RULES DON’T APPLY. Estados Unidos, 2016. Un film de Warren Beatty
Después de una ausencia de 18 años, Warren Beatty vuelve al ruedo como director, y en este caso también como actor, en un film que tiene como telón de fondo a Howard Hughes. Obsesionado por largo tiempo para recrear la vida de este excéntrico multimillonario que gravitó sustancialmente en el Hollywood de las décadas del 40 y 50, lo cierto es que Beatty ofrece una endeble comedia romántica que no llega a trascender.
En un guión que le pertenece, el director ubica la acción a mediados de los años 50 donde en su comienzo se observa a Marla Mabrey (Lily Collins), una joven puritana que llega a la meca del cine desde su hogar natal en Virginia convocada por el magnate productor (Beatty) a fin de realizar una prueba para una eventual actuación. Al llegar a destino es recogida en el aeropuerto por Frank Forbes (Alden Ehrenreich), uno de los choferes del estudio; a pesar de que este joven está unido sentimentalmente con una chica de su infancia (Taissa Farmiga), nada impide que entre él y Marla surja una inmediata atracción. El problema está que de acuerdo a las directivas de Hughes queda prohibido que existan relaciones amorosas entre sus empleados.
Si bien la primera parte resulta interesante y ofrece algunos momentos graciosos, a medida que el relato prosigue, donde la relación entre Marla y Frank es el nudo central del mismo, su interés va desvaneciéndose hasta llegar al punto de volverse monótono. Lo que más resulta extraño es que aunque Hughes permanezca físicamente oculto durante gran parte de la historia, cuando ya aparece en escena, tanto su excentricidad como la perturbación mental que lo aqueja no llega a calar a fondo en el ánimo del espectador; parte de ello es que en ningún momento del relato se explicita cuáles son los impulsos que motivan el extraño comportamiento de este hombre. Si bien las comparaciones no siempre resultan agradables, es imposible dejar de asociar al film The Aviator (2004) de Martin Scorcese quien profundizó con más intensidad en las manías de este lunático y polémico hombre, aunque en otra etapa de su vida.
Tanto Collins y Ehrenreich actúan correctamente aunque no exista una especial química que permita que el romance clandestino que mantienen sus personajes llegue a cobrar emoción; en cuanto a Beatty, a pesar de ser un actor consumado, su personaje no ha sido suficientemente desarrollado como para alcanzar un mayor lucimiento. En papeles de apoyo, no desentonan Alec Baldwin, Martin Sheen, Matthew Broderick, Ed Harris, Annete Bening y Candice Bergen, entre otros.
A su favor, el film se valoriza por la magnífica reproducción de época gracias a los diseños de producción de Jeannine Oppewall, el vestuario de Albert Wolsky y la muy buena fototgrafía de Caleb Deschanel. Jorge Gutman