FAN­TA­SIA 2016

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Un even­to muy cele­bra­do del verano de Mon­treal es el fes­ti­val Fan­ta­sia que en esta edi­ción que comen­zó el 14 de julio y con­clu­ye el 3 de agos­to cele­bró sus 20 años de exis­ten­cia con la pre­sen­ta­ción de 145 lar­go­me­tra­jes y alre­de­dor de 300 cor­tos pro­ve­nien­tes de 40 paí­ses. Si bien en su pri­me­ra épo­ca esta mues­tra estu­vo cen­tra­da en la pre­sen­ta­ción de un géne­ro de cine enfo­ca­do hacia fil­mes fan­tás­ti­cos pro­ve­nien­tes en su mayo­ría de Asia, con el trans­cur­so del tiem­po su pro­gra­ma­ción se ha ido diver­si­fi­can­do; así, ade­más de cum­plir con su obje­ti­vo prin­ci­pal, las pelí­cu­las selec­cio­na­das tam­bién abar­ca­ron una amplia gama de temas que con­ci­ta­ron el inte­rés de una entu­sias­ta audiencia.

A con­ti­nua­ción se ofre­ce una bre­ve eva­lua­ción de 10 de los fil­mes exhi­bi­dos comen­zan­do con Three (Hong Kong-Chi­na) del renom­bra­do direc­tor John­nie To. En este thri­ller el rea­li­za­dor efec­túa una muy bue­na des­crip­ción de per­so­na­jes a tra­vés de un rela­to que trans­cu­rre exclu­si­va­men­te en un recin­to hos­pi­ta­la­rio don­de se desem­pe­ña la devo­ta neu­ro­ci­ru­ja­na Tong (Vic­ki Zhao). Ahí lle­ga Shun (Louis Koo), un peli­gro­so cri­mi­nal (Walla­ce Chung) quien se encuen­tra gra­ve­men­te heri­do con una bala en la cabe­za; la doc­to­ra que está dis­pues­ta a ope­rar­lo lo antes posi­ble se encuen­tra con el esco­llo inter­pues­to por el ins­pec­tor poli­cial Chan (Zhao Wei) quien a toda cos­ta quie­re extraer del heri­do infor­ma­ción sobre sus cóm­pli­ces en el deli­to cometido.

Zhao Wei en THREE

Zhao Wei en THREE

La ten­sión se pro­du­ce en la medi­da que Shun no está dis­pues­to a ofre­cer dato alguno a Chan y la exhaus­ta doc­to­ra evi­den­cia con­si­de­ra­ble ansie­dad para cum­plir con su deber de asis­tir al pacien­te lo que la ubi­ca en una posi­ción incó­mo­da con el ins­pec­tor. El rela­to alcan­za su cli­max cuan­do los gangs­ters se infil­tran dis­fra­za­dos al hos­pi­tal para res­ca­tar al heri­do pro­du­cién­do­se un vio­len­to enfren­ta­mien­to. Den­tro del mar­co de un film de acción no exen­to de cier­to con­te­ni­do psi­co­ló­gi­co, el rea­li­za­dor rela­ta la his­to­ria flui­da­men­te y para ello cuen­ta con una muy bue­na actua­ción de sus prin­ci­pa­les protagonistas.

Aun­que en prin­ci­pio no lo parez­ca, el cine de horror es un géne­ro difí­cil de enca­rar para que el pro­pó­si­to de lograr mie­do, dis­gus­to, repug­nan­cia o inco­mo­di­dad lle­gue a emo­cio­nar legí­ti­ma­men­te al públi­co que gus­ta del mis­mo. En el caso de la cine­ma­to­gra­fía de habla his­pa­na, ade­más de algu­nos cineas­tas nota­bles que lo han logra­do, como por ejem­plo Gui­ller­mo del Toro (Cro­nos en 1992, El espi­na­zo del Dia­blo en 2001) y Juan Anto­nio Bayo­na (El Orfa­na­to, 2007), Daniel de la Vega es otro de los rea­li­za­do­res que pue­den ser incor­po­ra­dos a dicha lis­ta debi­do a su logra­da fil­mo­gra­fía en este cam­po. Sin que su quin­to film alcan­ce el nivel de obra maes­tra, Ataud Blan­co (Argen­ti­na) es un sóli­do entre­te­ni­mien­to narra­do con nota­ble pul­cri­tud reu­nien­do los atri­bu­tos que requie­re un film de terror.

