Crónica de Jorge Gutman
Para quien haya acudido a Toronto con la intención de descubrir una obra maestra seguramente quedará recompensado luego de haber visto ROMA (México). Después de Gravity (2013) que deleitó al público en su exploración del espacio, el talentoso Alfonso Cuarón demuestra su gran dominio del cine superándose asimismo con un relato completamente diferente donde en forma parcialmente autobiográfica relata su infancia entre 1970 y 1971; al así hacerlo rinde un sincero tributo a dos personas que gravitaron en su vida como lo han sido su madre y su nana.
Rara vez se ha dado el caso de que alguien no profesional haga su debut en la actuación ofreciendo una interpretación magistral; esa excepción es Yalitza Aparicio quien caracteriza a Cleo, una humilde mujer que se desempeña en la doble tarea de empleada doméstica y nana de 4 niños para una familia de clase media alta en Ciudad de México, más específicamente en el barrio Roma donde Cuarón fue criado. Trabajando de sol a sol, ella encuentra sosiego en su compañera de trabajo Adela (Nancy García) y en su enamorado Fermín (Jorge Antonio Guerrero), un fanático de las artes marciales quien en un momento dado no quiere saber más de ella dejándola embarazada. Otro abandono se produce cuando Antonio (Fernando Adriaga), el jefe del hogar repentinamente parte al exterior dejando a su esposa Sofía (Marina de Tavira) en un estado de tristeza y convirtiéndose así en madre monoparental.
Con una maravillosa fotografía en blanco y negro de la cual Cuarón es igualmente responsable y asemejando en parte al estilo del cine neorrealista italiano de la década del 40, el realizador narra una historia íntima y muy personal reflejando variados aspectos que acuden a su mente. Así frente a un vibrante México de aquel entonces, ilustra la vida callejera, sus fiestas, su música, un majestuoso cine donde no estaba prohibido fumar, la tragedia de un terremoto como así también la estupenda recreación de la matanza del Jueves de Corpus Christi de 1971 donde tropas paramilitares avasallaron violentamente una manifestación estudiantil. Asimismo, el cineasta no deja de lado sus observaciones acerca del pronunciado machismo, la desigualdad social y el marcado racismo existente.
Emocionalmente, lo más conmovedor es la nobleza de Cleo, la humilde y sumisa criada indígena que tardíamente recibirá el agradecimiento merecido de Sofía cuando sin saber nadar salva a dos de los niños de morir ahogados en el mar. En tal sentido, el director la resalta mostrando cómo la callada sirvientita se convierte en una admirable y valiente mujer.
Basado más en situaciones que en el desarrollo de una convencional trama argumental, ROMA es un film sublime y de imprescindible visión.
La descripción de un desgraciado atentado y sus consecuencias es abordado por Paul Greengrass en 22 JULY (Noruega-Islandia) cuyo título responde a la fatídica fecha del verano de 2011 donde los terroristas ataques de un desenfrenado individuo estremecieron a Noruega.
Sin afán sensacionalista, el director valiéndose de su guión basado en el libro One of Us de Asne Seierstad ofrece una impecable ilustración de lo acontecido.
La película comienza presentando a Anders Behring Breivik (Anders Danielsen Lie), un joven fanático de extrema derecha que está decidido a emprender una guerra contra la política de las autoridades gubernamentales por permitir el arribo de inmigrantes al país e incentivar el multiculturalismo. Horas después de haber preparado una bomba en una granja alejada de Oslo, se dirige al centro de la capital noruega para hacerla detonar en un automóvil ubicado en el distrito gubernamental. A continuación, Anders munido de potentes armas de fuego y vestido con un uniforme policial se desplaza a la isla de Utoya donde se encuentra un campamento de estudiantes a quienes les ataca furiosamente con el propósito de eliminarlos. Simultáneamente en el marco de ese clima de horror el relato describe la terrible angustia de Cristin (Maria Bock), la nueva alcaldesa de la zona, y de su esposo Sveinn (Thorbjorn Harr) al comprobar que su hijo Viljar (Jonas Srand Gravli) ha sido gravemente herido en el atentado; con todo, alientan la esperanza de que los médicos que lo asisten logren salvarlo.
