Ambien­te Corrup­to y Machista

ANGELS WEAR WHI­TE. Chi­na, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Vivian Qu

En su segun­da pelí­cu­la la rea­li­za­do­ra Vivian Qu ofre­ce una his­to­ria de abu­so sexual en meno­res de edad den­tro del mar­co de un ambien­te corrup­to y machista.

Wen Qi

La acción trans­cu­rre en un bal­nea­rio marí­ti­mo ubi­ca­do al sur de Chi­na don­de en su pla­ya se encuen­tra una esta­tua de Marilyn Mon­roe repro­du­cien­do la atrac­ti­va pose uti­li­za­da en el afi­che del film The Seven Year Itch (1955); a pocos metros de allí se encuen­tra un motel don­de tra­ba­ja Mia (Wen Qi); ella es una taci­tur­na joven de 15 años que no posee la docu­men­ta­ción nece­sa­ria como migran­te y rea­li­za tareas de lim­pie­za. Una noche, reem­pla­zan­do a su com­pa­ñe­ra de tra­ba­jo Lili (Pen Jing), se encar­ga de la recep­ción reci­bien­do como hués­pe­des a un hom­bre de edad madu­ra y dos niñas de 12 años a quie­nes les asig­na habi­ta­cio­nes sepa­ra­das. Tiem­po des­pués, Mia obser­va a tra­vés de las cáma­ras de segu­ri­dad cómo el hom­bre entra a la habi­ta­ción de las meno­res Wen (Zhou Mei­jun) y Xin (Zhang Xin­yue) quie­nes son obje­to de mal­tra­to. Cuan­do al día siguien­te las chi­cas lle­gan tar­de a la escue­la con magu­lla­du­ras en sus pier­nas, la noti­cia se divul­ga y comien­za el pro­ce­so de inves­ti­ga­ción para deter­mi­nar quién ha sido el autor del delito.

Aun­que pron­to se lle­ga a saber que el res­pon­sa­ble es un ofi­cial poli­cial de alto ran­go, comien­zan a mani­fes­tar­se intere­ses crea­dos para tra­tar de encu­brir­lo. Por una par­te Mia, que ade­más de haber sido tes­ti­go de lo acon­te­ci­do lo ha regis­tra­do a tra­vés de su celu­lar, no se atre­ve a reve­lar lo que sabe por­que es vul­ne­ra­ble al tra­ba­jar como indo­cu­men­ta­da. No menos sor­pren­den­te resul­ta la acti­tud de los padres de Xin que pre­fie­ren man­te­ner el silen­cio para no man­char la repu­tación de la niña y cobrar a cam­bio una bue­na suma de dine­ro. Peor aún es la reac­ción de la madre de Wen (Liu Wei­wei) quien cul­pa a su hija por lo ocu­rri­do cas­ti­gán­do­la físi­ca­men­te. Sola­men­te la abo­ga­da Hao (Shi Ke) está resuel­ta a que se haga justicia.

Retra­tan­do la miso­gi­nia de las auto­ri­da­des loca­les, don­de la mujer ocu­pa un lugar secun­da­rio, y en don­de todo se com­pra con dine­ro ‑inclu­yen­do la recons­truc­ción del himen para reco­brar la vir­gi­ni­dad per­di­da de la mujer- la direc­to­ra efec­túa una seve­ra crí­ti­ca social, no exen­ta de ten­sión pero evi­tan­do de car­gar las tin­tas. En esta his­to­ria narra­da con gran meticu­losi­dad y en don­de el espec­ta­dor fácil­men­te empa­ti­za con sus per­so­na­jes, se apre­cia un film sóli­da­men­te poten­te que bre­ga por la noble cau­sa de un sis­te­ma judi­cial que sir­va y pro­te­ja a su gen­te y que evi­te la mar­gi­na­li­za­ción del sexo feme­nino. Jor­ge Gutman