THE GOOD DINOUSAUR. Estados Unidos, 2015. Un film de Peter Sohn
Después del gran éxito obtenido por Inside Out, sin duda el mejor film de animación de 2015, los estudios Pixar retornan con The Good Dinosaur que sin alcanzar la altura del film precedente es por mérito propio una fábula de gran corazón.
Sumergiendo al espectador en una fantasía prehistórica donde los dinosaurios no quedaron extinguidos por un meteoro hace 65 millones de años como se supone, Peter Sohn en su primera incursión como realizador brinda un tierno relato donde los gigantescos animales demuestran su capacidad para convivir con seres humanos.
El guión de Meg LeFauvre presenta a una familia de apatosaurios viviendo en una granja ubicada en una región que podría asimilarse al noroeste de Estados Unidos. Allí están Poppa (voz de Jeffrey Wright), su mujer Momma (Frances McDormand) y sus hijitos Libby (Maleah Nipay-Padilla), Buck (Ryan Teeple) y Arlo (Raymond Ochoa); este último, quien es tímido a la vez que temeroso, no se atreve salir del nido familiar. Para tratar de que Arlo pueda vencer su complejo de inferioridad, Poppa lo estimula para que salga del cascarón enseñándole la importancia que tiene el valor y la audacia para poder llegar a ser alguien en la vida.
Prontamente, el destino lo pone a prueba cuando el pequeño dinosaurio pierde trágicamente a su padre y una poderosa tormenta lo transporta a un lugar desconocido y alejado de su hogar dejándolo maltrecho. Es allí donde sale al encuentro de Spot (Jack Bright) un niño salvaje que adoptando la forma de un perro prontamente llega a convertirse en su mascota. Si al principio hay buenas razones para comprender que los dos se desconfíen, a medida que los días pasan el antagonismo inicial cede paso a un sólido vínculo donde Spot contribuirá a que Arlo pueda superar sus miedos, aprenda a defenderse por sí mismo y adquiera la sabiduría necesaria para superar los eventuales obstáculos que deba enfrentar en el futuro. En esa mutua aventura que adquiere las características de un western, sus protagonistas llegarán a gozar del esplendor que la naturaleza les brinda a través de un viaje donde no faltan pintorescos personajes, entre ellos el de un cowboy tiranosaurio (Sam Elliott).
Aunque la historia de las relaciones entre seres de diferentes especies no constituya algo novedoso, la familiaridad del tema queda ampliamente compensada por la manera en que el realizador abordó su contenido. En tal sentido la buena descripción de los personajes ilustrando el proceso de maduración de Arlo, el apoyo –sin mediar palabras- brindado por Spot, la cálida amistad creada entre ambos produciendo momentos de efectiva emotividad así como la ratificación de los valores de la familia, constituyen algunos de los factores que contribuyen a que el film se distinga permitiendo que tanto la población menuda como los adultos puedan disfrutarlo.
A lo anteriormente señalado, cabría agregar que las notables imágenes logradas de manera computadorizada e intensificadas por el inteligente empleo del 3D generan un excelente efecto visual de impresionante realismo. Así, el bellísimo panorama de majestuosas montañas, los verdosos campos que asemejan a una pintura pastoral, las deslumbrantes cataratas inspiradas en algunos de los parques nacionales de Estados Unidos, son algunos de los elementos que ratifican la proeza técnica del creativo equipo que participó en el film, entre ellos el valioso aporte de los directores de fotografía Sharon Calahan (en la iluminación) y Mahyaar Abousaeedi (en la cámara).
Conclusión: Un gratísimo film de animación que confirma una vez más la maestría de los estudios Pixar.
Jorge Gutman