Otros hechos relevantes muestran la forma en que el abogado defensor Geir Lippestad (Jon Oigarden) se ve obligado a considerar el caso de su defendido neonazi quien no manifiesta el mínimo remordimiento y se mantiene firme en su propósito de asesinar a marxistas, liberales y a miembros de la elite gubernamental para “salvaguardar” el bienestar de la nación.
Lo expuesto hasta aquí más el desarrollo del proceso judicial son narrados sin sentimentalismo alguno lo que repercute favorablemente en el desarrollo del relato. Como detalle al margen, resulta interesante apreciar la forma en que funciona el sistema de justicia de Noruega que no deja de lado la defensa de los derechos humanos.
Con un elenco irreprochable de actores noruegos donde se destacan las excepcionales prestaciones de Danielsen Lie y Strand Gravili, el realizador ofrece un docudrama absorbente filmado con máxima autenticidad donde deja al espectador cavilando sobre cómo la persistencia de ideologías extremas va socavando los cimientos de nuestra civilización; es así que lamentablemente no se pueda descartar que algún otro Breivik pueda aparecer en el horizonte.
El tema del acoso sexual planteado en WORKING WOMAN (Israel) no puede resultar más oportuno en esta época del #MeToo donde el director y guionista Michal Aviad lo aborda con sutileza a través de un relato muy bien construido.
Orna (Liron Ben Shlush) es una joven madre de tres hijos y feliz en su matrimonio con Ofer (Oshri Cohen) quien ha estado trabajando duramente a fin de comenzar su actividad comercial como dueño de un restaurante. Para ayudar a solventar las necesidades financieras de su hogar Orna logra un empleo en una importante empresa inmobiliaria que se dedica a vender propiedades lujosas para gente de excelente situación económica. Su jefe Benny (Menashe Noy), un hombre casado y considerablemente mayor que ella, aprecia el empuje de la mujer y el éxito que obtiene como vendedora. El relato se distingue por la forma en que Benny lentamente trata de atraer románticamente a Orna, procurando de halagarla y recompensándola con una promoción por su excelente desempeño laboral. Si en un comienzo ella se siente satisfecha con su trabajo, poco a poco empieza a sentirse incómoda, desconfiada y temerosa frente al sutil avance de su donjuanesco superior hasta que gradualmente llega a un punto de no retorno.
Si bien los hechos transcurren en Jerusalén, lo que se observa tiene validez universal y en tal sentido es encomiable la labor del director en ofrecer un film decididamente feminista que plantea una delicada situación: ¿cómo compatibilizar la urgencia financiera que brinda un empleo para sostener a la familia salvaguardando su dignidad y respeto? En resumen: este film merece ser visto por su temática, impecable actuación y eficiente guión.
ROJO (Argentina-Brasil-Francia-Holanda-Alemania) es un muy buen film de Benjamin Naishtat donde se ofrece una pintura realista de lo que Argentina ha vivido poco tiempo antes de la sangrienta dictadura militar que la ensombreció.
La acción transcurre en 1975 en una ciudad provincial donde el miedo comienza a aterrar al país incluyendo las desapariciones de personas como prólogo de lo que habría de ocurrir pocos meses después.
La secuencia inicial, antes de los créditos, presenta la imagen de unos vecinos que van apropiándose de objetos dejados en una casa residencial abandonada. Posteriormente, el relato del realizador se centra en Claudio Morán (Darío Grandinetti), un reputado abogado que en un sábado por la noche asistiendo a un restaurante mantiene un altercado con un desconocido (Diego Cremonesi) con cierta inestabilidad mental que alcanza una muy desagradable dimensión. Cuando el abogado acompañado de su esposa (Andrea Frigerio) se encuentra a la salida nuevamente con el extraño individuo, la tensión adquiere un giro dramático frente a una decisión desesperante adoptada por éste último. Tres meses después, un amigo de Claudio (Claudio Martínez Bel) le solicita su ayuda para que legalmente lo convierta en el supuesto comprador de la casa abandonada a través de un procedimiento decididamente corrupto. Paralelamente, se asiste a una subtrama sobre la relación de Paula (Laura Grandinetti), la hija de Claudio, con su celoso amigo Santi (Rafael Federman), que conducirá a la desaparición de un personaje. Dentro de un ambiente en donde los acontecimientos se van rarificando surge la presencia de un detective inspector (Alfredo Castro) llegado de Buenos Aires con el propósito de indagar el paradero del extraño individuo que Claudio había confrontado tiempo atrás.
