CHURCHILL Gran Bretaña, 2017. Un film de Jonathan Teplitzky
Con Churchill se produce una vez más el caso donde la excepcional actuación de un artista puede llegar a compensar algunas objeciones que un film puede adolecer. Teniendo como telón de fondo la Segunda Guerra Mundial, el guión preparado por el renombrado historiador neocelandés Alex von Tunzelmann no pretende incursionar en una biografía de Winston Churchill sino enfocar al gran gobernante británico durante los tres días que precedieron a la operación “Overlord” vinculada con el desembarco de las tropas aliadas en Normandía en junio de 1944. Brian Cox es el extraordinario intérprete que anima al Primer Ministro y a través de su caracterización es imposible no compenetrarse con el estado anímico de un hombre escéptico frente a la medida que Estados Unidos con sus aliados, incluyendo Gran Bretaña, se proponen adoptar para replegar a las tropas nazis del territorio francés.
En la primera escena se lo observa transitando por la orilla de una desolada playa junto a su querida esposa Clementine (Miranda Richardson) donde en su mente surgen los recuerdos de la Primera Guerra Mundial cuando en el campo de batalla de Gallipoli más de 50.000 jóvenes reclutas perdieron sus vidas, donde la mayor parte de los mismos eran británicos. Ésa es la razón por la que Churchill considera que la operación que está próxima a realizarse pueda fracasar y con ello la consecuencia sería el exterminio de aproximadamente 20.000 soldados de la actual generación.
Todo el relato gira en torno de la angustia y depresión que siente este hombre al no querer cargar en su conciencia la muerte de inocentes personas en una misión que considera altamente arriesgada. Dentro de ese marco, se lo ve malhumorado e irascible, volcando su amargura en un trato muchas veces descortés con su tolerante dactilógrafa (Ella Purnell), como así también con su abnegada esposa que constituye la voz de la mesura aconsejándolo en esas difíciles horas. Simultáneamente se asiste a las discusiones que Churchill mantiene con el Presidente Eisenhower (John Slattery) y el general Bernard Montgomery (Julian Wadham) quienes no dudan que deben actuar conjuntamente para aplastar a los nazis. Cuando llega el histórico día “D”, Churchill resulta persuadido y no es sorpresa alguna que la operación resulta exitosa.
Como ya se ha señalado, Cox revive estupendamente al gran estadista donde incluso el aspecto físico del actor guarda gran parecido con el personaje que caracteriza. A su lado cabe destacar el logrado desempeño de Richardson como la abnegada y firme esposa que es la única que consigue que su marido finalmente deje a un lado su obstinación y entre en razones.
La observación que merece este film es que en su tratamiento el relato enfoca un tema que después de cierto lapso tiende a repetirse, además de resultar demasiado dialogado. En todo caso estos pormenores no mitigan las buenas intenciones del realizador al enfocar la vulnerabilidad de un hombre políticamente poderoso y nutrido de gran integridad que no puede dejar de considerar el alto costo de una guerra en término de vidas humanas. Jorge Gutman