VISAGES VILLAGES / FACES PLACES. Francia, 2017. Un documental escrito y dirigido por Agnes Varda
Con más de 6 décadas dedicadas al cine, donde se inició con su cortometraje La Pointe Courte (1955) la emblemática realizadora Agnès Varda de 89 años de edad luce más joven que nunca en su reciente documental Visages Villages, completando una trilogía comenzada con Les glaneurs et la glaneuse (2000) y continuada con Les plages d’Agnès (2009).
Después de que en 2015 Varda conociera al excelente fotógrafo y muralista JR de 34 años de edad con quien al poco tiempo cimentó una gran amistad, nació la idea de viajar conjuntamente a través del corazón de la Francia, lejos de las grandes ciudades, para realizar este film. Sus protagonistas serían las personas que encontrasen azarosamente en el camino para que JR retratara sus rostros y al mismo tiempo la cámara de la directora registrara las historias que pudieran surgir, apreciar sus vidas, costumbres y algunas de las facetas culturales de los lugares visitados.
Viajando en el camión fotográfico de JR, el film queda configurado como un road movie donde este dúo artístico sale al encuentro de varios personajes que concitan el interés del espectador. Entre los mismos se encuentra un solitario granjero que con su tractor computadorizado es el único que trabaja en su campo de 800 hectáreas donde antes contaba con varios ayudantes; resulta atrayente intercambiar conversaciones con los trabajadores de una fábrica y algunos de los que ya están jubilados; igualmente emotivo es el encuentro con tres estibadores del puerto de Le Havre y sus respectivas esposas, como así también descubrir a los humildes residentes del pequeño pueblo abandonado de Pirou.
Todos los habitantes tienen algo que reportar a los viajeros y ellos les dejarán un recuerdo de la visita. Para ello, en cada una de las paradas JR capta una foto de los mismos; gracias a la impresora que acarrea, va obteniendo inmensos retratos que a manera de afiches son adosados en los muros de los lugares visitados para que las imágenes de sus habitantes queden permanentemente grabadas. El viaje concluye en un pueblo de Suiza donde vive Jean-Luc Godard, el amigo de larga data de Varda, a quien ella está ansiosa por ubicarlo.
Además de las historias que van surgiendo del contacto humano realizado en el viaje, el film refleja la gran complicidad existente entre Varda y JR ya sea a través de las amables discusiones que mantienen como así también de las bromas realizadas que generan un bienvenido humor socarrón; el único simpático “desacuerdo” existente es que Agnès desea que su compañero se desprenda de sus gafas negras a lo que él se resiste. El emotivo documental destila al propio tiempo un aire nostálgico donde no está ausente la memoria de lo que ya pasó a través del tiempo; asimismo no está ajeno el tema de la mortalidad cuando ambos visitan el cementerio donde reposan los restos del gran fotógrafo Henri-Cartier Bresson.
Todo el relato libremente improvisado transcurre plácidamente donde a pesar de que entre los dos amigos hay una diferencia de 55 años eso no es óbice para que la amistad quede reflejada por los valores humanos y artísticos que los une.
Al salir de la proyección el espectador queda contagiado de la calidez emanada de sus dos personajes protagónicos, como así también por la humanidad que destila la gente que se llega a conocer en este sencillo y hermoso retrato de la vida real. Jorge Gutman