LA CONFESSION. Francia, 2017. Un film escrito y dirigido por Nicolas Boukhrief.
La muy conocida novela “Leon Morin, Prêtre” de Beatrix Beck que fue publicada en 1952 y obtuvo el prestigioso premio Goncourt, fue trasladada al cine en 1961 en la película homónima de Jean Pierre Menville con Jean Paul Belmondo y Emmanuelle Riva; ahora vuelve a cobrar vida en la nueva versión del director Nicolas Boukrief intitulada La Confession.
El relato adaptado por el realizador comienza en la actualidad donde un sacerdote es requerido por la hija de una mujer que yace moribunda en su cama para suministrarle los sacramentos; curiosamente, el novel religioso se encuentra frente a la enferma anciana sorprendiéndose que no sea católica ni tampoco creyente en Dios; no obstante, antes de expirar ella desea confiarle un secreto que hasta ese momento no había sido revelado.

Marine Vacth y Roman Duris
De allí en más, la historia retrocede a 1944 en la época de la Segunda Guerra cuando Francia se encuentra ocupada por Alemania. En un pequeño pueblo francés vive Barny (Marine Vacth), una joven comunista atea cuyo marido es un prisionero de guerra de los alemanes desde poco antes del nacimiento de su hija. Tanto ella que trabaja en la oficina local de correos como sus tres compañeras están intrigadas por la llegada del nuevo cura Leon Morin (Romain Duris) en reemplazo de quien le precedió. Curiosamente se produce una vinculación entre Barny, quien demuestra rechazo y hasta cierto punto desprecio hacia la Iglesia, y el Padre que además de su apariencia física seductora demuestra inteligencia en la forma y contenido de sus sermones. Venciendo sus aprehensiones y con el propósito de provocarlo, ella resuelve confesarse con Morin y en la primera de las varias confidencias que le hará le manifiesta la manera en que satisface sus urgencias sexuales en ausencia de su marido; impávido por lo que escucha, el joven sacerdote sabe cómo atender y responder al desafío de la confesada.
A medida que la historia prosigue, la misma va cobrando mayor envergadura por el interés que despiertan estos dos personajes que en materia religiosa se encuentran en posiciones diametralmente opuestas; no obstante se produce un punto de inflexión cuando Barny impresionada cada vez más por la personalidad carismática de Morin acepta leer algunos evangelios que él le suministra. Consecuentemente, a medida que el tiempo transcurre los contactos entre ambos adquieren mayor frecuencia en donde la joven irreligiosa comienza a dudar acerca de sus convicciones ateas. Al propio tiempo queda por ver de qué modo el acercamiento intelectual puede motivar un interés sentimental por parte de Barny y desestabilizar emocionalmente a Morin.
El film impresiona por su rigurosa puesta escénica como así también por sus precisos diálogos. También se destaca por la muy buena interpretación tanto de Vacth como por parte de Duris. La bella actriz insufla profundidad a su personaje a través del duelo verbal y psicológico mantenido con su interlocutor; resulta interesante destacar que su personaje muy bien caracterizado deja la duda si acaso su manera de comenzar a pensar diferentemente sobre la religión cristiana es realmente auténtica o si se debe a la atracción que la presencia carismática de su interlocutor ejerce en ella. Igualmente Duris transmite en su personaje firmeza y convicción como creyente en Dios, brindando entera confianza a sus feligreses; al propio tiempo, demuestra ser lo suficientemente sagaz en su enfrentamiento con Barny al saber manejarla estratégicamente como si se tratara de mover correctamente las piezas de un tablero de ajedrez.
Aunque este melodrama no llegue a innovar con su tema de contenido espiritual, su nivel de calidad satisface ampliamente las exigencias del espectador selectivo cualquiera sea su fe religiosa. Jorge Gutman