THE RIDER. Estados Unidos, 2017. Un film escrito y dirigido por Chloé Zhao
La compulsión por el deporte puede a veces generar consecuencias dramáticas, especialmente cuando se trata del rodeo estadounidense en la medida de que quien lo practica corre el riesgo de quedar severamente tullido. Ese aspecto es lo que considera la directora Chloe Zhao en The Rider enfocando la vida de un joven americano apasionado del rodeo después de haber sufrido un severo percance que lo imposibilita seguir practicándolo.
El film se caracteriza por haber sido rodado con actores no profesionales y a pesar de tratarse de un relato de ficción los integrantes del elenco, especialmente los miembros de la familia Jandreau, vuelcan sus propias experiencias; de allí que mucho de lo que se observa responde a una realidad concreta.
La acción que específicamente transcurre en la reserva autóctona de Pine Ridge en South Dakota presenta en la primera escena al joven vaquero Brady Blackburn (Brady Jandreau) quien ingiere ciertas pastillas para calmar su dolor después de haber experimentado un grave accidente practicando el rodeo; el mismo le afectó severamente su cabeza por lo que debe portar en la misma una placa metálica; asimismo quedó una secuela que le impide manejar adecuadamente su mano derecha. El diagnóstico médico es contundente al advertirle que expondrá peligrosamente su vida si acaso persiste en continuar practicando ese deporte, además de manifestarle que no resulta conveniente que siga jineteando con su querido caballo.
Huérfano de madre y a pesar de un padre que lo quiere, el taciturno muchacho se relaciona con su hermana menor Lilly (Lilly Jandreau) que está mentalmente discapacitada (en la realidad sufre del Síndrome de Asperger) y con su íntimo amigo Lane (Lane Scott); éste último también fue un jinete de rodeo, que ahora reside en un instituto de rehabilitación después de haber sufrido un severo accidente que lo dejó paralizado y mudo.
El relato fundamentalmente ilustra las emociones internas de Brad que en forma lacónica y taciturna experimenta la desdicha de no seguir practicando el rodeo que para él constituye la razón de su vida. Con todo, el acercamiento con Lily, el emotivo y tierno enlace que mantiene con Lane así como la buena disposición del grupo de compañeros vaqueros que lo rodean mitigan de alguna manera su desconsuelo.
La belleza de los escenarios de la pradera agraciada por la fotografía de Joshua James Richards constituye el telón de fondo para este poético drama donde por razones antedichas las interpretaciones no pueden resultar más auténticas; en tal sentido las expresiones gestuales de Blackburn son suficientemente elocuentes para transmitir la desazón del jinete que lo tuvo todo para ser feliz y ante el golpe que le ha propinado el destino debe acomodarse para encontrar un nuevo sentido a su vida.
La objeción que el film merece es que en su construcción narrativa se asisten a escenas repetitivas que aletargan el ritmo del relato. De todos modos sus virtudes compensan el resultado final de este drama que ha sabido captar la cultura del rodeo que conduce a un estilo de vida que puede acarrear serios padecimientos físicos y emocionales.
Jorge Gutman