La amoralidad de la época sembrada de una violencia latente está eficientemente ilustrada a través de las varias historias de esa pequeña comunidad que ciertamente constituye un fiel reflejo de lo acontecido en el resto del país en uno de los momentos más oscuros de su historia. Al así hacerlo, el realizador ofrece un relato perturbador e inquietante y que al estar dotado de considerable suspenso mantiene en vilo al espectador. El film se ve agraciado con el excelente trabajo de Grandinetti transmitiendo la ambigua contradicción de su personaje, la magnífica fotografía de Pedro Sotero y la apropiada música de Vincent Van Warmerdam.
Dentro de los buenos documentales presentados en el TIFF se destaca MEETING GORBACHEV (Gran Bretaña-Estados Unidos-Alemania) donde a través de un período de medio año, el veterano realizador Werner Herzog con la colaboración del documentalista británico Andre Singer, tuvo la oportunidad de entrevistar a Mikhail Gorbachev, el último de los líderes de la extinguida Unión Soviética.
Desde el vamos, se destaca la empatía de Werzog con su prominente entrevistado de 87 años de edad. En las sucesivas charlas mantenidas, el film devela algunos aspectos inéditos de su persona como así también otros vinculados con su carrera política, desde sus comienzos en el Partido Comunista, hasta convertirse en el Presidente de la Unión Soviética en 1985.
Entre algunas de sus acciones más ponderadas durante el período de su mandato se destacan la eliminación en 1989 del infame Muro de Berlín, el fin de la Guerra Fría y especialmente su colaboración con los Estados Unidos en los esfuerzos tendientes a la eliminación de las armas nucleares después del desastre de Chernobyl en 1986. La desintegración de la Unión Soviética ocurrida en diciembre de 1991 motivó su renuncia al alto puesto. Es notable apreciar un dejo de lamento del estadista al manifestar que la tarea de democratización de Rusia aún no ha concluido.
Curiosamente la figura de Gorbachev, quien es más reverenciado en el exterior que en su propio país, logró que fuese altamente respetado por otros líderes mundiales de opuesta ideología como lo fueron Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Helmut Kohl, entre otros
En lo humano, el film resalta el profundo amor por su adorada esposa Raisa, fallecida en 1999 y de qué manera ella gravitó en él como su inigualable compañera, gran confidente e importante consejera; es así que el público no puede quedar indiferente cuando observa a este viudo conmovido en lágrimas a pesar del tiempo transcurrido desde la muerte de su mujer.
Cuando finalmente Werzog le pregunta a su entrevistado qué es lo que le gustaría que apareciera como epitafio en su tumba, él responde con dos simples palabras: “he tratado”.
Ambos directores han logrado un documental afectivo y ameno captando la grandeza de quien fuera un excepcional político que hasta el momento la historia no lo ha valorado en la justa dimensión que merece.
Otro remarcable documental es LES TOMBEAUX SANS NOMS (Camboya-Francia). de Rithy Panh. Continuando con su pasado que lo sigue agobiando y que quedó expuesto en The Missing Picture (2013) ahora el realizador efectúa otro viaje a través de la memoria; en el misma se revive el brutal régimen de los Jemeres Rojos que diezmó una cuarta parte de la población de Camboya durante los 4 años (1975 – 1979) a cargo del poder.
En el relato narrado a través de la lírica voz en off de Randal Douc, el realizador apelando a ciertos rituales religiosos trata de ubicar las tumbas de sus padres, hermanas y sobrinos asesinados, como una suerte de catarsis para poder superar el trauma personal que lo aqueja. Al propio tiempo, el documental se nutre de las entrevistas que Panh efectúa a agricultores campesinos quienes ofrecen una espeluznante enumeración de los horrores vividos en ese período, incluyendo las condiciones inhumanas de trabajos forzados, el hambre padecido, las violaciones sufridas como así también las ejecuciones azarosas. Esos testimonios se encuentran acompañados por la lectura de extractos de textos de Paul Éluard y Jean Cayrol quienes complementan el contenido emocional de esta triste historia.
