CREED. Estados Unidos, 2015. Un film de Ryan Coogler
Después de haber ofrecido un remarcable drama en su ópera prima Fruitvale Station (2013), el realizador Ryan Coogler se ubica por segunda vez detrás de la cámara para enfocar esta vez un film de boxeo, teniendo nuevamente como protagonista a Michael B. Jordan. Muy bien realizado y con el apoyo importante del carismático actor, esta segunda película de Coogler, aunque decididamente convencional y sin agregar nada nuevo a los relatos del género, apelará a los amantes del pugilismo y a quienes estén familiarizados con la franquicia de Rocky, el personaje creado y popularizado por Sylvester Stallone.
El relato del realizador escrito con Aaron Covington se centra en Adonis Creed (Jordan), el hijo ilegítimo de Apollo Creed, un renombrado boxeador a quien nunca llegó a conocer por haber muerto antes de su nacimiento. Adoptado a los 10 años por Mary Ann Creed (Phylicia Rashad), la viuda de Apollo, y criado en un ambiente de excelente confort económico de Los Ángeles, el adulto Adonis prefiere dejar de lado una promisoria carrera en el campo de las finanzas, para dar rienda suelta a su vocación de boxeador y llegar a triunfar como tal. Es así que dejando a su compungida madre adoptiva de lado por haber adoptado esa decisión, decide viajar a Filadelfia donde vive Rocky Gamboa (Sylvester Stallone), el otrora gran pugilista ya retirado que fue rival y posteriormente gran amigo de su padre; el propósito es que Rocky se convierta en su entrenador para que pueda modelarlo y llegar a ser un gran boxeador. Aunque al principio reluctante, el ex pugilista acepta finalmente ayudar a Creed Jr. y convertirse en su mentor.
Lo que sigue es simplemente repetición de otros filmes de boxeo donde el relato pasa revista entre otros aspectos a las sesiones de adiestramiento del maestro hacia su alumno así como la relación amorosa establecida entre Adonis y su vecina (Tessa Thompson) quien es una joven música con problemas de audición. Como se presta en este tipo de filmes, el relato alcanza su climax en un gran combate final donde Creed Jr. debe enfrentar a Ricky Conlan (interpretado por el boxeador profesional Anthony Bellew), un arrogante invicto campeón; siguiendo el dictado de la típica fórmula es innecesario adelantar cuál será el resultado de dicha contienda deportiva que en sus 15 minutos de duración y de exacerbada violencia a través de más de una decena de rounds, ofrece la emoción propia de escenas realísticamente filmadas.
Tal como lo hiciera en Rocky Balboa (2006), Stallone anima con completa convicción a su personaje; en una irreprochable actuación infunde muy bien el patetismo de un hombre que después de haber perdido a su amada esposa, con su hijo alejado de él y su gran amigo y cuñado ya desaparecido, vive ahora la etapa de enfrentar su propia mortalidad frente al diagnóstico de cáncer que le han hecho. De allí que para combatir su estado anímico, además de atender sus tareas como encargado del restaurante que posee, el avejentado hombre encuentra motivos para atenuar su soledad al dedicarse con devoción en el entrenamiento de su discípulo. No menos importante es la sólida caracterización que Jordan efectúa de Creed Jr., sobre todo en la pasión volcada en las escenas pugilísticas.
Conclusión: Después de innumerables relatos fílmicos sobre boxeo, Creed no ofrece variaciones en la materia; con todo, el film de Coogler se destaca en sus momentos más íntimos, permitiendo reflexionar una vez más sobre lo efímero de la fama, la soledad, la vejez y obviamente lo que entraña enfrentar la mortalidad del ser humano en el crepúsculo de la vida. Jorge Gutman