BEAUTY AND THE BEAST. Estados Unidos, 2017. Un film de Bill Condon
A 26 años de haber juzgado Beauty and the Beast, el excelente film de animación musical de los estudios Disney, ahora se puede apreciar la misma historia con personajes en vivo en la magnífica versión de Bill Condon.
El cuento concebido por la novelista francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve (1740), ya había despertado el interés del gran dramaturgo y cineasta Jean Cocteau que lo concretó en la poética película de 1946. Con todo, este film adaptado por Evan Spiliotopoulos, Stephen Chbosky y Condon adopta un carácter completamente diferente al atribuirle ciertos rasgos feministas aunque respetando la esencia del triunfo de la belleza interior del ser humano.
Belle (Emma Watson) es una encantadora joven viviendo en Villeneuve, un pequeño pueblo francés, junto a Maurice (Kevin Kline), su padre inventor. Amante de la literatura, ella se diferencia del resto de las chicas de la aldea por su inquietud intelectual y por desdeñar todo lo que resulte frívolo; es por eso que rechaza la proposición matrimonial de Gastón (Luke Evans), un antipático y narcisista machista del lugar. Cuando un día, su padre desaparece en el bosque, al buscarlo ella se aventura en un castillo encantado; allí se topa con una galería de mágicos personajes y sobre todo con una Bestia (Dan Stevens) que anteriormente había sido un elegante príncipe. Embrujado por una maga como castigo a su egoísmo y falta de piedad, el maldito hechizo solamente podría desaparecer si el príncipe encontrase a alguien que llegase a amarlo a pesar de sus rasgos físicos. La Bestia que retiene a su padre promete liberarlo si Belle accede a permanecer como invitada permanente en su morada, a lo que ella termina aceptando. La convivencia diaria entre los dos hará que la chica descubra la sensibilidad oculta del monstruo y que su captor aprenda a apreciar la importancia de la generosidad humana.
A través de un sencillo pero emotivo relato, esta bellísima comedia musical cautiva por diferentes motivos. En principio, el libreto se destaca en general por la buena descripción de sus personajes; desde el inicio queda bien expresado el carácter feminista de su protagonista en “Belle”, el primer motivo musical del film; bien delineada resulta la personalidad de su amado padre, la transformación del príncipe en monstruo es convincente así como la naturaleza fanfarrona y hueca de Gastón; una sola objeción al guión es el haber convertido a Le Fou (Josh Gad), el compañero de Gaston, en un personaje gay. Los personajes del palacio que a causa del hechizo se encuentran transformados en muebles y artefactos animados son adorables; entre los mismos figuran el candelabro Lumière (Ewan McGregor), el vivaz reloj ambulante Cogsworth (Ian McKellen), la tetera Mrs. Potts (Emma Thomson), la pájara Plumette (Gugu Mbatha-Raw), el clavecín Maestro Cadenza (Stanley Tucci) y el armario Madame Garderobe (Audra McDonald) que anteriormente había sido una famosa cantante lírica.
No menos importante es la música original de Alan Menken y letra de Howard Ashman, donde además de la mencionada canción “Belle” se encuentran otras fáciles de tararear como “Be Our Guest”, “Something There”, “Gaston” y el leitmotiv “Beauty and the Beast”; en la versión actual se agregan tres nuevos números a cargo de Menken y Tim Rice. Tanto Watson, Stevens y Evans demuestran poseer un buen acento vocal entonando las canciones.
Renglón aparte merecen los extraordinarios diseños de producción de Sarah Greenwood reproduciendo entre otros escenarios la aldea de Villeneuve, el bosque encantado, el paisaje invernal, y el imponente salón de baile del palacio, conformando un verdadero placer visual.
Como en el film animado de 1991, aquí nuevamente queda reflejada una bella romántica historia con su mensaje de tolerancia, humildad y respeto al valorar los verdaderos sentimientos que se manifiestan en las personas más allá de las apariencias externas de sus rostros.
En suma: la magia de Beauty and the Beast vuelve a ser revivida en esta esplendorosa versión que grandes y chicos disfrutarán ampliamente. Jorge Gutman