Profundamente espiritual, el documental constituye una celebración de la vida de los sobrevivientes tratando de comunicarse a la vez con el alma de los desaparecidos en los vastos campos plagados de tumbas sin nombre. En esencia, se asiste a un sobrecogedor y turbador relato.
Abordando por primera vez un tema histórico, el veterano realizador británico Mike Leigh retorna con PETERLOO (Gran Bretaña) reconstruyendo la masacre que tuvo lugar en Manchester el 16 de agosto de 1819.
Después de que Gran Bretaña logra vencer a Napoleón en la batalla de Waterloo en 1815, el pueblo de Manchester desea estar representado en el parlamento británico a fin de tener su voz en los problemas concernientes, entre otros, al desempleo, la pobreza y en el logro de una mayor radicalización democrática.
Leigh trata de mostrar las injusticias sociales prevalecientes en parte de la sociedad de esa época donde los ricos se vuelven más aún en tanto que los pobres son dejados de lado por quienes, supuestamente, deberían protegerlos. Al no obtener eco en sus reclamos, como una demostración de acción colectiva el pueblo de Manchester se vuelca a las calles en una pacífica marcha; lamentablemente, la misma conducirá a la cruel matanza cometida a sus propios ciudadanos por las autoridades gubernamentales en St. Peter’s Field.
Aunque bien intencionado, en sus dos horas y media de duración el relato termina extenuando al volverse demasiado didáctico así como repetitivo en las reuniones y discusiones mantenidas por los activistas sociales por un lado y la élite política por el otro.
Leigh logra un film correctamente actuado, aunque sin resaltar a nadie en especial, y cuidadoso en los detalles de reconstrucción de época, sobre todo en la representación de la épica masacre. Sin embargo, la insuficiente solidez dramática impide que lo expuesto llegue a impactar como debiera.
Asumiendo su primera labor como director en un largo metraje Arturo Infante ofrece en EL VIAJE EXTRAORDINARIO DE CELESTE GARCÍA (Cuba-Alemania), una agradable fantasía que se centra en una mujer ansiosa de explorar un mundo diferente al que ella habita en la ciudad de La Habana.
Su protagonista es Celeste GarcÍa (María Isabel Díaz) una afable viuda y jubilada como profesora cuya vida transcurre apaciblemente. Parte de su tiempo lo ocupa trabajando en el planetario de la capital cubana donde como eficiente guía del público asistente se le ofrece la ilusión de sumergirse en los misterios del universo. Habiendo sido La Habana visitada por una delegación de seres pertenecientes al planeta Gryok, ahora se presenta la oportunidad para que los cubanos puedan visitarlo. Entusiasmada a más no poder por haber sido elegida como una de las afortunadas viajeras, Celeste se dispone a emprender la aventura espacial que tanto había soñado. Previamente, la gente seleccionada debe permanecer temporalmente en las dependencias de una cuasi abandonada escuela de enseñanza media ubicada en las afueras de la ciudad, obedeciendo las instrucciones de los guardias que allí se encuentran hasta el momento en que arribe la nave espacial para recogerlos. Es allí donde Celeste tiene ocasión de vincularse con algunos pintorescos personajes donde cada uno de los mismos tiene sus especiales razones para efectuar el extraordinario periplo espacial.
Si bien esta sencilla historia de ciencia ficción adiciona un ingrediente romántico no muy relevante, de todos modos Infante logra que su film sea apreciado por la eficiente caracterización que Díaz ofrece de su personaje y por algunas graciosas situaciones generadas por el humor absurdo que están bien intercaladas en el relato..
Cómo un aciago acontecimiento puede afectar la vida de una feliz pareja es lo que el director Sven Taddicken plantea con excelencia en THE MOST BEAUTIFUL COUPLE (Alemania-Francia).
Malte (Maximilian Brückner) y Liv (Luise Heyer) conforman un joven matrimonio alemán muy bien avenido. Al comenzar el relato mantienen una relación sexual en una tranquila y desierta playa de Mallorca donde transcurren sus vacaciones sin percibir que algunos jóvenes los están espiando. Al regresar a la casa donde residen temporalmente, en la entrada son asaltados precisamente por los indiscretos observadores que los habían seguido sigilosamente. A pesar de haberles entregado el dinero existente, la pareja es objeto de una tortura psicológica; posteriormente Sascha (Leonard Kunz), el más sanguinario de los tres delincuentes, viola con denodada furia a Liv frente a Malte que habiendo sido sujetado por los dos restantes contempla con humillación el cruel daño al que su esposa es sometida.