El comien­zo pre­sen­ta a Vir­gi­nia (Julie­ta Car­di­na­le), una joven madre, que se lan­za a la ruta jun­to a su hiji­ta Rebe­ca (Fio­re­la Duran­da) con el pro­pó­si­to de ini­ciar una nue­va vida pues­to que ella ha deci­di­do aban­do­nar a su mari­do por sen­tir­se infe­liz en su matri­mo­nio. Cuan­do en un alto del camino, deja a la niña en la cafe­te­ría por bre­ves ins­tan­tes, a su regre­so encuen­tra que ella ha des­apa­re­ci­do. Al notar que la peque­ña se halla secues­tra­da en el inte­rior de un camión que tran­si­ta en el camino, Vir­gi­nia deses­pe­ra­da­men­te se lan­za en su per­se­cu­ción para res­ca­tar­la. Ese es el ele­men­to que impul­sa la acción del rela­to en el efi­cien­te guión con­ce­bi­do por Adrián y Rami­ro Gar­cía Bogliano.

Julieta Cardinale en ATAUD BLANCO

Julie­ta Car­di­na­le en ATAUD BLANCO

Por razo­nes de dis­cre­ción, no es con­ve­nien­te ade­lan­tar lo que pro­si­gue sal­vo anti­ci­par que el públi­co que­da sumer­gi­do en un cli­ma de fan­ta­sía muy bien urdi­do don­de no fal­tan ele­men­tos super­na­tu­ra­les y la pre­sen­cia de una sec­ta dia­bó­li­ca capaz de sus­ci­tar repug­nan­cia a tra­vés de los ritos prac­ti­ca­dos con niños secuestrados.

La bre­ve dura­ción del rela­to de poco más de una hora no ha per­mi­ti­do la ple­na pro­fun­di­za­ción de sus nume­ro­sos per­so­na­jes; con todo, de la Vega obtu­vo de Car­di­na­le una logra­da pres­ta­ción trans­mi­tien­do la angus­tia vivi­da por una madre que está dis­pues­ta a rea­li­zar lo impo­si­ble para sal­var a su hiji­ta. Crean­do una atmós­fe­ra de per­sis­ten­te ten­sión y con algu­nos giros de tuer­ca del guión que impi­den pre­de­cir su des­en­la­ce, este dra­ma maca­bro es otra prue­ba que corro­bo­ra la madu­rez de un direc­tor que sabe cómo satis­fa­cer a un públi­co ávi­do de un cine impreg­na­do de fuer­tes emociones.

La situa­ción de una joven men­tal­men­te enfer­ma que ale­vo­sa­men­te se con­vier­te en una ase­si­na incons­cien­te es lo que dra­ma­ti­zan los nove­les direc­to­res Petr Kaz­da y Tomas Wein­reb en I, Olga Hep­na­ro­va (Repú­bli­ca Che­ca-Polo­nia-Eslo­va­quia) basán­do­se en el ver­da­de­ro aten­ta­do cri­mi­nal acae­ci­do el 10 de Julio de 1973 en Praga.

El guión de los direc­to­res ilus­tra la his­to­ria de Olga Hep­na­ro­va (Micha­li­na Ols­zans­ka) cuya vida tumul­tuo­sa se debió en gran par­te a pro­ble­mas de des­equi­li­brio emo­cio­nal que a los 13 años la indu­cen a un inten­to de sui­ci­dio; ese hecho moti­va a que sea inter­na­da en un hos­pi­tal psi­quiá­tri­co don­de es obje­to de bru­ta­les ata­ques por par­te de otros pacien­tes y sin que su pro­ble­ma de ines­ta­bi­li­dad men­tal haya logra­do supe­rar­se. Los años siguien­tes mues­tra a la joven vivien­do un pro­ce­so de deca­den­cia y alie­na­ción cre­cien­te don­de sus úni­cos momen­tos de satis­fac­ción son brin­da­dos a tra­vés de las rela­cio­nes sexua­les man­te­ni­das como les­bia­na con otras jóve­nes. Pro­fun­da­men­te des­ga­na­da y vivien­do prác­ti­ca­men­te como si fue­ra una muer­ta vivien­te a cau­sa de una pro­fun­da depre­sión ‚a los 22 años con­du­cien­do un camión arre­me­te con­tra un gru­po de tran­seún­tes cau­san­do la muer­te de una vein­te­na de per­so­nas; su acto moti­vó a que fue­se con­de­na­da a la pena de muerte.

