una confrontación entre la verdad de los hechos y la justicia señalando en una frase mencionada por Paulina que los jueces únicamente buscan culpables. Cuando se niega terminantemente a abortar frente a su consternado padre, ella le replica que el hijo por nacer es producto de una realidad social que ni ella ni su progenitor están en condiciones de comprender.
El film mantiene interés a lo largo del relato aunque sin duda generará controversias relacionadas con la ideología que lo inspira. La estructura narrativa del film es ciertamente original aunque no necesariamente del todo lograda. La interpretación del homogéneo elenco es convincente, sobre todo en el caso de Fonzi luciéndose en el papel central.
Premiado como el mejor documental presentado en el Festival, la película Allende mi Abuelo Allende de Marcia Tambutti, nieta de Salvador Allende, se centra en el derrotero seguido por los numerosos miembros de la familia del ex Presidente chileno, como consecuencia del golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973, en donde Allende como es bien sabido, opta por el suicidio antes de tener que entregarse a las fuerzas golpistas. En la investigación, la realizadora trata de develar los secretos bien guardados por sus ancestros donde parecería existir una conspiración de silencio en lo que concierne a la figura de Allende como esposo, padre y abuelo. Es así que en esa búsqueda, parte de su objetivo es logrado a través de conversaciones mantenidas con sus primos así como la presentación de un álbum de fotos que una de sus primas había guardado celosamente y que Tambutti se impuso del mismo durante la filmación del documental.
La película resulta interesante de contemplar pero a pesar de estar bien filmada más se asemeja a una crónica o diario familiar que a un documento introspectivo que arroje luces precisas sobre la personalidad del presidente. Además de las fotos, el documental se centra en parte en las charlas de Tambutti con su abuela Tencha –el nombre familiar de la viuda de Allende- donde algunas preguntas indiscretas obligan a su interlocutora a admitir el espíritu donjuanesco de su esposo además de confesar el sufrimiento padecido por el comportamiento adúltero de su marido, en especial con su secretaria privada Miria Contreras, familiarmente conocida como la Payita, a pesar de que ella no aparece en el documental. También emerge en el film su tía Beatriz quien habiéndose exilado en Cuba asume una posición revolucionaria pero termina suicidándose en 1977 por la gran depresión que la aflige. En resumen sin llegar a ser un documental excepcional seguramente contará con la adhesión de un público leal a la memoria del ex mandatario chileno.
Una vez más el excelente director japonés Hirokazu Kore-da infunde humanidad a Our Little Sister. Describiendo el entramado que existe en las relaciones familiares, utiliza la muerte de un familiar para enfocar la relación existente entre 3 hermanas adultas y una hermanastra.
En Kamakura, una ciudad de playa ubicada no muy lejos de Tokio, viven Sachi (Ayase Haruka), Yoshino (Nagasawa Masami) y Chika (Kaho). La relación fraternal existente es muy sólida a pesar de que a veces pueden producirse ciertas escaramuzas, muy naturales entre hermanas. Es Sachi quien en la práctica actúa como una especie de madre protectora de sus otras dos hermanas menores desde el momento en que la progenitora se mudó y la abuela murió. Cuando reciben la noticia de que el padre, que hizo abandono del hogar hace mucho tiempo, acaba de fallecer, al acudir a los funerales se encuentran con Suzu (Hirose Suzu), la hermanastra adolescente que hasta ese momento no habían conocido pero que biológicamente están vinculadas a través de un padre en común.
El relato, cuyo guión pertenece al realizador, se desenvuelve calmadamente ilustrando a través de una sucesión de viñetas el modo en que Suzu es aceptada como un nuevo integrante de la familia y el modo en que estos personajes perciben las facetas de la vida y la muerte en el contexto de los lazos que las unen. Aunque este film no alcance la dimensión dramática de Like Father, Like Son (2013), penúltimo trabajo del realizador, de todos modos es capaz de lograr un cuadro íntimo y cálido, pleno de emociones encubiertas, donde trascienden los valores de la familia.
Aunque a la hora de los premios salió con las manos vacías, Mia Madre de Nanni Moretti es una película menor en su filmografía que de todos modos se destaca por su calidez humana. Narrando las vicisitudes de Margherita (Margherita Buy), una directora de cine que lucha desesperadamente con las actitudes lunáticas e inseguras de su actor protagónico americano (John Turturro) en la película de connotaciones sociales que tiene en sus manos, el film alcanza un nivel de estimable patetismo al tener que estar permanentemente alerta con la enfermedad de su madre moribunda (Giulia Lazzarini). Lo que se exhibe puede que cierto público lo considere banal pero el destino inexorable de la próxima muerte de su progenitora logra conmover, donde no resulta extraño que el realizador haya volcado aspectos de su vida personal cuando enfrentó la muerte de su propia madre durante la etapa de post producción de Habemus papam (2011).
