La Inte­li­gen­cia Arti­fi­cial como Artí­fi­ce de la Memoria

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

MAR­JO­RIE PRI­ME.  Libro: Jor­dan Harri­son – Direc­ción: Lisa Rubin –- Elen­co: Cla­re Coul­ter, Tyro­ne Bens­kin, Eloi Archam­bau­doin, Ellen David — Esce­no­gra­fía: John C. Din­ning — Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret – Ilu­mi­na­ción: Tim Rodri­gues – Com­po­si­tor: Chris­tian Tho­mas — Dura­ción: 90 minu­tos sin entre­ac­to- Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 18 de Mar­zo de 2018 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

¿Pue­de la inte­li­gen­cia arti­fi­cial brin­dar las mis­mas emo­cio­nes que la natu­ral del ser humano? ¿Es posi­ble que la tec­no­lo­gía de la era digi­tal pue­da crear robots que nutri­dos de nues­tro cono­ci­mien­to sean capa­ces de revi­vir a per­so­nas que ya no están más en este mun­do? ¿Y si así fue­se, las cone­xio­nes huma­nas podrían expre­sar­se tal como las que pue­den vivir­se actualmente?

Cla­re Coul­ter y Ellen David. (Foto de Les­lie Schachter)

Las pre­gun­tas pre­ce­den­tes vie­nen al caso tenien­do en cuen­ta lo que pro­po­ne la obra de Jor­dan Harri­son que fue estre­na­da en 2014 y nomi­na­da para el pre­mio Pulitzer logran­do des­de enton­ces sus­ci­tar apa­sio­na­das dis­cu­sio­nes sobre su con­te­ni­do. Es aho­ra que el públi­co de Mon­treal tie­ne la opor­tu­ni­dad de juz­gar Mar­jo­rie Pri­me  que Lisa Rubin ha mag­ní­fi­ca­men­te diri­gi­do en el esce­na­rio del Cen­tro Segal y que deja al públi­co refle­xio­nan­do mucho tiem­po des­pués de con­clui­da su representación.

El autor refle­ja en esta pie­za uno de los gran­des temo­res que azo­tan al ser humano a medi­da que enve­je­ce cuan­do el cere­bro va resin­tien­do el poder de la memo­ria y ésta comien­za a dis­mi­nuir; ese ele­men­to es esen­cial en lo que hace a la cali­dad de vida por­que si aca­so la pér­di­da lle­ga a ser total no solo repre­sen­ta una tra­ge­dia para la per­so­na afec­ta­da sino tam­bién para los seres que­ri­dos que la están asis­tien­do. Eso es lo que acon­te­ce con uno de los cua­tro per­so­na­jes de esta obra de cien­cia fic­ción que trans­cu­rre en un futu­ro no muy lejano del actual.

Eloi Archam­bau­doin y Cla­re Coul­ter (Foto de Les­lie Schachter)

Mar­jo­rie (Cla­re Coul­ter), una mujer viu­da de 86 años que estu­vo casa­da con Wal­ter (Eloi Archam­bau­doin), comien­za a expe­ri­men­tar los males del Alzhei­mer. Vivien­do con su hija Tess (Ellen David) y yerno Jon (Tyro­ne Bens­kin), ellos encuen­tran un modo de paliar los efec­tos de su terri­ble mal acu­dien­do a los ser­vi­cios de una empre­sa espe­cia­li­za­da; la mis­ma, nutrién­do­se de los cono­ci­mien­tos de la afec­ta­da y de su difun­to mari­do Wal­ter, a tra­vés de un soft­wa­re con­fec­cio­na un holo­gra­ma de él en los años jóve­nes de su exis­ten­cia. Así, ese robot con su inte­li­gen­cia arti­fi­cial asu­me su per­so­na­li­dad per­mi­tien­do que Mar­jo­rie pue­da comu­ni­car­se con su ama­do espo­so a tra­vés de sus recuer­dos; lo impor­tan­te es que ella encuen­tra en él solaz y con­fort sin tener en cuen­ta que es nada más que un holograma.

Fren­te a lo obser­va­do cabe saber si aca­so los recuer­dos que acu­den a la men­te de Mar­jo­rie son fia­bles o si aca­so es lo que ella qui­sie­ra recor­dar pres­cin­dien­do de su auten­ti­ci­dad. Si ésa fue­se la solu­ción para que uno pue­da seguir gozan­do de la vida con mejor cali­dad, demos la bien­ve­ni­da a la mila­gro­sa tec­no­lo­gía del futuro.

La direc­to­ra ha logra­do de su redu­ci­do elen­co que cada uno de los acto­res trans­mi­ta los sen­ti­mien­tos que ani­ma a su res­pec­ti­vo per­so­na­je. Así, Coul­ter ofre­ce una cui­da­do­sa carac­te­ri­za­ción de la ancia­na dama tan­to en el pre­sen­te como en el pasa­do per­mi­tien­do dis­fru­tar del roman­ti­cis­mo que la une a su mari­do; Archam­bau­doin es com­ple­ta­men­te natu­ral den­tro de lo que su per­so­na­je le deman­da en don­de deja abier­ta la duda si las emo­cio­nes que expe­ri­men­ta fren­te a Mar­jo­rie son real­men­te autén­ti­cas; David, como la apre­mian­te y neu­ró­ti­ca Tess, logra expre­sar muy bien sus ambi­va­len­tes emo­cio­nes hacia su madre tenien­do en cuen­ta que cuan­do su pro­ge­ni­to­ra per­dió a su hijo Damien que se sui­ci­dió a los 13 años que­dan­do muy dolo­ri­da, ella que­dó afec­ti­va­men­te rele­ga­da; por últi­mo Bens­kin brin­da com­ple­ta con­vic­ción a Jon demos­tran­do com­pa­sión hacia su sue­gra así como noble­za y cari­ño a su esposa. .

En los fac­to­res de pro­duc­ción se des­ta­ca la bue­na esce­no­gra­fía de John Din­ning con un deco­ra­do de un living que no está nece­sa­ria­men­te aso­cia­do a un ambien­te futu­ris­ta. La ilu­mi­na­ción de Tim Rodri­gues es en todo momen­to apro­pia­da y final­men­te la músi­ca de Chris­tian Tho­mas a tra­vés de dife­ren­tes ins­tru­men­tos comu­ni­ca apro­pia­da­men­te la sen­si­bi­li­dad de sus dife­ren­tes personajes.