Michalina Olszanska en I, OLGA HEPNAROVA

Micha­li­na Ols­zans­ka en I, OLGA HEPNAROVA

El film roda­do en blan­co y negro logra brin­dar mayor inten­si­dad al dra­má­ti­co rela­to; con todo, al adop­tar un esti­lo dema­sia­do sobrio y con­te­ni­do, los rea­li­za­do­res no con­si­guen que el rela­to infun­da la emo­ción nece­sa­ria para que el públi­co pue­da con­mi­se­rar­se de la suer­te corri­da por su pro­ta­go­nis­ta, sobre todo al no que­dar cla­ra­men­te expues­to cuá­les fue­ron las razo­nes que la impul­sa­ron a come­ter la bru­tal tra­ge­dia. Con todo es apre­cia­ble el tra­ba­jo rea­li­za­do por los rea­li­za­do­res, sobre todo al haber con­ta­do con la par­ti­ci­pa­ción de Micha­li­na Ols­zans­ka quien logra una exce­len­te carac­te­ri­za­ción de la des­afor­tu­na­da Olga.

Un ama­ble retra­to fami­liar es lo que se obser­va en la sim­pá­ti­ca come­dia What a Won­der­ful Family! (Japón) de Yoii Yama­da. El rela­to se cen­tra en el matri­mo­nio inte­gra­do por Shu­zo (Isao Hashi­zu­me) y su espo­sa Tomi­ko (Kazu­ko Yoshi­yu­ki) quie­nes ya lle­van 50 años de vida en común. Con el paso del tiem­po Tomi­ko ha esta­do tole­ran­do las acti­tu­des egoís­tas de su espo­so más adic­to a la bebi­da que a dedi­car­le la aten­ción que mere­ce como su com­pa­ñe­ra y devo­ta ama de casa. Para col­mar el vacío expe­ri­men­ta­do, ella ha segui­do un cur­so de escri­tu­ra crea­ti­va que la ha hecho sen­tir que exis­ten otros medios alter­na­ti­vos de vol­car su ener­gía sin depen­der sumi­sa­men­te de su mari­do Así, en el día de sus cum­plea­ños la mujer sor­pren­de a su cón­yu­ge cuan­do le soli­ci­ta como un rega­lo para tal oca­sión de que le fir­me el for­mu­la­rio de divor­cio que ya tenía pre­pa­ra­do. Obvia­men­te, el pedi­do sor­pren­de a Shu­zo como tam­bién a sus tres hijos adul­tos quie­nes tra­tan de deter­mi­nar la razón que ha lle­va­do a su madre a adop­tar seme­jan­te acti­tud. En últi­ma ins­tan­cia y res­pon­dien­do al títu­lo del film, la san­gre no lle­ga al río en la medi­da que el rela­to bus­ca pre­ser­var la esta­bi­li­dad familiar.

El direc­tor tra­ta afec­ti­va­men­te a sus per­so­na­jes ilus­tran­do con ama­ble humor los alti­ba­jos que pue­den pro­du­cir­se en el seno de una fami­lia japo­ne­sa así como la impor­tan­cia de man­te­ner una rela­ción con­yu­gal basa­da en el res­pe­to y con­si­de­ra­ción mutua.

Un dra­ma his­tó­ri­co que des­pier­ta inte­rés es The Thro­ne (Corea del Sur) que se basa en hechos reales acae­ci­dos en Corea duran­te la era Joseon cuan­do en 1762 el rey Yeon­gio (Song Kang-ho) toma la audaz deci­sión de ence­rrar vivo en un cajón cerra­do de made­ra a su úni­co hijo de 27 años, el prín­ci­pe here­de­ro Sado (Yoo Ah-in), con­de­nán­do­lo de este modo a morir de ham­bre, sed y caren­cia de aire. El direc­tor Lee Joon-ik ofre­ce una tra­ge­dia sha­kes­pe­ria­na don­de que­dan resal­ta­das las moti­va­cio­nes que indu­cen al rey a come­ter un abe­rran­te fili­ci­dio. Gran par­te del rela­to mues­tra cómo el rey se dis­tan­cia de su hijo al que ter­mi­na des­pre­cian­do por su fal­ta de inte­rés hacia el estu­dio y por no memo­ri­zar los ver­sos de Con­fu­cio que cons­ti­tu­yen el pilar del rei­na­do; al pro­pio tiem­po Sado en cali­dad de regen­te cri­ti­ca la adop­ción de cri­te­rios polí­ti­cos sus­ten­ta­dos por su padre al defen­der los intere­ses de la noble­za en detri­men­to de los pobres