Interesante para destacar es que el doble proceso vivido en el trabajo y en su vida personal hacen de Margherita el alter ego de Moretti reflejando el íntimo drama familiar. Para atenuar los efectos melodramáticos del relato, el director apela a la gracia y simpatía de Turturro. En esencia, éste es un film que globalmente considerado habrá de contentar a los cinéfilos que gustan del cine de Moretti.
Otro buen film que no ha sido recompensado por el jurado oficial es Youth donde Paolo Sorrentino filma en idioma inglés para relatar la historia de dos viejos camaradas. Uno de ellos es Fred (Michael Caine), un director musical retirado, y el otro Mick (Harvey Keitel), un cineasta aún activo; ambos suelen reunirse anualmente durante la época estival en un hotel ubicado en una región alpina de Suiza para compartir gratos momentos con la presencia de un buen número de celebridades. La estadía anual se ve perturbada por la insistencia de un emisario de la Reina Isabel que desea que Fred dirija un concierto en Londres en base a ciertas canciones, donde el músico se niega a complacerlo por razones muy personales; otros personajes incluyen a Miss Universo (Madalina Ghnenea), un ex futbolista de extraordinaria popularidad, otro visitante que se asemeja Adolf Hitler, y fundamentalmente la presencia de una madura y popular actriz (Jane Fonda) que se niega a participar en el próximo film de Mick porque lo considera un director decadente debido a que su imaginación creativa del pasado se ha desvanecido con el transcurso del tiempo.
En el marco de un medio pintoresco con algunas connotaciones surrealistas que caracterizan el cine de Sorrentino, el film refleja la realidad ineluctable de la vida donde resulta imposible conservar la eterna juventud cuando el deterioro físico y/o mental comienza a flaquear. La interpretación de Caine, reposada y sobria, así como la de Keitel resulta a todas luces exitosa, donde ambos actores mantienen una pícara complicidad que contagia al espectador.
Otro film satisfactorio es One Floor Below del director rumano Radu Muntean. La original historia pone a prueba el modo en que la justicia puede ser evasiva con respecto a la veracidad de los hechos producidos, tal como son expuestos aquí.
Teodor Corban da vida a Sandu Patrascu, un individuo de mediana edad viviendo en Bucarest y sin rasgos especiales para definirlo, salvo el señalar que tiene una familia integrada por su esposa Olga (Oxana Moravec) y su hijo adolescente Matei (Ionut Bora). Cuando un día, después de haber paseado a su perro, regresa a su hogar subiendo las escaleras del edificio en que habita para llegar al tercer piso, oye que en el departamento del segundo piso se produce una violenta discusión entre un hombre y una mujer. Sin dar mayor importancia a esa refriega, todo prosigue normalmente para Patrascu hasta que al día siguiente se entera que la mujer del piso de abajo ha sido asesinada. A pesar de que tiene la convicción de que Vali (Iulian Postelnicu), el hombre con el que la difunta compartía el departamento, ha sido el criminal, cuando la policía interroga a Patrascu éste manifiesta no haber oído nada. De ahí en más, comenzará a trabajar la conciencia de este hombre cuando piensa que de haber intervenido en su momento se hubiese podido evitar el crimen.
El relato adquiere el carácter de un thriller porque Patrascu sabe que Vali es consciente de que él conoce la verdad aunque no la reveló a las autoridades. Es allí que se inicia un enfrentamiento peligroso cuando Vali comienza a entrometerse en su vida familiar. Sin adelantar más sobre el devenir de los acontecimientos, la historia demuestra cómo la cobardía de un hombre haciéndose involuntariamente cómplice del asesino, permite que un crimen quede impune donde de esta manera los conceptos de verdad, moral y cargo de conciencia afloran con máxima intensidad. La excelente puesta en escena, el realismo de los actores en el desempeño de sus personajes y el clima de suspenso logrado son los factores distintivos de esta notable film, confirmando a Muntean como un importante director del cine rumano.
Homenaje a Agnès Varda
En la velada de clausura del Festival la excelente directora Agnès Varda, que mañana cumple 87 años, fue distinguida con la Palma de Oro de Honor como reconocimiento a su magnífica trayectoria artística.
Es ella la primera mujer en recibir tan importante distinción sucediendo así a Woody Allen (2002), Manoel de Olivera (2008), Clint Eastwood (2009) y a Bernardo Bertolucci (2011).
La directora, altamente conmovida, dedicó ese premio a Jacques Demy, su marido ya desaparecido, anunciando que la Palma será colocada en su casa al lado de la Palma de Oro que él había recibido en 1964 por la inolvidable joya musical Los Paraguas de Cherburgo.