De retorno a Alemania la vida aparentemente sigue su curso normal donde Liv asistida terapéuticamente logra superar el tremendo trauma sufrido. Dos años después cuando menos lo imaginaba Malte llega a detectar a Sascha y a partir de allí inicia su plan de venganza al entrometerse en su vida y en la de su pareja (Jasna Fritzi Bauer). El hecho vuelve a revivir el drama del matrimonio en la medida que los planes de Malte se oponen al deseo de Liv quien prefiere que se absuelva al violador antes que desenterrar la profunda herida que tanto daño le ha causado. Esas dos posiciones contrapuestas habrán de repercutir en la relación de la pareja corriendo el riesgo de desestabilizarse.
Este vigoroso relato se distingue por su original planteo y por la minuciosa indagación efectuada por el realizador de sus personajes protagónicos; así sin tomar partido por ninguno de los mismos el cineasta deja la puerta entreabierta para la discusión sobre quién de los dos afectados adopta la actitud más racional dadas las circunstancias descriptas. Además de los méritos de Taddicken como director y guionista, es necesario distinguir la intensa interpretación de Brückner y Heyer quienes transmiten muy bien la vivencia de la cargada tensión que anima a sus personajes.
En LA CAMARISTA (México), la directora mexicana Lila Avilés permite al público empatizar plenamente con las vicisitudes vividas por su principal personaje. Basada en su propia obra teatral, la realizadora sigue los pasos de Eve (Gabriela Cartol), una humilde trabajadora que pasa largas horas del día desempeñándose como camarera en uno de los más lujosos hoteles de Ciudad de México, habitado por visitantes de afluente situación económica.
A través de las llamadas telefónicas que realiza a su hogar desde el hotel se llega a saber que es una madre monoparental de un niño de 4 años que en sus horas de ocupación es cuidado por una mujer de su confianza.
En su diario trabajo, realizado en uno de los pisos más altos del establecimiento donde se encuentran las suites ejecutivas, es consciente que debe cumplir sus obligaciones de la manera más eficiente posible atendiendo los requerimientos, a veces caprichosos, de sus huéspedes.
El relato, que transcurre íntegramente en los confines del hotel, se nutre de distintas viñetas; entre las mismas se destacan la solidaridad entre los colegas de Eve, la especial amistad con una de ellas, la singular relación que la camarera establece con una huésped argentina para cuidar de su hijito y sobre todo la intensa presión a la que está sujeta en su trabajo esperando que con su buen desempeño pueda obtener una promoción.
Apelando a un estilo semi documental, la película se distingue por describir muy bien el mundo de estos trabajadores al propio tiempo que ‑sin necesidad de explicitarlo- la directora demuestra la gran diferencia social existente entre los mismos y los huéspedes del hotel; en tal sentido basta observar la escena en que Eve aprovecha la ducha del hotel para usar el agua caliente carente en su hogar.
La estupenda interpretación de Cartol así como la del elenco que la rodea valoriza a este buen film confirmando la madurez de Avilés como realizadora y versada guionista.
Otro film de América Latina que depara satisfacción es TARDE PARA MORIR JOVEN (Chile-Brasil-Argentina-Holanda-Qatar) de la talentosa realizadora chilena Dominga Sotomayor quien ha obtenido en Locarno el premio a la mejor dirección.
Después de su notable film De Jueves a Domingo (2012), la cineasta ofrece aquí un relato inspirado en su propia experiencia destacando la vida de un grupo de familias chilenas que han resuelto vivir fuera del mundanal ruido de Santiago.
La época es 1990, pocos meses después de que el dictador Pinochet dejó el poder. Aunque sin implicaciones políticas, el retorno a la democracia de la sociedad chilena se aviene también para un pequeño grupo de personas resueltas a vivir comunitariamente en una apacible región ubicada en la ladera de los Andes y gozar de la libertad que ese lugar les ofrece, a pesar de no contar con suministro eléctrico.