Song Kang-ho en THE THRONE

Song Kang-ho en THE THRONE

Ade­más de su con­te­ni­do temá­ti­co, irre­pro­ca­ble elen­co y mag­ní­fi­ca pues­ta escé­ni­ca, el film se valo­ri­za por sus exce­len­tes dise­ños de pro­duc­ción, inclu­yen­do la impe­ca­ble repro­duc­ción de épo­ca en que trans­cu­rre la acción.

En su segun­da pelí­cu­la como rea­li­za­dor Kike Mai­llo ofre­ce en Toro (Espa­ña) un thri­ller que tie­ne como esce­na­rio la bella región de Anda­lu­cía, abor­dan­do un tema de mafio­sos don­de las leal­ta­des y trai­cio­nes se con­fun­den permanentemente,

En una rápi­da sinop­sis pue­de ade­lan­tar­se que Toro (Mario Casas) por haber esta­do impli­ca­do en un robo come­ti­do hace cin­co años está pró­xi­mo a salir de la pri­sión que lo retu­vo duran­te ese lap­so; su buen com­por­ta­mien­to ha per­mi­ti­do que en los últi­mos meses esté gozan­do de una dia­ria liber­tad con­di­cio­nal con el com­pro­mi­so de retor­nar por la noche al esta­ble­ci­mien­to car­ce­la­rio. Dis­pues­to a redi­mir­se y reini­ciar su vida como un hono­ra­ble ciu­da­dano y pró­xi­mo a casar­se con Estre­lla (Ingrid Gar­cía Jons­son) y cons­ti­tuir un hogar, sus pla­nes se ven tras­to­ca­dos fren­te a la lla­ma­da urgen­te de López (Luis Tosar), su her­mano mayor delin­cuen­te quien le pide que le ayu­de a res­ca­tar a su hija (Clau­dia Canal Merino) que fue secues­tra­da por Rome­ro (José Sacris­tán), un psi­có­pa­ta ase­sino, y sus secua­ces a quie­nes les adeu­da una con­si­de­ra­ble suma de dine­ro que no dispone.

Mario Casas en TORO

Mario Casas en TORO

Si bien mucho de lo que suce­de resis­te cre­di­bi­li­dad, Mai­llo impri­me a Toro un rit­mo diná­mi­co crean­do la atmós­fe­ra nece­sa­ria para que el sus­pen­so, dra­ma, acción a gra­nel y una cuo­ta dosi­fi­ca­da de vio­len­cia per­mi­tan man­te­ner el inte­rés a lo lar­go del rela­to. Cier­ta­men­te, aun­que la pelí­cu­la inter­pre­ta­da por un buen elen­co dis­ta de ser per­fec­ta den­tro de sus pre­ten­sio­nes con­for­ma un entre­te­ni­mien­to capaz de satis­fa­cer a los aman­tes del género.

El debu­tan­te rea­li­za­dor para­gua­yo David Clay Díaz ofre­ce en Ago­nie (Ale­ma­nia-Aus­tria) un rela­to que trans­cu­rre en Vie­na enfo­can­do a dos jóve­nes que no se cono­cen entre sí, con per­so­na­li­da­des dife­ren­tes como así tam­bién el medio social al cual per­te­ne­cen. Uno de esos mucha­chos es Chris­tian (Samuel Sch­nei­der) quien vive con su madre de cla­se media y como estu­dian­te de leyes dedi­ca lar­gas horas al estu­dio a fin de lle­gar a ser juez. El otro, menos ambi­cio­so y per­te­ne­cien­te a un ambien­te más humil­de, es Alex (Ale­xan­der Srts­chin) quien habi­ta en un depar­ta­men­to jun­to a sus padres y una her­ma­na menor.

