CHUCK. Estados Unidos, 2016. Un film de Philippe Falardeau
Posiblemente no muchos aficionados al boxeo estén al tanto de la trayectoria de Chuck Wepner; en todo caso este boxeador estadounidense alcanzó temporalmente cierto renombre por razones imprevisibles que son reveladas por el director canadiense Philippe Falardeau en un relato biográfico sobre su persona.
La historia que comienza en 1974 presenta a Wepner (Liev Schreiber) como un hombre de hogar felizmente casado con Phyllis (Elisabeth Moss), además de ser un buen padre de su hija Kimberly (Sadie Sink). En ese entonces es ya un veterano pugilista y por esa razón es que Al Braverman (Ron Perlman), su entrenador, le brinda la oportunidad de enfrentar al famoso campeón mundial de boxeo Muhammad Ali (Pooch Hall) ‑conocido en esa época como Cassius Clay-. Aceptando el desafío, el importante match deportivo tiene lugar en Cleveland el 24 de marzo de 1975 y allí sorprende el esfuerzo realizado por Wepner retando a su fenomenal contrincante; lamentablemente en el 15° y último round, a pocos segundos antes de la campana final, estando a un paso del triunfo pierde la pelea por un técnico knock out.
A pesar de haber perdido la contienda, el guión de Jeff Feurzeig, Jerry Stahl y Michael Cristofer muestra a Chuck retornando a su hogar de New Jersey como un verdadero héroe. Asimismo este hombre logra capitalizar su derrota debido a una circunstancia fortuita. Eso se debe a que Sylvester Stallone, estando presente en el histórico combate, se interesó en su historia; de este modo inspirado en él, el conocido actor escribe el guión de Rocky, el film de 1976 por él interpretado donde el personaje central de Rocky Balboa no es otro que Chuck.
De allí en más el nombre de este boxeador adquiere notoriedad y se acentúa más aún cuando la película además de haber logrado un gran éxito de público y crítica es premiada con el Oscar en 1977.
A pesar del júbilo, lo cierto es que la dicha de Chuck será de corta duración. Cuando después de conocer a Stallone (Morgan Spector) quiere obtener un papel en la secuela de Rocky II (1979), no logra superar las pruebas por dar muestras de una pobre capacidad actoral. A todo ello, su vida disipada como mujeriego empedernido que motiva su separación matrimonial y su adicción por el alcohol y las drogas terminarán afectándolo emocionalmente, contribuyendo a perder la relativa popularidad alcanzada.
Si bien Falardeau siente afecto por el principal personaje de este film, el mismo, aunque bien realizado carece de un núcleo preciso. Así queda la duda si el propósito es narrar la historia deportiva de Chuck, exponer su delirio proclamando a los cuatro vientos que es el protagonista de una película de gran suceso popular, ilustrar su caída en desgracia por haber optado por un sendero caótico, o bien concentrarse en un relato romántico como se aprecia en los tramos finales.
Hay algunos momentos relativos a Chuck que producen cierta emoción, como su tardía presencia en una reunión escolar de padres a la que asiste su hija y la desilusión que produce su intervención, la pena que experimenta su abnegada mujer al verse forzada a separarse de un hombre que la engaña, la reacción de su hermano distanciado (Michael Rappaport) frente a su reprochable comportamiento que lo condujo a la cárcel por tráfico de drogas, o bien el apoyo moral que obtiene de su mejor amigo John (Jim Gaffigan). Pero también existen escenas de las cuales podría haberse prescindido, como por ejemplo las repeticiones de extractos del film Requiem for a Heavyweight (1962) con Anthony Quinn en donde Chuck se ve reflejado en el mismo; en adición a ello, el vínculo sentimental que mantiene con Linda (Naomi Watts), quien llega a ser la actual esposa de Wepner, no llega a trascender.
En líneas generales, el film se deja ver fundamentalmente por la magnífica interpretación de Schreiber y por el elenco que lo rodea; sin embargo, no alcanza a satisfacer como debiera por su imprecisión focal, la insuficiente descripción de los restantes personajes y sobre todo porque su envergadura dramática no llega a cobrar vigor. Jorge Gutman