BOY ERASED. Estados Unidos, 2018. Un film escrito y dirigido por Joel Edgerton
A escasos tres meses de haber juzgado el delicado drama The Miseducation of Cameron Post el espectador se encuentra con otro buen film que versa sobre las actividades desplegadas por algunos organismos que creen que la homosexualidad no es algo innato sino que se adquiere por elección. La diferencia que se aprecia en Boy Erased es que lo que el director Joel Edgerton ‑igualmente uno de los actores del film- relata en su guión magníficamente construido está basado en un caso real que Garrard Conley vuelca en su memoria de igual título publicada en 2016.
Puede que para algún sector del público el filme le resulte demasiado contenido sin exteriorizar por completo la emoción de sus personajes; con todo esa aproximación avizorada por el realizador le otorga la fuerza necesaria para que lo expuesto sea apreciado en su verdadera dimensión sin necesidad de cargar las tintas.
El relato transcurre en 2004, donde Jared (Lucas Hedges), un joven estudiante de Arkansas que pertenece a una querida familia de clase media, cree que es gay. Teniendo en cuenta que su padre Marshall (Russell Crowe) es un respetado pastor bautista y que su venerable madre Nancy (Nicole Kidman) es una religiosa devota, ellos lo envían a un centro de conversión terapéutica que es liderado por Victor Sykes (Edgerton); la cura, si así puede llamársela, consiste en que el paciente admita que la orientación sexual diferente se adquiere de la misma manera como se aprende a ser un buen deportista. El relato ilustra el proceso de adoctrinamiento que involucra confesiones que convincentemente bordean lo ridículo y la manera en que los jóvenes participantes reaccionan a este programa, donde algunos se acoplan al mismo en tanto que otros tratan de resistirlo; más sorprendente es comprobar cómo algunos de ellos son abusados por sus consejeros.
Tanto el centro de curación sexual como el ambiente escolar homofóbico donde Jared se desenvuelve están muy bien descriptos y vigorizados por la impecable contribución de los actores brindando una textura de veracidad al descorazonador drama.
Resulta impredecible aventurar si este sobrio film puede alterar el panorama existente con respecto al tema enfocado, pero en todo caso es encomiable la labor del realizador reflejando la franqueza y sinceridad que Conley expone en su memoria.
Afortunadamente, cabe destacar que varias organizaciones científicas y médicas de Estados Unidos se han pronunciado manifestado sus preocupaciones en torno a los programas terapéuticos de conversión sexual que existen en algunos de los estados americanos advirtiendo que además de no ser efectivos pueden resultar dañinos.
Jorge Gutman