Demos­tran­do sepa­ra­da­men­te cómo trans­cu­rre la vida ruti­na­ria de cada uno de ellos, el film tra­ta de refle­jar los sen­ti­mien­tos de claus­tro­fo­bia y des­ilu­sión que estos jóve­nes expe­ri­men­tan así como un resen­ti­mien­to ambi­guo que alber­gan hacia sus res­pec­ti­vos padres; sin embar­go, la narra­ción poco flui­da y sin foco pre­ci­so no logra con­ven­cer. Eso resul­ta agra­va­do por el acto de vio­len­cia que en for­ma ines­pe­ra­da y sin jus­ti­fi­ca­ción algu­na come­te Chris­tian lo que con­tri­bu­ye a un des­en­la­ce que se des­vin­cu­la por com­ple­to del plan­teo ini­cial del rela­to. Final­men­te, resul­ta un enig­ma el títu­lo del film por­que nin­guno de sus dos per­so­na­jes prin­ci­pa­les ago­ni­za duran­te el mismo.

Un muy buen docu­men­tal que recons­tru­ye un tris­te suce­so acae­ci­do hace medio siglo en el cam­pus de la Uni­ver­si­dad de Texas de la ciu­dad de Aus­tin, es lo que se apre­cia en el remar­ca­ble docu­men­tal Tower (Esta­dos Uni­dos) de Keith Maitland.

Si lamen­ta­ble­men­te a tra­vés de las últi­mas déca­das las matan­zas efec­tua­das en uni­ver­si­da­des de Esta­dos Uni­dos, como así tam­bién la acon­te­ci­da en Diciem­bre de 1989 en la Uni­ver­si­dad de Mon­treal, ha moti­va­do que esas crue­les noti­cias ya no resul­ten nove­do­sas, lo cier­to es que en su momen­to, la tra­ge­dia de Aus­tin impac­tó extra­or­di­na­ria­men­te a la pobla­ción americana.

El 1 de Agos­to de 1966, Char­les Whit­man, un psi­có­pa­ta ex mili­tar de 25 años, logra lle­gar a la torre de la uni­ver­si­dad don­de bien apro­vi­sio­na­do de armas mata a 3 per­so­nas que se encon­tra­ban en su inte­rior y pos­te­rior­men­te des­de el mira­dor de la torre dis­pa­ra a dies­tra y sinies­tra cau­san­do la muer­te de otras 12 per­so­nas y 32 heri­dos que se encon­tra­ban tran­si­ta­do por el campus.

Una escena de TOWER

Una esce­na de TOWER

En una armo­nio­sa com­bi­na­ción de ani­ma­ción rotos­có­pi­ca, mate­rial de archi­vo, foto­gra­fías y entre­vis­tas a algu­nas de las per­so­nas sobre­vi­vien­tes y tes­ti­gos de la cala­mi­dad pro­du­ci­da, Maitland inte­li­gen­te­men­te dis­pu­so de esas valio­sas fuen­tes de infor­ma­ción para repro­du­cir la tra­ge­dia de la fecha men­cio­na­da. Todo el páni­co, con­fu­sión, caos y terror pro­du­ci­do cobra inusi­ta­da sen­sa­ción real en este fas­ci­nan­te docu­men­to refle­jan­do no solo su som­brío tema sino tam­bién des­ta­can­do el con­te­ni­do humano que emer­ge del rela­to al pro­pio tiem­po que per­mi­te una vez más refle­xio­nar sobre la cruel natu­ra­le­za de la violencia.

El direc­tor y guio­nis­ta E J‑yong, sor­pren­de gra­ta­men­te con The Bac­chus Lady (Corea del Sur) enfo­can­do con nota­ble sen­si­bi­li­dad y mesu­ra varia­dos aspec­tos de la reali­dad social de la Repú­bli­ca de Corea.

De lo que se infie­re en este film casi la mitad de la gen­te de la ter­ce­ra edad vive en este país asiá­ti­co en con­di­cio­nes de pobre­za; tal es la situa­ción de So-Young (Youn Yuh-jung), la pro­ta­go­nis­ta del rela­to. Ella es una mujer de 65 años de Seúl que en su juven­tud se gana­ba la vida como pros­ti­tu­ta en las bases mili­ta­res de Esta­dos Uni­dos; la difí­cil situa­ción eco­nó­mi­ca que atra­vie­sa moti­va a que reto­me su anti­gua pro­fe­sión cuyos clien­tes son hom­bres de edad simi­lar que por lo gene­ral lle­van una vida soli­ta­ria y sin mayor exci­ta­ción. Simul­tá­nea­men­te el film con­si­de­ra la sin­gu­lar rela­ción que ella esta­ble­ce con Min-Ho (Choi Hyun-jun), un niño a quien le ofre­ce hogar y pro­tec­ción en la medi­da que su madre se encuen­tra en pri­sión; en tal sen­ti­do, la pre­sen­cia del chi­co le recuer­da acon­te­ci­mien­tos del pasa­do cuan­do ella tuvo que ceder en adop­ción a su pro­pio hijo que nun­ca lle­gó a conocer.