Aunque de naturaleza coral, el relato de Sotomayor se centraliza en la experiencia que dentro de ese entorno atraviesan los adolescentes Lucas (Antar Machado) y Sofía (Demian Hernández) de 16 años, así como la recién llegada Clara (Magdalena Tótoro) de 10 años. Dentro de ese entorno, Sofía que no mantiene una fluida relación con su padre (Andrés Aliaga) desea dejar el ambiente rural para vivir en Santiago con su madre; Lucas por su parte alienta a que Sofía corresponda a sus sentimientos aunque ella se encuentra atraída por el adulto visitante Ignacio (Matías Oviedo); por su parte, Clara siempre se encuentra preocupada por su perrita Frida que continuamente se escapa de su lado. En tanto, todos se preparan a festejar la llegada del nuevo año.
Teñida de nostalgia, la directora expone muy bien el contraste entre los jóvenes viviendo el proceso de madurez y los sentimientos que los animan, y el de los adultos que en su idealismo tratan de adaptarse al nuevo sistema de vida elegido tratando de superar algunas de las dificultades que atraviesan. Si bien el ritmo del film ofrece cierta languidez, globalmente considerado el mismo es apreciado por su notable dirección escénica, la excelente actuación de Hernández y por la resonancia emocional de sus últimas escenas.
Un abnegado padre tratando afanosamente de lograr el dinero necesario para salvar a su niña cuya vida peligra es lo que se aprecia en REDEMPTION (Israel), un drama de gran espiritualidad dirigido y escrito por Joseph Madmony y Boaz Yehonatan Yacov.
Su tema se centra en Menachem (Moshe Folkenflik), un padre viudo israelí de mediana edad que trabaja en un supermercado y cuyo moderado ingreso le resulta insuficiente para sufragar el costoso tratamiento experimental para que su .hijita Geula (Emily Granin) de seis años pueda combatir el cáncer que le aflige.
Quince años antes de haberse convertido en un religioso observante, como cantante Menachem solía liderar una pequeña banda musical con sus amigos Avi (Sivan Shtivi), Danny (Shahaar Even-Tzur) y Gouli (Yonatan Galila), habiendo logrado considerable popularidad. Es ahora cuando vuelve a recurrir a ellos a fin de solicitar su ayuda y al propio tiempo, como actividad suplementaria, animar como músicos en casamientos y otras festividades judías para procurar el dinero necesario.
El conflicto principal del relato se produce cuando teniendo la oportunidad de que el grupo incursione nuevamente en la música de rock and roll que puede brindarle un buen retorno pecuniario, Menachem enfrenta una crisis existencial frente a la dificultad de compatibilizar su posición de ferviente religioso ortodoxo con la música que interpreta.
Contraponiendo lo sagrado con lo profano y lo religioso con lo secular, los realizadores han logrado un adecuado equilibrio en esta emotiva historia reflejando cómo las convicciones de la fe pueden ser puestas a prueba cuando se trata de proteger a un ser amado.
El director uruguayo Federico Veiroj retrata en BELMONTE (Uruguay-España-México) a un artista angustiado que únicamente encuentra cierta plenitud emocional cuando está con su pequeña hija.
Tal como lo describe el realizador, igualmente responsable del guión, su protagonista Belmonte (Gonzalo Delgado) es un exitoso pintor de 43 años cuyas pinturas reflejan una apreciada sensualidad, con especial énfasis en desnudos masculinos; actualmente se encuentra en los preparativos de una exposición de su trabajo a realizarse en el Museo Nacional de Montevideo.
Paralelamente a esa actividad, como hombre divorciado, el móvil principal de Belmonte es compartir su tiempo con Celeste (Olivia Molinario Eijo), su hija de 10 años, cuya tenencia está a cargo de Jeanne (Jeannette Sauksteliskis), su ex mujer, y demostrar al propio tiempo su comportamiento como buen padre. El nudo central de la historia se produce cuando Jeanne está aguardando un segundo hijo, producto de la relación con otro hombre y Belmonte teme que ese hecho pueda afectar el vínculo que mantiene con su hijita.
Lo que precede no alcanza a justificar o más bien a comprender el conflicto emocional que Veiroj trata de insuflar a este artista amargado, hermético, errático y dueño de una personalidad enigmática difícil de desentrañar dejando como incógnita la razón que motivó su separación matrimonial.
Objetivamente, el film está sobriamente narrado y satisfactoriamente interpretado aunque la crisis existencial de Belmonte no logra conmover.