TWO LOVERS AND A BEAR. Canadá, 2016. Un film escrito y dirigido por Kim Nguyen
Pocas veces la cinematografía ha expuesto la región del Ártico canadiense en la forma cómo se contempla en Two Lovers and a Bear. A pesar del panorama poco hospitalario debido al riguroso frío reinante, la presencia del terreno helado crea un espectáculo alucinante digno de admirar. Este elemento destacable es lo que permite al film compensar parcialmente la narración de una historia romántica realísticamente improbable.
En ese escenario del Polo Norte dos apasionados enamorados tratan de encontrar un refugio solaz para escapar del pasado que los ha llevado separadamente a anclar en el lugar. El relato presenta a Roman (Dane DeHann) quien en la primera escena se lo observa acompañando un cajón mortuorio para su traslado en helicóptero hacia un destino impreciso. El está intensamente enamorado de Lucy (Tatiana Maslany), una joven bióloga que parte de su tiempo lo destina trabajando como taxista; desde las primeras imágenes se ve que ella corresponde a los sentimientos de Roman, además de compartir gustos comunes, incluyendo la música. En los momentos de intimidad Lucy se siente bloqueada sexualmente frustrando a su pareja; además, sus sueños están impregnados de pesadillas donde trata de escapar de alguien que pareciera acosarla.
El conflicto central se presenta cuando ella comunica a su enamorado que ha aceptado seguir un curso de biología en un centro urbano y por lo tanto está dispuesta a dejar el pueblo para dirigirse al sur; a pesar de que lo invita a que la acompañe, Roman se niega a hacerlo. Eso motiva una reacción en cadena donde él compungido por la noticia se encierra en su vivienda dispuesto a renunciar a la mujer que ama y tratando de mitigar su pena con el alcohol; por su parte, Lucy locamente apasionada golpea desesperadamente la puerta de su casa para que Roman la deje entrar.
Debido a que el guión va adoptando un rumbo caótico, los eventos que posteriormente van sucediéndose carecen de dramatismo. Cuando hacia el final del relato que transcurre en una abandonada instalación militar se sabe la causa del traumatismo sexual de la joven así como la angustia familiar que Roman experimentó en su pasado, los motivos resultan muy escuetos y llegan tardíamente para llegar a trascender. Con una línea argumental muy endeble, se puede apreciar cómo cada uno de los dos personajes utiliza su respectiva motonieve para desplazarse de un sitio al otro en las difíciles y a veces peligrosas rutas congeladas.
En cuanto al “oso” al que alude el título del film, se refiere a que en diferentes momentos del relato aparece un oso polar blanco que tiene la capacidad de hablar con Roman dándole consejos que debería adoptar para seguir adelante. La inserción de este personaje resulta discutible por cuanto no aporta algo significativo a su trama.
Aunque animado de buenas intenciones, el film no satisface las expectativas aguardadas. Más allá de descubrir el magnífico esplendor del Artico gracias a la buena fotografía de Nicolas Bolduc, y a las buenas interpretaciones de DeHaan y Maslany, esta errática narración de Nguyen sobre amor voluble por parte de dos seres emocionalmente fracturados no llega a cobrar impulso. Jorge Gutman