LION. Australia, 2016. Un film de Garth Davis.
Basado en el libro autobiográfico A Long Way Home de Saroo Brierley, donde su autor se refiere a la increíble aventura que le ha tocado vivir, Lion es otro de los filmes donde la realidad supera a la ficción. El director Garth Davis, valiéndose de la adaptación realizada por el guionista Luke Davies, ofrece un emotivo relato real donde una vez más queda demostrado cómo el espíritu humano puede llegar a vencer las más dificultosas adversidades cuando persiste la firme determinación de perseverar en el objetivo perseguido.
La historia comienza en 1986 en Madhya Pradesch, en el norte de India donde Saroo (Sunny Pawar), un niño de 5 años viviendo en condiciones de suma pobreza, junto con su querido hermano mayor Guddu (Abhishek Bharate) tratan de procurar alimentación para llevarla al hogar de su humilde madre trabajadora (Priyanka Bose). En una de las salidas en las que el pequeño acompaña a su hermano, él se queda dormido en la plataforma de una estación ferroviaria; cuando despierta y al no poder ubicar a Guddu, inocentemente se sube a un tren que lo transporta a Calcuta, a más de 2500 kilómetros de su hogar. Hablando el hindi pero sin dominar el idioma bengalí que predomina en esa metrópoli, ignorando el nombre de su madre como tampoco sabiendo identificar la aldea en que vive, Saroo deambula por las calles de la ciudad perdido por completo y atravesando por algunas situaciones poco agradables que parecerían extraídas de la literatura de Dickens. Como Dios aprieta pero no ahorca, el niño encontrará finalmente a un matrimonio integrado por John Brierley (David Wenham) y su esposa Sue (Nicole Kidman) que lo adoptan llevándolo a Hobart en Tasmania junto con otro chico indio que también es adoptado.
La segunda parte del film transcurre en Australia veinte años después donde se aprecia a Saroo (Dev Patel) como un joven que brinda felicidad a sus padres quienes le han ofrecido una buena educación además de un profundo cariño y afecto; en tal sentido Mantosh (Divian Ladwa) el segundo hijo adoptado, ha resultado problemático a causa de los traumas experimentados en sus años de infancia. Sentimentalmente, Saroo inicia un romance con Lucy (Rooney Mara), una agradable chica a quien conoce cuando viaja a Melbourne para efectuar un curso de administración hotelera. A pesar de todos estos elementos favorables y de su asimilación en Australia, la memoria del muchacho no ha eliminado los recuerdos de los momentos de su infancia cuando perdió de vista a su adorable hermano y dejó de ver a su madre biológica. He aquí, que en la sorprendente era tecnológica en que vivimos, el joven encuentra en Google Earth la vía para tratar de ubicar el lugar donde nació y poder reencontrarse con sus seres queridos.
Quienes leyeron el libro sabrán el desenlace de su contenido y para quienes no han estado al tanto del mismo no les resultará difícil predecir su final; en todo caso eso poco importa porque lo que aquí resulta relevante es destacar el afortunado traslado cinematográfico de la conmovedora historia de un hijo que descubriendo sus raíces trata de localizar a su madre biológica y a su entrañable hermano después de veintincinco años de no haberlos visto.
Hay varias razones que justifican los elogios que merece Davis en su debut como director. En primer lugar supo convocar a un elenco de primer nivel. La actuación de Pawar es sublime con la expresividad que demuestra transmitiendo el desamparo y tristeza de un niño librado de la mano de Dios como si se tratara de un leal perro que ha perdido a su amo. Por su parte Patel que tanto impresionara en Slumdog Millionaire (2008), confirma sus notables condiciones interpretativas; así, convence plenamente viviendo el conflicto interno y hondamente humano de una persona adulta que estando agradecido por el amor y confort de sus padres adoptivos enfrenta el dilema de lealtad frente al recuerdo de la familia que lo trajo a este mundo. En sólidos roles de apoyo se destacan Mara animando al interés romántico del protagonista y sobre todo Kidman quien se luce como una ejemplar madre que desde el primer encuentro en que conoce a Saroo siente por él un profundo apego.
Además de su contenido, Lion se beneficia con la excelente fotografía de Greig Fraser ofreciendo el contraste de los escenarios naturales donde transcurre la acción; así se aprecia la rusticidad de una aldea norteña y el caos de la metrópoli de Calcuta con la belleza panorámica de los vastos espacios abiertos de Australia.
Más allá de los importantes valores reseñados, este cautivante film permite reflexionar sobre cómo el medio en el que uno habita condiciona el porvenir y desarrollo potencial de la persona; asimismo permite meditar acerca del dilema moral entre la existencia de queridos padres adoptivos y de una madre biológica que supo nutrir a su hijo en los primeros años de vida y que de ningún modo lo ha abandonado voluntariamente. Jorge Gutman