Choi Hyun-jun y Youn Yuh-jung en THE BACCHUS LADY

Choi Hyun-jun y Youn Yuh-jung en THE BAC­CHUS LADY

A medi­da que el rela­to pro­si­gue van sur­gien­do otras face­tas de la per­so­na­li­dad de So-Young quien tras­cien­de como una mujer de gran noble­za que sue­le ser reque­ri­da por gen­te mayor en esta­do ter­mi­nal para que la asis­ta a morir con dig­ni­dad a tra­vés de la euta­na­sia. Con la actua­ción mara­vi­llo­sa de Youn Yuh-jung en el rol pro­ta­gó­ni­co, la acer­ta­da direc­ción de E J‑yon, el film per­mi­te que el públi­co de Occi­den­te se impon­ga sobre algu­nas duras reali­da­des y temas tabúes que afli­gen a sec­to­res mar­gi­na­les de la socie­dad corea­na, ilus­tra­dos con impe­ca­ble sobriedad.

Kiki, El Amor Se Hace (Espa­ña) de Paco León, es una come­dia sexual trans­gre­so­ra que pue­de ser com­pa­ra­daa con aqué­llas que Pedro Almo­dó­var solía delei­tar en sus pri­me­ros años como rea­li­za­dor. En este caso, León que tam­bién asu­me uno de los roles pro­ta­gó­ni­cos, ha con­ce­bi­do un guión escri­to jun­to con Josh Law­son y Fer­nan­do Pérez don­de se desa­rro­llan varias his­to­rias simul­tá­neas vin­cu­la­das con algu­nos feti­chis­mos del ser humano al empren­der una rela­ción sexual. Par­tien­do de la base de que la exci­ta­ción es un ele­men­to impor­tan­te a la hora de inti­mar en pare­ja, la tra­ma que se ubi­ca en el verano madri­le­ño englo­ba cin­co his­to­rias pin­to­res­cas que pro­du­cen con­si­de­ra­ble hila­ri­dad. En una de las mis­mas, Nata­lia (Nata­lia Moli­na) a pesar de tener bue­na rela­ción con su pare­ja Alex (Alex Gar­cía), solo logra el orgas­mo cuan­do es ata­ca­da o roba­da por un ter­ce­ro a mano arma­da; en otra his­to­ria, Ana (Ana Katz) y Paco (el rea­li­za­dor León), recu­rren a un club sexual de inter­cam­bio de pare­jas para reani­mar su pasión sexual que comien­za a extin­guir­se des­pués de varios años de vida en común. Un ter­cer seg­men­to pre­sen­ta a Anto­nio (Luis Calle­jo), cuya mujer (María Can­de­la­ria) solo logra exci­tar­se cuan­do ve a gen­te llo­ran­do. No menos curio­so es el caso de José Luis (Luis Ber­me­jo), un ciru­jano plás­ti­co, que ve des­per­ta­do su deseo sexual cuan­do en mitad de la noche con­tem­pla a Palo­ma (Mary Paz Saya­go), su espo­sa invá­li­da, pro­fun­da­men­te dor­mi­da y enton­ces está bien dis­pues­to para hacer­le el amor. El últi­mo de los rela­tos se refie­re a San­dra (Ale­xan­dra Jimé­nez) una joven sor­da cuya exci­ta­ción sexual se pro­du­ce fren­te a cual­quier tela de seda.

Belén Cuesta, Paco León y Ana Katz en KIKI, EL AMOR SE HACE

Belén Cues­ta, Paco León y Ana Katz en KIKI, EL AMOR SE HACE

La úni­ca obje­ción que mere­ce este film es cier­ta fal­ta de suti­le­za que con­du­ce a que algu­nas esce­nas resul­ten de dudo­so gus­to. En todo caso, las natu­ra­les actua­cio­nes que León obtie­ne de su homo­gé­neo elen­co como así tam­bién el diná­mi­co rit­mo que impri­me a su rela­to, per­mi­ten que la audien­cia goce con esta deli­cio­sa eró­ti­ca come­dia y que en cier­tos casos pue­da iden­ti­fi­car­se con algu­nos de sus personajes